CAPÍTULO 45
He estado acurrucada en la esquina de mi habitación con la cabeza entre mis rodillas por lo que parecen ser meses aunque solo han pasado unos cuantos días desde que todo se me salió de las manos.
Tuve que desaparecer de la escuela todo este tiempo luego de haberle enviado el mensaje a Theo que Rick me pidió. Sin embargo, a pesar de asegurarle que todo está bien con mi padre, eso no impide que me llame o envíe mensajes todos los días con la esperanza de que le conteste el teléfono, solo que no puedo hacerlo todavía, no mientras mi padre me tenga vigilada a cada momento.
A causa de mi silencio, una vez lo escuché llamar a la puerta para buscarme, sin obtener ninguna respuesta y aunque estuve tentada a abrirle esa vez, no pude hacerlo porque él se quedó conmigo. Ese día Rick me insistió que vaya a terminar mi relación con él, pero he logrado tomar como excusa las señales en cada parte de mi cuerpo por haber recibido varios golpes para no hacerlo. Sin embargo, ahora que mi cara ha disminuido la hinchazón y ya no cojeo al caminar, simplemente no tengo el valor. Es más, no quiero.
Cada vez que pienso en que no lo volveré a ver más, mi corazón se aprieta en mi pecho, la garganta se me cierra con fuerza e impide que pueda respirar. Mi mente me reprocha a cada momento lo estúpida y cobarde que fui, pues debí haberlo denunciado cuando Theo me lo aconsejó. Ahora comencé a pagar las consecuencias de mis malas decisiones y seguirá así por mucho tiempo más.
No puedo soportar más de esto. Antes estaba rota, ahora estoy destruida. No puedo dejar de pensar en nada que no sean las manos de Rick en mi cuerpo, los golpes, los insultos; la degradación de mí como persona. Mi cabeza se llena de pensamientos que nunca antes había siquiera considerado. No hay nada que no sea la pena, el dolor, la tristeza o el arrepentimiento.
Con todo lo que pasó, perdí mi mente, también mi alma en el proceso. Es como si, al amenazarme con quitarme todo lo que más amo; al abusar de mí de nuevo, eso hubiera sido la gota que por fin rebasó el vaso. Es como si la cuerda que se esforzaba por sostenerme entera hubiese sido tensionada demasiado al punto del colapso hasta romperse en el proceso. Sobreviví ocho años más o menos estable, ahora eso se acabó. Todavía puedo respirar, mi corazón no deja de latir dentro de mi pecho, solo que ya no tengo la fuerza para que me importe nada. Si todavía estoy en este mundo, es debido a Elizabeth porque no puedo dejarla sola; es mi responsabilidad mantenerla libre de todo dolor, por eso no hecho nada de las cosas que tengo en mi cabeza.
Puedo notar que mi hermana está preocupada por mí. Se queda todas las mañanas sentada a mi lado como si esperara alguna palabra de mi parte hasta que la envío a casa de mi abuela para que no tenga que presenciar nada de lo que Rick hace cada vez que llega del trabajo. No soy capaz de hablarle ni decirle que las cosas van a cambiar de ahora en adelante pues estoy segura que luego de esto ni siquiera tendré la oportunidad de salir de casa, estaré encerrada todo el tiempo que él considere necesario. Ya no habrá escuela, ni salidas ni hablaré más con mis amigos.
Me odio a mí misma. Creo que lo hago más de lo que odio a Rick. Esto es mí jodida culpa, nunca me cansaré de repetírmelo. Es mi culpa haberlo dejado destrozarme de esta manera. Todo es mi culpa.
Es curioso como una mala decisión, puede influir tanto en tu presente y en tu futuro.
****
Observo mi reflejo en el espejo después de tomar un baño caliente. Ahora sí puedo decir que mi cara ha vuelto a la normalidad. O bueno, a lo más normal posible. Antes era un poco bronceada, sin embargo; ahora la palidez se ha apoderado de mi rostro como consecuencia de no haber salido de casa desde hace ya un tiempo. Mis ojos se encuentran rojos e hinchados, más pequeños que de costumbre; mis labios se encuentran partidos y resecos. Lo único decente en mi aspecto es el cabello pues es lo único que sigue brillante. Al menos puedo utilizarlo como un manto que cubra lo demás en mi rostro.
Salgo envuelta en una toalla directo al armario para buscar qué ponerme. Observo todo por un rato hasta decidirme por algo simple. Unos jeans oscuros, blusa blanca, mi chaqueta de mezclilla y converse. Agarro todo esto para luego vestirme con rapidez. La ropa me queda un poco holgada como consecuencia de no haber comido casi nada estos días, pero no me importa. No tengo ganas de ir donde Theo, es más, ni siquiera quiero ir a verlo. Esta despedida será demasiado dolorosa para mí.
