Capítulo 6. Lo que no te mata...
Kelso bajaba todo lo que consideraba importante de la nave con la única intención de esconderlo por ahí. Ya no se podía dar el lujo de morir, muchos menos perder sus tesoros más preciados. En lo que subía y bajaba hizo caso omiso de todo aquel que se encontrara a su alrededor, ni siquiera se atrevía a dirigirle la palabra a su fiel compañero Eros.
—Kelso, no podemos quedarnos de brazos cruzados —dijo su espectro ante la usurpación Cabal en la Ciudad.
Kelso se detuvo. Miró a su espectro con un notable enfado visible en su rostro, para luego dejar caer la gran caja con armas y trofeos del cazador.
—¿Quieres ver cómo lo hago? —retó rápidamente cruzándose de brazos, haciendo lo que su espectro no quería
—Aquí vamos otra vez... —habló nuevamente Eros con una voz nefasta —. Eres un guardián...
—Mi deber es proteger al Viajero y la humanidad. Sí, lo sé —interrumpió el cazador lanzándose a la defensiva, pronto volviendo a su actividad.
—¿Entonces por qué quieres huir, en vez recuperar la Última ciudad? —cuestionó el espectro devolviendo a la nave todo lo que bajaba.
Kelso siguió bajando una y otra vez todas las cajas hasta que se cansó de que Eros revertiera todo su esfuerzo. Dejó salir el suspiro más largo en su vida, dirigiéndose a su espectro más molesto que dispuesto a pelear.
—Yo me preparo para sobrevivir, en cambio tú, mi pequeño amigo, te quieres presentar ante la Legión roja en bandeja de plata. ¡Es estúpido!
—Tenemos que intentarlo —insistió su compañero.
Rápidos flashback de la incursión en la Luna cruzaron frente a él, ocasionando un insoportable dolor de cabeza debido a esas simples palabras. Kelso se sujetó la cabeza a la vez que gritaba con ira para reprimir instantáneamente aquellos recuerdos.
—¡No te atrevas a usar esa sucia jugada conmigo! —gritó señalando al espectro con el mismo enojo.
Eros se estremeció un poco por cómo su guardián se había dirigido a él. Era la primera vez que le gritaba de esa manera. Aunque sabía que los sentimientos que llevaba su guardián encima eran del todo verdaderos; la culpa, la ira y desprecio lo atormentaban, y no dudaría en sacarlo con quien fuera la persona con la que se desahogara en la forma menos saludable que pudiera haber.
—Lo siento, Eros. Es sólo que los Cabal están cada vez más cerca, y pronto nos encontraran —susurró el cazador para él y su espectro, sujetándose de la cintura —. Es tiempo de irnos. ¿A dónde? No lo sé, pero entre más lejos mejor.
Eros permaneció quieto en su lugar, él no pensaba abandonar y sabía que tampoco lo haría su guardián, era sólo que en esos momentos no podía pensar con claridad.
—No es tu culpa —dedicó sin más.
Kelso alzó la vista a su espectro, dejando de hablar consigo mismo para procesar lo que había escuchado.
—No lo digas para no hacerme sentir peor de lo que ya estoy, si eres tan amable.
—Pero es cierto —habló otro en la lejanía.
El titán que yacía sentado sobre una roca a varios metros lejos de aquellos dos, abandonó su lugar para acercarse a un paso decidido.
—Me llevaste de un lugar a otro, e incluso mataste guardianes para conseguir lo que buscabas —dijo, observando al cazador —. No es tu culpa que todo haya actuado en tu contra, porque yo sé que si pudieras, dejarías una bala entre ojo y ojo de lo que llamo "destino".
Kelso asintió sucesivamente, seguido de señalar al Insomne con un silencioso comentario sobre su parecido con Zavala.
—Sacudete y vayamos por la entrometida y su apestoso amigo —indicó Félix ascendiendo a la nave.
—¿Lo primero fue algún tipo de cumplido? —indagó Kelso retomando su actitud más tolerable, mientras también subía a su transporte.
Eros se hizo con el control de la nave inmediatamente marcando un rumbo fijo a la semi destruida residencia, llegando así a su destino en un par de minutos. La noche no dejaba ver con exactitud qué había pasado como ara que ahora sólo estuviera en silencio. La última vez que estos abandonaron el lugar estaban a punto de ser atacados por Carroñeros que buscaban la señal de la espectro.
