Capítulo 1
Cuando observo a mi alrededor y presto mi atención a las personas que me rodean, pienso en que algunas de ellas están en su mejor momento, en los días más felices de toda su vida; otros ni siquiera se esfuerzan por demostrar su humor de mier... digo, su mal humor. Pero cuando miro a aquellos que solo... existen allí, parados o simplemente caminando, sin mostrar más que una sonrisa amable, suelo pensar en que quizás estén en la misma situación que yo, sonriendo porque es lo que deben hacer.
A donde sea que vaya debo mostrar una gran sonrisa y saludar a todos para no arruinar el ambiente, aunque sea realmente difícil cuando no tienes una motivación para sonreír... Tuve la mía hace tres años, ahora no tengo nada.
—Señorita Lennor, buenos días —saluda el portero como cada día.
—Buenos días, Nathe —sonreí de nuevo a la par que inclinaba levemente la cabeza.
Apenas crucé las amplias puertas del edificio recibí toda clase de saludos y halagos, respondiendo a cada uno de ellos a pesar de saber el sucio secreto que guardan todos en este lugar.
—Joder, no la soporto. Se cree demasiado —escuché los susurros tras de mí.
—¿Y ya viste sus zapatos? Por Dios, son horribles.
Entré al ascensor, ignorando los insultos de las personas que no toleran mi presencia solo por ser la hija del director de esta compañía tan exitosa y tener un lugar importante por eso. Las puertas se cerraron y por un tiempo pude respirar en paz, hasta que volvieron a abrirse de par en par. Caminé por los ya conocidos pasillos hasta llegar al último y más importante de todos.
—Señorita Lennor, su padre la espera.
—Gracias Diana.
Abrí la puerta de la oficina y encontré a mi padre mirando por el gran ventanal, que dejaba ver una hermosa vista de la ciudad.
—Padre —saludé llamando su atención.
Él se gira y me ve de pies a cabeza por un instante. Su mirada aún conseguía intimidante como si siguiera siendo una niña pequeña a pesar de tener veintiún años. Me indicó con la cabeza para sentarme en frente de su escritorio, donde él también tomó asiento en el más grande tras el otro lado. Frente a mí había una única carpeta.
—¿Cómo va la universidad, Madeline? —preguntó finalmente.
—Muy bien, de hecho. No me atraso en ninguna entrega y siempre soy de las sobresalientes.
Mi padre se me queda mirando con un destello conocido en sus ojos, uno que no me gusta para nada. Apoya su mano en la carpeta y la desliza por el escritorio de vidrio hacia mí.
—Si te va tan bien, ¿puedes explicarme esto?
Tomé la carpeta entre mis manos y la abrí, era un informe sobre mi promedio, con las notas de cada materia detalladamente expuestas. Mi padre jamás dejaría de meterse en mi vida... ya me había resignado a eso.
—¿Por qué no has tenido el total de puntos en esta entrega? Explícame qué sucedió.
—Padre, este proyecto había sido en grupos y mi compañera se retrasó en su parte. Al final lo hizo pero muy apurada y tuvo algunas fallas —intenté explicar a pesar de saber que eso no era una excusa para él.
—¿Y tú solo esperaste a que lo hiciera a última hora? Debiste ser mejor y tomar el mandato, no culpes a otros por tu incompetencia y falta de liderazgo.
Miré a mi padre simplemente y asentí aceptando su regaño. Había aprendido a aguantar cualquier mueca de desacuerdo o molestia, sé que si él ve algún atisbo de algo como eso en mi expresión solo me ocasionará problemas.
—Lo siento, padre. No volverá a ocurrir.
—Será mejor que sea así, porque hasta que no aprendas a cómo ser una verdadera líder no podrás manejar mi compañía —respondió—. Ahora, quiero escuchar sobre Dante.
—¿Qué quiere saber? —cuestioné.
—¿Cómo te va con él? Me enteré de que te ha pedido que sean novios —sonrió finalmente—. Me imagino que has aceptado.
Hubiera querido no hacerlo pero es lo que mi padre quiere que seamos, no tuve otra opción.
—Sí, lo hice. Dante... es un hombre realmente amable, me... me gusta mucho —respondí haciéndolo sonreír más, y un sentimiento de alivio y esperanza creció en mí, finalmente siento que he hecho algo bien.
—Perfecto. Si las cosas siguen así entre ustedes y entre nuestras empresas, no dudo de que faltará poco para la boda de ambos.
Odiaba la idea. No porque Dante fuera un mal sujeto, al contrario... es perfecto, buen amigo, buen hijo, buen estudiante y... buen novio; pero por más que quisiera no podía amarlo, él no es lo que quiero para mí. Es perfecto, y ese es el problema. Tengo que vivir con la comparación constante de mi padre. Quizás sea por eso por lo que no me agrada tanto, porque a mi padre le agrada más que yo y siento celos de que así sea.
—Ya puedes retirarte. Será mejor que estudies más, te hace falta.
