Capítulo treinta y cuatro: El escape.

Min Yoongi.

¡Mierda, por favor, deténganse!

Mis gritos de dolor estaban siendo totalmente ignorados. Parecía que a nadie detrás de ese cristal blindado le importaba el hecho de que las venas de mis brazos ya estaba tornado de color violeta casi negro y por quinta vez en la semana me estaban sacando sangre de mi cuerpo.

¿Para qué mierda necesitaban tanta? Era increíble el hecho de que siguiera vivo, pero lo malditos tenían estrategias para mantenerme vivo a costa de poder seguir experimentando con mi cuerpo.

Había perdido por completo la noción del tiempo. La última vez que supe sobre la fecha en la que me encontraba, era el veinticinco de diciembre y ya había pasado bastante de ese día. Quizá llevaba tres semanas aquí encerrado o más, pues nadie había venido a verme después del primer día que desperté aquí.

¿Me habían olvidado?

Listo, es suficiente. Desconéctenlo.

Un par de doctores entraron a mi habitación, tomándome fuertemente de los hombros para desconectarme de las enormes agujas y ponerme algodones en los pequeños agujeros que estas dejaron cuando fueron sacados de mi piel.

Me habían quitado la cama donde antes me encontraba, así que prácticamente dormía en el suelo.

—¡Son unos malditos degenerados, sáquenme de aquí! —Grité con las pocas fuerzas que me quedaban. No sé cuánta sangre me habían sacado, pero estaba muy mareado y comenzaba a ver borroso.

—¡Ya, cierra la boca Min Yoongi! —Uno de los doctores frente al vidrio gritó, haciéndome estremecer —, ¡Qué no lo sabes? La gente de aquí ya no vuelve a salir jamás. Aunque no tengan el virus, mueren aquí por falta de alimentación o por el frío que hace aquí, incluso por los experimentos a los que son sometidos. Te han engañado, niño, no volverás a salir, y si lo haces, será muerto.

—¿El ejército está enterado...de esto? —Pregunté tomando con fuerza el suelo para no caer inconsciente.

—Claro que sí, todo no es color rosa, este refugio tiene un lado oscuro, donde las personas que caen, jamás vuelven a salir. Es una lástima que no hayas podido vivir tranquilamente en este refugio, quizá hubieras servido bastante para ayudar a la poca comunidad que queda.

—Dios, están enfermos... —Susurré conteniéndome las ganas de gritarle todas las groserías que sabía —¿Y...mis amigos?

—Después de que despertaste, un par de semanas después trataron de venir a verte, pero el líder los rechazó incontables veces hasta que lograron hartarlo. Hace una semana volvieron a venir con la esperanza de saber cómo estabas, pero lamentablemente "Min Yoongi fue detectado con el virus y murió hace un par de días después de recibir uno de los tratamientos. Lo siento mucho..." —La sonrisa del doctor se ensanchó y mis ojos se abrieron a más no poder, llenándose de lágrimas que pronto se desbordaron de mis ojos —. Pero no llores, todo esto tiene un propósito, si el último experimento que hicimos funciona en tu cuerpo, estaríamos a un paso más cerca de encontrar la cura.

—¡Dejen de experimentar conmigo, no soy una rata! —Grité enfurecido, limpiándome las lágrimas en el proceso —, ¡Quiero ver a mis amigos, quiero salir de aquí, quiero matarlos a todos ustedes!

—Es una pena que un vidrio nos separe... —Dijo con una pequeña sonrisa —. No te sorprendas, Min Yoongi. Aunque el mundo se esté yendo a la mierda, la corrupción seguirá existiendo. ¿Crees que esté refugio era el paraíso? Cayeron como los conejos a las trampas...Y si es posible, una generación completa será sometida para que podamos encontrar la cura del virus.

—¡Esa no es la solución! ¡No pueden ir por la vida engañando a todos!

—Claro que sí, porque tenemos el maldito poder para hacerlo. En cuanto mueras, seguirán todas las personas de este lugar, al igual que tus amigos...Al fin y al cabo, tenemos un refugio el triple de grande que este en Estados Unidos. Llegaremos victoriosos a él, con la cura entre nuestras manos, ¿No te parece una grandiosa idea?

—¡No toquen a mis amigos! —Grité casi cayéndome al suelo. Por alguna razón el aire se sentía pesado —, ¿Qué están haciendo...?

