Dejando el pasado atrás.

Due:

Dejando el pasado atrás.

Me incorporó en la cama, el sudor me recorre entera y respiro bastante agitada. Demonios. Tapó mi rostro con mis manos y siento como mi corazón late a mil por hora. Hacía demasiado tiempo que no revivía aquellos recuerdos, los cuales creía haber superado.


Su sonrisa sádica aún me causaba escalofríos y odiaba eso. Se suponía que estaba a salvo, que él ya no podía volver a dañarme. Pero aún así, sus recuerdos seguían allí; deseaban que no lo olvidase jamás.

Quité las mantas de mi cuerpo y salí de mi habitación; en busca de una taza de chocolate caliente. Acacia siempre me preparaba una, cuando tenía una pesadilla y eso me ayudaba de sobre manera.

La extraño demasiado.

No sólo tú, créeme. Me hacía demasiada falta, demasiada.

Quiero creer que he tenido aquel sueño, porque me iría de Grecia; dejando atrás todo aquello que me hirió por tanto tiempo.

» —Nash Pride no puede dañarte más, estas a salvo y pronto estarás al lado de Stef —me alente, mientras entraba en la cocina. «

Quería creerlo, pero a veces mi pasado me jugaba una mala pasada y volvía a derrumbarme. Aunque evitaba que mi padre y mi hermano se enterasen. Detestaba preocuparles, yo podía con ello y era fuerte.

Entre en la cocina y buscando todo lo necesario, preparé dos deliciosas tazas de chocolate. Sonreí cuando mi padre entro bostezando y se sentó en uno de los taburetes de la isla.

Le acerqué una de las tazas y de inmediato se la llevó a los labios, le imite disfrutando de aquel sabor tan familiar.

—Voy a extrañar las madrugadas de chocolate caliente —me dice y no puedo evitar reír.

—Lo seguiremos haciendo en Londres, no seas dramático Fabio —me mofó suyo.

Niega indignado.

—No será lo mismo —réplica—. Ya verás como extrañas el cálido clima de aquí —me advierte.

Me encojo de hombros y hago un gesto restándole importancia a ello. Que más daba vivir en un país con un clima húmedo y frío. Sí, extrañaría horrores ciertas cosas de Grecia; sus playas y bueno, el clima también. Pero era necesario irme y empezar de cero; enterrando mi pasado aquí.

Además Stef estaba allá, con su hermosa familia y yo deseaba ser parte de ella. Moría por conocer a Noah y también a la pequeña que venía en camino; quien aún sus padres no decidían su nombre. Ya les daría yo alguna sugerencia, amaría ser su madrina.

—Sobreviviré a Londres —le digo con una sonrisa y él por su parte niega.

—Luego no quiero oír quejas —advierte.

—¡Oh vamos! Sé que mueres por pasar tiempo con tu nieto y más con la pequeña que viene en camino; a mí no me engañas Fabio —le apunte con mi dedo, mientras reía por ello.

—¡Me has descubierto! —levanta sus manos a modo de rendición—. Y sí, quiero pasar tiempo con Noah; es mi pequeño consentido —admite y yo niego.

—Tu única consentida, debo ser yo —cruzó mis brazos sobre mi pecho y finjo molestarme por ello.

Suelta una carcajada y yo hago lo mismo, tenía al mejor padre de todos. Aunque nunca olvidaría al verdadero, Fabio no podía reemplazarle; pero eso no quitaba que lo amará con el alma por darme la oportunidad de tener una familia nuevamente. Por recibirme y sin hacer preguntas que no quería responder. Ha cuidado de mí, como si fuera su sangre y eso vale mucho.

Cuando acabamos nuestras tazas de chocolate, ambos regresamos a nuestras habitaciones. En un par de horas viajaría a Londres, mi padre ya había conseguido un departamento para mí; él iría en cuanto terminará de arreglar algunos asuntos de la empresa.

Stef desconocía mi llegada, deseaba darle una sorpresa y esperaba lograrlo. Él sabía que nos mudaríamos, más no en que momento.

Me acomode debajo de las mantas y me dispuse a conciliar el sueño; más volví a verle en ellos.

(...)

—Te voy a extrañar —Matteo, susurró mientras me encerraba en un abrazo.

—No seas dramático, puedes ir en vacaciones a visitarme —le recuerdo—. Además, estaremos comunicados por redes sociales, Theo —digo con una sonrisa.

—Pero no será lo mismo —refunfuña cual niño pequeño.

No puedo evitar reír por ello, demonios; me haría tanta falta en Londres. Pero esto era lo mejor, necesitaba dejar atrás todo mi pasado y empezar de nuevo en un lugar que no me recordase lo vívido.

