Capítulo 24: Los héroes también sufren
¡Sudando! Así era como llegaba Ground Zero al hospital. Esquivaba a la gente como podía mientras intentaba abrirse paso por los pasillos del hospital en dirección a la UCI donde estaba su compañero. Inasa se mantenía a su espalda, corriendo tras él con la misma preocupación. Les habían dicho que había salido, pero evidentemente, la palabra "grave" aún la tenía presente.
Cuando llegaron al pasillo de la UCI, Endeavor estaba allí mirando a través del cristal. Se le notaba realmente angustiado y no era para menos, su hijo se debatía entre la vida y la muerte.
Conectado a los aparatos que indicaban su estado de salud y que en este momento, sólo los médicos entendían, Bakugo observó a su compañero tirado en esa camilla. Estaba inconsciente y seguiría estándolo mucho tiempo por la forma en que Izuku le había hablado. Al menos... hoy dudaban que despertase. Inasa, tras él, también reflejó su preocupación al verle, aunque una parte de él suspiró casi aliviado de verle todavía con vida.
— Yo... – se escuchó al otro lado del pasillo la inocente y suave voz de Izuku intentando captar la atención de los héroes – he terminado mi turno. Voy a irme a casa.
Endeavor afirmó con la cabeza pese a que no se giró a mirar a Izuku, estaba demasiado atento a su hijo en esos momentos.
— Gracias, Midoriya – fueron las únicas palabras que Endeavor dejó escapar antes de mirar a Bakugo –. Ve con él. Sigue siendo nuestro trabajo protegerle. Te informaré si hay algún cambio en Shoto. Te lo prometo.
Un segundo fue el tiempo que Izuku mantuvo su mirada en aquel cristal, más concretamente, en el rostro de Shoto y en esa mascarilla de oxígeno que cubría su boca. Estar estable era bueno, aunque seguía preocupándole cómo pasaría la noche y los próximos días. Su estado podría cambiar en una milésima de segundo. Pese a ello, él ya no podía hacer mucho más excepto dejar que sus compañeros revisasen su condición hasta que él volviera a su turno.
Caminó por el pasillo para alejarse del lugar tras fijarse un momento en Bakugo. Él también miraba a Shoto y se notaba a la legua su preocupación, pero tampoco podía hacer nada por él. Izuku decidió salir primero e ir al vestuario a recoger sus cosas mientras Bakugo se despedía silenciosamente de su compañero.
En el vestuario, Izuku, sentado en el banco de madera con su mochila reposando a su lado, terminaba de atarse las zapatillas cuando la puerta se abrió. Bakugo estaba allí, frente a él, en silencio y apoyado contra el marco de la puerta. Izuku supo que algo le preocupaba pero siguió atándose los cordones sin decir nada, esperando a que su compañero dijera las palabras que tanto deseaba soltar.
— ¿Trabajas mañana? – preguntó Bakugo.
— Sí. En el turno de tarde – dijo Izuku sabiendo que, en realidad, Bakugo quería saber si se ocuparía de Shoto, aunque él lo dudaba – pero... no creo que esté en UCI.
— ¿Con quién debería hablar para que te asignasen el caso de Shoto? – preguntó Bakugo.
Aquello sorprendió a Izuku, él sólo era un interino, había tenido suerte de estar por la zona cuando pidieron a alguien para quirófano, nada más.
— No es que puedas hablar con alguien o me lo fueran a asignar – dijo Izuku algo desanimado – los encargados de la UCI son los que se harán cargo de su estado, yo poco puedo hacer en ello – susurró Izuku – posiblemente mañana esté en urgencias de nuevo o puede que en consultas externas, no lo sé.
Bakugo parecía algo decepcionado, así que Izuku sonrió para intentar mitigar su pesar. Era lo único que podía hacer.
— Pero no te preocupes demasiado, todos los que están en la UCI son muy competentes. Saben perfectamente lo que hacen y... se pondrá bien.
— Dijiste que está crítico, que es grave.
— Sí, lo dije.
— Entonces, ¿cómo estás tan seguro de que se recuperará?
— Porque está en las mejores manos posibles y, además, es Shoto – dijo Izuku con una sonrisa – conozco pocos héroes tan cabezones como lo es Shoto o lo eres tú, así que seguro que peleará con todo y saldrá de ésta.