Asentí estando de acuerdo con él. Me levanté de mi asiento y me incliné frente a mi padre antes de alejarme y salir de su oficina; el peso sobre mis hombros disminuye pero no desaparece. Salí del edificio, solo para encontrarme con Dante llegando por mí en su nuevo Camaro, atrayendo miradas de todas partes y flashes de los celulares ajenos. Dante se baja para venir directo hasta mí.
—Hola hermosa —me toma por la cintura y besa mis labios rápidamente— ¿Cómo te ha ido con tu padre?
—Bien, todo salió como lo esperaba —respondí.
—Debería pasar a saludarlo...
—Ahora no es buen momento. Está a punto de entrar a una reunión y no le gustará que lo interrumpamos —dije tomando su mano—. Vámonos de aquí mejor.
Dante termina asintiendo. Rodea el auto conmigo para abrir la puerta para mí, me deja entrar y la cierra para luego tomar su lugar a mi lado, tras el volante.
—¿Qué planeas hacer para las vacaciones? —pregunta encendiendo el motor.
—Am... no planeo nada más que estudiar. No se me antoja salir.
—¿Estudiar? Pero si ni siquiera te hace falta. Eres la más inteligente que conozco, sé que tener un tiempo libre no te afectará.
Sonreí con cierta gratitud pero negué con la cabeza y miré al frente en cuanto él puso el vehículo en marcha.
—Gracias, pero no puedo. Mi padre quiere que estudie.
—Yo me encargaré de él. Te apuesto a que conseguiré convencerlo —me guiña un ojo.
Sabía que es verdad, pues mi padre lo quería a él como si fuera su hijo, su único hijo en realidad. Es hasta capaz de comprarle un auto solo por sacar una buena nota en la materia que le cuesta, quizás hasta este mismo auto sea un regalo de mi padre.
—Lo pensaré.
—Hazlo, y si aceptas, te daré las mejores vacaciones que hayas podido tener. Haremos lo que tú quieras e iremos a donde tú desees —me mira un segundo con una gran sonrisa esperando mi respuesta.
No dije nada más, solo asentí sonriendo antes de empezar a revisar mi celular para saber lo que hay de nuevo. En ese momento me llegó un mensaje y lo abrí enseguida al ver que se trataba de Jennifer.
Jen:
Corazón,
¿Qué harás en las vacaciones? 5:45 p.m.
Ellie:
Dante me acaba de preguntar lo mismo.
No quiero hacer nada... pero él insiste en hacer algo, así que aún no lo sé. 5:47 p.m.
Jen:
Jooo...
Yo quería llevarte a un viaje conmigo.
¡Ya sé! ¡Tráelo, seguro te dice que sí!
Así nos vemos, por fin. 5:48 p.m.
Ellie:
Le preguntaré. 5:49 p.m.
—Oye, Dante... Ya que hablamos de las vacaciones, si consigues hacer que mi padre me libere de los estudios... ¿podemos hacer un viaje con Jennifer?
—¿Jennifer? Am... —él parecía un poco incómodo—. Sí, claro. Podemos.
—Gracias.
Él me sonríe y en un semáforo besa mi mejilla por sorpresa haciéndome sobresaltar un poco.
Quizás no me agradaba tanto como quisiera pero he de admitir de que Dante sí que hace su esfuerzo por ganar mi afecto. Soy consciente de que a él no le agrada mucho Jennifer, es normal, son tan diferentes que parecen perro y gato cuando están juntos. A Dante no le gusta mucho saber el historial de Jenny antes de Theo, que por cierto... aún está junto a ella, digamos que en la mejor etapa de su relación.
La familia de Dante es realmente conservadora, él no lo es tanto como ellos pero tiene algunos pensamientos que me hacen querer golpearlo por referirse a mi mejor amiga que no veo desde hace mucho tiempo, aunque intenta no ponerme en el medio y es algo que agradezco, porque todos sabemos que elegiría a Jen sobre todo, ella vino primero y es muy valiosa en mi vida.
Ellie:
Jen, te amo, ¿lo sabías? 5:56 p.m.
Jen:
Ya estás de cursi otra vez,
también te amo, ¿pero qué te pasa? ¿Dijo que sí o no? 5:57 p.m.
Ellie:
Sí, dijo que está bien. 5:58 p.m.
Jen:
¡Genial!
Ya quiero verte. 5:59 p.m.
Ellie:
Yo también. 5.59 p.m.
Dejé a un lado mi celular para volver a concentrarme en el camino, tratando de ignorar la música de Dante que no era de mi estilo, pero como no es mi auto y no quiero armar un escándalo por algo tan tonto... decido evitarlo.
—¿No te molesta mi música? —pregunta él como de costumbre al verme distraída y nada interesada en cualquier cosa que él pusiera.
—No te preocupes. Está bien.
Él sonríe feliz y sigue cantando, aunque lo haga fatal. Me causaba gracia pero no iba a burlarme, no tenía por qué hacerlo así que lo dejé estar, no es que piense que sea obligatorio escuchar mi música, además... no tengo la confianza de enseñarle mis gustos. Estaba segura de que buscaría algo neutro entre ambos y no es que me agrade la idea.
Suspiré profundo y callé mis pensamientos con las imágenes del camino.
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