Nos volvimos a despedir, Theo comenzó a llorar y no pude evitar hacer lo mismo. Jodido imbécil. Mi papá me dio un fuerte abrazo y me aseguró que estaría conmigo lo antes posible. Ambos me desearon un buen viaje y en cuanto anunciaron que debía abordar el avión; me despedí finalmente de ellos.

Les hice adiós con mi mano, para luego entregar mi boleto y caminar por el túnel que me llevaba a mi avión. Una azafata me indicó mi asiento y sin demora me acomode en el. Respire con profundidad y observe por la pequeña ventanilla, el aeropuerto. Estaba diciéndole adiós a mi país, me despedía del lugar que mi vió nacer; pero en dónde pasé lo peor y perdí personas importantes. Tal vez volvería algún día, aunque no estaba segura de ello.

Oí como la azafata, a través de un comunicador; avisaba que el avión despegaría y que debíamos hacer ciertas cosas a continuación. También en caso de que algo malo pasará, como debíamos proceder. Una vez acabó, abroche mi cinturón y procedí a colocarme los auriculares para oír música el resto del viaje. Serían unas largas horas y presentía que se me harían una eternidad.

Me deleite con la melodía y la letra de Perfect de Ed Sheeran. Sería mi gran compañia por un buen rato, no sé en que momento sucede; pero me quedó profundamente dormida.

(...)

El avión ya había aterrizado y ahora tenía que ir a la empresa donde mi hermano trabaja. Había olvidado pedir a mi padre la dirección de su casa y ahora mi celular había muerto completamente. Supongo que debí cargarle más, joder.

Detengo un taxi, mientras me acomodo en los asientos traseros; pido que me llevé a Blaire's Company y sin demora el conductor comenzó a dirigirse allí.

Me sentía nerviosa, no me preguntéis porque; yo tampoco lo sabía. Quizá se debe a que estoy en una ciudad desconocida y que me reuniría con mi hermano y su familia. Vería a Noah y el vientre abultado de Amber. Comenzaría en una Universidad de aquí, haría amigos y tendría la vida normal que siempre deseé y soñe. Ya no me preocuparía que me encontrase, ya no tendría miedo a nada. Suspiré con fuerza, este es tu nuevo comienzo Lía; Nash Pride esta en el pasado.

El taxista estacionó frente a un gran edificio, dónde podías ver en unas enormes letras su nombre: Blaire's Company.

Pagué y con bastante dificultad bajé mi maleta y caminé hasta la entrada del lugar. Me acerqué a la recepcionista, la cual me observó con curiosidad; lo comprendía. Debe ser extraño ver a alguien entrar con una maleta en este lugar.

—Buenos días, ¿en que puedo ayudarle? —preguntó con amabilidad.

—¿Se encuentra el Señor Caristeas?

—Lo lamentó ha salido, pero si gusta puede decirme su nombre y en cuanto regresé le digo que estuvo por aquí.

—Podría darme su dirección —pedí.

—Eso no es posible, Señorita —se negó.

—Vale, esperaré a que regresé.

Me negaba a decirle, es que con solo la mención de mi nombre; se arruinaría la sorpresa. Era mejor esperar a su regresó y en cuanto entrase por esas puertas me vea y así darle la mejor de las sorpresas. La mujer me miró con algo de desconfianza, pero la ignoré y me senté en uno de los sofás que había allí.

Observé por los enormes ventanales la calles repletas de autos, había muchísimo movimiento por aquí. Sonreí ante eso. Podía acostumbrarme, claro que sí. Apoye mi mentón en mi mano derecha, solté un suspiro. ¿Dónde se encontraba el imbécil de mi hermano? Demonios, debí acordarme de pedir su dirección; que descuido de mi parte. A veces podía ser tan torpe.

El carraspeo de alguien me sacó de mi ensimismamiento, giré mi rostro encontrándome con los ojos azules de alguien. Tenía su cabello castaño atado en una coleta, en lo alto de su cabeza. Tenía una altura envidiable y notabas que le gustaba el ejercicio o que al menos pasaba tiempo en el gimnasio. Su mentón estaba hundido, muy parecido al mío. Se me hizo tierno, no me preguntéis porque; solo se me hizo de ese modo.

—Perdona, ¿quién eres tú? ¿Y porque buscas a Stéfano? —preguntó una vez que dejó de admirarme, que no ha disimulado ni un poco.

Me paré del sofá y extendí mi mano hacia él.

—Soy Dalia, la hermana menor de Stef —me presenté y no sé porque demonios le decía quien era. Sus ojos me observaron sorprendidos, a que no se la esperaba—. ¿Sabes si mi hermano demora mucho? Es que quiero darle la sorpresa de que he venido, pero sin que lo sepa y me he olvidado de pedirle a mi padre la dirección de su casa —expliqué, intentando que me ayudase.

—No volverá por aquí, ha pedido el día; hoy era la ecografía de la bebé —dice, una vez que se recupera de la sorpresa—. Pero si aguardas unos minutos, puedo llevarte a su casa —pide y asiento.