— Vamos, te acompaño a casa – susurró finalmente Bakugo como si pese a saber que tenía que acompañarle, en realidad fuera una gran carga tener que hacerlo. Seguramente prefería quedarse la noche allí junto a su compañero, pero tenía una misión que hacer todavía.
Izuku terminó de atarse los cordones y agarró su mochila para salir tras Bakugo. No quería meter la pata, para ser sincero, era la primera vez que tenía a alguien especial en su vida y aunque no sabía si podía llamarle novio, era lo más parecido a uno, así que simplemente, prefirió mantener el silencio para evitar problemas. Aquel ataque a Shoto había afectado demasiado a Bakugo.
Al llegar a casa, Bakugo se encerró en la cocina mientras Izuku pensaba en algo que decir para sacarle de ese estado de ánimo en el que se encontraba, pero simplemente, las palabras no fluían a su mente.
La cena se mantuvo en silencio y jugaron más con la comida de lo que realmente llegaron a comer. Bakugo estaba preocupado por la situación y, desde luego, Izuku estaba preocupado en conjunto, tanto por lo que había ocurrido como por Bakugo y cómo le afectaba todo aquello.
— ¿Encontraste algo en su casa? – preguntó finalmente Izuku en un intento por hablar de lo que tanto tenía a Bakugo en vilo.
— Signos de que le atacaron – dijo – y que intentó defenderse pero... sigo pensando que conocía a su o sus agresores. Shoto no es de los que abre la puerta descuidadamente, suele saber a quién le abre la puerta y si lo hizo de esa forma tan despreocupada, es porque los conocía y se sentía a salvo. Pensé en Inasa pero la verdad es que ahora también dudo de eso aunque me sigue dando mala espina.
— ¿Crees que Inasa tuvo algo que ver?
— No lo sé. Por una parte, parecía muy afectado por lo de Shoto, pero por otra parte, estaba por la zona, pudo haberlo hecho y fingir luego que había ido a por algo de comer o haber ido después de dispararle sólo para tener una coartada.
Bakugo observó a su chico por un segundo. Él parecía dudar de sus palabras por alguna razón que no comprendía, sin embargo, prefirió abandonar el tema y tras ponerse en pie, agarró la muñeca de Izuku y tiró de él para levantarle de la silla y llevarlo hasta el sofá. Con un suave empujón sobre su pecho, lo lanzó al sofá. Izuku estaba sorprendido al verse allí, más cuando Bakugo se tumbó encima de él y unió sus labios en un arrebato casi de lujuria.
— No quiero hablar más – dijo sin más Bakugo quitándose la camiseta para volver con rapidez a los labios de su chico.
¡Sexo sin más! Era obvio que Bakugo no estaba bien, nunca antes habían llegado hasta ese punto de esa forma y era, precisamente, porque Bakugo quería quitarse de la cabeza a su compañero y, evidentemente, no le era posible. Con un sonrojo en sus mejillas, Izuku dejó que Bakugo colase las manos bajo su camiseta permaneciendo inmóvil. Fue en ese momento cuando Bakugo se detuvo.
— ¿No vas a decir nada al respecto? – preguntó Bakugo al verle tan inmóvil.
— No. Si crees que esto es lo que necesitas, sólo sexo... entonces estaré bien con tu decisión.
Hablar no era uno de los fuertes de Bakugo, pero cuando Izuku decía frases como aquella, le hacía sentirse todavía peor por querer usarle como una salida a sus pensamientos.
— Joder, me cortas el rollo – se quejó Bakugo tumbándose a un lado de Izuku en el sofá.
— Lo siento – susurró Izuku antes de girarse hacia su chico y abrazarle – lamento haberte cortado, yo sólo... no quiero que hagas algo sólo por hacerlo, por no pensar en otras cosas.
— No quiero pensar en Shoto y lo que ocurre. El sexo me ayuda a distraer mi mente.
— Y estoy bien con ello, en serio. Sé que no eres de hablar las cosas ni de dejar salir cómo te sientes. No pasa nada. Yo siempre estaré aquí para ayudarte como pueda y si lo que quieres es sexo... entonces está bien.
