Capítulo 4

Maia

Dos meses después

—¡Señorita Maia, despierte por favor, señorita se lo pido, despierte! —la voz chillona de Alice molesta mi profundo sueño.

—Solo un poco más —protesto colocándome la almohada en la cabeza.

—Señorita. Lleva durmiendo horas, su madre me matará si ve que aún lleva la pijama. Ni siquiera a desayunado y es medio día  —ruega. Su trabajo peligra si no me pongo de pie antes de que mi madre suba a mi habitación. Y Alice, ella me cae bien.

—Vale —hablo arrastrando las vocales. Me pongo de pie de golpe obteniendo como resultado que mi vista se nuble y tenga que volver a la cama. Sostengo mi cabeza, llevo días teniendo estos extraños mareos.

—¿Le sucede algo? ¿Está bien? —Alice toma mi rostro entre sus manos y me obliga a verla. Sus ojos se abren como plato cuando me observa cuidadosamente —Estas pálida, pareces fantasma. —Toca mi frente y manos. —. Y helada.

—Estoy bien —intento ponerme de pie en vano porque mis piernas no son lo suficiente fuerte para sostener mi pesado y cansado cuerpo. A Alice la comienzo ver algo doble y borrosa, como una foto que ha sido tomada con un celular bastante viejo.

—¿Señorita está bien? —pregunta preocupada, sin embargo continúa hablando pero no puedo contestar pues su voz se escucha demasiado lejos.

—Ali... —todo se vuelve negro.

Abro los ojos cuando siento que la piel de mi mano derecha está siendo perforada por algo puntiagudo. La Luz de la habitación quema mis pupilas obligándome a parpadear para adaptarlos a la claridad. Mis padres aparecen ante mis ojos cuando los abro del todo.

—Hijita ¿Estás bien cariño? —su mano acaricia mi cabello con tal delicadeza que me obliga a cerrar los ojos por unos segundos. Siempre ha sido mi punto débil.

—¿Qué ha pasado? —pregunto a mi madre luego de poner mala cara a la enfermera.

— te has desmayado. El doctor a indicado algunos análisis.

—llevas días durmiendo hasta las tantas sin siquiera desayunar. Sabes que eso no es saludable Maia — regaña mi padre a lo que retuerso los ojo.

—Al fin te dignas a visitar a tu familia ¿En qué caso más importante que cuidar a tu familia estabas? Ahhh claro, que todo lo haces por nosotras —ironizo. Me cansa su actitud preocupada cuando puede pasarse meses sin saber de nosotras si no es por mamá que le llama.

—¡Maia! —exclama mi madre.

—¿Acaso digo mentiras? ¿Crees que se me olvida tu ausencia en mi cumpleaños? Ni siquiera lo recordaste __escupo con rabia.

—Te envíe un regalo.

—¡Una maldita semana después! Además, no quería un regalo. Quería que recordaras que tienes una hija, una familia.

—Eres una desconciderada.

—Y tú estás lejos de ser un padre.

—¡Fue suficiente! —irrumpe mi madre la discusión.

Tengo muchas cosas atoradas en el alma, por decirle. Tantas que me harán falta varios días para decirle todo lo que se merece.

Debió de haberse quedado soltero, no está echo para la familia, le faltan huevos para lidiar con el amor y el apego.

La familia es lo más importante y a él solo le interesa su trabajo ¿y nosotros qué? Muchas veces somos Alice y yo en toda la casa, porque mis padres no están, mamá muchas veces viaja por trabajo y papá se la pasa en Virginia.

Estoy harta de fingir que me encuentro bien cuando en realidad necesito de ellos. No basta con que quiera contarles lo que pasa por mi cabeza, sino también que ellos tengan el interés de preguntar qué ocurre, que pasa por mi cabeza, que me preocupa.

__¿Alice dice que llevas días que no comes nada? ¿Qué ocurre Maia? No puedes dejar de comer, estás muy delgada.

__Siempre he sido delgada.

__Lo estás aún más... Hija ¿Acaso tienes problemas de alimentación? Estás bien así, no necesitas ser más delgada. Estás perfecta.

__No sufro de anorexia mamá, si es a lo que te refieres. Simplemente no me apetece comer.

__Tienes que hacerlo __reitera mi padre.

Resoplo, es molesto escuchar su voz, quiero que se caye y se largue.

El doctor entra a la habitación y mis padres vuelan a él como animales feroces sobre una presa.

__¿Ya han salido los resultados? __el doctor asiente.

__¿Es algo grave doctor? __Pregunta mi madre.

__Quítele la hidratación __indica el doctor a la enfermera. __Su hija está bien de salud. Los felicito. La señorita Maia está embarazada __Punticos blancos aparecen en mi campo de visión y luego, luego todo se vuelve. oscuridad.

Vuelvo a mis sentidos, pero me mantengo con los ojos cerrados. Es imposible, lo que escuché es imposible. No, no, no...

__¡No! __me levanto de golpe. __¿Chad? __veo a mi hermano frente a mí.

__Pequeña __camina en mi dirección y besa mi frente. Chad vivía en los angeles, era el director de la FECCO, pero su trabajo y esfuerzo lo llevaron ante mi padre y ahora es el director del departamento de seguridad de los Estados Unidos. Lo quiere como un hijo, su abuelo es gran amigo de mi padre y por ello es como un hermano para mí. __¿Cómo ha pasado eso Maia? __niego entre lágrimas.

__¿Y mis padres? __pregunto.

__Están muy enojados. Fueron con el doctor.

__¿Ahora que pasará? ¿Qué pasará conmigo? __el niega.__Chad, tengo mucho miedo.

__tranquila, todo estará bien. Ya verás __acaricia mi cabello con ternura, pero se detiene cuando la puerta se abre y por ella emergen mis padres. Chad se hace a un lado.

__¿Quién es el padre? __interroga mi padre. Poli al fin.

Niego. Jake, es él, ni siquiera conozco a ese chico. Y ahora tendré su hijo. No, no lo tendré. Imposible.

__¿Quién es el padre hija? __hace mi madre la misma pregunta.

__Se llama Jake. Es lo único que se de él. Estaba borracha, no sabía lo que hacía. Lo siento mucho __lloro sin control. Esto no puede estar pasando. Es imposible. Es una maldita pesadilla.

__¿Dónde lo conociste? __sigue con el interrogatorio. Es el director de la CIA, es lo único que se puede esperar de él.

__Punta Cana.

__¿Qué más sabes de él? Algo tienes que saber, es el padre de tu hijo y debe de responder por esto.

__¡No lo sé! No sé nada más.

__¡¿Es latino, Australiano? ¿De dónde mierda es el chico?!

__Es de aquí, su acento, era de aquí, de New York.

__¡Bien. Lo encontraremos. Juro que encontraremos a ese maldito. Y tú Maia, tú tendrás tu merecido! Chad, tenemos trabajo.

Chad se despide dejándonos solo a mamá y a mi en la habitación. Las lágrimas descienden por mis mejillas. Yo no quería que esto sucediera. No así.

_Mamá __ella no dice nada, pero entre lágrimas se abalanza contra mí y me envuelve en un caluroso abrazo.

Esto es lo único que necesitaba, a alguien que amo, demostrándome que aunque todo sea oscuro, hay una luz que me guía al final del túnel. 

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