Capítulo 6

Sakura y Loke se encontraban solos. No sabían dónde estaban, ni qué les había pasado. Solo permanecían ahí.
Sakura intentó levantarse, pero no lo logró. No sin que el pelinaranja le ofreciera su hombro para apoyarla en él y así caminar con su ayuda.

—¿Qué es este lugar?—preguntó la pelirosa, observando cada detalle de dónde se encontraba. Era un bosque, pero Loke no podía reconocerlo. Estaban lejos de Fairy Tail, de eso no había duda—. ¿Dónde están todos?

—Lucy está bien, está viva—informó el león. Era la única información que podía saber, y todo gracias a que la rubia era su maga estelar—. No sé qué ha ocurrido, pero debemos salir de aquí.

Al dar un paso más, la Haruno se quejó de su tobillo. Y es que era normal. Ningún milímetro de su cuerpo no tenía ninguna herida. Exagerando un poco, claro.

—¿Qué ocurre?—Loke se arrodilló para ver las sandalias de la Haruno. Colocó sus dedos en el pie de la chica para inspeccionar sus heridas—. Tu tobillo está torcido.

—Shannaro, ¡ya lo sé!

Una pequeña sonrisa salió de Loke. ¿Shannaro? ¡Pero qué chica más rara! Aun así, no era tiempo de pensar en cómo era ella.
Para el león le sería fácil volver con Lucy, pero no dejaría a Sakura sola aun que tuviera que exprimir todo su poder. Debía proteger a aquella chica, que ni siquiera podía moverse.

—Tendrás que disculparme, no soy Wendy. Lo único que podo hacer es cubrirlo.

Arrancó un trozo de tela de su chaqueta para después hacer que Sakura se sentara en el suelo. Él lo hizo también. Cogió el pie de la Haruno con delicadeza para rodear su tobillo con el trozo de aquella suave tela. Apretó el nudo, cosa que hizo que la Haruno volviera a quejarse con un gran "shannaro" de nuevo.

—Cuando volvamos le diré a Wendy que te lo revise. Pero ahora debemos hacer algo.

—Gracias, Loke—sonrió.

La sonrisa de la Haruno pudo darle una buena punzada en su corazón.
Loke sintió algo que jamás sintió.

Sakura no se regalaba, ni era su fan. ¡Ni siquiera sabía quién era él! Sin embargo, sabía que ella no lo amaba. ¿Ese era el motivo por el cual a él le gustaba?
Bien, "gustar" quizás era una palabra muy fuerte. Quizás "interesaba" sonaba mejor.

Intentó no mirarla a los ojos. No caer ante aquel color tan deseado, bello, y singular.

Durante mucho tiempo, quizás había estado buscando alguien como ella. Y ahora que la había encontrado, ¿qué debía hacer? Sin embargo, miles de problemas aparecían.
Uno; era un espíritu celestial. ¿Estaba bien tener un romance con alguien?
Dos; Sakura se iría a su casa. Otro mundo distinto al de Earth Land.
Tres; en sus sueños mencionaba el nombre de "Sasuke-kun". ¿Quién diablos era él? Eso para comenzar.

—¿Vamos a descansar?—preguntó la kunoichi al ver que no tenía intenciones de moverse.

Loke se ruborizó. ¿Por qué vio algo en aquella chica? Su destino era quedarse solo. Además, ¡ni siquiera tenía el mismo cuerpo que Lucy!

—Lo necesitas.

Quería decirle que no, decir que no debían de descansar porque quería llegar en cuanto antes. Pero recordó una norma básica para ser ninja: "Estar siempre listo para la batalla". Y desde luego, justo en aquel momento, ella no estaba lista.

Las estrellas se estaban poniendo aquella noche. Había un silencio abrumador. Pero en sus corazones aún existía el miedo de que aquel monstruo le estuviese haciendo daño a sus amigos.
En aquellos momentos no había respuestas. Y por lo tanto, ninguna solución que acatar.

Se arrastró hacia estar cerca de un árbol, donde apoyó su cuerpo. Miró a Loke, el cual, al darse cuenta, dejó caer su lado tímido. ¿Por qué era así?

—Perdimos de nuevo, ¿no?—se lamentó.

—Perdemos a menudo. Lo importante es volver a levantarse.

Se sentó justo al lado de ella, dándole el suficiente espacio para que no se sintiera incómoda. Después, observó su ligera ropa. "Típico de Lucy" pensó el León.
La tapó con la chaqueta que él mismo había roto.

—Gracias, Loke. No estoy acostumbrada a esto...—sonrió, girando su cabeza hacia el lado contrario de él.

Estaba avergonzada, y no sería él quien lo viese.