Una vez vestida, me paro de nuevo ante el espejo mientras agarro con fuerza mi pequeña bolsa de maquillaje. Decido colocar un poco de rubor en mis mejillas para darles un poco de color, en mis labios aplico algo de bálsamo hidratante y por último me delineo los ojos para hacerlos ver más grandes. Al terminar de arreglarme, pareciera como si todo hubiera desaparecido. Solo soy una adolescente normal que irá a ver a su novio. O eso es lo que cualquiera pensaría.
No podrían estar más lejos de la realidad.
Salgo de la habitación en la que he estado encerrada como una prisionera, cortesía de mi querido padre y una vez afuera lo veo sentado en el sofá, sus ojos pegados con concentración a la pantalla de la televisión como si no tuviera a su hija en la misma casa. Cuando me nota entrar a la sala, gira su cabeza para mirarme de arriba abajo, luego hace una mueca.
—¿Dónde vas así de arreglada? —Se levanta del sofá para acercarse a mí. Mira con desagrado mi boca antes de pasar el pulgar por mis labios y quita un poco el bálsamo. Me obligo a dejar mis brazos a los costados para no quitarle la mano de un golpe.
—Voy al apartamento de Theo a terminar con él, ¿u olvidaste ese detalle? —Contesto con sarcasmo, aunque me encojo por dentro ante la mirada que me lanza por mi actitud.
—No, no lo he olvidado. Me parece muy bien que vayas a eso, pero no tienes por qué ir tan... maquillada. Pareces una puta en servicio.
—Tengo que ir así porque a ti se te ocurrió que golpearme hasta el cansancio era una buena idea —. Su mano se levanta en el aire lista para golpearme luego de mi altivez, pero al último momento la baja a su costado y en su lugar la convierte en un puño.
—Vete ahora, hablamos cuando vengas —. Besa mi mejilla antes de empujarme a la puerta. Tomo aire un par de veces para calmarme, lo menos que necesito ahora es ganarme más castigo.
****
Miro fijamente los números en la puerta del apartamento de Theo por más tiempo del que debería, sin tener el coraje para tocar. Quiero irme en la dirección contraria para salir de aquí, asustada. Es más, estoy a punto de dar la vuelta e irme, solo que en ese instante la puerta es abierta y él aparece. Respiro hondo al ver su cara de nuevo, había olvidado por un segundo lo guapo que es. Lleva una chaqueta negra sobre su antebrazo y las llaves en una mano. En su rostro se encuentra una expresión enojada además de preocupada mientras mantiene la vista puesta en el suelo.
Todavía no levanta la cabeza por lo que no se ha dado cuenta que lo observo con atención como una acosadora. Decido en ese momento carraspear para llamar la atención lo que provoca que su cabeza se levante de golpe con sorpresa. Cuando me ve, su rostro se relaja de manera considerable, el ceño fruncido desaparece y una sonrisa de alivio toma su lugar.
—Nikki —. Da un paso en mi dirección con la intensión de abrazarme, pero salto hacia atrás un poco asustada. De inmediato, la preocupación regresa a su rostro. Frunce el ceño, confundido.
—Theo... —trago saliva antes de continuar —, ¿podemos hablar?
Mis manos pican por ponerlas en su cara con la intención de acariciarle los pómulos y los labios, aunque controlo mi estúpido impulso, en su lugar las coloco detrás de mi espalda. Sé que si lo toco ahora, no podré decir nada de lo que tengo en mente; solo me lanzaría a abrazarlo o besarlo después de tantos días sin verlo.
—Claro, pasa —. Ingresa de nuevo antes de abrir la puerta todo lo que puede para dejarme entrar.
Paso por un lado en un intento de evitar que mi cuerpo toque o roce el suyo por accidente. Una vez dentro, miro a mi alrededor. El apartamento está igual de ordenado que todas las otras veces que he estado aquí. Un sentimiento de nostalgia se apodera de mí con rapidez pues quizás esta sea la última vez que veré el apartamento.
—¿Qué sucede? ¿Por qué desapareciste así como así? He ido a tu casa todos estos días. Estaba muy preocupado, Nikki. Sé que algo malo ha pasado, pero tienes que decírmelo.
—Yo... lo siento, he estado ocupada estos días. Necesitaba alejarme para evitar que Rick continuara con sus sospechas y para pensar —. Respondo con la voz más seria que soy capaz de conseguir.
—¿Pensar... en qué? —Entrecierra los ojos para mirarme con atención por alguna señal.
Esto es más difícil de lo que pude pensar.
—En nosotros, Theo. Creo que... —no quiero dejar salir las palabras, me cuesta demasiado y mis ojos ya comienzan a arder. Trato de esforzarme muy duro para no echarme a llorar —, creo que debemos terminar. Es más, creo que nunca debimos estar en esta relación en primer lugar.