—Hay un gas dentro de tu habitación que acabamos de soltar para te calles. Eres insoportable y espero que te mueras pronto, porque como te dije, te quedan tan sólo unos cuantos experimentos más...Están programas para este cinco de enero.

—Espera...¿Qué día es hoy? —Pregunté cayendo lentamente al suelo, esforzándome por mantener abiertos mis ojos un poco más.

—Hoy es primero de enero, oficialmente se han cumplido cinco meses desde que el virus comenzó a destruir al mundo...—No pude mantener más tiempo mis ojos abiertos, así que los cerré, dejándome caer por completo y quedando completamente inconsciente.

Siento como mi cuerpo es transportado a algún otro lugar, pero no logro abrir mis ojos ya que se siente muy pesado al igual que mi cuerpo. Después de unos segundos mi espalda choca contra algo suave; Parece ser el colchón de una camilla, pronto confirmo que sí lo es, ya que las ruedas de esta chillan una vez que empiezan a empujarla por algún lugar.

Finalmente comienzo a abrir mis ojos lentamente, dándome cuenta de que lo único que puedo ver son las luces pegadas al techo. Levanto un poco mi cara, ahora dirigiendo mi vista hacia la persona que me está llevando a un lugar que no conozco.

¿A dónde...me llevas? —Pregunté, pero él no me respondió. Al parecer, no sabía hablar inglés ya que me miró con una cara confundida —, puta madre...

Finalmente la cabecera de la camilla choca contra un par de puertas y estas se abren por el golpe, haciéndome entrar a una habitación con varias personas, quienes están en una camilla exactamente igual a la mía, sólo que ella se encuentran esposadas.

El hombre que me llevado acomoda la camilla en el espacio que queda y antes de que pueda moverme, me esposa de pies y manos; Segundos después se aleja de mí y sale de la habitación en completo silencio.

Volteó hacia todos lados. Las personas que se encuentran ahí me miran con tristeza; Todas se encuentran es estados deplorables e incluso me da un poco de pena verlos así, delgados, con ojeras enormes y la ropa toda sucia, como si hubieran vomitado y jamás los hubiesen cambiado.

¿Alguien habla inglés? —Pregunté con cierta timidez, pero nadie respondió —, creo que eso es un no...

Yo hablo inglés —Dijo finalmente un chico que parecía de mi edad, quien estaba casi al final de la habitación.

¿Qué es este lugar? —Pregunté tratando de acomodarme en la camilla.

En la fase final de este jodido experimento. Afuera lo llaman zona de cuarentena, pero aquí dentro....lo llaman el matadero.

Tengo que salir de aquí, mis amigos se encuentran en peligro —Dije desesperado, moviendo mis muñecas con fuerza con la esperanza de quitarme las malditas esposas.

Lo siento mucho, amigo. Nadie sale de aquí —Dijo con una mirada llena de tristeza —. En la camilla frente a ti había una chica que según le habían dicho que podría salir porque no tenía el virus...pero la mataron hace dos días.

Pues lucharé por salir de aquí, estoy harto de que tomen como su maldito juguete, no voy a permitir que me maten, al menos tengo que sacar a mis amigos de aquí antes de que les hagan algo.

Pero, ¿Cómo le harás? —Preguntó confundido.

Sé quitarme estas mierdas —Dije moviendo mis muñecas, indicando que hablaba de las esposas —. Pero estoy tan cansado que ahora mismo me pesan los brazos y podría salir lastimarme las muñecas si lo hago sin cuidado.

Bien... —Suspiró mirándome con cierta angustia —. Cada media hora vienen por una persona para los experimentos y luego, veinte minutos después la reemplazan con una nueva. Hace un rato se llevaron a una persona y tú la reemplazaste, tienes tiempo para liberarte y en los veinte minutos que traen a otra persona, podrás escapar.

Está bien, gracias chico.

Me llamo Dylan —Dijo con una pequeña sonrisa.

Yo me llamo Yoongi. Cuando me libere te sacaré, ¿sí?

No es necesario....Yo sí tengo el virus dentro de mi cuerpo y el último experimento que me harán será mañana, ya no hay vuelta atrás, moriré de cualquier forma. Escapa y alerta a los que puedas, este lugar es un infierno y muchas personas morirán si no detienen al líder de este lugar —Dijo con odio en su voz —. Mata al líder y toda su red caerá...la gente podrá ganarse un vida plena y no el maldito final al que están destinados.    