Por otra parte, el pelinaranja estaba algo curioso. ¿Nadie le había dado su chaqueta a una chica como a ella? Pero por Kami-sama. ¿Quién era ese tal Sasuke? ¿Acaso se comportó muy mal con ella?

—Gracias por salvar a Lucy—agradeció en un tono avergonzado.

Sakura sonrió, aunque Loke no pudiese verla.

—Debía de hacerlo.

—Si te soy sincero...—comenzó a hablar, apretando sus puños. Sus nudillos estaban amarillentos, ¿pero cómo decirlo?—. Gracias a lo que hiciste esta semana me fijé en ti. Tienes algo especial que no puedo ver en otra chica, Saku-chan. Solo en ti. Así que-

Una acción le sorprendió. Sakura había apoyado su cabeza en su hombro.
Sus mejillas se pintaron en un tono bastante carmesí. Su corazón volvió a latir con demasiada fuerza.
Pero ella no era consciente de lo que hacía, ni lo que debería de estar escuchando. Estaba completamente dormida.
Y era el león quien podía verla a pocos milímetros.
Sus largas pestañas, sus mejillas algo sonrojadas, su piel pálida... Claro, había que olvidar las heridas que ella tenía, pero aun así le pareció bastante bella a Loke.
Tan bella que si seguía respirando de aquella forma tan agitada y el mentón rosa que cubría su cara no se apartaba, él se rendiría ante ella.
Haría cosas de las que después podría arrepentirse, ¡Lucy lo regañaría!

No pudo más.
Si aquella era una prueba, estaba claro que había fallado.

Loke se inclinó hacia el rostro de la Haruno. Las estrellas eran el fondo de aquella nueva relación. Porque, tras besarla, Loke sabía que no sería igual. Al menos para él.
Los sentimientos de aquel pelinaranja brotaban en exceso al verla.

Los labios del león se acercaron a los labios de la Haruno; aquellos que seguían algo entreabiertos y tenían un brillo de fresa bastante especial, uno que Lucy le había regalado para verse más femenina.

Pero... Nada.
En todas las historias, antes del primer beso, podría existir una molestia. Un acontecimiento que interrumpía aquella muestra de amor.

Pero en este momento no había nada. Y por alguna extraña razón, Sakura, a pesar de estar dormida, no estaba pensando en Sasuke. Ni en Naruto. Ni siquiera podía recordar nada de esas personas que, para ella, solo eran sombras sin rostros.

La respiración de Loke se agitó. Había dado miles de besos, pero sentía que aquel era el primero. El único.
Finalmente, sus labios rozaron con los de ella. Cerró sus ojos para sentir lo que pronto llegaría.
Y finalmente llegó.
Contactó con los labios de Sakura, sintiendo el sabor a fresa y la suavidad de estos. Sin embargo, aquel beso inesperado venía con sorpresa.

La Haruno estaba despierta, pero mantenía los ojos cerrados. Decidió seguir con aquello. Llevó sus manos a las mejillas de Loke para acariciarlas, sentir que él era real. Después, abrió aún más la boca para darle permiso a aquel león.
Ambos, bastantes ruborizados, siguieron con aquello.

No se puede decir que aquel beso era con lengua, porque había que ir poco a poco. Pero sí que encajaban sus suaves labios como si fuesen rompecabezas que debían de estar unidas.
Que ambas piezas pertenezcan a distintos puzles no significaba que no pudieran encajar. Porque sus labios no estaban destinados, a primeras, a besarse. Pero se besaron. Y por más de un minuto.
Porque cada vez que el beso finalizaba, otro seguía con más pasión que el último.

Las manos de Sakura se deslizaban por el cabello pelinaranja de Loke. La yema de sus dedos notaba cada cabello sedoso y llenos de gomina de él.
Se aferraba a él como si fuese una de las pocas personas que lograba recordar.

Finalmente, fue el mismo líder del zodiaco quien decidió separarse, observando los ojos tan brillantes de Sakura. No se podía creer que ella hubiese seguido aquel beso, y menos, que lo quería.
Porque aquel beso era sincero; había probado muchos de falsos.

—Saku-chan. ¿Qué hay de... "Sasuke-kun"?—preguntó.

Los ojos de Sakura se mantuvieron curiosos, pero seguros. No tenía ni idea de quién era aquel chico que Loke estaba mencionando.

—¿Sasuke-kun?—le sonrió, acariciando con sus dedos los labios de Loke—. No sé quién es, lo siento.

Y no mentía.

