A [antes del amanecer]
Nota: para una mejor experiencia se sugiere reproducir la canción de "The weekend ft.
Ariana Grande_ Save your tears", cuando
estos puntos aparezcan en el capítulo: "•••".
Gracias por su atención. Disfruten.
Respiró hondo, sintiendo como si volviera a la vida. Se estiró en su hamaca y giró enrollandose en sus sábanas delgadas.
Entonces paladeo algo asqueroso en su
boca. ¿Qué era?
Ugh. Tal sabía, era vómito. Vómito de
borracho, una resequedad tremenda en la
boca y un dolor de cabeza tremendo apenas entre abrió sus ojos y le dio la luz de la habitación.
¿A quién se le ocurría dejar la lámpara de
mesa encendida?
Intento mecerse para alcanzarla, pero solo
logro que su codo falseara y cayera de cara al frío suelo.
—Auch. —Se quejo levemente sin intentar levantarse.
Oyó unos pasos apresurados a su habitación y la puerta abrirse.
—Dios. Está loca se mato. —Escucho una voz murmurar.
Fue en ese momento que entró en pánico.
Sus padres habían ido a su pueblo ese fin de semana, por lo que no debería haber nadie más en casa durante los siguientes quince días.
Se giro y se apoyo en sus codos. Mala idea,
la cruda le pego como si fuera bate, haciendo que cayera sobre su hombro al marearse.
—¿Sigues borracha? —Le preguntó
terminando de entrar a la habitación.
—No. Solo descompuesta. ¡Dios! ¿Qué tanto
bebí anoche? —Tallo sus ojos mientras veía como la silueta de un cuerpo musculoso y varonil se agachaba frente a ella—. ¿Y tú quien eres? ¿Un ladrón? —Su vista se fue aclarando poco a poco, justo al momento en que se fijo en esos ojos parecidos a la miel, y sin embargo resultaban feroces; la veían como si la fuera a devorar.
Su piel se erizo ante el tremendo ejemplar masculino que tenía a pocos centímetros de ella. Creyó que, si los dioses Aztecas
existieran, ese varón sería una reencarnación de ellos.
Alguien con ese físico bendecido no podía
ser un ladrón. ¿O sí?
—Madre mía. ¿Perdí mi virginidad y no
recuerdo nada?
—¿Qué? -Exclamo confundido e incomodo—. No —Aclaro seco y cortante—. Por supuesto que no. Solo te salve de terminar en el bote con un montón de malandros.
Mientras más tiempo pasaba despierta y consciente más sentía su boca seca y su
lengua adormecida. Oh, cierto, y su rostro subiendo de temperatura por la vergüenza
que le llegaba conforme las imágenes de la noche anterior inundaban su cabeza.
—Ay, Dios mío. Lo siento. —Se levantó tambaleando y agarrándose de la orilla de su hamaca—. Lamentó las molestias.
Realmente perdí la cabeza anoche.
No sabía cómo proseguir. ¿Debería invitarlo a quedarse? ¿Invitarle el desayuno? ¿Presentárselo a sus padres? ¿O quizá correr a su tocador y tomar la navaja que ahí escondía? ¿Debería encerrarse en el baño y llamar a la policía para reportar un desconocido muy atractivo adentró de su vivienda?
Un minuto de silencio con sus ojos llendo y viniendo por toda la habitación,
comprobando que todo estuviera en su lugar y nada se viera sospechoso. Incluso vio un par de veces la lámpara en su mesita pensando si sería inteligente lanzarse a buscarla para tener algo con que protegerse.
Transparente.
Eso fue lo primero que se le pasó en la mente al hombre al serle tan fácil de leer el rostro de la de menos edad que delataba todo lo que pasaba por su cabeza; y por supuesto que por ahora no confiaba en él, dejándolo claro con sus expresiones.
—De acuerdo. Viendo que no te ahogaste en tu vómito, procedo a marcharme para dejar que te atiendas.
—Va-vale. Gracias. —Agacho su cabeza aún más apenada y se levantó a la par con él, sin entender bien a qué se refería con eso último.
Lo dirigió a la salida mientras observaba
que su casa estaba en orden y que su identificación, llaves y cartera estaban sobre la mesa del comedor.
Oh, entonces así supo mi dirección. Jaja, que tonta. Él no es ningún ladrón.
De repente sintió una pizca de culpa.
