5. Desde que te fuiste...
POV EUNWOO.
Llegué a mi casa, fue un día agotador... desde la mañana nada había funcionado y me sentía frustrado, solamente quería ver a mi bebé, era la única cosa en el mundo que podía animarme.
Entré y todo parecía en completa calma, hasta que vi bajando por las escaleras de mi casa a... Yoon Sanha, amigo de Moonbin. ¿Qué estaba haciendo en mi casa?
Lo miré con evidentes interrogantes, el se quedó paralizado unos escalones antes de terminar de bajar, miró en diferentes direcciones, fijó su vista en sus antebrazos y bajó disimuladamente las mangas de su camisa, luego se acercó hasta donde estaba yo.
—Hola. —Saludó serio, más serio que las ocasiones en que estábamos con Bin.
Miré escaleras arriba, quería ver a Dong Min. Luego regresé mi vista a él.
—¿Qué haces en mi casa? —Pregunté a la defensiva y él soltó una risa incrédula, lo vi pasar su lengua por la mejilla interna y... obviamente debe estar pensando que soy un maleducado.
—Acabo de dormir a Dong Min, recogí su habitación y... ahora que ha regresado, me voy.
Caminó a los sillones que estaban detrás de mí, tomó su mochila y se dirigió a la entrada. Sus palabras se quedaron sonando en mi cabeza. ¿Dormir a mi hijo?
—Alto. —Dije y se detuvo con aparente fastidio. Se giró y alzó sus cejas como diciéndome ¿qué quiere? —Estabas... ¿cuidando a mi hijo? ¿por qué?
—Su madre pidió que alguien lo hiciera y... aquí me tiene. —Respondió con sequedad—. ¿Puedo irme?
Asentí, pero quería disculparme, aunque mis palabras no salieron, solamente vi como hizo una ligera reverencia y salió sin decir adiós.
Cuando tengo malos ratos puedo llegar a ser un verdadero idiota...
Decidí despejar mi mente de Yoon Sanha y subí hasta la habitación de mi bebé. Una vez estando dentro, pude darme cuenta de que era verdad lo que el chico me acababa de decir, el cuarto estaba impecable, cada juguete en su lugar, la ventana brillaba de limpia y el olor era demasiado delicado y dulce.
Me acerqué a Dong Min y ahí estaba durmiendo plácidamente boca abajo, con su chupón. Sonreí y acaricié su diminuta espalda, le di un pequeño beso y una caricia en su cabecita y salí de ahí.
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POV SANHA.
Vaya recibimiento... no puedo creer que solamente me haya dicho "¿qué haces aquí?" un "hola, ¿qué tal?" no habría estado nada mal.
Bufé y seguí pateando la pequeña piedra que se me atravesó. Como si las cosas no pudieran ponerse peor, sentí que algo me mojó el rostro... agua...
Miré el cielo y empezaron a caer más gotas de agua, miré a mi alrededor buscando un refugio y corrí hasta una tienda de conveniencia.
Ingresé y me puse a ver lo que vendían, no sé, como que tenía hambre...
—¿Sanha? —Escuché una voz y me giré al reconocerla.
—Yeon... —Susurré y sentí mi voz cerrarse. Tomé la bolsa con los bocadillos y me quedé mirándolo.
—Mucho tiempo sin verte... ¿cómo...cómo has estado? —Me miraba como preocupado y feliz a su vez.
—Bi-bien. —Abrí mis ojos intentando que no se acumularan lágrimas—. ¿Tú qué tal?
Ambos pagamos y salimos, se ofreció a llevarme a casa y de ese modo compartíamos auto nuevamente, después de... bastante tiempo...
Los recuerdos estaban bombardeándome nuevamente, esos días en el auto de Yeon en la parte trasera con otra compañía que ya no existía, las risas de los otros dos chicos al frente haciendo bulla junto con la mía y la de él... los momentos en los bolos... en el bar, en la preparatoria e inicios de universidad, en aquella bodega abandonada, en el centro comercial...
Era lindo, pero doloroso.
—He estado bien. —Dijo de repente, cuando le pregunté cambió el tema diciéndome que me llevaba a casa, apenas se dispuso a responder.
—Me alegra saberlo.
—Tú... ¿en verdad estás...?
—Bien, estoy bien, Jun...
Miré a la ventana, observando cómo caían esas gotas en el vidrio. Yeon no dijo una palabra más, formó un ligero puchero con sus gruesos labios y fijó su vista en la carretera.
Su gusto en música no había cambiado nada los últimos años por lo que noté, lo único que veía diferente en él ahora era su cabello que, dejó de ser amarillo para ser negro, su vestimenta seguía siendo tan a la moda como siempre, su colonia olía delicioso también...
—Gyu... él ¿cómo ha estado? —Me animé a preguntar, sinceramente, me interesaba saber cómo habían continuado todo después de...
—Bueno... —Sonrió cabizbajo—. Él está más tranquilo ahora, sigue teniendo pesadillas, pero está mejor. Estoy seguro de que cuando le cuente que me encontré contigo se alegrara mucho, siempre te tuvo demasiado cariño.
Esa ultima frase me traía más recuerdos. Yo me había hecho novio de su hermano y en un inicio Beom se mostraba negativo ante la idea, siempre dijo que yo no debería estar en su mundo, que éramos polos opuestos, pero con el tiempo las cosas cambiaron al grado de que ya después no se separaba de mí y sus muestras de cariño conmigo eran muy evidentes, siempre me defendía y se ponía de mi lado, era como un pequeño hermano menor protector. Gyu era muy adorable y... me dolía pensar en que siguiera mal después de aquello. Era un alivio saber que estaba mejor ahora.
—Me encantaría verlo, ¿puedes darme tu teléfono y el suyo?
—Claro. —Aparcó frente a mi casa y sacó su celular. Intercambiamos números y antes de decir algo más el golpe en la ventanilla del auto de Yeonjun nos sacó del ambiente agradable.
Ahí estaba mi madre, con rostro furioso, exigió que abriera la puerta y me jaloneó del brazo. Yeon bajó por su lado alarmado, él nunca había visto de esa manera a mi mamá.
—Señora Yoon, tranquila. —Dijo intentando que me soltara.
—Vete de aquí Yeonjun. Mientras estoy siendo amable. —Soltó mi progenitora—. Siempre te tuve aprecio, pero por favor, desaparece ya, no quiero que Sanha recaiga en...
—Tranquila señora, nosotros ya no...
—No me interesa escucharte, solo vete por favor.
—Te llamo luego Jun. —Dije y tras eso recibí un manotazo en el brazo por parte de mi madre—. Luego nos vemos en otro lugar, lamento este mal momento.
Mi madre me miró aterrada, estoy seguro de que odia la idea de verme con ellos otra vez, porque, según ella, fueron los Choi quienes me llevaron a la perdición...
Yeonjun me sonrió y asintió, él comprendía perfectamente la posición de mi madre, entendía que estaba preocupada y por lo mismo no objetó más y se retiró.
Al entrar en casa ella empezó a sermonearme, mi cabeza empezó a doler... ¿por qué no puedo tener un día de paz desde que te fuiste, Choi Soo Bin?
Me solté del agarre de mi mamá, caminé escaleras arriba y empecé a ignorar su rabieta, le cerré la puerta en el rostro y puse el seguro... me tiré a la cama y cerré los ojos... solamente deseaba que terminara ese día... y todos los demás.
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