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Me siento lo bastante incómodo con la situación, no contaba en absoluto que ella apareciera y menos que quisiera unirse a nosotros en la celebración de mi victoria. Demonios.

Mi vista viaja hacia la otra punta, donde se encuentra Lía, la chica con la que quería compartir la emoción de haber ganado. A quien deseaba oír más que nada en el mundo y por estúpido que suene, su voz era una dulce melodía para mí.

Había logrado rodearla con mi brazo, había podido oír un poco de lo que sintió durante la pelea y como se preocupó por mí. Ahora sólo podía observarla desde lejos y eso me molestaba de sobre manera. Joder.

¿Qué pasa contigo, Blaire? En otro momento estarías más que feliz por estar con Juli y no te habría importado menos el resto. Pero en esta ocasión era distinto y no entendía porque.

Podía notar de lejos cuan incómoda estaba Lía y yo quería cambiar eso. Pero no sabía cómo deshacerme de Juli, sin que se moleste por ello. Porque era más que seguro, que sería de ese modo. Carajo.

—¿Puedes dejar de verle y centrarte en mí? —se queja y no puedo evitar soltar un pequeña risa.

¿En serio? Diablos. Debí imaginar el porque de su insistencia en venir y su aparición repentina. Juliet estaba celosa de Lía y ahora estaba tratando de marcar territorio. Poco me importaba que lo estuviese, pero no deseaba que la pelinegra saliera herida por las tonterías de la rubia.

—No quiero ser grosero contigo, de verdad, pero creía que estaba claro lo que tenemos —suspire con amargura.

Había que admitir, que siempre este tipo de relaciones terminan mal. Porque por estúpido que suene, alguien acaba teniendo sentimientos por el otro. Y no es que no le quiera, juro que no es así, pero he dejado en claro más de una vez que para mí es imposible sentir algo más por ella.

Sé que estuvo ahí para mí, cuando me rompieron el corazón y acabé hecho trizas. Siempre estuve agradecido con Juli, por aguantar tanto y quedarse a mi lado. Pero, no puedo obligarme a amarle. Es imposible, porque le tengo cariño y no diré que no disfrute su compañia todo este tiempo, porque estaría mintiendo. El sexo con ella es bueno, más que eso. Pero no hay más, al menos de mi parte.

Por eso dejé en claro que solo podía ofrecerle ser follamigos y nada más. Es lo que estaba a mi alcance desde el comienzo, pero ella quería algo que no puedo darle y no lo he notado hasta este momento.

—¿Qué tiene ella, que yo no tenga? —inquiere y no dejó pasar la amargura en su voz—. Estuve ahí para ti, te console cuando te dejó y yo te amo más de lo que cualquiera podría hacerlo —me espeta, intentando no elevar su voz mientras me recrimina todo.

Suelto una pequeña risita y niego divertido, mientras procesó todo lo que acaba de decir. ¿Siempre ha pensado así? Creo que he sido muy imbécil y no he querido ver que Juliet ha sobrepasado cada límite. Carajo.

Me muerdo la lengua, porque en este momento podría decir cosas de las que me pueda arrepentir más adelante. Lo que sí, había algo muy claro, debía cortar toda relación con ella y hacerla a un lado. Esto acabaría mal y no deseo eso para Juliet.

Nunca lograré tener sentimientos por ella, nos los que desea y lamentó eso. Pero prefiero acabar con lo que tenemos, a que esto llegué más lejos y alguien terminé realmente mal.

—Juli, basta, terminemos esto —habló al fin, después de debatirme lo suficiente que hacer—. Estas llevando esto muy lejos y no quiero eso, en serio. Lo más saludable es que cada uno vaya por su lado y haga su vida —pido y sé muy bien que mis recientes palabras son como un balde de agua fría para ella, lo notó en su expresión, una que no había visto antes. Maldición.

Suelta una risita histérica y niega frenéticamente.

—Es por ella —asegura, con bastante amargura en su voz—. Desde que ella llegó, cambiaste y lo he notado. No soy tonta, Aiden —espeta—. Cuando la ves, jamás me diste una mirada así y la merezco más que ella —la rabia se hace presente en su voz.

Ron me observa y sé que está tan o más estupefacto que yo, por lo que Juliet acaba de decir. Ha estado presente desde el comienzo, ya que decidió sentarse con nosotros en la misma mesa. Puedo notar a leguas, que desea soltar unas cuantas cosas y que lo está soportando para no hacerlo peor. Y yo estoy igual, estoy procesando y a la vez sopesando todo esto.

Sin que me diese cuenta, la conversación se ha tornado más complicada. Quería acabar con esto y dar por zanjado el tema. Pero Juli no desea dejar las cosas fácil y no sé por donde continuar.

Joder.

