Capítulo 16

Las pestañas de Sakura eran completamente largas y brillantes, eso fue algo de lo que Lucy se había dado cuenta en aquel momento, cuando el sueño venció a la kunoichi y dejó caer su cabeza, apoyándola contra la ventana de aquel tren.
Podía sentir el poco movimiento que hacía, y también, recordar cómo se pondría Natsu si se sentara ahí, con ellas. ¡Probablemente estaría más que mareado!
Controló la sonrisa que apareció en su rostro, haciendo que el silencio reinara.

Natsu.

Gray.

Mira.

Lucy no era idiota; alguien le había hecho creer a ese miembro que Lisanna fue asesinada por ellas, pero, ¿dónde estaba Lisanna? ¿Seguía viva?

Suspiró, aún mirando a su amiga.

—Saku-san. Ojalá tuviéramos las respuestas...—murmuró con la voz algo blanda. Estaba agotada. El retener aquellas lágrimas que querían salir, le provocaba un dolor molesto en la garganta. Pero debía aguantar, aún sabiendo que si algo más ocurriera, se rompería. En mil pedazos—. Esto es-

—Doloroso—interrumpió la Haruno, que poco a poco abrió sus ojos. Estaba más despejada que antes, ¡dormir le había sentado bien!—. Me siento de la misma manera que tú, pero también me compadezco. Al fin y al cabo, fuiste tú quien te diste cuenta al ser atacada por ellos.

—Lo sé... Yo-

—Sé que es duro, Lu-chan—volvió a decir la pelirrosa, sentándose de mejor manera en aquel sitio. Ambas estaban mirándose una a la otra—. Pero no son ellos. Y las despedidas solo hacen los reencuentros más bellos, ¿no crees? La verdad siempre... siempre... sale a la luz.

—Sí. Tienes razón.

—Así que, somos perseguidas por el gremio más poderoso de todo Fiore, ¿eh?—animó la Haruno, sonriendo. Lo cierto era que ella tampoco se sentía muy bien. Fairy Tail era su nuevo hogar, y el sitio en el que prometió quedarse. Fairy Tail era dónde vivían sus amigos. Un sitio que atesoraría, junto a Konoha—. Me siento halagada.

—Saku-san, idiota.

—¿A quién llamas idiota, eh?—desafió la pelirrosa.

Por primera vez desde lo ocurrido, Lucy dejó escapar una pequeña risa.

—Tienes razón, tienes razón.

—Así que, ¿dónde vamos?

—Ah, lo lamento—Lucy agachó la cabeza, con algo de culpabilidad—. Te arrastré sin decirte nada-

—Deja de lamentarte por todo, diablos. ¿Dónde vamos?—la kunoichi le sonrió, volviendo a repetir su pregunta.

—Me gustaría ir al gremio de Ren y pedirle ayuda. Él nos ayudará con lo que sea que esté ocurriendo.

—¿El gremio de Ren? ¿Cuánta falta para llegar?

La rubia comenzó a usar sus dedos para contar las horas que quedaban. Sakura se asustó al ver que había levantado más de tres dedos. ¡Estaba agotada! Y ni siquiera quería permanecer en aquel "tren". Parecía un carruaje, pero se movía con ruedas gruesas. Cómo sea.
Para ella, montar aquella cosa era nuevo. Agradeció por la experiencia, pero quería tocar tierra en cuanto antes.

—Pero...—dijo Lucy al ver que su amiga estaba sufriendo—. Me gustaría parar en la próxima parada, al menos a descansar. Sabertooth está ahí, y me gustaría hablar con Yukino.

—¿Yukino? ¿Tu amiga?

—Sí—asintió—. Estoy segura de que os llevaréis bien.

—Ah... ¿Es la que era buena en artes marciales?—Sakura comenzó a acariciar su barbilla, impropio de ella. Estar en el mismo gremio que Natsu le había afectado un poco, ya que quería medir su taijutsu con el de ella. O quizás era una fiebre que se propagaba a las personas pelirrosadas—. Está bien.

—Gracias, Saku-san—agradeció.

Esperaron quince minutos más al llegar a la próxima parada. Sakura siguió a Lucy, pues aquella ciudad era nueva para ella.
A pesar de eso, el ambiente era igual a Magnolia.
Niños jugando, padres regañándolos, ancianos charlando... Todo se veía feliz.
Y, por un momento, Sakura pensó que nada había ocurrido.

—Es por aquí... creo—la Heartfilia siguió andando.

Quería hablar con Yukino, pues tenía un mal presentimiento. Y sabía que, entre magas celestiales que amaban a sus espíritus, siempre podrían apoyarse.

—Dime, ¿no crees que este sitio sea bello? ¿Por qué no hacemos una nueva vida aquí?—preguntó la Haruno—. Solo si... no podemos deshacer el hechizo que hizo que el gremio creyera que éramos las culpables...—susurró.

