No me toques.
Quattro:
No me toques.
Me acomodo en mi asiento y miro a July con curiosidad.
—¿Se puede saber que fue eso? —pregunté, algo extrañado por su comportamiento con Lía.
—¿Qué cosa? —inquiere haciéndose la tonta.
Suelto un suspiro exasperado y peino mi cabello hacia atrás. Demonios.
—Hemos hablado de esto, nada de celos; nada de sentimientos, ¿recuerdas? —apoyo mi mentón, sobre mis manos; estoy más serio que nunca.
—Ya —espeta.
—July... —advierto.
—¡Lo tengo muy presente! ¿Vale? —masculla, evitando mirarme.
—No me pareció hace un momento.
—¿Podemos dejar el tema por zanjado?
Respiro con profundidad y asiento. Pero, joder; creía que todo estaba claro entre nosostros. Pensé que... maldición, soy un imbécil. Lo soy y lo tengo presente. Pero Juliette no me la deja fácil. Que va, ha dado la impresión de novia celosa y controladora. ¡Solo tenemos sexo! Más nada, solo sexo.
¿Por qué lo complica todo? Ya, he sonado como un cabrón de mierda y tenéis la puta razón. Que admito serlo y la quiero muchísimo, pero no de la forma en la que ella desea. Porque no puedo y tampoco quiero atarme a alguien. Vale, demasiado cliché la frase. Pero es la puñetera verdad, solo tenía una cosa en mente y eran las AMM y mi carrera como luchador en la UFC. No tenía lugar para nada más en mi vida y lo sentía por July.
Una relación ahora, no era mi prioridad o deseo. Pero lo que teníamos estaba bien, más que bien. Aún así, para ella no era suficiente y lamentaba no cumplir sus expectativas. Quisiera complacerle, pero no puedo y soy un hijo de puta por hacerle esto. Demonios.
Suelto un sonoro suspiro y apoyo mi espalda en el respaldo de mi asiento. Se me habían quitado las ganas de comer, joder.
» Colega, tómalo con calma. «
Eso me gustaría, pero no puedo. Podría decir tantas cosas y quedaría como un hijo de puta; cosa que no quiero. No me gusta que me vean como el malo, porque no lo soy. No quiero serlo. Sería estupendo que ella pusiera de su parte y me dejará las cosas más fácil. ¿Tan difícil es dejar a un lado los sentimientos y solo sea sexo?
Me levanto de mi asiento, bajo la atenta mirada de July y sin decir nada, camino hacia la salida del establecimiento. Lo mejor era irme, porque acabaríamos discutiendo. Y no, no deseaba eso.
Alcancé a oír sus llamados, pero los ignore olímpicamente; continuando mi camino por el campus de la Universidad. Quizá lo olvidé mencionar, pero además de todo lo que hago; también estudio una carrera universitaria. Mi padre me lo ha pedido, por si algún día me canso de las AMM. Cosa que dudo, pero tomé su consejo y me inscribí; así comenzando mi carrera en administración de empresas.
Lo sé, lo sé; tengo Montgomery's Club. Pero según Isaac Blaire, eso también puede fallar; ¿y como me sustentaría luego? Tenéis razón, a veces puede ser un verdadero grano en el trasero. Pero es mi padre y así le quiero, aunque se le vaya la olla.
El sonido de móvil, interrumpió mis pensamientos. Lo busqué en el bolsillo de mis vaqueros, descubriendo una llamada de mi madre. Solté un suspiro, mientras deslice el dedo por la pantalla; llevando el aparato a mi oído.
—¿A qué hora necesitas que haga de niñera? —pregunté, sin darle tiempo a hablar.
Oí su risa y no pude evitar sonreír, era como una dulce melodía. Saber que podía causar eso, me hacía feliz y más después de saber por todo lo que pasó en el pasado.
—Elaine necesita que seas su niñera luego de que salgas de clase —dice y sé que esta sonriendo—. Solo serán unas horas, tu padre estará en la empresa y yo tengo trabajo en demasía —me explica y puedo escuchar como Elaine la llama.
Mi pequeña hermana pronto cumplirá cuatro años y os aseguró que es más inteligente que todos nosotros juntos. Era una mezcla de mi madre y mi padre. Pelirroja, pecosa, ojos azules y una sonrisa que prometía todo tipo de travesuras. Os lo juro, me sacaba canas verdes.
—Vale, cuando terminé mis clases; iré por Elaine —le prometo.
—Gracias, cielo; en serio —me agradece.
—Ya, espero que pronto me paguéis un sueldo —bromeo.
