Capítulo 1 -Noche sin estrellas
La luz de la luna brillaba mas fuerte que nunca, el cielo pareciera teñirse de muerte y el rastro de algun punto de luz parecia no existir, habia algo extraño esa noche. Pronto el invierno llegaria, los fuertes vientos lo anunciaban a gritos, algunos rayos eran lo unico que iluminaban la oscuridad, pareciera como si una fuerte tormenta se aproximara.
-Zeus te lo suplico, ellos nunca estaran a salvo y tu lo sabes- una desesperada Atenea exclamo con la respiración agitada.
-Solo son el resultado de unas cuantas noches de diversion Atenea, no te lo tomes tan enserio ademas tendran una mejor vida sin nosotros a su lado- al guapisimo Eros parecia no importarle un poco la situación, comia unas cuantas uvas mientras bebia de una copa de oro, parecia unrey.
-Nuestra sangre corre por sus venas y sabemos perfectamente que Theos no descansara hasta destruirnos y cada vez que regresa lo hace con mas fuerza- nadie parecia entender la preocupacion de Atenea- y ellos son la clave...
- Para eso estamos nosotros- dijo Ares mirandola con grandeza y determinación- se derramara sangre pero siempre es asi y unos cuantos humanos menos, nos haria un gran favor- se acercaba a paso lento hacia la diosa- entiende de una vez, los humanos han dejado de creer, y unos niños no cambiaran la realidad.
- Atenea tiene razón- dijo la hermosa Afrodita, quien venia bajando los escalones con una delicadeza envidiable, toda una diosa- esos niños si bien o no deseados, tienen sangre dorada- respiro profundamente- Zeus...solo dejanos cuidarlos.
Este solo le dedico una pequeña mirada, tenia muy claro que ya no eran las famosas y envidiables deidades que solian ser y esta noche lo habia confirmado, a pesar de la protección que brindaban a los humanos, a ellos ya no parecia importarles. Theos habia hecho de las suyas y termino asesinando a mas de un millon de personas esa misma noche, pareciera que todo terminaria mal pero el poder de un dios junto a otros es poderosamente peligroso y Theos termino por ser derrotado, siendo la cuarta vez que sucedia. Nadie creeria que Hades hubiera sido el menor de sus problemas. "No hay por que alterarse, mientras tengamos el rayo dorado seguro, nada puede pasar", pensó.
Todo transcurria muy normal por la agitada ciudad de Londres, el big ben marcaba las 9:30 pm, lo que daba paso a una larga e interesante noche. Por la radio, se podia escuchar lo ocurrido en Atenas, una terrible masacre y todo parecia causado por algo inexplicablemente extraño y confuso, mientras que por las noticias, las fuertes imagenes eran repetidas una y otra vez, sin duda el evento mas impactante del año. Los bares poco a poco cobraban vida y grupos de amigos salian a divertirse en busca de la mejor noche de sus vidas, la típico en la noche de un viernes.
Tamara caminaba por algunas calles solitarias; una chaqueta, un gorro y una bufanda eran lo único que le hacían compañía en la fría noche, su mirada se dirigia para todos lados tratando de caminar lo mas rápido posible, tuvo la sensación de que la observaban y eso la ponia aun mas nerviosa, todavía le faltaban una gran cantidad de pasos y autobuses que abordar para llegar al "Inferno", un bar que se encontraba en la villa mas lujosa de Londres. La bella rubia era cotizada en aquel lugar, sin embargo se le conocia por tener un caracter de los mil demonios si no estaba interesada y te pasabas de listo con ellas.
Despues de una hora Tamara llego a su destino, el "Grande Crown", la plaza en donde se encontraba el Inferno, este se veía igual de glorioso que siempre, tenía un estilo griego moderno, el papel tapiz color marino de diseño se podia apreciar en algunas paredes, las lamparas de oro y vidrio combinaban, desde los costosos sillones y mesas, los tragos y licores hasta la fuerte música le daban el ambiente.
Labial color vino, polvos, delineador, unas cuantas sombras, un poco de rubor y una lagrima solitaria, todo listo. Todos los camerinos estaban ya ocupados por sus respectivas "dueñas", quienes se preparaban para gozar la noche, eran zorras?, prostitutas?, no...preferian ser llamadas "damas de la noche", "bien Tamara esto es lo que paga la renta, tu comida, gastos y un día mas lejos de aquel asqueroso hombre", se dijo asi misma, ese hombre al que deberia llamar "papá", sin embargo ese título era para un ser querido, alguien que se hubiera preocupado por ella y le hubiera contado un cuento antes de dormir cada noche. Muchas veces fantaseaba como hubiera sido su vida con una familia feliz en donde estuviera su madre y su padre un hombre totalmente diferente.
-Sales en 15 Tamara- la rubia se levanto de su asiento y miro su reflejo en el espejo una vez mas antes de entrar en escena. Sabía perfectamente que con unos cuantos movimientos y miradas lograría ver ganancias, no la hacia sentir orgullosa pero es lo que habia.
