Capítulo ochenta y nueve: La verdad.

Min Yoongi. 

Después de días que ha estado lloviendo, puedo observar a través de la ventana de la habitación que por fin ha parado la lluvia torrencial. Y aunque trato de distraerme mirando los vidrios mojados, la enfermería me parece muy aburrida y desesperante, pues desde que entré aquí, nadie ha parado de tratarme como si de un herido de gravedad se tratase. 

—Ya les dije que no me duele —Contesto enfadado, viendo como un par de chicos están tocándome el brazo con sumo cuidado, envolviéndomelo con unas cuantas vendas y mirándome cada dos segundos en caso de que "muestre dolor" —. En serio chicos, gracias...—Vuelvo a decir de una forma más tranquila, por lo que ellos terminan por asentir dejándome de tocar.

Gracias, maldición.

—No es necesario que te quedes en la enfermería, puedes regresar a tu habitación —Dice uno de ellos, por lo que yo asiento levantándome de la camilla para poder irme de ahí y regresar con los chicos para saber cómo se encuentra Charlotte —. Tampoco olvides cambiar las gasas de tu ceja, ¿Sí? 

—Sí, entiendo —Contesto bajándome la manga de la playera, para después despedirme con la mano y salir de ahí en completo silencio, debido a que sé que en otras habitaciones deben de estar enfermos durmiendo. 

Sin embargo, conforme bajo las escaleras, me doy cuenta de que hay muchos guardias por doquier, y eso me pone bastante nervioso; ¿Qué demonios estaba pasando ahora?

—¡Hey, chico! —Dice una voz detrás de mí, por lo que yo me detengo para voltear y ver quién me está hablando. Es un guardia que parece un par de años más grande que yo, el cual se encuentra mirándome confundido —, ¿Qué haces afuera de tu habitación? Todos deben estar encerrados debido al contagio. 

—Oh, vengo saliendo de enfermería porque...—Trato de decir, pero soy interrumpido por él mismo cuando me toma del hombro y comienza a llevarme por el pasillo —. ¿Qué haces?

—Me dieron la orden de escoltar a cualquier refugiado de aquí. Vamos, te llevaré. 

—¿Tan peligroso es esto? —Pregunto bastante confundido, ¿Por qué parece que los guardias jamás han visto un infectado?

—Al parecer sí, hay infectados que corren bastante rápido —Contesta a mi pregunta, por lo que yo asiento comenzando a decirle hacia dónde está mi habitación —. No deben salir a menos que un guardia vaya y les avise que ya pueden hacerlo. Sólo es por seguridad, ya que vamos a exterminar a todos los infectados, y no queremos confundir a un civil con uno de ellos. 

—¿Y nosotros no podemos ayudarles? —Pregunto, una vez que llegamos al pasillo donde se encuentra mi habitación compartida. 

—Es mejor que ustedes se queden en sus habitaciones. Nosotros al ser guardias decidimos poner nuestra vida en riesgo por mantener este lugar de pie, así que lo que menos queremos, es que más de ustedes mueran —Dice con una sonrisa sin fuerza, por lo que yo asiento deteniéndome en la puerta con el número "314 " sobre ella, dándole a entender que ésta era mi habitación —. Al rato les traeremos comida enlatada, sé que están acostumbrados al comedor, pero por obvias razones no pueden ir allá. 

—Créeme que está bien, antes de llegar aquí eso era nuestra comida de todos los días y ahora no podemos desperdiciarla —Contesto, mientras saco la llave de mi habitación con algo de dificultad ya que no la encuentro al primer intento, pero después de unos segundos, por fin la tengo entre mis manos. Y una vez que la meto en la cerradura, el guardia se despide con la mano, para después darse la media vuelta e irse hacia el pasillo de al lado. 

Antes de entrar suspiro, pues sé que Jimin está ahí dentro. 

—Llegué. —Digo, quitándome las botas en la entrada y dejándolas sobre el tapete para no ensuciar el piso blanco. Pero al cerrar la puerta, no veo a Jimin por ningún lado. 

¿Dónde se metió?

—¿Jimin? —Pregunto de nuevo, quitándome ahora la playera para dejarla sobre el suelo y mirarme en el espejo de cuerpo completo que hay en una esquina de la habitación. Tengo la ceja derecha con una pequeña gasa sobre ella, y un poco de crema desinflamatoria que hace brillar mi pómulo izquierdo. Y mi brazo parece que alguien me lo rompió por tantas vendas sobre él, pero sé que solamente es por la jeringa que anteriormente me introdujeron los científicos. 

—Has subido un poco de peso, te ves bien —Dice Jimin detrás de mí, por lo que yo lo observo por el espejo, y luego otra vez a mí. 

—Creo que sí, nos hemos estado alimentando mejor en este refugio —Contesto volteándome a verlo. Pronto, me doy cuenta de que Jimin está envuelto en una bata blanca y con el cabello mojado, por lo que ahora sé en dónde estuvo cuando yo llegué y por eso no me contestó. 

—¿Te duele mucho? —Pregunta acercándose a mí, para acariciar mi pómulo lastimado con severo cuidado, así que yo niego —. Tenemos que hablar. 