Los dos guardianes bajaron a tierra firme con sus armas a la mano, apuntando a todo punto. Eros les servía de apoyo en cuanto a la visibilidad del terreno, gracias a que iluminaba el camino con su único ojo.
—Vraliks, ¿nos recibes? —habló Kelso.
Múltiples Escorias salieron de las sombras, superando en número a los dos guardianes. Todos estos estaban tan deseosos de lanzarse al ataque y ursupar los espectros de los mismos. Antes de que eso pasara, otro caído de gran armadura se asomó por el techo de la residencia blandiendo cuatro espadas con una notable energía de Arco que las envolvía. Este mismo habría bajado de su lugar para enfrentarlos si tan sólo fuesen un enemigo con el cual combatir, solamente se limitó a guardar sus intimidantes hojas y lanzar un rugido al aire que hizo que los otros Eliksni que lo escucharon se alejaran del cazador y el titán, volviendo a ocultarse en la oscuridad.
—Ahí está el amigo —susurró Félix.
Los guardianes apresuraron el paso para entrar a la estructura en la que habitaba la espectro, y después ver cómo la hechicera yacía sobre el suelo con quemaduras de Arco presentes en su armadura. Su espectro se encontraba sobre ella tratando de curarla poco a poco.
La espectro y fiel compañera del Caído, se acercó a ellos dos igual de angustiada que antes.
—¿Lo sintieron? La Luz...
—Se fue —completó el espectro de la hechicera.
El Caído entró también en el lugar. Su apariencia había cambiado por completo después del enfrentamiento que tuvo con los Carroñeros, pero no fue para nada malo ya que al asesinar al capitán que liderada aquel hostil grupo y hacerse con sus pertenencias, automáticamente se había convertido en el líder de estos mismos.
—Los Cabal masacran sobrevivientes no muy lejos de aquí —anunció mirando a Vraliks por momentos —. Es tiempo de irse.
Kelso se incorporó recto apenas tuvo una idea.
—Eros —en las últimas sílabas apareció su espectro —. Tengo una mala idea, y necesito que me ayudes.
El cazador salió rápidamente del lugar para después ser teletransportado a su nave. Eros le siguió preparando sus armas y granadas en caso de un confrontamiento, un hecho seguro dado a como lo había expresado.
—Esperen ustedes dos —ordenó la espectro al lado de su compañero de cuatro brazos —. ¿Qué haremos con sus compañeros?
—Se los encargo; el titán habla poco y la hechicera quiere estar en todo —indicó el cazador como si aquel par fuesen sus mascotas.
El caído de inmediato observó a su pequeña amiga. Ahora tenían que hacer de niñera.
La nave ascendió y desapareció en los cielos con más de un rumbo fijo en la cercanía de la Zona muerta europea. Mismo lugar donde Kelso llevaría a cabo su plan.
Apenas este guardián arribó a cada una de ellas, había procedido de inmediato a incrustar una baliza en su mismo lugar con la esperanza de atraer ciertos guardianes hasta él. Cuando llegó al último punto se propuso esperar escondido entre los arbustos sólo por si a los que atraía fuesen sucios caídos o feos Cabal. En un tiempo, tal y cómo esperaba, así sucedió. Tres guardianes hicieron su aparición matando a un par de Escorias que venían detrás; su razón ahí estaba clara, estaban en la busca de más sobrevivientes de la Ciudad.
Los guardianes bajaron sus armas al ver a las criaturas batirse en retirada.
—No me sorprende que los Caídos vengan, aquí había una señal de auxilio —dijo uno de ellos aún viendo por donde los mencionados se habían ido.
—Pero no hay nadie a quien ayudar... —dijo una cazadora en voz baja —. Estén atentos.
Kelso saltó de los arbustos, sorprendiendo a aquella escuadra que buscaba brindar ayuda a algún civil o guardián desamparado. La cazadora fue la única en no bajar su arma apenas tuvo contacto visual con él. Ya lo había reconocido, y sin lugar a dudas estaba dispuesta a rendir cuentas.
—Tú otra vez... —gruñó Narah.
Kelso alzó sus manos indicando que no pretendía hacer algo estúpido, o al menos trataría.
—Querida, no hay porque ponernos más tensos —habló —. Y sí, nuestro último encuentro no fue agradable pero ya sabes, lo que no te mata...
