CAPÍTULO 50
Respiro hondo para llenar mis pulmones de aire fresco con la intención de tranquilizar mi todavía muy acelerado corazón después de salir de todos aquellos exámenes. Fue muy difícil para mí estar sola sin nadie que pudiera sostener mi mano ni nadie que me ofreciera el consuelo que necesitaba mientras era llevada de un lado a otro del hospital para que me sacaran muestras de sangre y demás exámenes necesarios. Cada vez que entraba a una nueva habitación, quería correr e ir a los brazos de Theo para acurrucarme en él hasta que todo pudiera desaparecer, sin embargo; aguanté todos mis impulsos, todas las ganas de irme y me quedé allí a la espera de que todo terminara.
Hace bastante tiempo que no pisaba un hospital, al menos no desde aquella vez luego de desmayarme en el parque. Había olvidado cómo se sentía estar en un hospital: el aire frío que parecía impregnar todos los pasillos, el olor; la desesperación de los familiares, el ajetreo del personal médico, las falsas sonrisas de compasión y todo lo demás que detesto de este lugar. Gracias a Dios cuando todo llegó a su final me devolvió un poco la paz que había perdido antes de entrar así que salí de inmediato de ahí sin esperar a nadie. Theo se quedó adentro para recibir la información de cuándo podremos venir a retirar los resultados. Agradezco que se demoren un poco, así me dará algo más en lo que pensar por ahora.
Cierro mis ojos sin dejar de tomar lentas respiraciones y al estar segura de que ya me encuentro calmada lo suficiente, continúo mi camino hasta donde Theo estacionó el carro. Lo único que deseo ahora es irme de aquí a ver a mi hermana. Ha estado sola todo este tiempo sin saber nada en absoluto y debe estar demasiado preocupada. Aún no he pensado la forma más fácil de hacerle saber las últimas noticias, pero ya tendré tiempo de pensar en una forma de decírselo en el camino de regreso.
Encuentro el carro a unos cuantos metros, pero me detengo de golpe al sentir una mano en mi hombro. Pego un respingo antes de darme la vuelta para ver quién está detrás de mí. Coloco una mano en mi pecho aliviada de que sea solo Theo y no cualquier otra persona. Da un paso adelante con las manos en alto como si yo fuera un pequeño animal asustado y temiese que en cualquier momento lo vaya a atacar.
—Me asustaste —. Golpeo el hombro de Theo con fuerza lo que provoca que se tambalee un paso atrás.
—Auch —lleva la mano al lugar donde lo golpee no si antes darme una mirada avergonzada —. Lo siento, no quería asustarte. —Sacudo mi cabeza en su dirección.
—No puedes aparecer así de la nada—. Riño con molestia.
—Lo siento, amor. Pensé que me habías escuchado llegar.
No le respondo, no es necesario decir nada. Al ver que no reacciono, cierra los últimos pasos que nos separan para envolver su brazo alrededor de mis hombros y acercarme a su costado, luego comienza a llevarme al carro. Después de llegar, avanzo a la puerta con la intención de entrar, sin embargo; él se detiene con las llaves entre sus dedos. Me da la vuelta de manera que nos enfrentamos de nuevo. Toma mi cara entre sus manos e inclina mi cabeza hacia atrás hasta que nuestros ojos se encuentran.
—Amor, sabes que tenemos que ir a la policía ahora, ¿cierto? —. Por la expresión de su rostro y su forma de decirlo, puedo notar que tiene miedo de llevarme a ese lugar.
Mi cuerpo se tensa en respuesta a aquella afirmación pues me había olvidado que al salir de aquí tendría que ir a poner la denuncia oficial. Entro en pánico y me zafo de su agarre mientras todo el aire abandona de golpe mis pulmones e impide que pueda volver a respirar.
No puedo ir ahí justamente ahora. No creo poder soportarlo.