—Se lo diré a tu padre —me sigue el juego—. Te amo, Aiden.
—Y yo a tí.
—Hasta más tarde —se despide y termina la llamada.
Negué divertido y continúe mi camino.
(...)
Meto la llave en la cerradura y abro la puerta de entrada.
—¿Dónde está mi hermosa princesa? —grité a todo pulmón, cerrando la puerta con mi pie.
Oí su risa y también sus pasos, que se acercaban a donde estaba. No dudé en tomarle en brazos, en cuanto estuvo frente a mí.
—Hoy estas más guapa que nunca —le digo y sonríe divertida por mis palabras.
Sus brazos me abrazan con fuerza y con ella así, camino hacia la sala donde mi madre se esta terminando de arreglar.
—Aquí está mi otra princesa, que también está guapísima —dejó un beso en su mejilla.
—¿Qué tal los entrenamientos? —quiere saber.
—Bien, ya sabes; a Ron le gusta regañarme por todo —le cuento.
—Es que eres experto en sacarle canas verdes a las personas.
—Oh, gracias por tan lindas palabras de aliento —pongo mis ojos en blanco.
Se encoge de hombros.
—De nada, cariño.
Suelto un bufido, madres.
—Tu padre me contó de su pequeña riña de ayer —comenta como quien no quiere la cosa.
El día que él no le comenté todo a mi madre, seré tan feliz. De verdad os lo digo.
—Ajá —es mi respuesta.
—Aiden... —me advierte.
—¿Qué quieres que diga? —mascullo—. Cuando papá esta en su modo imbécil, es un verdadero capullo. No me deja explicarle las cosas, se cierra y quiere discutir por todo —le espeto.
—Se preocupa por tí.
—Avísale que esa no es la forma correcta.
—No seas tan duro con él, te ama y a veces se equivoca.
—Ya.
—Cariño, hagan las paces.
—Lo pensaré.
—Cabezota.
—Pesada.
—¿Esa es forma de hablarle a tu dulce madre? —inquiere haciéndose la ofendida y dejando sus brazos a cada lado de su cintura.
No puedo evitar reír por ello y niego divertido.
—Mejor vete a trabajar, que la renacuaja y yo; tenemos una cita con Vampirina* —muevo mis cejas de arriba hacia abajo.
Ahora es su turno de reír.
—A veces pienso que eres una mala influencia —se sincera.
—Soy la mejor de las influencias —le apuntó con mi dedo índice.
—Como digas —se mofa de mí.
Deposita un beso en mi mejilla y después lo hace con mi hermanita. Se despide ambos con un gesto de su mano y la vemos desaparecer, tras cerrar la puerta de entrada.
—Bien, ¿vemos Vampirina? —le pregunto a Elaine y ella asiente entusiasmada.
Así es, veía programas infantiles. Hasta había aprendido canciones y de vez en cuando sin darme cuenta las tarareba. Esto era lo que consistía en tener una hermana diecisiete años menor que tú.
Nos acomodamos en el enorme sofá y disfrutamos de aquel programa creado para niños.
(...)
Suelto un bostezo, mientras continuó leyendo unos papeles del club; como deseaba llegar a casa y dormir como un tronco. Que necesitaba un poco de descanso, nada me era fácil últimamente y más si le agregamos que July esta molesta conmigo. Genial. Oh sí, no ha perdonado el que me fuera y le dejase. ¿Pero que más quería que hiciera? Joder, cada vez comprendía menos a las mujeres.
Masajeo mis sienes y me levanto de mi lugar. Será mejor que tomé un poco de aire fresco, lo necesitaba con urgencia. Salí de mi oficina, como era de esperar el lugar estaba lleno. Saludé con un gesto de mano a mis empleados y me acerqué a la salida. Donde Jeff -seguridad del club- me permitió salir, si dentro era una locura; fuera no había diferencia.
El aire fresco fue bien recibido, como necesitaba de esto. Me apoyé en una pared, cercana a la entrada y busqué en mis bolsillos mi caja de cigarrillos. Antes que penséis algo erróneo, fumaba muy poco y a veces solo si estaba bajo mucho estrés. Sé que debería dejarle y lo haré; solo dadme más tiempo. Tengo suficiente con el dramático de Ron, de verdad; no os hacéis una idea. De solo pensar que mañana estaré bajo sus entrenamientos, se me ocurren demasiadas ideas para joderle un poco y de paso divertirme en demasía.
Una sonrisa se adueña de mis labios, mientras me llevó un cigarrillo a ellos. Lo enciendo y doy una calada profunda.