El hablador guardián fue interrumpido al recibir un disparo directo en la frente, mas sin embargo no pareció haberlo afectado. El holograma creado por Eros desapareció para pronto darle una entrada al verdadero Kelso, mismo el cual llegó apuntando directamente a la cabeza de la cazadora.
—Lo intentará otra vez —Kelso prosiguió a terminar lo que antes no pudo —. ¡Lo sabía! Tienes las mismas agallas como para matarme.
El titán y el otro hechicero apuntaron sus armas a su antiguo compañero de escuadra.
—Ahora, arroja tu arma. No quiero ningún inconveniente —ordenó Kelso con severidad en su voz.
Narah pareció resistirse por unos momentos antes de realmente dejar caer su arma a un lado de sus pies, eso al escuchar como el gatillo del cañón de mano del cazador hizo un leve ruido al ser accionado poco a poco.
—Kelso, tenemos algo más de que preocuparnos —Wesk a pesar de ser la voz de la razón, en cierta parte estaba dispuesto a matar para ayudar a su compañera.
—Es por eso que estoy aquí —concedió el cazador guardando su arma —. Necesito su ayuda.
El hechicero bajó su arma, seguido de ayudar a Wesk a también hacerlo. Sólo Narah seguía en desacuerdo, por lo que apenas tuvo la oportunidad, recogió su arma para rápidamente terminar apuntando a Kelso. Lo único que se interpuso entre la bala y su objetivo había sido su espectro, estático frente al cañón.
—Debemos reunir a todos los guardianes que podamos, si es que queremos recuperar la Ciudad y al Viajero —habló Warlock también intentando que su compañera no cometiera un error del que después se arrepentiría.
La cazadora bufo como un toro enfurecido. Aún seguía bastante resentida por todo lo que Kelso le había hecho. Se giró a los otros dos que le acompañaban con el arma entre las manos.
—¿Qué tal sí quiere traicionarnos? —cuestionó a sus compañeros.
Kelso se cruzó de brazos tratando de mostrarse ofendido.
—Puede que sea un renegado que haría cualquier cosa por su beneficio, pero ¿qué ganancia obtengo yo matándolos?
El espectro peculiar de la cazadora se acercó hasta ella para susurrar algo al oído haciendo que, de alguna forma, su cólera bajara.
—Entonces, ¿qué es lo que necesitas? —indagó el titán.
—Que de momento abandonen este lugar, no es siquiera seguro para buscar a más de nosotros —indicó llamando su nave.
Los tres cruzaron miradas. Todos ellos habían estado sobre sus colibrís desde que salieron de la Ciudad debido a que sus naves fueron destruidas durante la invasión. El cazador bajó los hombros sabiendo cuál era la solución a eso.
Warlock conducía la nave con unas coordenadas fijas dadas por Eros mientras que Kelso era custodiado por la cazadora y el titán, aún así siendo el dueño del único medio de transporte por aire disponible entre todos esos guardianes.
—Me alegra verlos otra vez —dijo Eros volando al lado de cada uno de la compañía de Kelso.
—Lo mismo digo, espectro —correspondió Wesk retirando su casco para una mayor comodidad.
El oscuro cabello despeinado y lleno de polvo del titán llamó muchísimo la atención del custodiado.
—Creo que iba a esperar de más que estuvieras listo para la ocasión —se burló Kelso.
Él como un antiguo miembro de su escuadra recordaba perfectamente como Wesk tenía cierta obsesión por verse bien en cualquier momento, incluso si su próximo destino era la muerte estaría más que dispuesto a presentarse como todo un galán ante ella.
El hombre sonrió. Era claro que lo hubiese estado si tan sólo aquel hecho fuese anticipado.
—Fue totalmente una sorpresa —alegó él —. De haber sido otra cosa yo mismo los hubiera interceptado con mi Puño del caos.
Kelso le dio unas palmadas en el hombro.
—Demasiado Crisol, amigo.
El espectro amigable de una carcasa proveniente del Arrecife voló lejos de su guardiana hasta llegar al otro cazador que le causaba molestia a su compañera.
—¿Dónde estuviste durante todo este tiempo? —preguntó sin importarle como reaccionaría Narah.
La pregunta desapareció la sonrisa de Kelso por completo. Ya había llegado el momento de responder por su ausencia.
—Es complicado decirlo a detalles —respondió.
Narah hizo una mofa.
—¿Tan difícil es decir que anduviste por todo el sistema no tan muerto como parecía?