***

Sin saberlo habían aparecido en un lugar que desconocían, juntas. Lucy no tardó en levantarse y en ofrecerle a Lisanna su mano para ayudarla.
La Strauss no tardó en aceptar y ponerse de pie, observando los ojos avellana de aquella chica. Estaba decidida; Lucy era su amiga.
La había protegido ante aquella cosa tan terrible que hacía temblar a todos. Pero era el momento de hacerse preguntas. De preguntarse si ese monstruo ya estaba lejos, si Fairy Tail estaba a salvo. Y también... en dónde se encontraban.

—¿Te encuentras bien, Lucy?—preguntó su amiga.

Lucy se quejó en cuanto caminaron, y es que era normal. Su abdomen aún le dolía. ¡Apenas le dio tiempo a recuperarse al cien por cien!

—Siento que si estás así sea por mi cul-

—Eres mi amiga, Lisanna. Obviamente no me iba a quedar de brazos cruzados—sonrió.

La Strauss se conmovió al escuchar sus palabras.
Ella misma se había dado cuenta de que aquella chica no era tal y como la describían antes de llegar ella. Digo, seguía siendo Lucy, pero quizás... un 5% menos alegre que de costumbre.

—Lucy, dime... Tú... sientes algo por Natsu, ¿verdad?

Natsu.

Aquel nombre le sonaba a Lucy. Lo recordaba porque era el chico que siempre se estaba peleando con Gray, además, el Dragon Slayer. Pero... nunca recordó ser tan cercana a Natsu como para enamorarse de él, ¿verdad?
Si le preguntabas que sentía por él, sería nada.

¿Cómo sentir algo por una persona con el que no compartiste ni un recuerdo? Que ella recordara, ni siquiera se habían mirado cuando habían coincidido en el salón de Fairy Tail.

—¿Hablas de Natsu Dragneel?—preguntó bastante curiosa. ¿No era obvio que no?

—Lucy, ¿estás bien? Claro que hablo de Natsu. Él es tu mejor amig-

—No recuerdo nada con esa persona—se sinceró Lucy.

Y muy en el fondo de su pecho estaba sintiendo algo de dolor.

—¿Cómo? ¿Nada de nada?

—Es el chico que siempre está peleando con Gray, ¿verdad? Y además, siempre le acompaña un gato azul.

—Lucy...

Lisanna se lamentó el momento en el que aquella bola impactó en ellas. Ambas habían recibido el mismo daño, pero, ¿por qué? ¿Por qué Lucy no estaba recordando a la persona que más quería? ¿Por qué Sakura tampoco recordaba a Sasuke?
¿Quién estaba jugando con aquellas dos chicas como si fuese un simple títere?

—Algo ocurre en tu memoria, pero Natsu es la persona a la que quieres. ¡Debes recordarlo! Todo el gremio es consciente de tus sentimientos menos él.

—Lo siento, Lisanna...—al ver a su amiga preocupada, colocó sus dos manos en los hombros de aquella chica—. De momento volvamos a Fairy Tail, ¿está bien?

Los ojos azules de la Strauss comenzaron a brillar, y de ellos, comenzaron a brotar pequeñas lágrimas de tristeza.
A ella le gustaba bromear con Natsu sobre el matrimonio, pero solo por un motivo; porque le gustaba ver cómo se ruborizaba, sabiendo que no estaba pensando en un matrimonio con ella, si no, con Lucy. ¡Sí! Aquel chico tan idiota estaba todo el rato negando sus sentimientos, pero en el fondo, ya los había aceptado.
Por lo que, todo lo que estaba ocurriendo era bastante extraño.

El silencio de ambas fue interrumpido por Lucy, quien Loke le habló desde su llave.

—Vamos, Lisanna. Nos juntaremos con Loke y Saku-san—apretó sus manos, que aún estaban en los hombros de la peliblanca—. No llores. Sea lo que sea lo solucionaremos, así que no derrames tus lágrimas.

Lisanna asintió.

Lucy comenzó a correr hacia dónde Loke le dijo, siendo seguida por Lisanna.

Mientras corría, no podía evitar pensar algún recuerdo que tenía con Natsu sobre Lucy.

—¿Seguro que no quieres ir con ella?—le preguntó, una vez que Lucy ya se había ido con Sakura y Happy—. Deberías ir, olvidar la distancia y volver a estar a su lado. A veces no hacen falta palabras ni nada, Natsu.

—Ella merece explicaciones.

—¿Y a qué esperas? Debes actuar—le ayudó la peliblanca.

—Ni siquiera puedo dármelas a mí. ¿Cómo se las daré a ella?

Natsu era un chico bastante idiota en cuanto a romance. Jamás podría admitir de su amor, y ese era el principal problema. ¿Cómo abrirle los ojos a alguien que quiere estar ciego?

Lisanna suspiró.