Cuando oigo un "clic" en el metal, sé que plan ha funcionado; El seguro de las esposas había cedido después de largos e interminables minutos en donde mi piel terminó lastimada y sangrando un poco, pero finalmente había logrado romperlas.

Por suerte, cuando llegaron un par de doctores para llevarse a un señor frente a mí, yo ya estaba completamente liberado, pero sin mostrar que así lo era, para no levantar sospechas de alguno de los dos doctores.

Cuando se fueron, logré quitarme las esposas de mis manos, para después esconderlas debajo del colchón y poder taparme con las sábanas.

Tenía que esperar a los veinte minutos, así podría tener todo el tiempo restante y escapar de ahí.

¿Has logrado quitarte las esposas? —Preguntó el chico, por lo que asentí —. Bien, espera a los veinte minutos o te van a encontrar muy rápido.

Yo asentí, acomodándome sobre la camilla con cierto nerviosismo en mi cuerpo. Hace mucho que no sentía tantos nervios, pues sabía que si algo salía mal, posiblemente acabaría muerto.

Por alguna extraña razón, los veinte minutos pasaron muy rápido, ya que pronto pude oír como una camilla se acercaba hasta que por fin entró. En esta había una chica completamente inconsciente.

El señor que la traía, le hizo lo mismo que mí, sólo la esposó y segundos después salió de ahí con rapidez.

Es hora, vete de aquí —Dijo el chico, por lo que asentí levantándome de la cama con cierto mareo en el intento —. Lárgate de aquí lo más rápido que puedas y salva a tus amigos. Ya te dije qué es lo que debes hacer para esto frene, por favor, promételo...

Lo prometo, Dylan...Los mataré a todos si es posible.    

Caminé a pasos lentos hasta las puertas, donde asomé levemente mi cabeza en las ventanillas para asegurarme de que no hubiese nadie que pudiese arruinar mi plan. Una vez que lo confirmé, volteé de nuevo hacia Dylan, quien me sonreía débilmente.

Le devolví el gesto y segundos después empujé con fuera la puerta, saliendo de ahí y buscando en el techo alguna cámara de seguridad. Y la encontré, había una al final del pasillo, que por suerte no apuntaba a mi dirección.

Comencé a caminar casi pegado a la pared, temiendo por ser visto o que algún doctor saliera de la nada y alertara a los demás.

Me guié por mi instinto; Realmente no sabía hacia donde ir y en mi cabeza sólo rondaba el hecho de que podrían atraparme si no salía de aquí lo antes posible. Pero parecía que este maldito hospital era un laberinto, pues todos los pasillos que recorrí con el pasar de los segundos, eran exactamente iguales y con el mismo color mugriento y frío.

Llegué hasta el final de un pasillo, así que di la vuelta dándome cuenta que el siguiente ya no era igual a los demás; Este tenía más iluminación y la pintura estaba más cuidada, además de que cada habitación estaba constituido por vidrio y metal.

Segundos después me di cuenta de que eran laboratorios y estos tenían a doctores dentro, trabajando con experimentos y sustancias raras a simple vista.

¿Cómo demonios iba a pasar sin que me vieran?

La única alternativa era arrastrarme por el suelo hasta llegar a la otra punta del pasillo, pues me había dado cuenta que había un letrero verde con la palabra "salida" y con una flecha que apuntaba a la izquierda.

—Puta madre... —Susurré agachándome en el suelo, rogándole a la persona que me estuviese escuchando que ningún doctor saliera mientras yo me arrastraba como gusano por el suelo.

Me tiré boca abajo, apoyándome de mis brazos y piernas. Comencé a desplazarme lentamente casi conteniendo mi respiración mientras avanzaba por el pasillo. Esperaba que nadie saliese o estaría muerto, pues no podía levantarme y correr; Estaba cien por ciento seguro que me caería antes de poder hacer algo.

Llevaba la mitad del pasillo y sentía que era una eternidad, mis brazos me comenzaron a doler debido a los constantes piquetes que me hicieron con las agujas y por la falta de alimentación, me sentía muy débil.

Finalmente llegué al otro lado del pasillo, por lo que me tiré al suelo con cansancio. Sin embargo, oí una puerta siendo abierta, por lo que rápidamente rodé por el suelo para esconderme en el muro al lado de mí.