—Sí. Yo también pensé en eso—prosiguió Lucy—. Pensé en que podríamos escondernos aquí, en Sabertooth—mientras hablaba, ambas seguían caminando—. Pero es el primer sitio dónde Fairy Tail mirarían. No quiero crear disputas, ni peleas. Es un tema tan serio, Saku-san. Si ellos nos cubrieran...

—Entiendo. Por eso iremos con Ren, ¿verdad?

—Sí—volvió a asentir. Gracias a la ayuda de una anciana que se encontraron por el camino, supieron qué dirección tomar—. Ni siquiera saben de qué gremio es Ren. Pero... Tampoco quiero crear problemas—se giró, mirando de nuevo a su amiga—. ¿Crees que eso ocurra?

—Si tanto te preocupa, sonríe—a veces la Haruno tenía una forma peculiar de hablar, eso pensaba la Heartfilia. Sakura había vivido mucho, igual que ella. No solo hacían un buen equipo en la batalla, si no, en la amistad. En la vida. Se complementaban mutuamente. Se alegraban cuando necesitaban ánimos, y sobre todo, sus manos siempre estuvieron ahí, sosteniéndose mutuamente para que ninguna cayera—. Podremos irnos cuando queramos, ¿no? Incluso si Fairy Tail nos sigue rechazando, podremos formar nuestro propio gremio.

—Sí—asintió.

Aunque ninguna de ellas quería esa opción. No querían esconderse ni formar ningún nuevo gremio. Lo único que querían era volver a Fairy Tail.
Hablar con Natsu y tener aquella conversación pendiente que se prometieron.
Esperar el regreso de Sasuke-kun para decirle sin odio en sus palabras cómo se sentía.

Sakura sabía que Sasuke tenía una forma distinta de sentir que el resto, y si se enamoró de él, también se enamoró de sus cosas malas.
De su pasado.
De su antiguo odio.
De sus actos llenos de errores.
Claro que intentó matarla, pero jamás olvidaría cómo la protegió innumerables de veces.
Siguió viva y queriéndolo perdonar. Pero, ¿cómo decirle en aquel entonces? Estaba llena de dolor.
Tras calmarse recapacitó.
Quería a Sasuke de nuevo, delante de ella. Quería decirle: "Todo este tiempo te he amado, aún sigo haciéndolo. Que no se te olvide, Sasuke-kun..." tras, posiblemente, separarse de nuevo.
Su hogar era Konoha, pero ella ya había encontrado otro nuevo. No había duda de que se quedaría en Fiore, en Magnolia. En Fairy Tail.

—Al fin llegamos—las palabras algo cortantes de Lucy hizo que Sakura volviese a la realidad, donde un gran edificio se presentaba frente a ella. Era igual de grande que el de las hadas, pero tenía un estilo y estructura diferente.
Resplandecía, igual que su exterior, que estaba buen cuidado.

—Impresionante...—habló Sakura, adelantando su paso al ver unas hermosas flores rosas esparcidas por el suelo—. ¿Esto es una flor de cerezo?—y miró hacia arriba.

La vista era estupenda. Los árboles de cerezo, a pesar del frío, se encontraban maduros y relucientes. Sus flores iban cayendo poco a poco hasta quedarse en el suelo, formando una pasarela bastante bella.

—Sí, son hermosas—concluyó Lucy, acercándose a su amiga para admirar lo mismo que ella admiraba—. Ahora que pienso... Son Sakura, ¿verdad? Igual que tu nombre.

—Sí—afirmó—. Mis padres cogieron este nombre porque, cuando mi madre rompió aguas, delante del hospital había una gran cantidad de ellas.

Lucy sonrió. Le recordó la historia que su padre, Jude le había contado sobre su nombre.
A pesar de haber vivido en dos mundos distintos, sus historias eran bastante parecidas.
El origen de sus nombres, el amor por sus compañeros, por querer hacerse poderosas para protegerlos... Todo lo tenían en común. Excepto quizás el molde de su cuerpo.

—¡Lucy-sama!—la voz de Yukino interrumpió su pequeño tiempo de relax. Dejaron de mirar para observar cómo aquella albina corría hacia ellas con algo de desesperación y con un libro que sostenía en sus manos. Un libro de tapa dorada—. Menos mal que está aquí—observó a aquella chica de cabellos rosas que tanto desconocía—. ¿Eh? ¿Eres... la hermana de Natsu-sama?

—No, nada de eso—dijo Sakura—. Mi nombre es Sakura Haruno, encantada.

Los ojos marrones de la albina se agrandaron aún más.
Lucy decidió preguntar, al ver algo de sudor en ella.

—¿Qué ocurre?