El destino era cruel con las parejas. Jugaba con ellas. Así que a veces no había que preguntarse: "¿él me ama?" si no: ¿el destino nos dejará estar juntos?"

Porque era así. Te ponía delante a quien amabas. Con solo dos palabras eran suficientes para decirle todo tu mundo de sentimientos. Para decirle todo.
Gritar un te quiero y hacerte escuchar.
Y había oportunidades de estar delante de él y hacerlo, ¡por supuesto! Pero las personas siempre hemos sido cobardes. Todos tienen el valor de decirte groserías a la cara, pero nadie para decirte un te quiero.

Mundo idiota, mundo complicado.

—Destino, no seas cruel—comenzó a susurrar Lisanna, haciendo que sus palabras se las llevara el viento—. Ellos... merecen estar juntos.

—¿Has dicho algo?—preguntó Lucy.

—No, nada de nada.

***

Finalmente el Uchiha había llegado a Fairy Tail. No se sorprendió nada de las cosas que veía. Gente extraña, edificios extraña... Sabía que si no era su mundo sería distinto.
Lo único que quería era encontrar a Sakura y sacarla de ahí, ya sea con el rinnegan o con otro pergamino.
Aunque su chakra no bastaba.
Espera.
Se alarmó.
¿Por qué su chakra no bastaba para crear una puerta hacia otra dimensión?

—¿Se le ofrece algo?— Sasuke observó hacia donde provenía la voz. Una voz rota. Le sorprendió el hecho de que tuvo que bajar la mirada para observar a un enano. 

Estaba lleno de rasguños, y sus ojos mostraban tristeza.

Aun así, no le importaba lo que había pasado. Solo había ido ahí para cumplir con una misión: volver a casa con Sakura.

—Sí. Estoy buscando a alguien.

El maestro se lamentó. Observó los ropajes de aquel chico y no tardó en caer en que eran similares al tipo que llevaba Sakura cuando la vio por primera vez.

—Eres... ¿amigo de Saku-chan?—preguntó.

Sasuke sintió pena al escuchar el tono en el que lo preguntaba. ¿Acaso no quería que ella se marchara? O... ¿qué estaba ocurriendo?

—Sí. Vengo a buscarla.

Makarov se limitó a no decir ninguna palabra. Cayó al suelo, haciendo que sus rodillas fuesen el único soporte para no desmayarse en aquel preciso instante.
Las lágrimas del maestro eran las lágrimas de todos.
La pena del maestro era la pena de todos.
El lamento de él era la causa de la pérdida de cuatro de sus hijos.

Sakura, Lucy, Lisanna, Loke... Todos fueron dados por muertos en cuanto no dejaron rastro, ni cadáver.
El monstruo solo comenzó a reírse para desaparecer, dejando en aquel sitio una tristeza que jamás sería curada.

Sasuke arqueó una ceja. Tardó unos minutos en darse cuenta. Los minutos que tardó en ver que los lazos que tenía con Sakura, de la nada, se rompieron.
Nada de hilo rojo.
Nada de destino.
Nada de amor.
Nada de un motivo por el cual volver a Konoha, esperando un: "Bienvenido de vuelta".

—Lo... sien...to—logró disculparse el maestro, tras sollozo y sollozo

Los ojos de Sasuke se abrieron. Por primera vez él mostró lo que sentía.
Comenzó a llorar bastante decaído.
La marca maldita no serviría, pues no tenía fuerzas para enfadarse.
Solo para dejarse caer igual que el maestro y comenzar a gritar sin esperar un silencio. Comenzar a gritar de tristeza para que, en el cielo, esté donde esté, pudiese sentirlo.

¿Qué haría? ¿Cómo podía volver a ponerse de pie? ¿Cómo volvería con la noticia de: "Sakura ha muerto. Fracasé".

Peor aún.

¿Qué había del futuro que le esperaba juntos? Casarse, tener hijos, vivir como ninjas, pero con sus lazos conectados.

Aún había mucho. Mucho por vivir. Y mucho por decir.

¡Quería a Sakura!

¡La quería!

¡La amaba!

Y Sasuke Uchiha era consciente. Repito: ¡era consciente! Al fin. Tantos años para saber que la quieres, para que después aparezca el destino y se ría en tu cara, quitándote a quien más amas.

Lo que estaba sintiendo Sasuke era parecido a lo que sintió Natsu cuando recibió la noticia. Lucy, Lisanna, Sakura, Loke. Sus cuatro amigos.
No, correción: todo Fairy Tail sintió el mismo dolor.

Por eso debían de permanecer juntos y abrazarse. Ir a por aquel monstruo y hacerlo temblar a él.

El destino quería jugar, y ellos únicamente podrían ser sumisos a sus macabros juegos.

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