—Sí, por favor —Contesto tomándolo de la mano, para después llevarlo a nuestra cama y hacer que el se siente. Jimin rápidamente toma una de las almohadas y con ella se cubre entre sus piernas, pues sé que está desnudo y seguramente tiene frío. 

Una vez que él ya se encuentra sentado, yo también lo hago, poniéndome frente a él para mirarlo a los ojos y suspirar, tratando de acomodar todo lo que quiero decir. 

—Empieza tú, si quieres —Digo, poniendo toda mi atención en él. 

—Bien...—Dice, rascándose la nuca —. Creo que debo explicarte lo de Siwon primero para que todo esto ya no cree más confusiones —Comienza a decir, aunque puedo notar que está mirándome fijamente —. Cuando comenzaron nuestras clases normales entre él y yo, todo iba bien hasta que pude notar que no me quitaba la mirada de encima cuando estaba leyendo para él para mejorar mi vocabulario. Creí que era porque él estaba siendo muy estricto con mis lecturas y que no solamente las leyera sin entender nada. No noté nada raro, hasta que me robó el beso en la biblioteca del refugio. No había nadie para impedirlo, y yo no hice nada porque me quedé en shock; Sólo fue un pequeño piquito, por eso, ese día salí más temprano de lo normal debido a la confusión dentro de mi cabeza. Después de ese día, mis clases se detuvieron, hasta que él fue a pedirme disculpas, obviamente yo lo perdoné pensando que no lo haría de nuevo. No fue hasta que, en el almacén, trató de tocarme...

—¿Y te hizo algo? —Pregunto, sintiendo cómo la rabia comienza a comerme de nuevo por dentro, pero Jimin niega tomándome de la mano para calmarme. 

—No dejé que lo hiciera. Pero sentí mucho miedo, porque...lo que pasó allá en Corea me sigue atormentando, y tú eres al único hombre que he dejado que me toque después de eso —Dice rápidamente —. Bueno...Me armé de valor y le solté un puñetazo en la cara, por eso salió furioso de ahí ya que le grité y traté de golpearlo de nuevo —Y antes de que pueda seguir hablando, un pequeño sollozo sale de sus labios, haciendo que rápidamente me acerque a él y lo abrace, dejando que él pase sus manos por mi espalda desnuda y me devuelva el abrazo con fuerza —. Yoongi, yo no quería ocultarte nada, porque tenía miedo de que sucediera lo de hace rato...No te culpo por tu reacción, hubiese hecho lo mismo si el estúpido niño de Félix hubiera seguido acercándose a ti, pero no pensé que me volviera a buscar y me tratara de sacar del refugio hablando tan mal de ti...lo siento, Yoonie. 

—Jiminie, no pidas disculpas —Digo, después de besar la coronilla de su cabeza —. Yo actué como un animal y perdóname tú a mí por asustarte de esa manera. Sólo que, sé que hay suficiente confianza entre nosotros y pudimos haberlo parado juntos a tiempo. Ahora no podré ver a ese hijo de puta a la cara porque te quiso tocar sin tu consentimiento y juré que lo mataría. 

—Pero ya no quiero que te hagas más daño, amor —Dice levantando la cara —. Prometo no volverte a ocultar nada. Pero tú tampoco lo hagas...me has ocultado lo de la cura y cuando te llevaron al laboratorio mi corazón se estrujó de una manera horrible. Pensé que te iban a hacer daño como en Noruega...

—Te debo una larga explicación acerca de eso, y te contaré. Pero quiero que dejes de llorar, ¿Sí? —Digo, abrazándolo de nuevo, por lo que él asiente besando una de mis clavículas —. Debo de ir a bañarme porque mañana me quieren de nuevo en el laboratorio para decirme su soy apto para las pruebas o no. 

—¿Quieres que te acompañe? —Pregunta Jimin, separándose de mí. 

—Pero ya te bañaste, amor —Digo levantándome de la cama, por lo que él rápidamente lo hace para acercarse de mí y robarme un pequeño beso. 

—Puedo hacerlo de nuevo, no importa —Y para cuando deja de hablar, sus manos pasan hacia el cierre de mi pantalón, para después desabrocharlo, sin dejar de mirarme —. Me debes una reconciliación...

—¿Yo? —Digo con una sonrisa pícara, tomando el listón de su bata para desamarrarlo y dejar que su bata caiga por su cuerpo hasta el suelo. 

Pronto, mi pantalón ya está en el piso junto con mis boxers, y con un Jimin denudo frente a mí. 

—Agárrate fuerte, amor —Le digo, tomándolo de la cintura y alzándolo del piso para que sus piernas queden entrelazadas en mi espalda baja, al igual que sus brazos en mi cuello. Jimin rápidamente hunde su cabeza en mi cuello, besándolo en el acto y de vez en cuando, mordiéndome levemente —. No hagas eso...

Sin embargo, mis súplicas no son correspondidas, pues pronto sus labios atacan los míos, en un beso desesperado y necesitado de ambos. 

Dios, sólo él puede hacer que me descontrole de esta manera. 

Y me encanta. 

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