—Fui a buscarle, necesitaba compartir algo con usted.

—¿Qué es?—interfirió la kunoichi.

—Aquí no, por favor, dentro.

La miembro de Sabertooth guió a sus nuevas invitadas dentro del gremio. Lucy saludó a Sting y Rogue, presentando así a Sakura. Pero no pudieron hablar, ya que Yukino hizo que las chicas pasaran a la biblioteca, incluyendo a los gemelos, que, sin saber a qué venía lo que Yukino quería decir, se volvieron envueltos en aquella situación.

—¿Qué es, Yukino?—preguntó rápidamente Lucy.

La albina cerró la puerta con llave, para que nadie pudiese entrar. Después, se dirigió a todos con una mirada seria, pero terminó observando a Sakura.

—No eres de aquí, ¿verdad?—le preguntó seriamente, temiendo su respuesta.

Tras una pequeña mirada hacia Lucy—para asegurarse de que se podía confiar en esas personas—asintió con la cabeza.

—Eres de un lugar donde... ¿se utiliza algo llamado chakra?—Sakura volvió a asentir bajo la mirada de todos—. Lo que me temía...—musitó Yukino.

—¿Qué ocurre?—quiso saber Sting, debido a tanto secretismo por parte de su novia.

—Estaba completando una misión, cuando llamé a Libra. Manipuló la gravedad como de costumbre—tras decir eso, colocó el libro en una mesa, a punto de abrirlo. Todos observaron—. Estábamos en una biblioteca, pero ella se excedió un poco. En segundos, me volví envuelta en una tonelada de libros.

—Entre ellos, él—agregó Rogue.

—Sí. Pero tiene algo distinto a los demás.

Sakura leyó el nombre de aquel libro: "Destiny". Estaba en una caligrafía perfecta. Sus letras resaltaban lo especial que era aquel libro.

—¿Qué es?—preguntó Lucy.

—Si interior—Yukino abrió una página al azar, encontrándose páginas en blanco. A medida que pasaba, no había textos, ni garabatos. Todo estaba en blanco.

—¿Un libro en blanco? Vaya porquería—insinuó Sting, mirando a su novia.

—No. Hay algo escrito. Una página.

—¿Y qué página es?—preguntó la pelirrosa.

Yukino se fue hacia la primera página, donde en efecto, había letras escritas. Todos leyeron con atención.

"Para Sakura Haruno, la chica permaneciente a otro mundo. La portadora del chakra que me salvará; y para Lucy Heartfilia, la maga celestial que iluminará mi corazón y luchará, sin importar qué."

—¿Qué es lo que quiere decir?—ambas se sorprendieron al ser nombradas en aquel libro.

—No lo sé—concluyó Yukino—. Esto es extraño.

—¿Y qué pintamos nosotros en esto?—preguntó Sting, aunque admitió que estaba bastante entusiasmado de tener, al fin, algo de movimiento de su vida. En su gremio.

—Cuando me lo encontré, solo había escrito algo: "Llévaselo a las chicas que nombré." Después desapareció y nuestros nombres aparecieron en la otra página—pasó página y, en efecto, estaba escrito: "Pedid ayuda a Yukino, Sting y Rogue, de Sabertooth".—. No sé qué es este libro. Si es bueno o malo. Pero debemos permanecer junto-

—Imposible—interrumpió Lucy—. Es peligroso.

—¿Peligroso?—Rogue atendió las palabras de la rubia.

—Algo ocurrió en Fairy Tail—informó esta vez Sakura. Sting prestó más atención, pues Fairy Tail era considerado su aliado, y también sus compañeros—. Algo o alguien... Manipularon sus recuerdos. Ellos nos culpan de la muerte de Lisanna.

—¿Lisanna-sama?—preguntó Yukino—. ¿Ella está... muerta?

—No lo sé. Pero algo dentro de mí... Me dice que no—la rubia cerró sus ojos—. Aún oigo la voz de Lisanna. Aún puedo recordar el tono de su voz. Sé que está viva. Probablemente todo tenga relación con los recuerdos de Fairy Tail.

—¿Natsu-san está bien?—preguntó el Dragon Slayer rubio.

—Tan bien que intentó matar a Lu-chan—la pelirrosa se resignó, mirándolo con algo de adversidad.

—Está bien. Pero queremos que Fairy Tail vuelva a recordar.

—Lucy-sama. Sakura-sama—dijo Yukino, cerrando el libro para que todos le prestaran atención—. Por favor, contadnos todo lo ocurrido hasta ahora. Nosotros ayudaremos.

***

—Supongo que estarás contento—se quejó Len, observando la lácrima que se encontraba en frente de ambos. En ella, podían observar los movimientos de aquellas dos chicas—. Parece que hubo un gran desvío de planes, ¿no?