-Ahora por lo que han estado esperando, la hermosa "Angely"- Sus ojos azules y mirada angelical le habian hecho ganar el apodo, añadiendole el hecho de que un nombre como ese la haría ver mas deseable segun Ronald el dueño de aquel lugar. Salió a paso decidido y una sonrisa juguetona adornaban su precioso rostro, intentaba hacer el mayor contacto visual que podia ya que eso le daba ventaja; se acerco al tubo y deseo no haber levantado la mirada; había pasado un año desde que no lo veía, seguía igual de guapo...su mirada la hacía perderse en esos ojos color oceano y recordar lo bueno de esos días. Seguía su baile pero no podía apartar la mirada de aquel chico que la hacia sentir especial como si lo valiera todo...Andrew, pero que hacia alli?
Andrew tomaba una copa de ron y no dejaba de mirarla, al parecer ella logro superarlo mas fácil de lo que esperaba y eso le dolia aunque no lo diria ni lo demostraría. Todavía la amaba pero intentaria de todo para olvidarla.
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- Listo, ahora solo necesito una gran trama...- Valerie tomo un sorbo de su taza de té, y se dispuso a pensar en el trama perfecto para una historia acerca de la antigua grecia donde planeaba que la protagonista fuera una chica de alta sociedad que se enamoraba de un no tan simple campesino que resultara ser el hijo perdido del alto comandante de las fuerzas del imperio.
Se encontaba comodamente en su habitación, especificamente en su cama y frente a ella su laptop, justo en ese momento la inspiración la había golpeado y aprovecharia eso lo mas que pudiera. Había tenido un día horrible, lo malo de trabajar como mesera era saber lidiar con clientes molestos y eso habia ocurrido; una señora exigia que ella habia ordenado un plato de hamburguesa de camaron tempura y eso era lo que le habian servido pero la señora negaba y la pobre Valerie paso un gran rato tratando de calmar a la señora hasta que le dieron la comida gratis y asi porfin dejo de insistir.
De un momento a otro la lluvia empezo a caer ruidosamente pero eso no la detuvo salvo por que tocaron el timbre y dejo su laptop a un lado de su cama para ir a ver de quien se trataba. Vio por el pequeño cristal de la puerta, una señora mayor de mas o menos 70 u 80 años estaba parada de espaldas a al puerta, Valerie no la conocia y no tenía ni la menor idea de quien podría tratarse. Finalmente abrió la puerta.
-Disculpe, la puedo ayudar en algo?- pregunto la pelinegra, la anciana se dio la vuelta y dejando ver sus ojos ambar de un amarillo inusual, la mujer solo sonrió dejando ver sus dientes desgastados, vestía con telas muy raras y su cabello blanco en un moño, junto a ella algunas maletas de viaje.
-Disculpa jovencita, crees que podría pasar la noche aquí, la lluvia empezo a caer y no tengo donde quedarme por ahora- dijo con aflición mientras agachaba su cabeza un poco.
Valerie no quería sonar grosera pero no pensaba que dejarla quedarse fuera una buena idea, le transmitia desconfianza y no le agradaba mucho la apariencia de aquella señora pero lo que mas rondaba su cabeza era que por que de todos los departamentos en este edificio, la anciana habia llegado hasta su puerta, sin embargo no estaba en ella dejar a una pobra anciana pidiendo ayuda en una noche como esa.
-Vivo con alguien mas y ya no hay mas camas- dijo tratando de sonar lo menos grosera posible y en un intento de librarse de aquella presencia, la anciana se limito a verla por un segundo.
-No te preocupes niña, puedo dormir en el sillon o el suelo- dijo poniendo otra vez aquella sonrisa que a Valerie le desagradaba.
-Bien...supongo que a Tamara no le importara- dijo abriendo mas la puerta y dejando que la anciana pasara.
Si bien ella y Tamara no vivian en un departamento lujoso, era un poco pequeño con una pequeña sala de estar, mediana cocina, dos baños y dos habitaciones, una frente a otra, era muy comodo y se adaptaba a sus necesidades, cerca de aquel edificio se encontraban un supermercado, un parque y un centro comercial y era perfecto asi.
-Tamara?- pregunto la anciana dejando asi sus cosas en el suelo.
-Mi amiga, ambas vivimos aqui- respondio la pelinegra sin dar mayor detalle- bueno, puedes dormir en el sofa, te traere algunas sabanas- Valerie la dejo en la sala se dirgio hacia su habitación a buscar un par de sabanas calientes para poder pasar la noche sin frío.
Debia ya ser media noche y Valerie no podía dormir, se sentía incomoda por alguna razón y el hecho de que aquella visita inesperada este en la sala la ponía un poco nerviosa y por si acaso coloco el bate de beisbol que su hermano le había regalado el año pasado junto a ella, solo con eso se sentía mas tranquila. Poco a poco el ritmo de su respiración disminuia, al fin estaba logrando quedarse dormida pero escucho un golpe en su puerta, desconcertada se levanto de golpe dispuesta a abrir y al hacerlo se encontro con la aterradora anciana, " no me jodas" penso.
-No crees querida Valerie que deberias de ser menos amable- dijo la anciana con la voz distorsionada y poco a poco su cara se iba deformando y de pasar a ser humana paso a ser una horrible y ambar pitón gigante con mirada asesina y colmillos del tamaño de una mano.
Valerie deseo jamas haberla dejado entrar, no sabia que hacer, se habia quedado en shock y su respiración empezo a alborotarse mientras retrocedia, rapidamente intento agarrar el bate pero la serpiente fue mas astuta y agarro sus pies para luego hacerla caer. Valerie lloraba y suplicaba.
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