— Eres un maldito idiota – se quejó Bakugo antes de hundir su rostro en el pecho de Izuku y dejar escapar por primera vez en mucho tiempo, las lágrimas que deseaban salir al sentirse impotente ante la situación – pero... de ti, lo quiero todo – susurró, agarrando sus manos con fuerza a la camiseta corta que aún tenía puesta Izuku.
Sin pronunciar palabra, Izuku dejó que Bakugo llorase en su pecho. ¡Los héroes también sufrían! Quizá lo hacían más incluso que él que era un sin quirk. Las expectativas sobre sus hombros, las culpas por no llegar a tiempo a los rescates, la impotencia que sentían cuando fracasaban o sentían que lo habían hecho... era terrible.
***
¡Atónito! Así se quedó Inasa al entrar en su agencia y no conseguir encontrar a sus compañeros. Desde luego, estaban sus superiores y muchos otros de sus compañeros, pero ninguno de los que habían estado tramando esas bromas pesadas contra Shoto.
Sólo había un sitio donde ir a mirar... el antiguo almacén de los suburbios en la zona exterior de la ciudad. Allí era donde solían ir a entrenar todos ellos y donde pasaban la mayor parte del tiempo libre tomando algo de sake o cervezas, allí planearon todo contra Shoto y aunque él decidió salirse de ese plan tras empezar a trabajar con Shoto, algo le decía que aquel atentado no había sido fortuito. No quería creer que hubiera podido llegar tan lejos, pero no podía evitar pensar en ellos como la primera opción.
Poco tardó en llegar al lugar. Su viento y el haber estado durante esas semanas persiguiendo a Shoto le habían hecho aumentar su velocidad para poder alcanzarle, ahora controlaba mucho mejor las corrientes de aire ascendentes, aunque seguía pensando que era mucho más fácil cuando seguía a Shoto por el aire caliente que dejaba tras de sí y él podía aprovechar.
Tras la gran puerta de metal se escuchaban voces. Inasa reconoció un par de ellas, las dos que hablaban con mayor intensidad, así que abrió la puerta y accedió al interior. Quería hablar seriamente con ellos y lo más calmado posible, aunque la verdad era que estaba enfadado, mucho. Su rostro y su mirada le delataban pero también sintió esa misma intensidad sobre él. Ellos también parecían estar enfadados.
— ¿Qué coño haces tú aquí? – preguntó su compañero lleno de ira, cargando contra él y agarrando el cuello de su camiseta con fuerza –. ¿No has tenido suficiente con la que nos has liado?
— ¿La que os he liado? ¡No me jodáis! ¿Qué narices habéis hecho? Shoto está en el hospital.
Una voz detrás se escuchó con mayor suavidad y aunque parecía molesto, también daba la sensación de que su preocupación era mayor al enfado.
— ¿Cómo está?
Aquello detuvo momentáneamente la discusión de todos.
— Grave, muy grave – dijo Inasa – le han operado de emergencia y ahora mismo está estable en la UCI, pero... – no quiso continuar dando las malas noticias –. ¿En qué pensabais para hacer algo así?
— ¿Nosotros? ¿En qué pensabas tú? ¡Joder! – se quejó en chico que todavía mantenía sujeta la camiseta de Inasa – tú nos diste esas armas, dijiste que eran de pintura, nos escribiste todo el plan.
— Yo no escribí nada y mucho menos compré armas, ni reales ni de pintura – se excusó Inasa antes de suspirar y quitar con brusquedad las manos de su compañero de su camiseta – vale, vamos a calmarnos todos un momento y empecemos desde el inicio. ¿Qué ha ocurrido?
— Sí, claro, como si ahora fuéramos a confiar en ti después de la que nos has liado – se quejó el compañero.
— Me lo podéis explicar a mí o a Bakugo y os aseguro que Bakugo será menos agradable que yo en estos momentos.
Escuchar el nombre de Bakugo puso en alerta máxima a todos. Desde luego, Bakugo no se caracterizaba por ser diplomático, él arrasaría con todos incluso antes de preguntar y más tratándose de la salud de su compañero.
— Vale, toma asiento, esto llevará un rato – acabó aceptando su compañero.
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