Theo
Nikki se apoya en la puerta del auto, su respiración aumenta después de haberle dicho lo inevitable. Lo único que se escucha son los murmullos que salen cada vez más rápido de sus labios mientras menciona una sola palabra: no. Me acerco a ella poco a poco, asustado de que pueda desmayarse justo ahora, es lo último que necesitamos. Trato de llamar su atención, pero es inútil, es cómo si estuviese en cualquier lugar excepto aquí. Mi pecho se aprieta al verla de esta manera tan... débil. Odio que tenga que pasar por esto, solo que no encuentro una manera de protegerla para que no vuelva a sufrir.
Después de lo que parecen años de tortura para ambos, ella por fin reacciona para acercarse a mí y tomar mi camisa entre sus pequeñas manos, sus ojos me observan fijamente, sus pupilas están dilatadas por la desesperación.
—No quiero ir a la policía. Por favor, por favor no me lleves.
—Cariño, escúchame —pongo mis manos en las suyas para tratar de aflojar el agarre. Suavizo mi voz e intento hacerla entrar en razón —. Sé que no quieres ir, pero es...
—¡No! —Interrumpe con voz agitada —. Por favor, Theo. Te lo suplico, no me lleves hoy. Te juro que mañana iré así sea sola si es necesario, no hoy. Por favor, no puedo... —un sollozo estrangulado sale de su garganta y odio verla así —, no puedo soportarlo hoy... por favor no me obligues a ir.
Dudo unos segundos, sin embargo; luego de pensarlo bien, decido aceptar. La acerco a mi cuerpo por las caderas y susurro algunas palabras tranquilizadoras en su oído antes de separarme un poco de ella para acercarme a abrir la puerta. Entra en el carro con una sonrisa agradecida y puedo escuchar su suspiro de alivio. Trato con todas mis fuerzas no dejarle ver cuánto me duele verla así; cuánto quisiera soltar todos los gritos de impotencia que amenazan con salir de mi garganta. Una vez cierro su puerta, tomo una respiración inestable, luego saco mi celular del bolsillo trasero de mis pantalones al igual que la tarjeta que el oficial me dio para marcar su número. Contesta después de varios intentos.
Puedo escuchar el ajetreo del otro lado y él tiene que salir para hablar conmigo. Después de presentarme, le explico lo más calmado que puedo toda la situación en la que me encuentro ahora y espero pueda entenderme, sin embargo; me corta a mitad de una oración.
—Señor Jones, entiendo lo que me dice, pero no podemos esperar hasta mañana. Este caso no es fácil, hablamos de abuso sexual, maltrato, pederastia y muchos otros cargos más, no de cualquier delito menor. Deben venir hoy.
—Sé que este no es un jodido delito menor, oficial, solo que ella se encuentra demasiado alterada ahora, no puedo llevarla a rastras hasta la estación de policía mientras grita. Solo le pido darme esta noche para que se calme y mañana la llevaré a primera hora de la mañana.
—Pero...
—Por favor —. Suelta un suspiro exasperado.
—De acuerdo. Puede venir mañana, pero por favor, no puede pasar de mañana.
Acepto sin dudarlo, luego intercambiamos unas cuantas palabras más antes de colgar, aliviado porque aceptó mi petición. Ingreso en el auto una vez ya estoy calmado lo suficiente como para poder conducir. Le echo un vistazo rápido a Nikki y la encuentro dormida con la cabeza apoyada en la ventana. Observo su pecho subir y bajar con cada respiración constante, su rostro se encuentra relajado, desprovisto de todas las emociones fuertes que ha tenido hoy.
Sonrío un poco antes de inclinarme, rozar su mejilla para agarrar un mechón de cabello de su rostro y llevarlo detrás de su oreja. La observo por unos minutos más sin dejar de acariciarle el rostro, después pongo en marcha el motor para comenzar a conducir.
Agradezco que pueda dormir un poco antes de tener que lidiar con las explicaciones que le debe a su hermana. Será algo demasiado difícil para ambas, de eso estoy seguro.
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Capítulo dedicado a: avecesmepasodeloca
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