Capítulo 23
Todo ha ido acorde al plan que en el momento en que la familia de Aspen se encontró con mi padre y los padres de Dante fue lo más natural posible. Se lo han creído que este encuentro fue pura coincidencia, y la mejor parte es que mi padre ha invitado a los Donnovan a comer. En fin, así fue como llegamos a un restaurante, Dante a mi izquierda, Jennifer y Theo a mi derecha y Aspen en frente de mí con Vic a su lado, en frente de Dante, y Liam al otro lado.
Hasta el momento no hice contacto visual directo por más de dos segundos con Aspen para que mi padre no sospechara. Hablaba con Dante y fingía melosidad por estar en frente de su familia y mi padre.
—¿Y bien? ¿Cómo les va ahora que viven juntos? —pregunta la señora Zeegers.
—Oh, nos va muy bien, Dante es muy considerado con todo, incluso me suele llevar el desayuno a la habitación —sonreí para complacer a aquella señora que al escuchar eso no disimula su alegría y mi padre sonríe con aprobación por mi respuesta.
—Yo sabía que había criado a un caballero —dice ella con orgullo.
Dante me mira con una sonrisa, yo aparté la mirada hacia Jen para empezar a hablar con ella mientras mi padre llama la atención de los señores Zeegers.
—Y dime, Madeline, ¿por qué no está tu madre? —pregunta la señora Holly provocando un incómodo silencio en la mesa—. No supe de ella en mucho tiempo.
—Lamentablemente, mi madre nos dejó hace tres años, no sabemos dónde se encuentra, pero está bien, seguramente se está divirtiendo en algún lugar —respondí con una sonrisa mucho más amplia para no poner más tensión en la mesa.
—No lo sabía... lo siento —se disculpa la señora Holly, con evidente pesar, por lo que yo negué con la cabeza.
—No se preocupe, no se siente su ausencia. Cambiando de tema, ¿no les parece que este vino es uno de los mejores? Padre, usted que sabe de vinos, ¿qué le pareció?
Mi padre sonrió una vez más, satisfecho por mi respuesta, y comenzó a elogiar el vino que estábamos disfrutando. Sentí una mano suave en mi brazo derecho, miré a Jen quien me sonreía para demostrar su apoyo. Ella es la única que sabe con detalle lo que había pasado y cómo me enteré de que mi madre me dejó hace tres años, pero ahora que lo recuerdo, ni Aspen ni Vic sabían al respecto. Dirigí una mirada de reojo hacia Aspen quien me veía con ganas de querer preguntar sobre el tema o al menos preguntarme si estaba bien. Le dediqué una leve sonrisa a él y a su hermana para que no se preocuparan.
Aunque era un tema delicado para mí y en verdad me duele recordar a mi madre, no podía permitirme demostrarlo frente a los demás. Mi padre no tolera que muestre mis debilidades, y el abandono de mi madre aún es una de las más profundas.
Terminé de comer al igual que el resto de nosotros. Los adultos mayores seguían hablando, Dante y yo lo hacíamos de vez en cuando, pero prefería hablar más con Jen y con Victoria.
—Vic, estás en el último año de instituto ¿no? —pregunté.
—Sí, así es —responde ella, con una pequeña sonrisa.
—Vaya, el tiempo pasa muy rápido, cuando te conocí tenías quince años, y ahora ya eres toda una adulta de dieciocho.
Ella sonríe apenada y con las mejillas comenzando a sonrojarse. Mi sonrisa se vuelve más amplia al notar su rubor, causaba ternura verla así.
—¿Y qué hay de nuevo? —pregunté con un toque de picardía— ¿Algún chico interesante?
Aspen empieza a toser por atragantarse con su vino y me dirige una mirada fulminante mientras que Vic se sonroja aún más.
—Supongo... hay alguien —murmuró, sin mirarme directamente, provocando una gran sorpresa en Aspen, pero no solo él, noté que Liam intentaba disimular la misma reacción.
—Será mejor que cambiemos de tema. No estoy listo para pensar en que mi hermanita tiene intereses románticos —comenta Aspen, mirando acusatoriamente a su hermana.
—Claro, porque sigue siendo una niña, ¿no, Donnovan? —me crucé de brazos, disfrutando del momento tan divertido.
—Exactamente, Lennor.
—Eres un tirano, me compadezco de la pobre Vic —mencioné.
—Madeline —me sobresalté al escuchar la advertencia de mi padre para que recordara en frente de quienes estábamos.
Mi sonrisa se desvanece y bajé la mirada por unos segundos que me tomó inhalar y exhalar, pero luego sonreí de nuevo y volví a hablar con Dante y su familia.
—Señora Zeegers, ¿cómo va su tienda de ropa? Escuché que está siendo todo un éxito entre los jóvenes —pregunté.
