Capítulo 12: Descontrol
La piel de Izuku era suave y atrayente. Para Bakugo, se convertía en todo un suplicio tener que alejarse de él y por más que lo pensase, las yemas de sus dedos se rehusaban a hacerlo. Acababa de terminar de vendarle la mano, pero sus dedos bajaban por la palma del chico con suavidad, acariciando cada centímetro de ella en dirección a sus dedos. Era simplemente electrizante.
Aquellos ojos de un color verde como la esmeralda eran preciosos. Ver su cabello revoltoso provocaba una sonrisa en su rostro que le hacía agachar la mirada hacia las pecas infantiles del puente de su nariz. Era una imagen realmente hermosa que impedía apartar sus ojos de los de Izuku. Ese sentimiento... él jamás había sentido algo semejante. Su mente gritaba que debía contenerse, pero su cuerpo se movía por sí mismo. Por un instante, Bakugo llegó a tener la plena confianza de que eso podía significar que se estaba enamorando. ¡No! Él no podía enamorarse, no debía hacerlo y, desde luego, se negaba a aceptarlo.
Izuku se perdió en los ojos de Bakugo. Sus manos temblaban presa del nerviosismo y el frío. Todo su cuerpo estaba congelado y tembloroso, pero no podía evitar estar allí frente a su héroe favorito. A él no podía negarle absolutamente nada. Estando a su lado, toda realidad se distorsionaba como si fuera un simple sueño.
¿Qué sentía realmente por Bakugo Katsuki? Esa pregunta rondó por su cabeza muchas veces esos últimos días. Siempre pensó que era simple admiración, pero después de lo ocurrido la última noche, quiso creer que no era sólo eso. Ese mismo día, sintiendo la felicidad más absoluta cuando escribió su número de teléfono en el póster que llevaba para obtener su firma, supo que se estaba enamorando y eso era un problema. Un héroe como Ground Zero jamás se fijaría en un sin quirk. Él sólo sería un juguete pasajero y pensar en ello le hizo sentirse melancólico y, a la vez, casi afortunado por poder tenerle de esa manera un par de veces. No demasiados tenían la oportunidad de estar así con él incluso sabiendo que sería por un corto espacio de tiempo.
— ¿Izuku? – preguntó Bakugo al ver que no apartaba su mano, sino peor aún, cerraba sus párpados disfrutando aquel contacto.
— Sé que esto es... – Izuku pensó la palabra sin saber cómo decirlo – deshonroso para ti. Soy un sin quirk, no tengo nada especial, pero me siento afortunado de que hayas elegido estar esta noche aquí conmigo.
— ¿Por qué crees que me puedo sentir así? – se preguntó Bakugo – no creo que haya nada malo en ser un sin quirk. Has luchado más que cualquier otro y has tenido que superar muchos más obstáculos que otros. No quiero verte desanimado. Eres un chico muy especial.
— Sabes que esto no puede funcionar, ¿verdad? – preguntó Izuku con una sonrisa melancólica –. Tú eres un héroe y en un futuro querrás formar una familia, tener tus propios hijos con poderes y... esto que vivimos ahora quedará en el olvido.
— Prefiero no hablar del futuro. Estamos aquí en este preciso momento y lo único que quiero es estar esta noche a tu lado. Mañana será otro día.
Izuku elevó la cabeza para observarle. ¡Sí! ¡Aquello sólo era una aventura pasajera! Cuando se cansase o se le pasase la excitación por poseer a un sin quirk, aquello terminaría. Eso era lo que Izuku tenía en mente y, a la vez, por algún motivo desconocido, pese a saber que acabaría sufriendo en el futuro, no podía parar aquello.
Bakugo, en cambio, estaba desconcertado al ver esa expresión de tristeza en sus ojos pero una sonrisa inocente en sus labios. No estaba seguro de qué pasaba por la mente del estudiante de medicina, pero él seguía acariciando con su pulgar la palma herida de Izuku. Se preocupaba por él, por su estado de salud.
