Capítulo 16
La puerta principal se abrió ante nosotros. Observé a mi alrededor con cierta duda, sin intenciones de cruzar el umbral. Sin embargo, una mano suave en mi espalda baja, me empujó levemente para darme ánimos de entrar. Miré a Dante con una sonrisa, intentando de que no se notara lo incómoda que me sentía por todo esto. Ingresé en la que sería mi nueva casa con Dante, todo ya estaba completamente equipada y decorada, no era precisamente mi gusto, pero estaba bien. Subí las escaleras hasta el segundo piso para explorar las habitaciones, hasta encontrar la nuestra y me detuve al ver la enorme cama en el centro.
—Será lo mejor, ¿no crees? —Dante me abraza desde atrás—. Ya no tendremos que esperar a estar solo para disfrutar.
—Supongo —respondí simple, sin mucho entusiasmo por la idea.
Dante comenzó a besarme el cuello y acariciar mis brazos con claras intenciones.
—¿Qué te parece si estrenamos la habitación? Muero por tenerte, hermosa.
—Me gustaría seguir viendo la casa.
Me aparté de él y salí de la habitación sin esperar respuesta. Bajé hasta la sala, donde vi la gran puerta que llevaba al patio, salí para ver la enorme piscina y jardines bien decorados. Justo en ese momento mi celular empezó a sonar; el nombre de Jen apareció en la pantalla, así que decidí responder.
—¿Y bien? ¿Cómo es? —preguntó directa.
—Grande... —mencioné caminando por el jardín—. Es linda.
—Lo imagino, deberás invitarme a hacer pijamadas otra vez.
—Claro, con tal de no tener a Dante pegado a mí todo el tiempo —murmuré asegurándome de que nadie más pudiera oírme.
—Uy, ahora pareces más seca cuando se trata de tu prometido. Y ya sé por qué —canturrea con picardía—. Aspen realmente te acomodó la matriz que hasta volviste a quererlo solo a él.
Por supuesto que Jen debería saber todo lo que hice, no le oculto nada, pero eso es un arma que sabe que puede usar en mi contra porque lo saca en todo momento. Bufé negando con la cabeza mientras pensaba y seguía paseando por el jardín, que incluso tenía un lago artificial, con un puente que lo cruza y una familia de patos nadando.
—¿Qué hago? No puedo ir en contra de mi padre, pero quiero estar con Aspen.
—Cariño, me encantaría ayudarte... de verdad —hizo una pausa justo antes de soltar un chillido de emoción por una idea—. Yo te ayudo. Ven a mi cada, Theo le dirá a Aspen que venga también y pueden encontrarse aquí sin levantar sospecha alguna.
—Te lo agradecería mucho.
—Ah, y les tendré una caja de condones por si quieren divertirse.
—¡Jen! —sentí como me ruborizaba al instante.
—¿Qué? ¿O prefieres a pelo? Igual se siente mejor, cuando Theo y yo lo hacemos...
—¡Basta! —la interrumpí antes de que continuara hablando sobre todas sus experiencias sexuales con su novio.
—Está bien. Dios, que nenita —se burla ella haciéndome rodar los ojos—. Pero es eso, la vida de amantes también es divertida, solo asegúrate de no volver a tu cada con el pelo mojado u oliendo a jabón barato de motel.
—No te preocupes, si alguna vez vamos a algún motel te aseguro que no será nada barato.
—Uy, esa es mi chica. Muy bien.
Reí ligeramente antes de despedirme de Jen y colgar, fui casi corriendo hasta dentro de la casa y subí a la habitación, donde Dante estaba sentado en la cama, mirando su celular.
—Iré a lo de Jen, quizás regrese mañana —anuncié, recogiendo mis cosas.
—¿No pasarás nuestra primera noche aquí? —cuestionó algo confundido.
—Lo siento, ella me necesita. Adiós.
Traté de irme enseguida, pero antes de poder hacerlo él tomó mi muñeca y me regresó hasta poseer mi cintura y besar mis labios con intensidad. No me moví, me sentía extraña con él besándome, me gustaba menos que antes.
—Al menos despídete mejor —sonrió.