—Va muy bien, gracias por preguntar. Sí, hay muchos jóvenes que van a las sucursales y estoy segura de que mi negocio se ampliará mucho más. Quizás hasta te pida para ser modelo de mi tienda, Madeline.
—Me encantaría.
La cena transcurrió sin sorpresas ni desastres; finalmente, para cuando pude regresar a la habitación ya estaba realmente cansada, Dante estaba igual.
Me cambié a un vestido de pijama para estar más cómoda, y cuando salí del baño vi a Dante tirado en la cama, no tardé en escucharlo roncar minutos después de haberme acostado pero yo no pude dormir a pesar de estar realmente agotada.
Mi celular vibra por un mensaje y lo tomé enseguida sabiendo que era de Aspen, me pedía ir a su habitación. Miré sobre mi hombro a Dante antes de levantarme con sigilo e ir hasta el piso de arriba, llamé a la puerta y segundos después la abrió. Su mirada recorre mi cuerpo al verme con el vestido que era bastante corto. Sonreí sujetando mis manos tras mi espalda.
—¿Vas a dejarme pasar o...?
Aspen parece reaccionar, me deja el paso libre y cierra la puerta tras de mí al entrar. Miré a todos lados con asombro, noté que esta habitación es como la de un pent-house, con varias habitaciones por separado y hasta tenía un jacuzzi en el balcón.
—¿Tu familia está aquí? —pregunté, cautelosa.
—No realmente, ellos están en los pisos de abajo. Reservé esta habitación para mí... y Liam, él está en la habitación de allá —señaló—. No te preocupes por él, cuando duerme, ni una explosión a su lado lo despertará.
Me reí levemente al igual que él. Decidí ir hasta el balcón impresionada por la vista nocturna desde aquí.
—¿Podemos meternos? —pregunté, refiriéndome al jacuzzi.
—Claro, pero será más discreto si llegas con tu ropa y tu cabello secos.
—Ciertamente, tienes razón.
Me giré hacia él con una sonrisa mientras levantaba el borde de mi vestido hasta sacármelo por encima de mi cabeza. Aspen me observa con una sonrisa al verme con solo unas bragas puestas. Me di vuelta de nuevo y mientras me amarraba el cabello en un moño, me metí en el jacuzzi. El agua estaba cálida y agradable.
Aspen, se quita la ropa y se mete junto a mí. Me apoyé contra su pecho y sonreí por la agradable sensación de tenerlo cerca.
—Oye... No quisiera arruinar el momento, pero no dejo de pensar en lo de esta cena... sobre tu madre.
Dejé escapar un suspiro profundo. La verdad es que me lo esperaba, después de la cena sabía que en el algún momento Aspen me preguntaría sobre el tema.
—Hm... fue luego de que mi padre me sacara de la escuela. Me dijo que mi madre se fue de la casa, que no quería cuidar más de mí y esas cosas... —me aferré a él—. Hasta ahora no sé nada sobre ella.
—Es extraño, tu madre no parecía ser de las que te abandonarían así de repente. No con lo mucho que te ama.
Me encogí de hombros, ya sin ánimos de hablar sobre el tema.
—No lo sé. Pero mejor dejamos de hablar de eso, no me gusta.
—Está bien. Mejor hablemos de lo mucho que tuve que controlarme para no ponerme celoso de tu prometido —sonreímos ampliamente—. De verdad, ¿era necesario tanto derroche de cariño y halagos? "Oh, Dante es el mejor, me lleva el desayuno a la cama y me hace masajes en los pies".
Imita mi voz de una manera tan graciosa que me hizo soltar una pequeña carcajada. Me levanté para colocarme sobre su regazo fulminarlo con la mirada.
—¡Yo no hablo así! Y, además, solo la mitad de lo que dijiste es verdad.
—Como digas. Pero eso no cambia el que me hayas puesto a prueba, princesa.
—Yo solo actué como debía con mi prometido, ¿eso es malo? —pregunté con fingida inocencia.
Aspen, actuando en respuesta, me toma por la cintura con ambas manos y me acerca aún más hasta pegar mi pecho al suyo, sintiendo como mis pezones rozaban por su piel caliente.
—Es malo si tu amante se está muriendo de celos por ti y deseando gritarle al mundo que le perteneces.
—¿Así que... te pertenezco? ¿Me consideras un objeto, Donnovan?
—Te considero como una princesa —responde con suavidad, sujetando una de mis manos y llevándola hasta sus labios—, una princesa que gobierna mi vida y por la que daría todo lo que tengo para verla feliz...
Repentinamente se endereza, con una mano aún sujetando mi mano y con la otra presionando en mi espalda baja para evitar separarnos, su rostro a centímetros del mío, rozando nuestros labios.
—Eres mi princesa, y te amo más que a nadie en el mundo.