—No es mi culpa que Yukino se entrometiera.

—De todos modos, ¿qué hace ese maldito libro ahí? ¡Se supone que tenías que haberlo destrozado! ¡Él te lo ordenó!

—¿Qué?—preguntó Ren, mirando cómo su compañera estaba cabreada. Eso hacía que él también se cabreara. ¿Es que acaso estaba diciendo que él cometió un error? Lisanna seguía observando aquella pareja tan peculiar—. Lo destruí. No sé cómo diablos está ahí.

—¡Pues lo está! ¡Y ahora esas malditas mocosas tienen ventaja!

—¡¿A quién diablos estás llamando mocosa?!—se posicionó frente su compañera, para observar el rinnegan que portaba—. ¡Tú eres la única mocosa!

—Deja de proteger a alguien que jamás te amará, ¡estúpido yandere!

—¡Tú te lo has buscado!—gritó.

Lisanna sonrió a pesar de estar cautiva. Ellos podían crear el mismo ambiente que en Fairy Tail.

Tras calmarse durante unos quince minutos, ambos se pusieron serios.
Tenían que analizar la situación.

Lisanna se preguntó una y otra vez qué era aquel libro que Yukino tenía en su poder. Jamás lo había escuchado, ni siquiera cuando Levy nombró todos los libros que solo ella tenía, o que tenían un uso bastante singular.

—Quizás si les quitáramos el libro...—susurró Ren.

La aparición de aquel libro fue un desastre para ellos.
Aunque no tenía bando: ni bueno, ni malo. Todo dependía del que quería mirar dentro de sus páginas.
Pero era la primera vez que el libro buscó a alguien. Siempre fue él el que fue encontrado y usado.

—¿Qué es ese libro?—preguntó Lisanna.

Ren le sonrió. Len amaba las explicaciones, porque solo significaba una cosa: la prisionera, después de escuchar aquella información, no podría escapar. Y aunque tardase meses en cautiverio por diversión propia, moriría.

—Verás, querida...—susurró Len, acercándose a su prisionera—. Ese libro predice el destino. Te dice qué hacer en todo momento. Aunque, por supuesto, no te revela cosas.

—Por ejemplo, si Lucy tomara ese libro—siguió explicando el rubio—. Este podría decirle un par de pasos como: "Acércate a Ren". "Mírale a los ojos durante un minuto." "Piensa en vuestro pasado juntos", pero jamás revelarle el motivo del por qué lo hace. En mi ejemplo y futura realidad, el libro le quiere decir: "Estás enamorada de Re-

—Eso no ocurrirá—interrumpió Len—. Y deja de usar a esa chica en todos tus malditos ejemplos, idiota Yandere.

"En resumen" pensó la albina. "Te guía hacia el destino, pero no te lo revela."

—¿Puedes hacer algo?—le preguntó el chico a su compañera.

—No. Acabará por descubrirnos.

—Tenemos a Lisanna. Pero solo por seguridad...—prosiguió Ren, observando a su cautiva—. Adelantaremos el viaje. Tendremos que hacerle una pequeña visita a esa tal Ino. Ambas serán nuestro seguro. Mientras las tengamos, Sakura y Lucy solo podrán ceñirse al plan.

—¿Y qué hacemos mientras nos encuentran? Gracias a tu metedura de pata, se quedarán en Sabertooth durante un tiempo, aunque eso implique que ambos gremios se enfrenten.

—Destiny los guiará hasta nosotros. Dudo de que tarde mucho tiempo—informó el chico de ojos zafiro—. Pero, encárgate de reclutar a gente. Este gremio debe tener más miembros. Les daremos una pausa, entre que él tarde en guiarlas hasta nosotros. Por lo tanto, esa pausa también nos favorece. Y debemos encontrar otra guarida.

—Ya somos muy fuertes, Ren.

—Pero siendo cinco, ahora nos ganan en número.

—Y aun así no será problema.

—¿Quieres hacerte la fuerte o ganar?—se interpuso en su idea—. Solo hazlo. No me gusta planear las cosas sin tener seguro-

—No me hables de seguro, estúpido. Te recuerdo qué hiciste.

—Sí, sí—asintió el rubio—. En fin. ¿Piensas ir o no?

Len suspiró. Activó su rinnegan, haciendo que un portal hacia otra dimensión se abriera.
Desde el sitio en el que estaba, Lisanna pudo ver aquel poder. Aquellas casas que se encontraban dentro de la dimensión, y también, una rubia que tenía vestimentas lilas que estaba caminando por aquel camino de arena.

"¿Quién es ella?" se preguntó.

Len entró, haciendo que toda la imagen que tenía de la rubia se desvaneciera.

—No te preocupes, Lisanna. Pronto tendrás a una compañera para que no te sientas sola.

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