Capítulo 30
Jake
... No sabía que existía la esperanza, hasta que nuestros caminos se cruzaron. Eres todo lo que siempre quise, eres todo lo que da sentido a mi existencia, eres, y vives en mi...
Diane More
El corazón se me dispara de un salto cuando escucho su dulce voz mencionar que me quiere, ¿a mí? Yo, el imperfecto Jake.
Sus mejillas rojas escarlatas son lo primero que observo cuando se voltea a mi tras mi exclamación. Una sonrisa nerviosa se dibuja en su rostro tras la mía. Y entonces, entre tantos pensamientos ensordecedores, me pregunto si en verdad, si alguien puede querer a alguien como yo. La veo, trato de descifrar cada uno de los puzzle que ella supone, pero solo hay claridad, transparencia, ¿Se puede ser bueno cuando te han arrancado la vida? Porque a Maia le ha pasado, le han arrancado toda su juventud y sueños, como a mi una vez me hicieron.
De niño quería ser corredor de autos, vivir cada segundo de mi vida frente al volante. Mi abuelo apoyaba aquella alocada meta que me había propuesto cumplir. Sin embargo, cuando mi padre nos llevó con él cada trozo de ese sueño fue desmoronándose con el transcurso de los días, el los pisaba y destruida el mundo que había creado en mi cabeza y que estaba dispuesto a conseguir. Todo lo que toca Enzo Sandlers, es corrompido.
Maia cuelga el teléfono y avanza hacia mi arrojando este a la cama. Se acerca con suavidad y una de sus manos se desliza con delicadeza por mejilla derecha, desde la cuál una lágrima de tristeza forma un camino.
-¿Por qué lloras? -pregunta. Acto seguido cierro los ojos para guardar el momento en mi memoria, pues a veces sin querer hacerlo, el miedo a perderla me obliga a pensar en que en algún momento todo lo que estoy viviendo, lo bueno, desaparecerá.
Abro los ojos nuevamente.
-Estoy enamorado Maia. Nunca en mi jodida vida había sentido esto. Tu me haces feliz, aún cuando todo alrededor se derrumba.
-¿Me crees si te digo que también estoy enamorada?
Sonrío y asiento. Sus ojos me cuentan la verdad.
- Suena loco ¿Cierto? Eso de querernos. Hemos pasado por tanto -agega ella sin apartar su calidad mano de mi mejilla.
-Para aceptar la vida hay que estar locos, no todo el mundo sobrevive a los altos y bajos del destino -digo. Ella sonríe nuevamente y hace que envuelva mis manos alrededor de su cintura.
-¿Jake? -susurra cerca de mi oído, tan sexy que estremece mi cuerpo de afuera hacia dentro. Aprieto la mandíbula para contener mi deseo acumulado. Para que permanezca dentro de mi cuerpo, que pide a gritos tocar su piel. Cada vez que lo hace, que me toca, es como si un maldito huracán de pasión, y átomos de calor colisionasen dentro de mí haciendo despertar mi lado más oscuro, ese cargado de lujuria.
-Maia... -advierto apretando mis molares como si eso fuese suficiente para no volverme más loco de lo que ya estoy.
-Te necesito, no pasará nada. Lo prometo -insiste rozando sus labios por el lóbulo de mi oreja <<Maldita seas Maia>>
La veo a los ojos, sus ojos marrones brillantes y lujuriosos, suplicantes de deseo. Luego sus labios rosados húmedos y carnosos. Entonces me lanzo. Atrapo sus labios entre los míos. La beso suavemente, disfrutando cada pequeño detalle sin dejar nada desapercibido, como qué, huele a frutas y sus labios saben a jugo de naranja.
Avanzo hasta que sus piernas chocan con el borde de la gran cama en la habitación. Detengo mis besos cuando mis manos se deslizan por sus caderas y el tacto me obliga a recordar que dentro de su panza está nuestro bebé. Cierro los ojos <<Esto es incómodo>> sin embargo, ella se inclina buscando mis labios para besarme por segunda vez Los atrapa y me doy por vencido. No pasará nada, todo estará bien.
Nos acostamos hasta que su espalda roza la suave cama. Beso con delicadeza cada centímetro de su piel provocando que varios, casi inaudibles gemidos, se escapen de su boca. Y me encantan, son como escuchar mi canción favorita, incluso, mejor que eso.
