Capítulo 4. "Renegados" (parte dos)
—¿Por qué es tan importante, Diana? —cuestionó, luego se sujetó de la cintura observando la llamativa pintura sobre la cárcasa del espectro —. ¿Te puedo llamar Diana?
—Ah, no. No puedes —respondió el espectro en corto, disgustado por como se quería dirigir a él.
—Muy bien, te diré Diana —concluyó la hechicera, viendo como el titán que acompañaba a quienes acababa de rescatar se vendaba la parte superior de su hombro derecho debido a un impacto de los ardientes proyectiles propiciados por los Caídos —. ¿Y tu espectro? —inquirió curiosa.
Pronto el inorgánico compañero de la hechicera hizo su aparición sólo para mencionarle algo que todos ahí ya sabían: el espectro del titán estaba muerto.
—¿Cómo es que has sobrevivido? —volvió a cuestionar en voz baja.
Detrás suyo se escuchó cómo una bala era cargada en la recámara de algún cañón de mano.
—Lo último que necesito es una hechicera entrometida —murmuró Kelso.
La mencionada se giró a él.
—¿Nunca te han dicho "no muerdas la mano que te da de comer"? —replicó.
Kelso, con la otra mano libre, comenzó a imitar de una manera estúpida e inmadura lo último dicho por la hechicera.
—Me importa un carajo, ¿si? —contestó.
La Exo simplemente encogió los hombros, mostrando que no le importaba si la asesinaba ahí mismo o no.
—¿Saben? Me parecen un grupo interesante, empezando por Diana, el cual presenta mucho interés en un Caído. —La hechicera había comenzado a caminar de un lado a otro. —. Seguido de un titán sin Luz... Y claro, al final está el cazador ambicioso cuya voluntad parece ser irrompible.
—¿Qué es lo que quieres? —preguntó el cazador.
—¿Yo? —preguntó como si no supiera a quien se dirigía Kelso —. No les mentiré: no los encontré de pura casualidad. En realidad fui enviada por Ikora para observarlos y darle informes a la Vanguardia.
Un disparo fue efectuado por Kelso, más la hechicera lo evadió utilizando una vez más fugacidad.
—No se preocupen —dijo desde lo alto de un risco —. Si quisiera todos ustedes estarían de camino a la Torre, pero esas no son mis intenciones. —Nuevamente utilizó tal habilidad de teletransporte para quedar a un lado del Titán y observar aquel brazo Vex. —. Y lo que busco, más que nada, es conocimiento.
La hechicera caminó de vuelta a Kelso, desapareciendo en el acto su oscuro casco y revelando así sus metálicas facciones. Posterior a eso observó al ser de cuatro brazos que se había mantenido quieto en su mismo lugar. El Caído gruñó apenas los dos entraron en contacto visual.
—Si quieren podemos intercambiar información, así los dos estamos al tanto de todo. ¿Qué te parece? —indicó la Exo ahora mirando al cazador, quién claramente parecía ser el que lideraba el grupo.
Eros se acercó hasta Kelso para después decirle en un susurro que el espectro de la hechicera ya había transferido cierta información a su base de datos. Pronto el cazador enfundó su arma y asintió en señal de aceptación.
—Excelente. Sabía que podíamos llegar a un acuerdo —habló ahora menos severa —. Se pueden dirigir a mí como Vrakliks —se inclinó para efectuar por completo un saludo.
El Caído avanzó hasta ella, hasta que fue interrumpido por el cazador que en un tronar de dedos hizo que el espectro lo aprisionara una vez más con los gruesos cables ahora un poco más desgastados. Vrakliks se apresuró a levantarlo con una expresión molesta en su rostro.
—Lo tratan como un animal —se quejó, después exigiendo con la mirada que fuese liberado.
—Ah... ¿Y acaso no lo es? —preguntó Kelso de vuelta.
Vrakliks negó con la cabeza.
—¿Qué les parece si vamos a un lugar seguro para hablar sobre eso?
La Exo invocó su colibrí y se llevó al Caído consigo para que los otros dos guardianes la siguieran. Y así fue hasta que ingresó por una oscura cueva.
