Capítulo 31
Maia
Desayuno junto a Jake y los chicos. Los cuales no paran ni por un instante de tirarse mierda. Y es difícil, porque en el fondo se nota cuanto se quieren y que darían lo que fuese porque el otro estuviese bien. Sin embargo, Ném intenta de todas las maneras posibles que la perdone, ella da su brazo a torcer, pero Chad, él no. Es recio con ella. Su orgullo lo domina. Quizás me falte contexto, me falte saber más de lo que pasó entre ellos, no obstante, creo fervientemente que el orgullo jamás debería de vencer a el amor.
Debo de hablar con él. Quizás así, las cosas entre ellos vayan a mejor.
—Jake tiene trabajo, y me apetece ir de compras, ¿me acompañas? —pido a Ném, y ella asiente con un movimiento desganado de su cabeza.
—No pueden ir solas. Es peligroso —advierte Jake.
—Bien. Chad nos acompañará.
—¿Yo? —se queja.
—Maia no... Podemos ir solas.
—No creo que deban ir solas. Ya no es seguro para ninguno, incluso para Ném. No podemos arriesgarnos —¡eso cariño, eso! Me encanta cuando Jake se pone de acuerdo conmigo sin siquiera saber lo que tramo.
—No iré —protesta Chad.
—No tienes que hacerlo, yo me quedo. Puedes ir con tu hermana.
—Es muy malo para ir de compras. Y si me quiero probar lencería ¿se las muestro a Chad?.
—¡No! —exclama mi hermano.
—¡De ninguna manera! —exclama al unísono Jake.
—¿Ven conmigo por favor? —suplico haciendo un puchero dirigido a Ném.
—No lo sé, no quiero que nuestros problemas arruinen tu día —expresa ella a la vez que se pone de pie para llevar los platos vacíos a la cocina. La sigo ayudándola.
—Necesitas un poco de aire, esta situación tiene a todos tensos. Deberías venir.
—No todo es color de rosas, se lo que tramas Maia, y no va a resultar. Hice cosas horribles. Chad, no me perdonará nunca —¿Tan mal miento?
—quizás no lo entienda, pero sea lo que sea que haya pasado entre ustedes, les duele, y si duele, interesa. Todavía se quieren. Lo puedo ver.
—¡No Maia, no todo es fácil. Basta de querer reparar lo que no te correspode, no eres ingeniera. Lo único que te debe interesar es salir viva de esta pesadilla! — advierte antes de desaparecer y dejarme atónita.
Segundos después apoyo las manos en la encimera y observo las pequeñas gotas de agua que caen de la pila. Una a una hasta irse por las cañerías. ¿Y si tiene razón? ¿ Y si mi vida en cualquier momento se puede desintegrar como una de estas gotas de agua al impactar con el fregadero? Antes no tenía nada, más bien vivía en un falso mundo de cuentos de hadas. Creía que si era la princesa tendría un "felices por siempre", sin embargo, olvidé que no existen. Las pesadillas tomaron vida y me costó mucho recuperar lo que quedaba de mi. Entregarle confianza a otro ser humano. No es fácil. Y pensar que eso puede desaparecer me aterra. Mi bebé es lo único que tengo. Y Jake, con él me siento segura, me siento en casa aunque muera por salir de este sitio, que a veces se siente como una cárcel. Descubrí que el hogar, no es una estructura. Sino las personas que habitan en ella, las que te entregan su corazón sin medida. Jake es un trozo de hogar, uno que no tenía.
—¿Estás bien? —unas calidas manos envuelven mi cintura. Su calor me abriga, me hace bien. Y a la vez, provoca que se me apachurre el alma, porqué sin quererlo, a veces imagino que despertaré de un sueño, y me transportará a una horrible pesadilla.
Me volteo hacia él, que desliza sus manos desde mi cintura hacia mis mejillas. Niego. No lo estoy, no le mentiré. Es difícil estarlo. —Ném y Chad. Hay algo entre ellos. Quiero ayudarlos. Me duele saber que se quieren, pero no hacen nada para arreglarlo. La vida es corta, y quizás no tengamos mucho tiempo para amar. No con la.bida que llevamos.
—Hay cosas que no sabes. Creo que deberías de darles tiempo.
—¿Y tú las sabes? Todos lo saben menos yo ¿Cómo es posible? No creo que Chad te lo haya contado, no se soportan —su semblante cambia, se oscurece. Algo oculta. O me solo ha dado esa sensación.
—Némesis, por ella lo supe.
—No parece una chica que vaya contando sus problemas.
—Dejémoslo si, no es que nos importe mucho eso.
—Chad me importa. Desde que ella llegó, ya no es el mismo —Reitero. Mi hermano, es muy importante, aunque por sus venas no corra el mismo ADN.