—Deberías dejar esa mierda —dice alguien a mi lado.
Giro mi rostro encontrándome con el ceño fruncido de Dominik y con Sam a su lado, quien niega con su cabeza.
Me encojo de hombros y expulso el humo.
—Lo haré papá, ya verás —me mofó suyo.
—Imbécil —masculla.
—Gracias —le regalo una sonrisa divertida.
—Habló enserio, Blaire —refunfuña.
—Yo también.
Me mira molesto y con ello comprendo, que es mejor que cierre el pico. No quería también discutir con mis mejores amigos, había tenido suficiente con lo de July. Vuelvo a dar otra calada y fijo mi mirada a la calle repleta de autos.
—Venga, tira esa mierda; vayamos adentro y tomemos un trago —propuso Sam, dando por zanjado el tema del cigarrillo y sin dudarlo lo arroje al suelo.
Dom y yo asentimos, para luego dirigirnos hacia la puerta de entrada. Donde me sorprendió verle, Dalia estaba en mi club.
—¿Lía? —pregunté y una sonrisa adorno mi rostro.
En el suyo surco la sorpresa, en cuanto me notó. Negó divertida y también me regaló una sonrisa.
—Aiden, ¿qué haces aquí? —quiso saber.
—Eso debería preguntar yo —digo—. ¿Cúanto hace que estas esperando para entrar? —pregunté.
—Bastante —responde la chica a su lado.
—Ella es Julie —la presenta—. Me invitó a beber algo, a modo de bienvenida a Londres —explica.
—¿Así que eligieron mi club para ello? —reí.
—¿Tu club?
—Así es, mío.
—Oh, eso es increíble.
—¿A que no lo esperabas?
—Siendo sincera, no.
Su risa me resultó como una armoniosa melodía, maldición.
—Venga, entren con nosotros —ofrezco—. Jeff, para la próxima que vengan; solo déjales entrar —pedí y él asintió sin rechistar.
Sin demora nos adentramos en el club y caminamos hacia la barra, donde pedí una ronda de chupitos para comenzar. Muchos bailaban en la enorme pista de baile, al ritmo de una canción desconocida para mí. Puede que la música moderna yo, no nos llevemos muy bien.
Mi padre me había contagiado su gusto musical y por ende, prefería algo más pesado. Ya me entendéis o quizá no.
—¿Qué tal tu primer día en la Universidad? —pregunto a Lía, mientras el resto habla entre ellos y Dom coquetea con Julie; creo que así la presentó.
Da un pequeño sorbo a su bebida.
—Bastante bien, aunque me perdí y casi ni llegó a mi primer clase del día —me cuenta y ríe—. Tuve suerte que Julie se apiadase de mí y se acercará a preguntar a donde debía ir; le debo mi vida —prosigue—. Pero he de admitir que no hay mucha diferencia con mi Universidad en Grecia —dice.
—Supongo que todas son iguales —me encojo de hombros.
—Que va.
Niego divertido, ante su respuesta.
—¿Extrañas Grecia? —curioseo.
Su rostro se ensombrece ante mi pregunta, mientras niega su cabeza; como si luchase consigo misma internamente.
—Por un lado lo extraño, pero por otro me siento aliviada por alejarme; supongo que los malos recuerdos seguirían atormentandome si me quedaba —responde, mirando un punto fijo.
—Supongo que fue la mejor decisión que pudieras tomar —le regalo una sonrisa, la cual devuelve.
Nos quedamos en silencio, creo que no le es fácil hablar de lo que sucedió. Aunque no estoy al tanto, sé que ella y mi tía fueron raptadas por Demetrios, en el pasado. En donde casi muere y mi padre se volvió loco por creer que perdería a su hermana. Pero creo que los Dioses no querían eso y ayudaron a que regresará a nosotros.
Pido otra ronda más de chupitos, cuando tres chicos se acercan a nuestro lado. Julie los abraza y los presenta como amigos suyos. Me parece haberles visto en el campus, pero no estoy muy seguro de ello. Suelo no prestar atención a las personas de mi alrededor, voy en la mía.
—Estos son Chad, Sarah y Sam —dice y les regalo un asentimiento de cabeza a modo de saludo.
Chad se acerca a Lía y comienzan una charla, el resto se integra junto a los demás. Suelto un suspiro, me sentía fuera de lugar. ¿Quedará mal que me vaya? De todos modos, tengo que terminar unos asuntos en mi oficina. Sin decir más, me alejó.
Echo un pequeño vistazo y nadie nota mi ausencia, bien. Niego con una sonrisa y camino hacia mi oficina, donde entró sin demora y continuó con mi trabajo.