Por un instante, Izuku se preguntó qué ocurriría si se dejaba llevar por sus emociones, por esos sentimientos que le invadían. ¿Le correspondería ese chico? ¿Estaba en lo correcto al hacer algo así? Todo en su vida era una carga para él, ya no aguantaba más, necesitaba un respiro de todos los problemas, necesitaba descansar y sentirse querido y valorado aunque sólo fuera por un tiempo. Sentir que podía ayudar a su héroe favorito aunque fuera algo tan insignificante como ofrecerle sexo, era suficiente para él. Sólo quería ser de ayuda para su héroe y quedarse con la sensación satisfactoria de que, al menos, pudo estar con él algunas noches.
No pudo evitarlo. Con rapidez, las manos de Bakugo se colocaron tras la nuca del menor y unió sus labios a los de Izuku. Prácticamente estaban a la misma altura, sentados cada uno en una de las sillas de la cocina.
Era la primera vez que Bakugo sintió miedo a ser rechazado, pero no fue así. Izuku le correspondió de la misma forma en que lo hizo la noche anterior pese a que, esta vez, ninguno había bebido. Hacía mucho tiempo que no sentía un miedo semejante, hasta su cuerpo temblaba.
Tras el primer contacto y ver que Izuku sólo le correspondía, quiso alejarse levemente para tomar perspectiva de lo que ocurría. ¡Era suficiente! Había metido la pata, ese chico era un sin quirk con baja autoestima y él lo estaba llevando al límite. Quizá no sentía nada hacia él, sólo le seguía el beso porque él era un héroe y creía que eso era lo que tenía que hacer por él. Quizá sólo era admiración y nada más.
Sus labios se separaron apenas unos milímetros y fue suficiente para que Izuku los atrapase de nuevo. Su beso fue tan pasional que la cabeza de Bakugo se movió unos centímetros hacia atrás. Fue toda una sorpresa ver reaccionar a Izuku de aquella forma tan salvaje y pasional.
Izuku sintió las manos de Bakugo posarse en su cintura e impulsarle hacia arriba para ponerle en pie. Bakugo se sentía como un adolescente con ese chico.
Caminaron con tropiezos, Izuku caminando de espaldas hacia la encimera de la cocina sin soltar los labios del héroe que ahora parecía poseído por sus más bajos instintos. Izuku no podía creerse lo excitado que se encontraba en ese momento. Jamás había sentido algo tan fuerte, ni esas ansias por sexo. No podía entender el motivo, quizá porque era uno de los héroes más deseados y admirados del momento, quizá porque ya había probado el sexo con él y deseaba sentirle de nuevo o puede que fuera una mezcla de todo, pero le excitaba como nadie. Bakugo tenía algo que no había visto en nadie más.
Las manos de Izuku se deslizaron por los musculosos brazos del héroe y la camiseta de manga corta oscura que llevaba Bakugo se deslizó por su cuerpo en cuanto éste la agarró de la nuca tirando de ella. Bakugo la lanzó al suelo mostrando su trabajado abdomen al descubierto.
Los truenos de la tormenta que acababa de iniciar hacía poco rompían el silencio de aquel tormentoso día. Llovía con fuerza, pero, aunque Izuku siempre se asustaba fácilmente de los rayos y los relámpagos, hoy no tenía miedo alguno estando entre los brazos del héroe.
¡Estaba excitado! Demasiado como para pensar con claridad. Jamás había pensado que acabaría haciéndolo en la propia cocina. Ese héroe había movido todo en él hasta sus cimientos. ¡Lo deseaba! Hasta el punto de cometer esa locura sabiendo que sólo sería una aventura pasajera.
En la casa de Izuku, con los móviles alejados, sabían que nadie les interrumpiría, nadie sabría jamás lo que esas paredes callarían y quizá por eso, ambos se habían dejado llevar por esa extraña atracción que sentían el uno por el otro.