Este besa mi frente para despedirse, sin molestarse en entender o darme una respuesta. Vivimos en la misma casa, pero al parecer soy como una niña de tres años y ellos los adultos que me apartan de todo conflicto.
Lo dejo que se despida, pero le doy a demostrar que su actitud me ha enojado. No quiero pelear, no obstante, me obliga.
—Estaré pronto en casa. Pórtate bien.
—Eso intentaré —sonrie y me deja ver su perfecta y sexy sonrisa, para mí lo es, no se para el mundo. Todo de él me encanta, la forma en la que se curvan sus labios cuando sonríe, su entrecejo fruncido cuando se enoja o como arquea su ceja izquerda cuando está realmente concentrado. O su entraña forma de caminar, o como vive acomodando el cuello de su camisa. Todo de Jake es perfecto, hasta su cicatrices lo son, porque sin ellas no sería lo que es hoy. El chico atento, cariñoso y con los sentimientos más puros que he visto nunca. Obligado a vender su alma por una pizca de libertad, que no sabe si recibirá.
Me dispongo a subir a la habitación segundos después de ver a Jake alejarse por la puerta.
En el camino me encuentro con Chad que está por entrar a su habitación. Le detengo.
—Ella tiene razón.
—¿Escuchaste? —debió de haber escuchado nuestra conversación.
—Te conozco, y se que...
—No me conoces. No ha este Chad. No al que se enamoró de la mentira. No al que salió lastimado cuando abrió su corazón por primera vez. No lo vas a entender, y...
—Explícamelo, sabes que puedes confiar en mí.
—No puedo, hoy no.
—¿Cuando? Cuando sea tarde para poderte ayudar.
—quizás algún día —son sus últimas palabras antes de meterse a la habitación y dejarme sola en el pasillo.
Cómo sea. Tal vez tengan razón y deba de dejar este lío que no me corresponde, y comenzar a preocuparme por lo que realmente es importante. Mi bebé. Acaricio mi panza, la cuál a tomado algo de nivel ahora que casi cumplo tres meses. Es pequeña, pero se nota una pequeña diferencia. Y es encantador y aterrador al mismo tiempo. Es un sentimiento difícil de explicar. A veces me preguntó si cuando llegue el momento podré hacerlo. Podré ser una buena madre.
Tampoco se cómo pude estar tanto tiempo sin darme cuenta de que llevaba una vida dentro de mi. El día que lo supe quise escapar, y no me perdono por ello, por las espantosas ideas que cruzaron mi mente. Como también agradezco no haberlas llevado a cabo. No estoy sola del todo, tengo a Jake, Ném, Chad, y mis amigos. Son embargo, aún así me siento en algunas ocasiones sola. Será porque necesito de mis padres aún, de su aprobación todo el tiempo, o un poco de su cariño, aunque sea falso. Era feliz cuando recibía de ellos amor. Y ahora todo eso nace en mi, para mí y mi bebé. No veo la hora de que llegue a este mundo, para mostrarle lo que es el amor incondicional. Asegurarle cada día de que su madre lo ama más que nada en este mundo y que sin duda vendería mi alma al diablo si fuese necesario, por su felicidad.
Tengo una herida, y mi bebé está siendo la sutura perfecta para ella. No hay nada que el amor real, no pueda curar.
Tras ducharme opto por un vestido veraniego corte princesa y unas sandalias del mismo estilo con algunas flores en su decoración. Tomo mi bolso para salir a tomar algo de aire antes de que Ném y Chad puedan pillarme.
El gran problema será atravesar la puerta principal sin que los guardaespaldas que Jake dejo hagan un escándalo por mi salida sin autorizo. Pero soy Maia y, yo siempre puedo. O eso creía.
Al llegar a la puerta. Los gorilas frente a mí me taladran con la mirada esperando a que diga algo. Sonrío buscado una pizca de emoción en sus rostros, pero nada, son más secos que un desierto.
—¿Quién de los dos me llevará al centro comercial? Necesito comprar algunas cosas —uno de ellos va a decir algo, pero le interrumpo .—Y antes de que digan algo, Jake me autorizó.
—El señor Jake, nos dió ordenes claras. No puede salir de casa. Lo sentimos señorita —habla uno bigotudo.
—¿Lo sienten? Estoy embarazada, necesito aire puro, no puedo estar encerrada. Llevenme por favor. —mi humor es tan cambiante que paso del enojo a la rabia, y luego a la súplica, en segundos. Rabia que crece cuando ante mis ojos puedo visualizar un auto deportivo negro avanzar hacia nosotros. Este aparca frente a mi, y segundos mas tarde se desliza del interior, Bianca, y ¿Megan?¿Qué hacen aquí?.
Ahora que todo está mejor, aparecen, sin duda, para arruinarlo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top