Afuera todavía estaba oscuro. El reloj
marcaba las 4:30 de la madrugada; aún
faltaba para que el sol saliera y su barrio era peligroso.
El sujeto tenía una chamarra marrón oscura con una camiseta negra, unos pantalones de estilo deportivo casual. Y su pelo estaba algo revuelto, alborotado, como si se hubiera pasado varias veces los dedos por sus mechones castaños por desesperación.
No se imaginaba lo amable y noble que
debía ser él como para interesarse que una desconocida borracha llegase bien a su casa, y todavía estar atento de que no se ahogara con sus jugos gástricos o por la estupidez humana de una mujer semi inconciente.
Alguien así, que se tomó tantas atenciones
para con ella no podía ser mala persona,
¿cierto?
Justo cuando tomo la manija de la puerta
para abrirla se detuvo.
Él frunció el entrecejo y la analizo, ¿ahora que haría?
—Te... —Su voz salió con un gallo debido a
sus nervios y mal estado vocal por su resaca, arrancándole una imperceptible sonrisa al moreno.
Se aclaró la garganta y retiro su mano de la manija para verlo directo a los ojos. Seco sus manos repentinamente sudadas en su pantalón para hablar.
¡Vaya! Viéndolo bien, era demasiado alto, ¿cuánto mediría? ¿Acaso llegaba a los dos metros?
—¿Te gustaría desayunar algo antes de irte? —No pudo sostener demasiado la mirada, le era intimidante.
—No.
Ouh. Eso había sido algo cruel. Aunque lo comprendía. No se conocían nada y seguramente debería estar cansado tras una noche en vela; muy seguramente, a la
manera en que ella veía las cosas, debería
ser desagradable pasar el rato con alguien
con su anatomía desastrosa y nada
armoniosa.
Seguramente si fuera atractiva se lo hubiera pensado dos veces antes de responder.
—O-okey. —Aun así, eso no quitó el hecho de que la hubiera rechazado demasiado rápido sin pensarlo dos veces o al menos adornar un poco más la respuesta—. De todas maneras, muchas gracias por todo, de verdad. —Abrió la puerta y le dio el paso—. Si algún día necesita algún favor, puede venir con confianza. —Ni siquiera se dio cuenta de que lo estaba tratando con formalidad de repente.
—No creo que lo necesite. —Ni siquiera soy
de esta dimensión—, pero gracias. —Y
procedió a salir del cálido departamento.
—¿Pero qué? —Escucho una voz sorprendida delante suyo. Entonces ubicó
su mirada para toparse con un joven que estaba estático con sus ojos viajando de él a la muchacha que había dejado un medio
metro atrás.
Lo reconoció. No le fue nada difícil saber
quién era.
Lo había analizado varias veces tras ver la torpeza que cometía en cada situación de
vida o muerte.
Ese maldito rostro con facciones similares
en su mayoría de universos. Solo que está
vez con cabello pelirrojo, lunares en el rostro alargado y rasgos mixtos de occidental con asiático. Se veía joven, pareciendo estar en sus 22 o 23 años.
•••
Peter D. Park lo veía atónito por el hecho de que estaba saliendo del hogar de su amiga a la cual había rechazado horas atrás.
Sí, estaba malinterpretando absolutamente todo, pues la situación lo sugería.
¿Pues que más se podía pensar al ver a un hombre con esa pinta, cabello alborotado y
con sueño salir del departamento de una
mujer que estaba completamente sola justo antes de que amaneciera?
—No lo puedo creer, Paula. ¿De verdad te acostaste con alguien para olvidarme? —Paso a lado del más alto chocando a propósito su hombro contra él sintiendo coraje, solo para acercarse a la castaña a reclamarle.
—Cierra la boca, Pedro.
Sabía cuánto le desagradaba a su ya casi ex amigo que lo llamara así, y con más razón lo hizo.
—¡Ni siquiera sabes quién es o de donde
viene!
—¿¡Y quién dice que no lo conocía desde
antes?!
—¡Lo sé porque eres una retrasada social
que prefiere acosar a Spiderman con su camarita que conocer gente nueva! ¡Y cuando no lo sigues a él, me sigues a mí!
—Pues no me conoces bien, porque ese
hombre me rescató de la borrachera que
me pegue anoche donde tú no estabas.
—¡Me dijiste que no te volviera a hablar!