Respiré profundo y sigilosamente asomé mi cabeza, dándome cuenta que venía hacia mi dirección cuatro doctores.

Mi sentido de supervivencia me hizo reaccionar lo más rápido que pude, por lo que busqué un lugar donde esconderme, así que la primera habitación que vi, fue donde me escondí. En cuanto cerré la puerta contuve mi respiración, rogando que los doctores no me hubiesen visto y confirmé que no había sido así ya que después de unos minutos, nadie entró a revisar qué estaba pasando.

Suspiré aliviado mientras peinaba mi cabello hacia atrás, quitándomelo de la cara y así poder asomar de nuevo mi cabeza para investigar que nadie estuviese afuera.

Volví a salir de nuevo una vez que me encontré seguro, así que rápidamente volví a tomar mi camino para dónde se suponía que estaba la salida.

—Ya quiero salir de aquí... —Susurré caminando mientras miraba los letreros en las paredes. Me sentía como un niño en su primer día de clases en una escuela nueva.

Sin embargo, me detuve antes de poder llegar a lo que parecía ser la salida. La enorme puerta de metal estaba sellada de un lado a otro y con pequeños aparatos para códigos de seguridad.

Apreté los dientes molesto, ¿Ahora cómo demonios iba a salir?

A menos que saliera por los ductos de ventilación.

Busqué el más cercano que por suerte se encontraba detrás de una enorme maceta. Corrí hacia ella y tardé unos minutos en abrirla, pues cada que movía la tapa estaba rechinaba ruidosamente. Cuando logré quitarla, medí mentalmente el espacio, pues lo que menos quería era atorarme ahí.

Pero en cuanto mi cuerpo entró con total facilidad, supe que era el momento de buscar la jodida salida.

Sólo esperaba no terminar incluso fuera del refugio por tomar un conducto equivocado.

Las rendijas del final del ducto de ventilación estaban mostrándome lo que parecía ser fuera del hospital. Hacia abajo había montoncitos de nieve y uno que otro auto abandonado cubierto de esta misma. Pero hacia arriba, estaba el enorme muro de concreto del refugio.

En conclusión, me encontraba del otro maldito lado del refugio.

Empujé la tapa del ducto y esta cayó hacia el vacío, pero por suerte y gracias a la densidad de la nieve, esta no hizo ruido en cuanto impactó contra el suelo. Y ahora seguía yo, pero realmente no sabía cómo bajar, eran alrededor de cuatro metros de altura donde podría lastimarme un tobillo.

—¿Ahora qué mierda hago? —Susurré ideando un plan en mi cabeza. Lo único que se me ocurría era colgarme de la orilla del ducto y dejarme caer. Con mi cuerpo quitaba un metro y medio de altura si me colgaba, así que ya no sería tan fuerte la caída y con la nieve, sería más suave caer.

Una vez que me decidí por hacerlo, me acomodé para quedar de espaldas y retroceder, sintiendo poco a poco el frío que impactó contra la piel desnuda de mis piernas. Cuando sentí el final del ducto, me tomé con fuerza y me deslicé, sacando con rapidez todo mi cuerpo del reducido espacio para quedar colgado desde esa altura.

Suspiré contando hasta tres para poder soltarme y cundo llegué al último número, me solté lentamente, para después dejarme caer y cerrar los ojos con miedo. Rápidamente llegué al piso, pero gracias a la nieve mi caída no fue dolorosa, sólo mi trasero se congeló.

Me levanté rápidamente, sacudiéndome la ropa y segundos después, comencé a correr lejos de ahí, ignorando el hecho de que mis pies descalzos se estaban congelando y que seguramente después de esto tendría hipotermia.

No sé cuánto tiempo me la pasé corriendo, simplemente seguía una misma dirección, escondiendo de los vigilantes y la gente que transitaba las calles en ese momento. Y quería llorar, pues me estaba congelando y mis heridas en los brazos me dolían bastantes, tantas que en un momento cuando volteé a ver mis brazos, estos se encontraban sangrando levemente.

Corrí alrededor de media hora, pero sorprendentemente ya me encontraba tan cansado que de un momento a otro caí al suelo, haciéndome un pequeño ovillo en mi lugar mientras gemía levemente de dolor.

