CAPÍTULO 46
Todavía me aferro a él como si mi vida dependiera de ello. No quiero soltarlo o dejarlo ir, porque si lo hago estoy segura de que me derrumbaré. Agradezco con todas mis fuerzas que pueda sostenerme de esta manera entre sus brazos. Algunos segundos de silencio después, toma mi barbilla con dos dedos para levantar mi cabeza un poco y poderse encontrar con mi mirada. Lo observo a través de la bruma de las lágrimas con atención mientras limpia mis mejillas con sus pulgares antes de poner su frente contra la mía.
—¿Qué paso, amor? Por favor deja de mentirme y dímelo; me mata verte así. Me siento impotente al verte tan destrozada y no poder hacer nada para quitarte este dolor.
—Yo... no puedo decirte... tienes que entenderme.
—No. No te entiendo. Que me condenen si dejo que te vayas de mí lado aún cuando siento que algo anda mal.
Otro sollozo rompe a través de mi garganta pues las palabras luchan por salir de mis labios, pero trato de aguantar. En lugar de hablar, me concentro con atención en las facciones de Theo pues quiero grabar en mi memoria cada parte de él el mayor tiempo posible que pueda. Observo sus ojos marrones oscuros, tan profundos que pueden ver a través de los míos; sus mejillas, la ligera barba en su mandíbula y aquellos labios expresivos que he besado tantas veces y que podría ser la última vez que pruebe. Mi cuerpo se sacude de repente con un estremecimiento ante el pensamiento que llega a mí.
Quiero besarlo una última vez.
Si esta es nuestra despedida, haré que valga la pena cada segundo y cada minuto, así tendré un recuerdo grabado en mi memoria que pueda utilizar cuando sienta que la oscuridad consumirá todo a mi alrededor. Con mi decisión tomada, me muevo un poco sobre su regazo para tratar de acercar mi cuerpo al suyo y así apretarme lo más que pueda contra él. Levanto mis dedos hacia arriba para tocar el contorno de sus labios sin despegar la mirada lo que provoca que nuestras pupilas comiencen a dilatarse y nuestras respiraciones a acelerarse entre más tiempo nos quedamos así.
—Nikki... —. Su voz sale ronca, afectada por el deseo.
Ignoro sus palabras sin querer arruinar el momento, en su lugar, sin despegar mi mirada de la suya, rozo con suavidad mis labios contra los suyos de manera lenta antes de tirar de su labio inferior entre mis dientes. Gruñe en respuesta, sus manos caen a mis caderas donde les da un ligero apretón. Al ver que no hace nada por apartarme, me lanzo de lleno en el beso. El pecho de Theo se expande cuando toma una profunda inhalación ante mi atrevimiento. Comienza a devolverme el beso, sus labios presionan contra los míos con el mismo fervor e intensidad que le ofrezco; mis lágrimas se mezclan entre nuestros labios.
Luego de unos segundos, de manera casi inconsciente, quita el agarre sobre mis caderas para llevar sus manos a mi cabeza y tomar un puñado de mi cabello sin lastimarme antes de llevar mi cabeza hacia atrás para profundizar nuestro beso. Mi corazón se acelera todavía más si es posible al sentir su pasión. A medida que el ritmo va en aumento, nos volvemos mucho más desesperados. No detengo ninguno de los gemidos que salen de lo más profundo de mi pecho, derramo todo el amor que siento por él en cada uno de los besos que nos damos. Sin embargo, luego de varios minutos, se separa de mí y me aparta un poco con suavidad.
—Para, cariño —parece que hubiera corrido una maratón pues su respiración es bastante agitada —. No puedo... no puedo aprovecharme de la situación. Estás asustada, nerviosa y dolida, además siento que haces esto como forma de despedirte. No logro soportarlo, no quiero que lo hagas.
—Por favor déjame hacer esto... lo necesito —. Trato de acercarme de nuevo, pero me detiene de los brazos e intenta alejarme otra vez.
