-¿Sabes cuanto dolor le causaste? Acaso, ¿tienes idea de las noches que no pudo dormir pensando en ti? –negó frunciendo el ceño- No, no la tienes.

-Soy un desgraciado…

-Claro que lo eres, maldito… ella jamás fue tan amable, ni tan sonriente, ni tan feliz… -cada una de sus palabras conseguían clavar mil puñales sobre pecho.

Miles de recuerdos que me encargué de volver en matices grises y dolorosos para ambos, pero por sobre todo, para con ella. 

-Lo siento…

-No lo hagas. –negó varias veces- No conmigo, no soy la mas débil ¿sabes?

Negué- No pretendía…

-Amo a mi amiga. –sus ojos se volvieron un tanto brillosos- Por ello, amaré todo aquello que sea mejor para ella… y tú ya no entras ahí. Asi que, soy yo quien lo siente.

-Eunbi… -intente acercarme pero se alejó, pude observar aun por detrás suyo, como sus manos se direccionaban hasta sus ojos.

Tanto daño logré hacer con mis estupidas desiciones… ¿cómo no pude verlo antes?