Pero no podía darme por vencido, tenía que salvar a mis amigos de este lugar.

Me levanté de nuevo para seguir caminando, ya no tenía la misma fuerza para correr y simplemente mi cerebro ya no estaba dándole órdenes a mis piernas para que estas lo hicieran.

¿Cuánto tiempo más seguiría esto? ¿Cuánto tiempo más seguiría recibiendo mala suerte?

Quizá si hubiese muerto en Corea, las cosas estarían mejor.

—¡Hey, amigo! ¿Te encuentras bien? —Una voz femenina me hizo levantar la cara. Era un chica con un abrigo enorme de piel y de estatura baja, que me miraba con el ceño fruncido y con expresiones preocupadas —, ¿De dónde te saliste? Parece que te peleaste con cien muertos.

—Ayúdame, por favor...Me quieren matar y quiero ayudar a mis amigos... —Dije casi suplicando y ella asintió rápidamente, tomándome por debajo de mis axilas para tomar todo mi peso sobre ella —. Te llevaré en mi auto, porque se nota que no puedes caminar muy bien.

Caminamos unos cuantos metros hasta un auto que se encontraba encendido. Rápidamente ella abrió la puerta y me hizo entrar en él. Segundos después de cerrar la puerta de mi lado, ella entró al suyo y arrancó, comenzando a conducir por las caes del refugio.

—¿De dónde te escapaste? —Preguntó sin mirarme para no desconcertarse del camino.

—Yo...escapé de cuarentena.

—¿¡Qué?! ¿¡Estás infectado!? —Preguntó viéndome con miedo.

—No, desde hace una par de semanas se descartó el hecho de que tuviera el virus dentro de mí...Pero esos doctores están enfermos, querían experimentar conmigo y con toda la gente que hay ahí adentro.

—¿De qué hablas? Ellos son científicos buenos —Dijo con confusión.

—Nos hicieron creer eso, pero no es así. Toda la gente que entra ahí ya no vuelve a salir, aunque no estés infectado con el virus, ellos te mantendrán encerrado hasta que mueras por falta de comida...Es un infierno, y pronto este refugio se irá a la mierda.

—¿De qué hablas?

—Nos van a matar a todos si no matan al líder —Dije con debilidad, estaba demasiado cansado y mis ojos comenzaron a cerrarse, por lo que la chica comenzó a mover para que no me durmiera.

—¡Espera, no te duermas! ¿Dónde vives?

—Cerca del hospital...a un par de calles de él...—Dije casi en un susurro. Sentí como el auto aceleró y la voz de la chica se oyó como si estuviera lejos.

—¡Ya casi llegamos, no te duermas chico! —Dijo moviéndome con fuerza, por lo que pude abrir mis ojos un poco más —. Sé donde es el hospital, pero necesito que me indiques dónde está tu casa, ¿Sí?

Asentí mirando a la ventana, buscando la casa entre todas las que pasaban rápidamente de mi vista. Pero después de obligarme a mantenerme despierto, logré identificar mi casa.

—Es esa... —Señalé una de las casas, así que la chica se detuvo y después salió de su lugar para acercarse a mi puerta y abrir.

—¿¡Cómo te llamas!? —Preguntó rápidamente.

—Yoongi... —Dije cerrando lentamente mis ojos.

Lo último que vi fue como ella corrió hacia la casa y tocó la puerta con desesperación. Observé como una silueta alta salió de la casa y empezó a conversar con la chica en voz alta, pero por más que me esforcé, no logré escuchar que era lo que decían, ya que mis oídos se habían desconectado por un segundo, haciéndome oír sólo un pitido.

Pero pronto más cabezas detrás de él se asomaron y luego, mi vista se tornó borrosa, viendo siluetas cada vez más borrosas que se movía de un lado a otro.

—¡Yoongi está vivo! —Gritó una voz que parecía estar a los lejos, pero no pude identificarla, puesto mi cerebro la distorsionó y caí de nuevo inconsciente.

Quería que todo esto fuese una pesadilla, ya no quería sufrir más este maldito infierno que me estaba hundiendo en un abismo, quería que las cosas volvieran a la normalidad.

Donde yo era un famoso productor y vivía plenamente feliz, donde no le podía hacer daño a nadie más que con palabras...porque ahora estaba sufriendo demasiado y estaba a punto de perder esta pelea.     

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top