Venga, ¿tiene que ser todo tan complicado? ¿No sólo podemos continuar como amigos y que cada uno haga su vida por separado? ¿Es tan difícil?

Respiro con profundidad y me despeino el cabello, en un gesto que indica la frustración que siento por este momento de mierda. Diablos.

—Juli, deberías ir a casa y pensar mejor las cosas —le sugiero, pero ella niega de manera frenética—. Por favor, hazme caso y ve a casa. No es culpa de nadie, más que mía. Soy yo el que no puede amarte como quieres y lo lamento, pero no creo lograr sentir lo que tú sientes —me sincero, tratando que lo comprenda.

Pero su mirada y atención, están puestas en la otra punta. Para ser exactos, en Lía. Quien nos está observando y sin que me de tiempo a reaccionar, o a comprender que sucede, Juli planta sus labios sobre los míos.

Lo entiendo, ha sido a propósito. Es porque la pelinegra estaba viendo a nuestra dirección y es la manera en la que Juli le quiere hacer entender, que no tiene oportunidad de acercarse a mí.

Me separó de manera abrupta, en cuanto la estupefacción me abandona. Carajo, esto es una mierda. Cuando estoy a nada de soltar cuanta grosería pasa por mi cabeza, Lía se levanta de su asiento y desde la distancia se despide avisando que irá a casa.

No puede irse, no después de lo que ha visto y sin que le pueda explicar lo que realmente ha pasado. Demonios. Tragó con dureza y las ganas de ir tras ella, se hacen presente.

Ron me hace un gesto para que corra y vaya en su búsqueda, me está alentando a hacerlo. Una sonrisa se desliza por mis labios y sin demora, alejo a Juli y me levanto de mi lugar.

—Lo siento, pide a alguien que te lleve a casa —avisó y salgo disparado hacia fuera del establecimiento, importandome poco los reclamos de Juliet.

No iba a perder la oportunidad de llevar a Lía a casa y de explicar que nada pasaba con Juli. Suena estúpido y sé que no tenía porque explicar nada, pero deseaba hacerlo de todos modos.

Deseaba decirle cuanto quería pasar el resto de la velada con ella, escucharla hablar de lo que sea; no tenía porque ser sobre la pelea. Solo el hecho de que hablará, con eso era más que suficiente. Diablos, estoy jodido.

Salgo fuera del establecimiento, no tengo que avanzar demasiado, ya que Lía seguía ahí, pérdida en sus pensamientos y quien sabe que es lo que hay en ellos. Se veía cabizbaja, como si algo le hubiese dejado en ese estado y yo podía suponer la razón.

Respiro con profundidad, animandome a hablarle y así poder llevarla a casa. Diablos, me sudan un poco las manos por los nervios.

—¿Te llevo a casa? —hablé al fin, logrando darle un susto de muerte y no puedo evitar la diversión en mi rostro. Se ve muy tierna, de verdad.

Lleva su mano a su pecho y yo la sigo observando divertido por la situación.

—Pediré un taxi —dice, evitando mirarme—. Deberías regresar ahí dentro, te estarán esperando —suelta, un tanto brusca.

Diablos, sí, esta molesta y merezco esto. Debí parar a tiempo a Juli y así evitar que Lía se sintiera de esta manera.


—No van a extrañarme —digo y me encojo de hombros, restándole importancia—. Además quería disculparme con alguien, ya que tuve que arreglar unos asuntos y no pude prestarle la atención que merece —me paro frente suyo y le observo atentamente—, Juliet apareció de la nada y yo no contaba con eso, entiendo que tal vez no tenga que explicarlo o quizá sí. Pero yo deseaba estar contigo, hablar y oír todo lo que tuvieras que decir, lamentablemente no salió como deseaba y lo siento. Siento que tuvieras que sentarte en la otra punta, siento que pareciera que solo estaba prestando atención a Juli y no era así. Por eso, ¿podrás perdonar a este cabrón? —le regalo una sonrisa esperanzada, luego de mi explicación y rezando porque me perdoné.

Muerde su labio inferior, mientras procesa todo lo que acaba de escuchar y mis nervios aumentan; ¿esto es normal? Porque de verdad, nunca experimenté algo así. Demonios.

—Vale, dejaré que me lleves a casa —acepta y una sonrisa tierna se adueña de su rostro, podría acostumbrarme.

Sin que lo espere mi mano viaja a su mejilla izquierda y la acaricio unos segundos que se vuelven eternos. Luego la aparto nervioso y carraspeo, ¿qué acabo de hacer? No pude evitarlo, verle sonreír de ese modo, fue como una invitación a que lo hiciera. Mierda. Suelto un suspiro, el cual carga muchas emociones nuevas para mi o que quizá tengo una leve idea de que son, pero me niego a aceptarlo.