Decido bajar de su regazo, avergonzada mientras mis mejillas se tornan calientes al darme cuenta de lo que acabo de hacer; prácticamente me aferré a él como una loca pervertida. Esto no es lo que se supone que haría al venir aquí.
Con un suspiro, centro mi atención en las palmas de mis manos como si estas tuviesen todas las respuestas necesarias.
—Perdón, Theo. No quise acosarte de esa manera, pero... bueno, no tengo una excusa. Creo que debería irme.
—No te disculpes, Nikki. Créeme que si estas fueran otras circunstancias no me habría detenido. Solo que no puedo aprovecharme de la situación; todavía tienes que decirme lo que sucede —. Me hago la desentendida como si no supiera de lo qué habla.
—Ya te dije que no pasa nada. No tienes porqué ser tan insistente en esto.
Espero con paciencia una respuesta de su parte al escuchar mi negación, sin embargo; al no conseguirla, me veo obligada a levantar la mirada. Theo me observa con abierta decepción y suelta un suspiro cansado seguido de una risa desilusionada.
—Sabes, tenía más confianza en ti, amor. Confiaba en que llegado el momento, no serías tan cobarde justo como me lo acabas de demostrar en este instante.
Parpadeo varias veces sin dar crédito a lo que escucho. Bien, eso dolió. La manera en la que lo dijo sonó tan, pero tan desesperanzada que logra aguijonearme demasiado. Ya sé que soy una maldita cobarde, no hace falta que me diga algo que ya sé. No respondo nada, en su lugar me quedo callada a la espera de que él sea quien vuelva a hablar.
—¿Sabes algo, Nikki? Me acabo de dar cuenta que eres una mentirosa. Antes dijiste que confiabas en mí; lo dijiste tantas veces... aún así vienes, te paras frente a mí y dices una sarta de mentiras. Me dices que supuestamente quieres terminar nuestra relación porque no puedes amarme, finges que esto es lo que tú quieres y no lo que tu padre te obliga a hacer —de repente, acaba la distancia entre nosotros para colocarse frente a mí, sus manos van de inmediato a mis hombros de manera firme y les da un apretón —. Sé que esto lo haces por tu padre, no tienes porqué fingir conmigo, pero sigo sin entenderte, en serio no lo hago.
—¿De qué hablas? —Pregunto, confundida ante sus palabras. Está enojado más allá de la razón. Mira al techo con un gruñido profundo antes de dar un paso lejos de mí.
—Tú me sacas de mis casillas. No puedo contigo —camina de un lado a otro, desesperado como nunca antes lo he visto —. Por Dios, Nikki, ¡deja de actuar así! Ya basta de esto. ¡Tienes que decirme lo que pasó, maldita sea! No puedo ayudarte si no me lo dices. ¿Por qué no te das cuenta de que haces mal las cosas, que lo que tú crees lo correcto en realidad no lo es? —Pierde el control por completo pues su voz calmada sale en un fuerte grito. Su temperamento causa que se encienda el mío y también comienzo a hablar a gritos.
—¡Ya te lo dije! Termino contigo porque no siento nada por ti. ¿Es tan difícil de creer que no te amo y que nunca lo haré?
—¡Si, si lo es! Me dejaste entrar en tu vida; me contaste secretos que nadie más sabía antes, ni siquiera tus mejores amigos. Enfrentaste a Valery por mí, rechazaste a Daniel más veces de las que puedo contar, ¿y de verdad esperas que te crea que no me quieres?
—Mentí todo ese tiempo, Theodore. ¿Acaso no te das cuenta?
Cierro mis ojos, exasperada. En serio no quería llegar a estos extremos; esperaba no tener que llegar. Traté de terminar todo esto sin utilizar palabras que pudieran herirle, pero mierda, no me lo pone fácil. Finalmente, me obligo a decir lo que es necesario para no continuar con esta discusión y pueda dejarme ir.
—Mentí. Dije aquello porque sabía que sería lo más fácil para llegar a tener algo contigo pues necesitaba algo o a alguien para escapar de mi realidad. Cuando te vi, supe que serías todo lo que deseaba en mi potencial pareja: atento, amable, serio, apasionado. Al verte, Theodore, vi mi oportunidad y funcionó mejor de lo planeado.