Sonreí completamente enternecida por sus palabras, me acerqué hasta besar sus labios con intensidad, haciendo este momento cada vez más agradable, pero tornándose lujurioso. Su lengua se hace espacio en mi boca, sus manos recorren mi cuerpo hasta mi trasero, empujándome más cerca de él hasta sentir nuestros sexos frotarse. Jadeé contra sus labios mientras empezaba a mover mis caderas sobre él hasta sentir que se había puesto duro.
—Será mejor entrar... o agarraremos un resfriado —mencionó Aspen contra mi oreja, aun depositando leves besos en mi piel.
—Está bien.
Aspen y yo nos levantamos para salir del jacuzzi, él agarró nuestras cosas y me llevó hasta su habitación. Volví a girarme hacia él para besarlo de nuevo, teniendo que levantarme en las puntas de mis pies, me dejó tumbada en la cama colocándose sobre mí sin dejar de besarme, pero bajó sus besos por mi cuello hasta mis senos desnudos, chupando mis pezones y mordiendo ligeramente por el alrededor.
Aspen bajó su mano mientras acariciaba mi cuerpo hasta meterla por debajo de mis bragas, frota mi intimidad con sus dedos haciendo que inconscientemente o consciente, separase más mis piernas. Besa mi cuello y yo jadeo del placer, comenzó a bajar mis bragas para quitármelas, decidí hacerlo yo mientras él se quitaba su ropa interior. Tomó mis manos para colocarlas sobre mi cabeza y sujetarlas con firmeza, empezó a frotar nuestros sexos de nuevo hasta que podía sentir mi propia humedad por la excitación.
—Aspen... hazlo ya, por favor —pedí desesperada.
—Extrañaba que pidieras que te penetre —comentó haciéndome sonrojar—. No te preocupes, amor... haré lo que quieras.
—De todos modos tienes que hacerlo, ¿recuerdas? —sonreí—. Hazlo ahora, rápido.
Aspen se estira hacia un lado para abrir un cajón y sacar un condón de este. Se lo puso rápidamente y acomodó su miembro en mi entrada, me sujeté de sus hombros y él de mi cintura.
—Vamos, hazlo... ¡Hmg! Ah...
Me arqueé inclinando mi cabeza hacia atrás cuando sentí como entraba en mí de una embestida. Golpeó mi interior con fuerza y velocidad, una y otra vez que incluso la cama empezó a moverse con nosotros. Me aferré de sus hombros sin poder aguantar los gemidos y el placer, Aspen aprovechó para lamer mis pezones mientras me embestía.
—¡A..Ah! ¡A..Aspen... mhg!
Empezó a bajar el ritmo, solté un quejido, pero me hizo dar la vuelta hasta sostenerme en mis rodillas, apretó mi trasero y lo separó, supe enseguida lo que iba a hacer y me preparé para recibirlo en el otro lugar más apretado. Había pasado mucho tiempo desde que alguien había entrado en mí por ese orificio, él ingresó lento pero con algo de fuerza.
—Nhg... Aspen... —jadeé apretando las mantas mientras iba entrando, en verdad estaba apretada porque nunca más alguien había entrado allí.
Empujó una vez más con fuerza y yo solté un gemido de alivio por sentirlo completamente dentro. Escuché su respiración agitada e igualmente aliviado, acarició el tatuaje en mi espalda y dejó un beso en este haciéndome estremecer.
—Aún pienso que tuviste una gran idea cuando decidiste hacerte este tatuaje... te ves tan sexy en esta posición y con él.
Empezó a embestirme de nuevo, apoyó sus manos a mis lados para sostenerse mientras me embestía cada vez más rápido y fuerte. Una de sus manos baja hasta mi intimidad y mete tres dedos en mí, me sentía vuelta un desastre, ya no podía pensar con claridad ni en guardar más silencio.
Las embestidas no cesaban ni para dejarme respirar por un segundo, sentir la fricción que provocaba en mi interior me calentaba cada vez más, golpeando con fuerza hasta lo profundo y haciendo sentirme tan bien que estaba llegando a mi límite.
—N..No puedo... No puedo más —dije desesperada—. Aspen... Más rápido.
Aspen aumenta la velocidad de sus embestidas haciéndome sentirme cada vez más cerca del cielo, mis gemidos se vuelven imposibles de callar, hasta que ambos terminamos corriéndonos uno después del otro.
Mi cuerpo temblaba, no podía calmar mi respiración por el momento o moverme; cuando Aspen sale de mí me hizo vibrar, caí agotada a un lado mientras él se encargaba de tirar el condón. Se acercó de nuevo y me abrazó, sonreí levemente. Sentía que iba a quedarme dormida en cualquier momento.
—Debo irme... —mencioné.
—Lo sé pero ahora estás muy cansada, descansa un poco, te despertaré en dos horas.
—¿Seguro? Tú también debes descansar.
—No te preocupes, tú solo descansa, princesa.
Quería volver a insistir pero el sueño pudo contra mí. Mis ojos se cerraron y no supe más lo que pasó después.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top