—¿Caminata nocturna? —propongo y asiente a modo de respuesta.

Y sin demora, comenzamos nuestro camino hacia su casa. Vamos muy cerca uno del otro y mi corazón late de una manera alarmante.

Quería decir algo, lo que fuera, pero el silencio instalado entre nosotros no era incómodo y pareciera que dijese muchas cosas. Respiro con profundidad, grabando este momento en mi mente y así nunca olvidarlo.

—En lo posible y si puedes, en tu próxima pelea, no dejes que te hagan daño —ella es quien rompe el silencio y me pide algo que deseo cumplir.

No puedo evitar la sonrisa que se desliza por mi rostro y mi pecho se infla, más que emocionado al saber cuánto se preocupa por mí.

—Prometo que la próxima vez, saldré ileso y seguirás disfrutando este hermoso rostro —alardeo y ella me codea un costado, riendo por mis recientes palabras.

—Engreído.

—Pero así te gusto, lo sé.

—Quizá, quien sabe.

—¡Oh, vamos! No puedes resistirte a mis encantos y lo sabés.

No podemos evitar la risa que nos asalta y continuamos entre bromas, disfrutando la compañia del otro.

Una vez frente a su edificio, un vacío que no podría explicar se instala en mi estómago, me gustaría seguir hablando o solo estar en su compañia.

Tocaba despedirse, aunque nos veríamos en la Universidad y eso se emocionaba de cierta manera. Verle, así sean unos segundos, en los pasillos. Carajo, estaba perdido.

La veo morder su labio inferior, mientras parece luchar por decir algo y yo solo deseó oírla, así sea solo para decirme “adios”.

—Me recomendaron buscar alguna manera de distraerme, sabés y entre esas opciones es el ejercicio —comienza explicando y yo la escucho con suma atención, no dejó pasar su nerviosismo—. Así que me preguntaba si te apetece mañana salir a correr juntos y como no conozco mucho, podrías enseñarme que lugares son los mejores —pide y yo no puedo evitar sonreír como idiota.

—Sabía que no podías vivir sin este hermoso rostro —me mofo suyo y por su parte me codea.

—Claro, ¿qué sería de mí sin esos ojos azules? —me sigue el juego.

—Bien, te daré la alegría de verles cada mañana y poder disfrutar de ellos cuanto quieras —subo y bajo mis cejas de manera sugerente.

—Perfecto, tenemos un trato Señor Blaire.

—Por supuesto, Señorita Caristeas.

No podemos evitar reír por nuestra conversación reciente y yo de paso me deleito oyendo su risa.

Acordamos la hora en la que debo estar frente a su edificio al día siguiente y que ruta tomaremos para correr, no voy a exigirle demasiado, ya que es su primera vez y seré bueno con ella. Ron me matará si sabe que no haré su plan de ejercicio, pero por ella valdrá la pena el regaño.

—Entonces, nos vemos mañana —se despide y asiento, mientras un vacío me recorre entero. Quería pasar un poco más de tiempo a su lado, así, sino hubieran palabras de por medio. Carajo.

Sin que me de tiempo a procesarlo del todo, mis brazos la rodean y disfrutó de ese arrebató de mi parte. Diablos. Se sentía demasiado bien tenerle así, tan cerca. Podría acostumbrarme a esto, a tenerle entre mis brazos.

Pero nuestra burbuja se rompe, cuando el carraspeo de alguien se hace presente. Nos separamos de manera abrupta y nos encontramos con un hombre de mediana edad y que reconozco de inmediato, es el padre de Lía, Fabio Caristeas.

En su rostro surca el desconcierto, mientras cruza sus brazos en su pecho, esperando una respuesta de nuestra parte.

Trago con dificultad, maldición.

Creo que mi arrebató podría salirme caro, aunque valió cada maldito segundo. Pero tal vez, había cavado mi propia tumba y este sería mi final. De todos, luego de esta noche, había comprendido algo importante. Sentía algo más por la pelinegra y eso solo significa una cosa: me gusta Dalia.

Diablos.

(...)

Sisisi, lo sé no tengo perdón de Dios y ha pasado el tiempo suficiente para que me odien 🥲 Pero esta vez, sí, he vuelto definitivamente y pienso quedarme. Deseo terminar esta historia, de a poquito, pero hacerlo y que puedan disfrutarla.

También estoy trabajando en mis otras historias, así que estén atentos a las actualizaciones.

No habrá día para que suba Capítulo de Destrúyeme, pero intentaré por lo menos actualizar dos veces en el mes, así no se les hace tan larga la espera.

En fin, espero que aún estén allí y les amo, gracias por tanto y tan poco de mi parte.

Los ama:

—Vicky—



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