—Claro... Nos vemos.
Me solté de su agarre y salí de la habitación corriendo escaleras abajo. Encontré al chófer y le pedí llevarme, me subí al auto y miré por la ventana mientras el auto avanzaba hasta la casa de Jen. Estaba algo emocionada de tan solo pensar en Aspen, aunque no sabía si podría venir... creo que me había precipitado, ¿y si no llega?
—Gracias —dije al chófer mientras salía del vehículo.
Jen abrió la puerta con una amplia sonrisa, jalándome hasta adentro de su casa, llena de energía y de entusiasmo.
—Me siento como la madrina buena onda que ayuda a su ahijada para que tenga sexo con su novio —comentó llevándome al salón.
No pude evitarlo y empecé a reír hasta que llegó a mis oídos esas voces masculinas, una risa que siempre conseguiría distinguir de entre todas. Cruzamos las puertas llamando la atención de ambos hombres, Aspen me sonríe y se endereza dejando de apoyarse por el reposabrazos del sofá, caminé a paso rápido hasta él y me fundí en sus brazos cálidos, antes de levantar la mirada y besar sus labios, teniendo que pararme de puntillas para alcanzarlo.
—Wau, solo pasaron tres días pero ustedes parecen como si no se hubieran visto en tres años otra vez —dice Jen.
Aspen y yo sonreímos aún con los labios pegados, nos separamos solo un poco para vernos al rostro por unos segundos antes de que apoyara mi cabeza contra su pecho, pudiendo escuchar sus latidos un poco acelerados.
—¿Qué ocurrió con la mudanza? —preguntó Aspen.
—Pues la casa es linda... pero eso de compartir todo con Dante me deja con cero ánimos de estar allí —bufé antes de esconder aún más mi rostro en el pecho de Aspen—. Mis excusas para no acostarme con él no funcionarán siempre.
—¿Tan malo es en eso? —Jen me mira con lástima mientras tenía a Theo abrazándola por detrás.
—Terrible —respondí antes de hacer como si fuera a susurrarle—. Dura menos de cinco minutos.
—Ay no, pobrecita mi niña que necesita de un semental que le acomode la matriz, o sea, él —Jen apunta a Aspen; los hombres ríen mientras yo me ruborizaba—. Pero no te preocupes que como buena hada madrina que soy los ayudaré a ser los amantes que nadie conozca.
—Me parece bien —Aspen sujeta mi barbilla para hacerme verlo a los ojos—. O sino, puedo encontrar la forma de colarme en tu habitación cuando ese tipo no esté... y darte la acomodada de matriz que necesitas.
—¡Dejen de decirlo así! —solté avergonzada intentando apartarme de Aspen pero él me atrapa de nuevo mientras ríe y nos hace caer sobre el sofá.
—Está bien, dejaré de hacerlo.
—Yo no, es divertido —dice Jen—. Aunque tampoco hay otra forma de describir el cómo Aspen te hace sentir, bueno... quizás sea que te dé como a cajón que no cierra, como a televisión vieja, a control que no funciona, como a pandereta de evangelio...
—Theo, ayúdame, ¿sí? —pedí.
—Está bien, preciosa —Theo le da vuelta— ¿Por qué no vamos a que yo te dé como a pandereta de evangelio?
—Me encanta como piensas, amor.
Jennifer agarra a Theo por la muñeca y se lo lleva a su habitación. Suspiré divertida, negando levemente con la cabeza antes de darme vuelta sobre Aspen para verlo al rostro.
—Entonces... ¿es necesario que me des como a cajón que no cierra o hacemos algo más? —pregunté.
—Tenía pensado hablar contigo o ver anime juntos, pero si quieres que te dé como a televisión vieja entonces...
Empecé a reír con ganas antes de levantarme y acomodarme en el sofá, Aspen hace igual y nos decidimos por ver una serie. Aunque no duramos mucho tiempo viéndola porque empezamos a hablar como en los viejos tiempos, con tanta confianza y como si fuéramos los mejores amigos. Sentía que podía ser yo misma con él y estaría perfecto porque no me juzgaría, y aunque a veces no pensemos igual, él no minimizaría mi opinión.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top