Cuelo mi mano derecha debajo del vestido color azul cielo que va sobrando entre ambos y así poder sentir la piel cálida de sus muslos. Subo hasta localizar sus bragas y sacarlas como si su piel fuese de porcelana. No quiero hacerle daño, y sobretodo quiero que esto sea espacial para ambos.
Nuestra primera vez fue desenfrenada, apasionada y el alcohol ya había pasado un poco de factura en nuestra cabeza, provocando que actuacemos como dos animales salvajes sedientos de sexo.
Mis ojos viajan a los suyos que miran al techo perdidos, como si la droga más fuerte se hubiese apoderado de su cordura. Ahora se desvían a los míos y una ola de calor me invade obligándome a qué la besé desenfrenadamente.
Me coloco sobre ella con suavidad, mientras que esta quita de mi la ropa innecesaria. Caen al suelo una tras otra y se siente bien escuchar el sonido de esta contra el suelo a la par que nuestras bocas intentan ocultar pequeños gemidos que se escapan de nuestro control. La piel se me eriza cuando su mano se desliza por mi abdomen y atrapan mi masculinidad. Cierro los ojos al sentir el calor de sus suaves manos envolverme entre ellas. Suspiro y cuando los abro alcanzo a ver su perfecta y pícara sonrisa enfrentar mi rostro deseoso de más. Me besa, y mueve mi amigo entre su piel. Con ligeros pero demandantes movimientos me lleva al éxtasis.
<<Mierda Maia>>
-¿Dónde aprendiste eso? -muerdo mis labios tras el intento de palabras.
Ella niega y me obliga a callar con un beso.
Antes de darme cuenta, y en un rápido movimento está sobre mi. Esta chica me hace perder la cabeza. En un momento estoy pensando en su mano que se mueve tan deprisa y con tanta presión, y un segundo más tarde intento no correrme cuando siento el calor de su zona acercarse a mi miembro.
La tomo por la cintura y la coloco bajo de mi. Ella parpadea confundida a la par que nuestros pechos suben y bajan por la agitación.
-No tan deprisa. Nena.
-Te necesito dentro -suplica.
-Me tendrás dentro de ti, pero no tan rápido -susurro cerca de su oído. Notado que su piel a tomado otra característica. La he erizado. -Hay muchos lugares de ti, que quiero recorrer.
Porqué sí, necesito descubrirla, saber lo que esconde en cada centímetro de su piel. El sabor de sus labios cuando los míos le han borrado los restos de naranja, el aroma natural que desprenden sus hormonas, o el sonido exacto de sus gemidos cuando paso mis labios por sus zonas sensibles. El latir de su corazón, lento, o cuando parece que ha tenido un episodio de arritmia. El color exacto de su cabello, o sus mechas naturales que solo son perceptibles a la luz natural. Y no menos importante. Su sonrisa, la genuina, esa en la que se le achinan los ojos, esa que no he vuelto a ver jamás.
Deseo tanto que lo sepa, que sepa que soy yo, ese niño idiota que se enamoro de ella sin saber lo que eso significaba. El niño que amaban los domingos, solo porque sabía que ese día, en la tarde, antes de que llegara el mediodía, la vería. Maia era Luz, todo lo contrario a mí, quién buscaba bajo su sol un poco de calor. Ella me ayudó a creer en el amor, a perdonar. Y yo, tan roto, tan oscuro, solo he sabido sin querer, dañarla.
Si hubiese sabido que era ella en aquel hotel, jamás hubiese pasado la noche con ella, aunque el deseo me quemase, no lo hubiese hecho. Preferiría millones de veces quemarme en el infierno antes de dejar que algo así le pasara a ella, a mi chica. Involucrarla en este mundo es lo que menos querría. Pero la vida es extraña. Y dejarla en manos de su padre hubiese sido peor. Sobretodo porque dentro de ella hay un Sandlers, y la sangre significa mucho para nuestra familia. Y eso Evans lo sabe, y lo usa en nuestra contra.
La observo a mi lado, plácidamente dormida, como un ángel. Beso y acaricio sus mejillas apartando de estas su cabello lacio.
Suspiro, sonrío y el corazón se me hace grande, casi que no cabe en mi pecho. Mis dedos ahora se deslizan por la suave piel de sus brazos. Beso su frente y la abrazo contra mi.
Quiero sentir su calor, su seguridad. Porque es su cercanía lo único que me ayuda dormir en paz. Lo único que mantiene cuerdo.
Ella es mi ancla. Maia lo es todo para mí.
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