Eros apareció sobre el hombro de su guardián para iluminar su camino mientras que Félix le seguía detrás. Conforme se fueron internando en ese oscuro lugar, poco a poco se encontraban con fuentes de energía y cables dispersos por los suelos. Daba la impresión de que ese lugar era en el que la hechicera podía trabajar sin ningún problema o intervención de alguno de los enemigos declarados del Viajero. Muy parecido al alojamiento del Buen samaritano de Venus.
—¿Qué sabes del nuevo Kell? —preguntó la hechicera en la lejanía.
—Sólo que asesinó al mío y así asumió el control —respondió otro con una voz ronca y algo aterradora.
Cuando Kelso y Félix finalmente llegaron pudieron ver cómo Vrakliks atendía al Vándalo como un conocido, previamente liberándolo y ahora dándole Éter.
Un espectro con una carcasa muy parecida a un Sirviente se acercó hasta los dos guardianes que recién llegaban para examinarlos y tener un registro de los mismos.
—Oye, Li —dijo después, hablándole a su compañera.
La mencionada se giró a su espectro.
—Muy bien, les pediré no tocar nada —indicó a sus visitantes —. Todo está meticulosamente ordenado y es muy importante que se mantenga así.
Félix observó hojas con símbolos semejantes a la de los Caídos y uno que otro dibujo sobre una mujer joven y un Eliksni, todos estos pegados en la rocosa pared.
—Son sus memorias... —dijo en voz alta apenas llegó a tal conclusión.
La Exo de inmediato alzó su vista al titán en cuanto escuchó su comentario, atenta a cualquier otra cosa.
—Por eso tiene gran valor para mí. Tengo que recordarlo todo de una forma u otra —confirmó Vrakliks.
—Pero hasta la pared pronto quedará corta —agregó el titán.
La hechicera asintió. Todas sus memorias resultaban ser difíciles de mantener en su cabeza y era por sólo porque, como Exo de primeras generaciones, su capacidad de almacenamiento para todos sus recuerdos estaba reducida y una vez que llegaba a su límite se tendría que someter a un reinicio. En pocas palabras sería como volver a nacer.
Kelso iba a sacar el tema si te la información recibida hasta que Eros se le adelantó:
—Ese Kell de Kells que tus informes mencionan, ¿es... cómo Sköllas?
Vrakliks no respondió nada. En realidad no lo sabía con certeza.
—Si lo fuera lo habría detenido yo misma, pero no sé quién es y qué intenciones tiene —indicó, mirando después al Caído —. No quiero simplemente interrumpir la unificación de las Casas.
—¿De qué lado estás? —cuestionó Félix.
El titán ya sospechaba aquella fascinación por los Eliksni de parte de la guardiana. Y como todo, a cierto punto podría resultar peligroso.
—Es como si yo preguntara si eres más Vex que hombre —respondió Vrakliks a la defensiva.
Pero claro que ella también había notado la extraña apariencia del titán, era imposible de no observar. Sobre todo por lo sorprendente que es ver casi dos razas fusionadas.
—Entonces esa es la amenaza que nos trató de advertir aquel espectro —concluyó Kelso retomando el tema.
El caído avanzó lentamente hacia un dibujo detallado sobre el Viajero.
—¿Para quién? ¿Para tí o la Gran máquina? —inquirió, pronto tornándose hacia los otros dos guardianes presentes ahí.
Félix quedó sin habla al momento de escuchar al Caído hablar nuevamente. Parecía que no se le podía complicar comunicarse con quiénes son sus enemigos desde que tiene uso de la razón.
—¡Bien! Parece que al fin tenemos lo que buscamos —mencionó Eros tratando de evitar cualquier tipo de confrontamiento.
El espectro confiaba en que Zavala podría enviar a más de una escuadra a detener tal amenaza. O ellos podían tomar tal responsabilidad y que nunca se supiera del enemigo y su participación.
—No es así —alegó el Caído —. Ustedes no tienen nada en realidad.
Kelso trató de avanzar hasta el Eliksni lo más que pudo, pero para su mala suerte la hechicera estaba en su camino.
—¿Cómo que no? —casi gritó.
—¡Planeaba descifrarlo, escorias! —El Caído también se puso histérico. —. La espectro se iba a encargar de eso, hasta que me capturaron.
Eros se acercó a él completamente preocupado.