—¡Pues quizá esperaba insistencia de tu
parte por los malditos 5 años de amistad incondicional que te dí! ¡Pero en lugar del
chico con el que pase las etapas más duras
de mi vida, fue un extraño quién vino a rescatarme tras quedar inconciente!
—¿Cómo que inconsciente? ¿Te hizo algo?
¿Te lastimó? —Comenzo a revisarla con la mirada sin tocarla con preocupación tras
captar el significado de borrachera.
—¿¡Qué te importa!? —Lo empujó al notar
que entre cada grito y reclamos que se
habían dado habían terminado tres pasos
dentro de su hogar, y ella por supuesto que
no lo quería ahí.
—¡Me importa por los estúpidos cinco años
de amistad de los que alegas!
—¡Pues esos años finalizaron hace varias
horas cuando rechazaste comer por cuarta ocasión con todos solo porque yo estaba
ahí! —Peter guardo silencio, no supo que responder para defenderse.
Paula lo conocía bien, y reconoció la razón
de su ausencia en tales eventos. Pues no fue nada difícil que todos los invitados en aquél almuerzo deducieran el porqué Peter se negó rotundamente a asistir.
—Todos lo notaron, Pedro. ¡Notaron que me estás evitando descaradamente por mis sentimientos que tu tía, que quién sabe cómo se enteró, se dedicó a difundir a los cuatro vientos porque creyó que terminaríamos juntos!
Silencio en el pasillo.
Ambos se habían olvidado por completo de
la hora que era, y que varios vecinos estaban ahora en la puerta de sus departamentos observando la escena. Incluso la presencia del hombre de altura notable les resultaba invisible apesar de que estuviera solo a unos ocho pasos de ellos.
—Te lo repito una vez más, y que se te grabé bien en esa tonta cabeza tuya que parece tener telarañas porque casi no la usas: no te me acerques o juro que te destruyó como tú destruiste mi corazón. Lo juro Peter.
Y ahí estaba algo que solo Miguel notó, algo que le preocupo porque no debía ser así.
En los ojos de esa chica vio odio y mucho
dolor. Dolor que podía ser peligroso tras ver el arranque de ira que había tenido estando bajo los efectos del alcohol.
¿Cuan peligrosa podía ser una mujer despechada y con rencor?
Ésto no debía ser así. La Paula que se mencionaba en la historia de éste Peter debía haber sido incondicional con él hasta su muerte tras un altercado terrorista en el que moriría también la tía May. Sin embargo, ahora todo parecía cambiar.
El Peter que tenía frente a sus ojos (y el cual era de los que más odiaba por ser
demasiado tonto para ser Spiderman), quien se terminaba convirtiendo en un antihéroe debido a las tantas pérdidas cercanas que sufriría la había regado en grande está vez.
Si Paula no moría en ese altercado terrorista en el cual se había visto involucrada debido a buscar con desesperación a Peter para confesarsele por segunda vez debido a la cercanía que habrían sembrado, entonces la tía May no moriría al perseguirla para decirle que Peter ya andaba en secreto con Gwen. Y entonces, si nada sucedía como debía, ¿qué ocurriría? ¿Ese universo ahora también se iría entre sus dedos como cenizas?
¿Qué había fallado? ¿Qué estaba pasando?
Antes de que Miguel pudiera encontrar respuesta a la situación descontrolada, la
chica cerro la puerta con fuerza, dando por terminada la discusión.
Los vecinos comenzaron a regresar a sus respectivos hogares o a comentar entre
ellos el chisme de la semana.
Peter se quedó ahí de pie con los puños apretados y la mirada dolida, clavada en la puerta.
—Es que... Yo sí llegué a buscarte.
—Murmuro con cierta impotencia.
Fue en ese momento que O'Hara se dio
cuenta del error que se había cometido.
Su simple presencia estaba siendo una tremenda falla en el Canon. La había regado en grande.
Él no debería haberla ayudado, ni siquiera debería haber estado en ese bar para
empezar.
Su intervención impidió que Peter la
recogiera y sus problemas se resolvieran
tras ese acto.
Ahora sí metió la pata por un simple trago.
Y ahora, debía arreglarlo.
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¡Hola! ¿Qué les está pareciendo la propuesta de esta historia?
Antes que nada, muchas gracias por interesarte en ella y por leerla. Sé que no será nada perfecta, pero espero que aunque sea te entretenga ^^
No te olvides de votar y comentar que te parece, de ese modo me motivas a continuar.
Sin más, liian se despide por el momento, ¡cambio y fuera!
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