—Vale.

—Por cierto, soy Aiden.

Me regala una sonrisa y se gira caminando hacia la recepcionista; con quien intercambia unas palabras. Luego entra en uno de los ascensores y sube hacia algún lugar de allí. Me vuelvo a sentar en el sofá y aguardó como me pidió.

Pasan unos diez minutos y el mismo chico aparece frente a mí. Parece molesto, pero intenta disimularlo con una sonrisa bastante forzada.

—Ya podemos irnos —avisa y asiento.

Tomo mi maleta y le sigo hacia fuera del edificio, pará un taxi y con su ayuda nos acomodamos en el. Le comunica al conductor la dirección a la que vamos y enseguida emprendemos viaje hasta allí.

Observo como sacá su móvil y marca un número; se lleva el aparato al oído.

—¡Hey, Dom! —saluda—, ¿Podrías ir por Eli a la empresa de mi padre? Es que me surgió un imprevisto y he tenido que dejarle allí —pregunta, mientras mira por la ventana. ¿Ha dejado a su novia para ayudarme a mí? ¿Será imbécil?—. Gracias y por favor, no le hagas un sólo rasguño; ¿vale? —ríe al decirlo y sin esperar respuesta cuelga.

Yo le miro sin comprender una mierda, ¿qué no le haga ningún rasguño? ¿Qué demonios sucede con él?

—Oh, Eli es mi motocicleta —explica cuando ve la confusión surcando mi rostro.

No puedo evitar reír, por ello. Era ridículo, pero no podía decirlo. Tal vez lo tomaría a mal y me dejaría a mi suerte.

—Que guay —respondo, con una sonrisa.

—Mi hermana dice que soy un inmaduro y que es ridículo que tenga nombre —dice y niega—,¿A que lo has pensado? —pregunta y supongo que la expresión en mi rostro lo dice todo—. Sí, lo has hecho —usa un tono dolido e indignado.

—Lo siento, pero es muy gracioso que lo hagas —me mofó suyo.

Continuamos el resto del camino, entre bromas sobre ello; hasta que el taxi estaciona frente a una hermosa casa. Aiden se niega a dejarme pagar la mitad de la tarifa, por lo que acabó bajando con mi maleta a mi lado.

Ambos caminamos hacia la puerta y él saca un manojo de llaves, para luego abrirla. Me hace entrar y para gritar:

—¡¿Estáis en casa?! —cierra con su pie, la puerta de entrada.

Observo el lugar, a mi derecha se encuentra una escalera; que deduzco conduce a las habitaciones. A mi izquierda hay una enorme sala y al final una puerta vaivén; que supongo lleva a la cocina.

Se sienten las risas de alguien y al final de las escaleras; aparecen mi hermano y Noah. Amber sale de la puerta que supuse era la cocina y nos sonríe con emoción.

—Lía —pronuncia el diminutivo de mi nombre, con demasiada alegría y se acerca para encerrarme en un cálido abrazo.

Mi hermano no demora en bajar las escaleras, y junto con Noah se unen a aquel gesto.

—¿Cuándo has llegado? —quiere saber, Stef—. ¿Por qué no me habéis avisado? ¿Papá vino contigo? —mira detrás de mí, con la esperanza que él entrase.

Niego.

—Se ha quedado arreglando unos últimos detalles de la empresa, vendrá en un par de días —avisó y sonríe.

—Típico de Fabio —niega divertido.

—¿Y que hacéis vosotros dos juntos? —indaga Ambs y eleva sus cejas de manera sugerente.

—Pues es que no sabía vuestra dirección, me olvidé de pedírsela a papá y opté por ir a la empresa con la esperanza de que estuvieras alli. Pero la recepcionista me ha dicho que no estabas y se negó a decirme donde viviáis, pero apareció Aiden y se ofreció a traerme; siendo mi salvador—resumí lo más posible lo acontecido.

—Gracias —le agradeció mi hermano y apretó su hombro.

—Quedaos a comer —pidió Amber y no podía negarme.

—Vale —acepta el castaño.

—Y tú —se dirigió a mí—. Te quedarás a dormir, aquí —no era una pregunta, sino una orden.

Ya lo había extrañado, asentí como respuesta. Mientras tomaba en brazos a mi sobrino, quien me dió un enorme besó. Demonios, era precioso. Un encanto. Ya, tía babosa en acción.

Seguí a todos hasta la cocina, donde hablamos un largo rato.

(...)

Espero os guste este segundo capítulo, donde han conocido a Lía 😊 Que opináis de la historia hasta aquí? Os esta gustando? Espero que sí ❤

Espero vuestras estrellitas y comentarios ❤

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Os mando un abrazo enorme

Os ama

—Vicky—

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