—Espera, ¿qué espectro? ¿Y por qué no dijiste nada?
El Eliksni lo observó también.
—Creí que por la forma de hablar y actuar del humano se trataba de uno de esos descarados renegados.
Kelso dio la vuelta negando sucesivamente con la cabeza. Todo su camino se basaba en cruzar de un obstáculo a otro sin llegar a obtener algo de lo que busca desesperadamente.
—¡Maldita sea! —Kelso finalmente explotó, seguido de volver a dar la vuelta para encarar con rabia y frustración al ser de cuatro brazos. —. ¿Crees que es fácil lidiar con tus monstruo-amigos, mismos de los cuales nos arrinconaron hasta la sombra del Viajero?
—Te quejas de un privilegio que tienes. ¡Es absurdo! —El Caído contestó con casi toda la misma rabia.
—¡Basta! —Vrakliks clamó con toda la autoridad que tenía en ese lugar. —. Aún tenemos tiempo para llegar hasta la espectro. ¿Dónde está? —inquirió girándose a su invitado de honor.
El Caído contestó en su dialecto, refiriéndose a la Tierra como el lugar a donde tenían que dirigirse. Nomás la Exo señaló que hacer y cada uno lo acató; Kelso no fue la excepción a pesar de haberse negado a que su prisionero ahora viajara con la hechicera. Pronto los dos guardianes tomaron sus lugares. Eros se acercó al titán e hizo que nuevamente estuviese atado, pero sólo de las manos. Al Insomne no le quedó más que sentarse y esperar.
—¿En serio? —preguntó viendo al espectro y su guardián.
—No lo tomes a mal. Sólo es por si acaso —replicó Kelso conduciendo cerca de la nave de la hechicera.
Ambas naves se internaron al agujero de gusano por sólo trece minutos, eso gracias a la distancia entre la Tierra y Marte. Si se encontrasen en Mercurio el tiempo estimado derivaba entre treinta minutos o una hora. Una vez Kelso entró en la atmósfera de su querido planeta hogar, un viejo transmisor comenzó a titilar.
—¿Cómo...? —preguntó el cazador completamente sorprendido.
Eros accedió al transmisor para entender la sorpresa de su guardián. Una vez hecho la imágen en vivo de Cayde-6 fue proyectada a un costado de los controles del transporte, así como su voz fue escuchada por toda la nave:
—¡Ajá! Yo te enseñé eso —clamó orgulloso —. Y lo hice bien.
Kelso hizo un pesado suspiro, pronto mirando directamente a su espectro como reprimenda por curiosear. Claro que había utilizado una técnica de su mentor para no quedar tan completamente desconectados.
—Que bien que te encuentro. Sabes, no me dejaste decirte nada más antes de que te fueras como todo un "lobo solitario" y eso... —Cayde hizo una pausa en cuanto vio que a espaldas del cazador se encontraba otro guardián atado. —. ¿Eso es a lo que se refería ese hechicero?
—¡Sí! —respondió Félix de inmediato.
—¡No! —negó el espectro nervioso.
—No, no. No es nada —tambíen se negó Kelso, e igual que su espectro prefirió fingir locura.
Cayde los miró severamente un par de segundos hasta que su importancia se disipó al encoger los hombros seguido de un meh, una señal de que el cazador podía hacer lo necesario para cumplir cualquier misión fuera de su vigilancia.
—Ikora dice que me tome las cosas más en serio, y a decir verdad, eso no va conmigo. Aún así, esta será la excepción —carraspeó deseando poder escucharse como Ikora y su puesto lo exigía —. Quiero un informe completo sobre los Caídos. Es para hoy, cazador.
Kelso hizo un flojo asentimiento antes de que la Vanguardia de cazadores se desconectara.
—¿Qué podía esperar de Cayde? —siseó el titán de allá atrás.
—Nada —replicó Kelso.
Eros se mantuvo revoloteando por toda la nave ordenando la información que pedía Cayde. Claro que era algo que debía de hacer Kelso, pero prefirió tomar la iniciativa para evitarse problemas más adelante. Una vez que terminó, enviando más mentiras que hechos verdaderos, se movió hacia el otro pasajero que seguramente padecía de insomnio. O al menos eso era lo que el espectro suponía porque no había visto al titán dormir en más de veinticuatro horas.
