Capítulo 19
Caminé hacia el escritorio de mi padre y dejé sobre él los documentos que había terminado. Él los mira de reojo, pero regresa la atención al trabajo en su computadora.
—Te estoy enviando una lista de cosas que debes hacer, tienen que ver con respecto a tu boda con Dante.
Fruncí los labios y apreté los puños con disimulo, me obligué a no reaccionar de alguna forma que pudiera molestarlo y así ocultar mi frustración.
—Sí, padre —respondí deseando terminar con la conversación y marcharme.
—Una cosa más —agregó, deslizando su celular sobre la mesa hacia mí, mostrándome nuestras fotos de la marca de Jessica junto a Aspen—. Al parecer Aspen Donnovan y tú se están acercando cada vez más en estos últimos días... Debes dejar de hacerlo.
—Pero mi trabajo como modelo...
—No me vengas excusas —interrumpió dejando su trabajo a un lado—. Madeline, te recuerdo que estás comprometida con el hijo de mi mejor socio, y te lo advierto, si haces algo que perjudique esa relación, entonces me veré obligado a sacarte de todo el plan de la empresa y quitarte mi herencia.
—¿Qué? —mis ojos se abrieron de par en par con incredulidad—. Padre, ¿no crees que estás exagerando?
—He tolerado tu comportamiento irresponsable durante años. Ya eres una adulta. Es momento de que entiendas cuál es tu lugar y tus responsabilidades. No hay espacio alguno para tus caprichos y niñerías.
Cerré la boca, conteniendo la frustración que me carcomía. Mi padre fija su mirada en mí, en espera de mi sumisión. Finalmente bajé la cabeza, aceptando la derrota en silencio. Satisfecho, él volvió su atención a su trabajo.
—Ritha te espera abajo, ve con ella y haz lo que te mandé. Eso es todo.
—Sí, padre.
Me incliné ligeramente en una reverencia que duró más de lo que suele durar, mis labios torcidos en una mueca de disgusto que apenas podía contener. Finalmente me erguí, me di vuelta y salí de la oficina para irme en el ascensor hasta el vestíbulo. Tuve que esforzarme para cambiar mi rostro en cuanto estuve junto a Ritha, quien me saluda sonriente al igual que André. Él nos llevó a las distintas paradas obligatorias: revisar la decoración del salón, los postres, elegir el menú y el pastel. Pero claro... todas mis opciones fueron reducidas a las decisiones de mi padre, yo solo debía decidir de entre ellas, de las cuales nada reflejaba verdaderamente mi gusto. Mucho menos el vestido...
—¿Por qué tengo que hacer esto? —murmuré mientras Ritha acomodaba la cola del vestido por el suelo— ¿Por qué no pueden hacer su estúpida unión de empresas con un contrato o algo así? ¿Por qué casarme?
—Me gustaría tener las respuestas que necesita, señorita, pero como una simple sirvienta no tengo el conocimiento empresarial de su padre, ni siquiera para comprender sus decisiones. Yo también quisiera saber sus razones por las que deba obligarla a hacer algo tan arcaico como esto.
Bufé con molestia, desviando la mirada para no verme en el gran espejo frente a mí. El vestido era enorme, cubierto desde el cuello hasta las muñecas, pareciera un vestido de boda para una monja... Lo peor es que no puedo pedir cambios, mi padre así lo quiso y como él quiere se hará, siempre ha sido así.
—A pesar de todo, se le ve muy bien, señorita —sonríe Ritha intentando animarme.
—Gracias... pero siento que me asfixia —mencioné tocando el cuello del vestido.
—Déjeme aflojarle un poco para ver si mejora.
Mientras lo hacía, la observé a través del espejo. Ritha siempre había estado a mi lado, y en ese momento sentía una oleada de gratitud porque así fuera. Ella era de las pocas personas que me entendía y verdaderamente simpatizaba conmigo.
—¿Mejor? —preguntó separándose.
—Sí, mejor... Gracias, Ritha.
—No es nada, señorita.
Ella me devolvió una sonrisa cálida. Volví a mirarme en el espejo, recordando que este vestido lo usaría para casarme con el hombre equivocado... Dante no es el hombre para mí, así como yo no soy la mujer que él merece tener como esposa. Decidí terminar con esto y quitarme de una vez este vestido, de todos modos ya marcamos los ajustes necesarios. Ritha y yo volvimos al auto, André me llevó a casa... a la nueva casa...
Me dejaron allí despidiéndose los dos antes de irse.
Suspiré agotada y fui hasta la habitación, donde encontré a Dante, quien al verme sonríe ampliamente.
—Hermosa, llegaste —comenta levantándose de la cama y caminando hasta mí para besarme.
No podía esquivar sus besos todo el tiempo sin levantar sospechas, así que dejé que lo hiciera.
—¿Cómo estuvo tu día? —pregunté para disimular mientras lo apartaba de mí con discreción.
—Cargado... solitario... —mencionó, siguiéndome por detrás hasta el armario—. Todo el día estuve pensando en ti y en las ganas que tenía de verte.
Mientras yo guardaba mis cosas, sentí sus manos rodearme por detrás, acariciando mi cuerpo y besando mi cuello con una pasión y lujuria que no compartía en absoluto.
—Te extraño, hermosa...
Sus manos se deslizaron, levantando mi camisa y desprendiendo los primeros botones de mi pecho. Me di vuelta mientras lo empujaba un poco y con suavidad para que no le doliera tanto mi rechazo.
—Lo siento, Dante... estoy agotada. Hoy no.
Me miró con cierta decepción y disgusto, pero no se enfadó. En cambio me sonrió comprensivo y se apartó un paso.