Parpadea un par de veces sin quitarme la mirada de encima como si no me hubiera escuchado bien. Me quedo donde estoy sin atreverme acercarme. Puedo ver el dolor que aparece en sus ojos al igual que el cambio en su postura ante mis palabras y quisiera consolarlo, decirle que es mentira, solo que no me atrevo. En ese momento desvía la mirada a favor de caminar hasta el sofá, luego lanza la chaqueta y las llaves sin ningún cuidado sobre este. Cuando vuelve a mirarme, noto cómo la comprensión destella con rapidez en su rostro, la seriedad con la que me mira me pone nerviosa.
—Dime porqué, Nicole. Dame una buena razón por la cual debamos terminar —. Dudo antes de sacar las palabras que practiqué todo el camino hasta aquí.
—Me di cuenta que nuestra relación no nos iba a llevar a ningún lado, Theo. Tú eres un hombre hecho y derecho que tiene una carrera, un trabajo; en cambio yo soy solo una adolescente que aún depende de su padre para salir adelante, con una hermana de ocho años que depende de mí. Necesitas a alguien de tu edad, yo necesito a alguien de mi edad. Además... bueno, entendí que nunca podré amarte como tú quisieras.
Soy una mentirosa, una completa mentirosa. No me creo ninguna de las palabras que acaban de salir de mi boca, pero tengo que mantenerme firme.
—¿Terminaste? —Pregunta sin ninguna expresión en su rostro.
—Eh, ¿sí? —Pregunto, titubeante. Nada de lo que puedo ver en su rostro me da una señal de lo que piensa.
—Yo no soy idiota, Nikki. No te creí ninguna de las palabras que dijiste. Deberías buscar una mejor excusa.
Empieza a acercarse a mí con lentitud, lo que me obliga a retroceder con cada paso que él da hasta que la pared choca contra mi espalda y una vez me ve acorralada, coloca las manos en mis mejillas para forzar mis ojos hacia él. El olor de su perfume entra por mis fosas nasales por su cercanía lo que me hace desear enterrar mi cabeza en su pecho para inhalarlo. Su cercanía afecta cada parte de mi cuerpo así como mis sentidos.
—Dime que pasó, amor. Dime porque estás aquí en mi apartamento después de varios días sin vernos para decirme tantas mentiras. Algo pasó con Rick, ¿verdad? no me mientas.
—No ha pasado nada, Theo, en serio. Si estoy aquí es por todo lo que te dije antes. No quiero estar más contigo.
—No te creo. Te conozco más de lo que te conoces a ti misma y sé, siento que me mientes.
Miro sus ojos por un momento mientras deseo poder decirle todo lo que tengo enterrado en mi corazón, pero el rostro de mi hermana aparece de repente en mis pensamientos al igual que la amenaza de Rick contra ella, así que empujo su pecho. Aprovecho su desconcierto para pasar por su lado con dirección a la puerta para irme de este lugar.
Antes de que pueda hacerlo, me detiene de la cintura y me aprieta contra su pecho.
—No te dejare ir tan fácilmente, amor —. Comienzo a revolverme de un lado a otro como una manera de zafarme de su agarre.
—¡Déjame ir!
—No, no lo haré.
—Por favor, por favor, no hagas las cosas más difíciles, te lo ruego —. Mi voz se rompe al pronunciar la última palabra.
Las lágrimas llenan mis ojos antes de comenzar a salir sin poder detenerlas esta vez. Me derrumbo entre sus brazos con horribles sollozos y gemidos descontrolados, mi cuerpo entero comienza a temblar entre su cuerpo con fuerza. Theo suelta un sonido desde lo más profundo de su pecho en desesperación antes de darme la vuelta para guiar mi cabeza hacia su corazón al tiempo en que me sostiene con fuerza. Agarro puñados de su camisa entre mis manos mientras dejo salir todo lo que tengo en mis lágrimas, mis sollozos. Dejo que el dolor, la desesperación; la ira y la tristeza se derrame fuera de mí.
Nos lleva hasta el sofá donde me acomoda sobre su regazo sin soltarme en ningún momento, sus manos acarician mi cabello con suavidad y susurra palabras consoladoras en mi oído. Permito que me consuele todo el tiempo que sea necesario pues tenerlo así logra cura un poco las heridas que he acumulado estos días.
Dios, lo amo. Lo amo tanto y de manera tan desesperada que es demasiado doloroso dejarlo ir. Esto es probablemente una de las decisiones más difíciles que he tenido que tomar en lo que llevo de vida. Cuando salga por esa puerta, dejaré mi corazón, mis ilusiones en este apartamento. No importa que me aferre en este momento a él como si fuera mi salvavidas, eso no cambiará las cosas.
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