—¿Cómo sigue tu brazo?
El titán apenas alzó la mirada, como si su estadía en la nave sólo fuese como un ser invisible.
—Estoy bien.
Eros examinó por completo al titán, tratando de destacar detalles que pudieron ser pasados por alto la primera vez que lo hizo. Después prefirió tomar la iniciativa nuevamente para acabar con otro asunto.
—Kelso me ha dicho que te dejaríamos ir si cooperas con algo de información —mencionó el espectro.
—¿Acaso le crees? —indagó.
—No.
Eros ya no sabía en qué creerle a su guardián y en qué no. En los últimos años había cambiado tanto su forma de ser desde que tuvo contacto con la Oscuridad y corrupción de la Luna. Era como si quisiera salvar a todos de las cosas horribles que vio ahí abajo, como una peligrosa obsesión que sólo podía ser saciada si era capaz de dar información a los habitantes de la Torre. Tanto buenas buenas como malas.
—Pero puedes confiar en mi —Eros desapareció aquello que mantenía al titán atado.
Félix movió las muñecas como si no lo hubiese hecho en siglos.
—¿Qué quieres saber?
—Empecemos por tu brazo. ¿Cómo fue que terminaste así?
—Ya lo había dicho —contestó Félix. Al ver que al espectro no le importaba eso, se ocupó de dar más detalles. —. Escapé de la Cámara de cristal con un viejo fusil de pulsos en una mano, y mi espectro en otra, atravesando un portal que me transportó a otro planeta... —hizo una breve pausa recordando el nombre del lugar al que había llegado a parar —. Ío. Otro planeta ocupado por los Vex.
—¿Eso es todo?
—No he terminado, lucecita —alegó el titán acordándose en su lugar —. En Ío llegué a parar en una estructura al que todos llaman como el Piramidión. Todo allí era hostil por lo que, sin la guía de mi espectro, bebí savia Vex creyendo que así pasaría inadvertido ante aquellas máquinas. Ese fue el primer error. Seguí mi rumbo sin saber que, conforme más avanzaba ese lugar, más me condenaba.
Eros siguió atento en todo momento, guardando a la par la historia e información que el titán contaba.
—En el corazón del Piramidión se encontraba una Mente muy poderosa. Me capturó y me torturó con extrañas voces y murmullos que nunca se callaban —la voz del titán se escuchaba con el mismo pavor que describía —. No sabría decir cuanto tiempo estuve allí, pero sí que posteriormente a eso, Xän me salvó... Uso la poca luz que me quedaba para ayudarme a escapar del Piramidión. Después de eso, no volvió a despertar y mi brazo comenzó a presentar esa transformación. Durante muchos años de crear la forma de salir del planeta, finalmente escapé. Luego visité una vez más Venus, y desde ahí supongo que tienes notas.
—¿Por qué la Desconocida parece buscarte?
—Porque ella me guió hasta el Jardín negro, y después hasta Atheon. Ahora me convierto en lo que más odia —susurró comparando sus dos brazos frente a él —. No me sorprendería que me buscara ahora que sé que formo parte de una especie de ecuación Vex.
El espectro aún con la pintura mal aplicada en su carcasa, observó como el rostro del titán parecía volverse cada vez más sombría. Seguro se odiaba a sí mismo por lo que pronto se convertiría.
—Gracias —dijo un poco tímido.
Ponto proyectó una luz sobre las manos del titán, usando tal punto como el receptor de un teletransporte. El espectro esmeralda quedó en manos de su compañero. Mismo del cual lo sujetó con cuidado, viéndolo con cierta nostalgia.
—Yo no podría, ni querría separarme de Kelso por más fastidioso que sea, y estoy seguro que él tampoco lo haría.
Félix sonrió con levedad. Un gesto bastante desinteresado para un espectro que ante todo, siempre vería primero a su guardián.
—Gracias, lucecita.
¡Hola!
Creo ya todos vimos el tráiler lanzamiento de Forsaken, por lo que puedo decir que fue lo mejor que he visto desde El rey de los poseídos!
Me duele la muerte de Cayde a manos de Uldren, pero no se quedará ahí. Ya estoy ansiosa de poder vengar a mi Vanguardia. 👀
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