—Está bien, lo entiendo. Ve a descansar. Cuando la cena esté lista te la traeré para que no tengas que bajar.
Dante se aleja hasta la cama, agarra su celular y se va de la habitación, ahogándome en una culpa que no conseguía sacudir. Bajé la mirada hacia los botones desabrochados de mi camisa, pensando en que todo hubiese sido más fácil si Dante no fuera tan buena persona... Si fuera cruel o incluso violento, sería fácil odiarlo. Quiero odiarlo y no sentir remordimiento... pero no puedo.
¡Incluso me hace pensar en que sí debería acostarme con él para no hacerlo sentir tan distante! ¡Joder! Odio toda esta situación. ¿Por qué no puedo elegir a quien amar? ¿Por qué debo ser forzada a querer a alguien que simplemente no me gusta?
Apreté los dientes con molestia antes de quitarme la camisa y cambiarme de ropa por una pijama, mi enojo iba totalmente dirigido hacia mi padre, él era la causa de toda culpa que yo experimentaba en estos momentos.
Levanté la mirada hacia la mesa de noche de mi lado cuando escuché mi celular sonar por un mensaje. Lo agarré para leerlo, notando de que era un mensaje de Aspen.
Aspen:
Buenas noches, princesa.
¿Ya has cenado? 9:45 p.m.
Maddy:
No, aún no.
Pero pronto me
traerán la cena 9:46 p.m.
Aspen:
Excelente, entonces no
tengo de qué
preocuparme ♡. 9:47 p.m.
Maddy:
Aspen,
¿Puedo preguntarte
algo...? 9:48 p.m.
Aspen:
Por supuesto.
¿Qué pasa, princesa? 9:49 p.m.
Me quedé en blanco, sin saber exactamente qué quería preguntar. "¿Te molestaría si tengo sexo con Dante? Solo sería esta vez" suena ridículo y además me hace más imbécil de lo que ya me siento. Sin embargo, ¿por qué debería preguntarle sobre esto? De todos modos él me dijo que podía hacer lo que quiera con quien quiera... pero aun así, no me gustaría ocultárselo, a él no.
—Agh... —solté sujetando mi cabeza con una mano por la frustración— ¿Qué estoy haciendo?
Miré de nuevo la pantalla, en nuestro chat, pensando qué decir. Dejé escapar un gran suspiro antes de volver a teclear en mi celular.
Maddy:
¿Es malo sentir
lástima por Dante? 9:55 p.m.
Aspen:
¿Por qué lo dices? 9:56 p.m.
Maddy:
Porque él no se merece que lo esté engañando... Él es un buen tipo y me sienta mal todo lo que estoy haciendo 9:59 p.m.
Aspen tardaba en responder. Veía que escribía pero luego borraba el mensaje, así unas cuantas veces hasta que finalmente llegó.
Aspen:
Madeline,
¿Te está gustando de verdad? 10:06 p.m.
Maddy:
¿Qué? Claro que no.
Solo siento lástima por él 10:08 p.m.
Aspen:
Solo... quería asegurarme.
Está bien que sientas lástima,
después de todo no te dejan
separarte de él 10:09 p.m.
O eso es lo que dices 10:10 p.m.
Abrí los ojos de par en par por la sorpresa, leí el mensaje más de una vez para comprobar que no estuviera leyendo más, pero entonces él lo eliminó, confirmándome que era cierto lo que suponía que quiso decir con eso.
Maddy:
¿Cómo?
¿Piensas que soy yo la que
no quiere separarse
de Dante? 10:12 p.m.
Aspen:
Lo siento, olvida lo que escribí.
Fue tonto 10:13 p.m.
Maddy:
No, Aspen.
¿En serio crees
eso de mí? 10:14 p.m.
Aspen:
Solo olvídalo, Madeline. 10:15 p.m.
Maddy:
Por Dios,
¿Piensas que me gusta jugar contigo y con Dante así? ¿Que en verdad tengo sentimientos hacia él? No puedo creerlo, Aspen, no de ti. 10:16 p.m.
De verdad, no puedo creerlo.
Después de haberle dicho que lo amo y haberme entregado a él de nuevo, arriesgándome a que mi padre nos descubriera... ¿aun así duda de mi amor por él? No lo creí capaz de verme de tal forma. Yo no jugaría con Dante de esta forma, si pudiera hacerlo lo habría dejado, pero Aspen no cree eso.
Decidí dejar de responder a sus mensajes, estaba molesta y no pensaba con claridad por ahora. De repente la puerta se abre y entra Dante con una bandeja llena de comida.
—Hermosa, te traje la cena como te lo prometí.
Dejé mi celular a un lado y le sonreí agradecida mientras él dejaba aquella bandeja sobre mi regazo.
—Gracias, Dante. Eres tan amable...
—Lo que sea por ti.
Besó mi cabeza y se acostó al otro lado para usar su celular, igualmente se le notaba agotado. No pude evitar pensar en lo que Aspen había dicho y molestarme de nuevo, ¿cómo cree cosas así? Joder. Que idiota.
Empecé a comer molesta, mi celular no dejaba de sonar por sus mensajes, era él, en todos. Bufé harta y lo apagué para que dejara de sonar.
—¿Quién será que molesta tanto a estas horas? —pregunta Dante.
—Son cosas de publicidad molestas. Quieren darme trabajo —respondí.
—Ya veo... sí, son molestos.
Asentí.
Seguí comiendo mientras Dante miraba su celular. Quería dejar de preocuparme así que solo me concentré en la comida y nada más, esperando tampoco salir corriendo al baño. Mi estómago se me estaba revolviendo por dentro.
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