—Nos enfocamos en buscar información de todo lo que rodeaba al Viajero —Eros entró para sacar a su amigo de un apuro.
—Y fracasaron, supongo —la cazadora volvió su vista al mango de su cañón de mano —. Sólo el Orador sabe de él.
—Por lo menos le hace honor a su nombre —replicó sarcástico el otro cazador —. Es como un hermano Vance en blanco y negro.
Eros observó como Narah lanzaba una mirada amenazante hacia su compañero, tan parecido al de un gran felino al encontrarse con su presa. Ya de por sí agradecía que Kelso no hablara sobre sus descubrimientos porque sabía el efecto que tendría en todos los que lo escucharan, tal y como él reaccionó aquella primera vez; tan desorbitado, furioso y sin más fe en lo que muchos en la Ciudad veían como un dios. Su compañero realmente era lo que muchos dicen tener ese título, un verdadero guardián de su gente y el Viajero. Protegiendo a ambos de crudas verdades con más dulces mentiras, por más veces que haya deseado hacer lo correcto. Y lo admirada muchísimo por eso, porque sabía que si toda esa información únicamente estuviese en su poder junto a otras cosas que guardaba como espectro antes habría cuestionado su existencia, luego procedería a aliviar la presión de poseerlos al dar a conocer tales hechos para provocar así más problemas entre la humanidad.
—Ese tal Vance es todo un fanático, para nada parecido al Orador —defendió Narah.
Kelso sonrió ante la postura ofensiva de la guardiana. Era como si ahora le gustara verla hacer bilis por cualquier cosa.
—Ya basta, niños —ordenó Warlock hablando tan serio como siempre.
El espectro puntiagudo del hechicero también hizo su aparición, luchando contra la fuerza del viento que apenas entraba entre la pequeña apertura en la nave de la cual aún no sabían nada. Se había conectado a los sensores de la nave y detectado múltiples enemigos en su zona de aterrizaje.
—Kelso tu punto de reunión es una trampa.
—Sé que lo parece, pero no lo es —contestó el hombre rápidamente abandonando su lugar para encaminarse al lado del hechicero —. Confíen en mí.
Fue entonces que el trasporte descendió en un terreno con más lecturas de extraña energía que cualquier otra y a una menor distancia de los fragmentos corrompidos del Viajero.
Los otros dos guardianes también pasaron al frente. Desde los cristales que daban al exterior les fue posible ver los montones de Caídos que observaban en su dirección.
—Son demasiados —dijo Wesk —. Podrían matarnos sin mucho esfuerzo.
Kelso desapareció de su lado para luego poder ser visto por los demás guardianes, siendo rodeado por los Caídos. Warlock fue el primero en también bajar de la nave para ayudar al cazador, seguido de los otros dos. El cazador alzó las manos para mostrarles que se encontraba bien y que no había la necesidad de acudir al plomo y metralla. Los Caídos llegaron también a ellos para arrebatarles sus armas y todo aquello que también pudiera ser usado de la misma manera. Después un caído de un alto rango los guió entre su gente hasta una cueva, mismo lugar en el que se encontraban una hechicera, un titán y la alta autoridad de los Caídos allí.
—¿Más guardianes? —inquirió la espectro.
Vraliks se alzó de su asiento apenas vio la llegada de todos ellos.
—Que alegría —dijo la Exo sin nada de eso en su voz —. No tenemos tiempo para presentaciones, Ghaul desea algo más que la Ciudad y el Viajero.
—No pueden irse en estos momentos —indicó el Caído abandonando su asiento —. Los Cabal ya merodean por aquí gracias a todos ustedes. Lo mejor que pueden hacer será quedarse hasta que uno de mis exploradores me diga lo contrario.
Kelso caminó al frente entre cerrando un poco los ojos. Los dos guardias del líder Caído detuvieron su paso cruzando sus lanzas.
—¿Ahora eres un Kell? —preguntó.
La espectro de carcasa descuidada que aún seguía flotando sobre el hombro de su compañero, se ocupó de responder:
—Aún no.
✴ ✴ ✴ ✴
¿Intentaron hacer la nueva Raid en el mismo día que salió? Porque yo escuché que Bungie te daba algo por terminarla en ese mismo día.
Mi clan y yo lo intentamos pero desgraciadamente no logramos pasar de Kalli. Era demasiado para nuestra Luz. :c
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