Un leve gemido brotó de los labios de Izuku cuando las manos del héroe agarraron con fuerza sus nalgas para subirle en la encimera de mármol. Todos sus movimientos eran rápidos, precipitados, fogosos... cargados de pasión y salvajismo. Entre aquellos movimientos, la camiseta de Izuku desapareció cayendo al suelo junto a la de Bakugo.
Los dedos de Izuku agarraron con fuerza el cabello rubio del héroe, consiguiendo enredar sus dedos en él con pasión. Un jadeo escapó de la garganta de Izuku antes de arquear la espalda tras el mordisco que Bakugo dejó en su cuello y el lóbulo de su oreja.
Ante aquel lascivo pero divertido mordisco, Izuku atrapó las mejillas del héroe con cierta presión y unió sus labios con pasión. Ni siquiera entendía el motivo para estar tan excitado con él. Hacía años que había renunciado al amor y entonces... aquí estaba, dejándose llevar por sus impulsos con uno de los héroes más cotizados del momento.
Los ágiles dedos del héroe abrieron con rapidez la bragueta del pantalón de Izuku y éste alzó ligeramente el trasero de la encimera para facilitar que le quitase el pantalón.
Bakugo bajó su propia bragueta, liberando así su erecto miembro que clamaba por salir de la prisión del pantalón. Sus besos cada vez eran más fogosos y sus cuerpos, que antes temblaban por la excitación, empezaron a entrar en calor gracias al roce de sus cuerpos.
Un ligero roce provocó un escalofrío que recorrió todo el cuerpo de Bakugo. Un roce de las yemas de Izuku sobre la punta de su miembro que le hizo estremecerse por completo. Su mano temblaba y se notaba lo tímido que era para agarrar su miembro, sin embargo, lo hizo con suavidad, moviendo su mano sobre toda la longitud y provocando ahogados suspiros que se perdían en la profundidad de su boca.
Bakugo no quiso quedarse atrás, llevando también su mano a la boca del estudiante y colando un par de dedos en su interior. Un rubor surgió en las mejillas de Izuku, sin embargo, la lengua de éste jugó con sus dedos ante el rubor que también subió a las mejillas de Bakugo al presenciar cómo los lamía. ¿Cómo no hacerlo al ver algo así? Pese a que Izuku mantenía los ojos cerrados por la vergüenza, Bakugo disfrutaba de aquella visión.
Bakugo apartó sus dedos al sentir bastante saliva en ellos y los llevó hacia la entrada de Izuku. Tomando una de sus piernas, la colocó sobre su hombro para tener mayor accesibilidad y coló con lentitud el primero de los dedos. Apenas lo hizo, un adorable gemido salió.
Los truenos seguían sonando fuera y las contraventanas de madera vibraron por el fuerte vendaval, pero allí dentro, los dos se centraban en sus caricias, en los apasionados besos.
Bakugo entró en su interior en cuanto lo sintió suficientemente lubricado. Su movimiento, lento al principio por sentirlo demasiado apretado, fue intensificando a medida que su cuerpo se adaptaba y se abría para él.
La cocina se llenó de jadeos, gemidos y respiraciones entrecortadas del placer en el que ambos se hallaban inmersos en mitad de esa noche tormentosa, en medio de los sentimientos que habían dejado aflorar y que eran incapaces de reprimir. Sus movimientos se intensificaban. Bakugo aumentaba el ritmo e Izuku movía sus caderas buscando mayor placer, hasta que los dos estallaron en el placer absoluto dejando escapar unos vergonzosos jadeos que hasta el momento habían tratado de reprimir.
Necesitaban un momento de reposo, sin embargo y pese a que Izuku echó la espalda atrás apoyándose sobre las baldosas de la pared, Bakugo acercó su cuerpo, acariciando la mano herida con delicadeza y preocupación. ¡Una locura! Era una locura... Bakugo pensaba que enamorarse de un chico sin quirk era malo; Izuku, en cambio, pensaba que jamás sería suficiente por no poder ofrecerle un futuro a ese chico, sin embargo, los dos sentían que aquello se escapaba de sus manos. Una atracción demasiado intensa que les haría caer en esa locura mil veces.
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