Cuando me dispongo a ver la hora, ha pasado más tiempo del que hubiera querido. Demonios. Tengo entrenamiento temprano y ya veo que no dormiré una mierda. Me desperezo en cuanto me paro de mi asiento y camino hacia la puerta, momento de ir a casa.
Pero me quedo inmobil una vez que la veo, esta apoyada en la pared y con su rostro escondido entre sus brazos. ¿Ha sucedido algo?
—¿Estas bien? —pregunto e intento tocarle, pero sus palabras me sorprenden.
—¡No me toques! —grita y me pega un manotazo.
Su rostro esta lleno de lágrimas y me desesperó al verle así. ¿Qué jodidos ha pasado? ¿Alguien le ha hecho daño? ¿Acaso ese imbécil se atrevió...? ¡Lo mataría! Os juro, que lo haré. Pero antes de ir en su búsqueda, me agachó frente a Lía. Quien sigue sentada de la misma forma y se balancea desde atrás hacia delante. Conocía muy bien esto, mi madre tenía episodios como estos; cuando alguna situación le recordaba su traumático pasado. Siempre quise hacerle olvidar todo eso, más dudo haberlo logrado.
—Lía, tienes que respirar profundamente y soltarlo lentamente —le digo y vuelvo a intentar tocarle.
—¡He dicho que no me toques, joder! ¡Aléjate de mí, Nash! —espeta, sin siquiera verme.
¿Nash? ¿Es quién le ha hecho daño? Jodido imbécil.
—Dalia, mírame —pido—, No sé quién es él, pero soy Aiden; ¿podrías mirarme? —pregunto de manera calmada y en tono dulce—. Por favor, comprueba que digo la verdad.
Poco a poco sale de su escondite y sus rostro esta lleno de lágrimas. Sin hacer un movimiento brusco, acercó mis manos a su rostro y esta vez no las aparta.
—Haz lo mismo que yo, respira profundamente y sueltale lentamente —le explicó y lo hace sin rechistar—. Muy bien, vuelve a hacerlo e intenta dejar a un lado todo lo que te atormenta —le aconsejó.
—¿C-cómo sabes que hacer en un momento así? —quiere saber, mientras continúa haciendo lo que pedí.
—Por mi madre —respondo—. Yo no sé cómo fue tu pasado, tampoco pediré que me cuentes; pero si un día necesitas olvidar todo eso, no dudes en acudir a mí. Haré lo que este a mi alcancé, para ayudarte —le regalo una sonrisa y ella me la devuelve a medida que se siente mejor.
—Ha intentado besarme —suelta e intento comprender a donde quiere llegar—, Chad a intentado besarme, y-yo... me he asustado sé que no era él, que no es él; pero no pude detener los recuerdos. ¿Cómo podría? Esta tan dentro de mí, tan calado en mis huesos; no puedo solo olvidar —solloza—. Aiden, tengo miedo de no superar nada; de seguir estancada ahí y de no poder hacerle frente —sin que lo espere esconde su rostro en mi pecho.
Así que intento besarla y ello desencadenó lo que pensó que estaba más que enterrado. Pero nadie noto esto, ¿en serio?
—¿Y los demás? ¿Donde están? —mascullo, golpeare a esos idiotas; debieron darse cuenta.
—No lo sé, cuando quise ver no estaban con nosotros y fue cuando Chad ha intentado besarme, supongo que pensó que esperaba eso o que la sensación del ambiente era así —me cuenta y niego.
—Olvida todo eso, venga; te llevaré a casa —me ofrezco.
—¿Podrías quedarte conmigo? Es que no quiero estar sola y desearía que Stef no sepa sobre esto —muerde su labio inferior, nerviosa.
Suelto un sonoro suspiro.
—Bien, pero si me llega a preguntar; le contaré esto.
—Vale.
—Vamos, te llevó a casa.
Estiró mi mano hacia ella y la toma sin dudar, la ayudó a levantarse y caminamos hacia la salida del club. Mañana tendré una hermosa conversación con Chad, Stef estaría orgulloso de mí. La familia se protege y eso haré por Lía.
(...)
Lo sé, demore en actualzar uwu En mi defensa, el capítulo no me gustaba y lo borré en varias ocasiones. Tampoco me convencía como estaba quedando ahora. En fin, espero os guste. Vosotros daréis su veredicto ❤
Aiden y Lía tuvieron un pequeño acercamiento.
¿Qué os pareció?
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Os mandó un abrazo enorme.
Os amo.
—Vicky—
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