Obligo a mis hombros a encogerse como si no me importara nada. Me sorprende lo fría y seria que sonó mi voz, cualquier persona creería mi drama.
Bueno, cualquier persona, a excepción de Theo. Tiene una cara tan impertérrita. Una cara que dice: "no-te-creo-ni-una-sola-palabra."
Demonios.
Su determinación parece hecha de acero. ¿Qué rayos se necesita para convencerlo de algo?
—Mientes de nuevo, Nikki, por supuesto que no me sorprende. De verdad quiero sacudirte hasta hacerte entrar en razón, tal vez debería llamar a Kate en este mismo instante para que sea ella la voz de la razón —suspira de nuevo, esta vez resignado —. Está bien. Finjamos por un solo momento que todo es verdad: que no me amas, que mentiste todo el tiempo y todas esas cosas que dijiste; también haré como si te creyera —. Abro mis ojos de par en par, luego los entrecierro en confusión.
—¿Perdón?
—Supongamos todo eso. Y luego... ¿qué?
—No entiendo... —. Interrumpo, solo que ni siquiera me hace caso.
—¿Me dejarás aquí, solo y preocupado; asustado de lo que te pueda pasar? ¿Irás a tu casa, al lugar dónde vive el peor monstruo que puedas imaginar? Un monstruo que es tu padre, además. Un padre el cuál viola a su propia hija solo por placer sin importarle todo el dolor emocional que eso puede llegar a causarle. ¿De verdad lo dejarás doblegarte a su voluntad cada vez que se le dé la gana? ¿tienes alguna idea de lo que eso te hará? Vas a convertirte en la sombra de lo que eras antes, amor. Te limitarás a estar viva, pero no vivirás.
»Serás alguien con miedo para siempre; alguien que sufre en la soledad de su habitación sin dejar de llorar todas las noches porque no puede escapar de su infierno. Estarás con el constante temor de que Elizabeth tenga el mismo destino que tú tuviste. ¿Y sabes algo? no podrás protegerla siempre. En algún momento te vas a descuidar y él aprovechará esa oportunidad para lastimarla.
—Todo eso pasará si sigues empeñada en hacer las cosas de esta manera, si dejas que Rick controle tu miedo. ¿Acaso no te das cuenta de que él conoce todas tus debilidades y las utiliza en tu contra porque sabe el miedo que le tienes y que harás todo lo que él te pida? ¿eso quieres? Dímelo ahora, porque si es así, puedes irte en este mismo momento y nunca volver —en un segundo; se coloca frente a donde estoy parada para volver a agarrar mi cara. Mira con atención mis ojos, los suyos muestran seriedad —. Pero si no quieres vivir así, no seas una cobarde que se deja manipular, amor. Por favor, no lo seas.
Me quedo sin aliento después de oír todo aquello. Mi mente trata de procesar su discurso y cuando lo hace pierdo el último resquicio de autocontrol que me quedaba. En ese momento, la verdad comienza a salir de mi boca una tras otra, confieso absolutamente todo. Le cuento que Rick fue por mí a la escuela porque se enteró de nuestra relación. Le menciono cómo me amenazó con golpearlo y con matarme a mí así como la amenaza de llevarse a Elizabeth lejos de mi vida. Por último le admito que me obligó a terminar con él si no quería pagar las consecuencias.
Todo esto se lo digo ya sin contener nada, ninguna lágrima, ningún sentimiento ni pensamiento. Todas sus palabras me hicieron darme cuenta que estaba equivocada, que no tengo porque pasar por todo esto sola.
En un momento dado se acerca a mí para abrazarme de nuevo sin interrumpirme. Sé que a partir de este momento las cosas se pondrán difíciles para Elizabeth y para mí aunque si tengo a Theo a mi lado como apoyo; todo cambiará para mejor. Fui muy estúpida al querer hacer todo sola.
Nunca más. Me hago esa promesa.
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