CAPÍTULO 42

Nicole

—¿Qué fue eso? —Me interroga Theo cuando lo empiezo a arrastrar escaleras abajo.

Estoy muy enojada en este momento por volverme a encontrar a esa mujer, así que no le respondo. Sin soltar nuestras manos, bajamos de dos en dos las escaleras en un intento de alejarnos de esa perra. A lo lejos puedo escuchar a Valery gritar él nombre de Theo en repetidas ocasiones, sus tacones resuenan en las baldosas detrás de nosotros mientras trata de alcanzarnos.

Lo jalo más duro de la mano, no quiero que se quede atrás para que esa mujer logre su objetivo de hablar con él. Algunos instantes después, salimos al estacionamiento y entrecierro mis ojos con la intención de ubicar el carro. Una vez lo encuentro, camino más rápido aún, aunque unos momentos después siento cómo Theo le da un tirón a mi mano en el sentido contrario para llamar mi atención, por lo que me detengo un momento sin darme la vuelta.

—Sabes que yo no tengo la culpa ¿verdad? —Pregunta, curioso. 

—Lo sé amor, solo que no tengo ganas de hablar en este momento, solo quiero que me lleves a casa de mi abuela, lo más lejos posible de aquí.

—Pero... —Comienza a protestar, aunque lo interrumpo.

—Por favor.

Le hecho una mirada por encima del hombro justo a tiempo para verlo asentir con resignación, luego comienza a llevarme hasta la puerta del pasajero del auto, antes da la vuelta a lado del conductor. Abre la puerta de golpe y enciende el auto para conducir e irnos de aquí. En el momento que el motor ronronea a la vida, ella aparece en nuestro campo de visión del espejo retrovisor, con una apariencia un poco agitada. ¿Acaso no se cansa de rogar? bufo ante ese pensamiento, incrédula porque no puedo entender cómo existen mujeres que son capaces de perder la dignidad por un hombre que ya no las quiere en lugar de pasar la página hacia otra persona.

Una vez nos encontramos asegurados con los cinturones de seguridad, sale del estacionamiento directo a la carretera. A medida que conduce por la ciudad, me concentro en mirar por la ventana sin hablarle. Entiendo que no es su culpa, pero no puedo pensar con claridad en este momento, quiero ordenar mi mente antes de decirle algo.

¿Por qué vuelve al apartamento a ver a Theo? Valery debería entender que las cosas no se pueden solucionar con "lo siento". Perdió su oportunidad después de decidir que el amor que sentía por él no era suficiente para serle fiel para siempre. Ahora que él está feliz conmigo, quiere recuperarlo sin importarle nada. No voy a permitir eso. No lo haré.

Si ella hubiera venido aquí antes, el mismo día de la cena, me hubiese alejado. Hubiese aceptado que Theo podría estar mejor a su lado que conmigo; que de alguna manera Valery podría conseguir su perdón y ellos volverían. Sin embargo, desde el momento en el que sentí su toque, desde que lo escuché decirme cuánto me quería o cuando me demostró mil veces que no importaba lo que hubiese tenido con Valery, yo era mucho más importante para él... todo cambió. Cambió mi forma de pensar, de sentir. Me hizo más fuerte, más segura de mis sentimientos por él y los suyos por mí. Sé que ahora, justo en este momento, yo soy la única para él, nadie más.

Y ella no vendrá a arruinarlo todo.

Pasan varios minutos en silencio en los que ninguno de los dos dice una sola palabra ni nos dirigimos una mirada, él solo me brinda mi espacio para que me pueda calmar lo suficiente y así poder hablar. No es hasta que apaga el motor y estamos frente a la casa de mi abuela que por fin me permito voltearme en mi asiento para observarlo.

—Lo lamento —soy la primera en romper el tenso ambiente —, lamento el escándalo que hice en tu apartamento; lamento enojarme todo el camino hasta aquí, pero... bueno, necesitaba tranquilizarme porque la visita inesperada e indeseada de esa mujer me dejó muy ofuscada.

Detallo su rostro con la intención de buscar algún signo de si se siente decepcionado por mi actitud o por lo menos algo ofendido por no hablarle en todo el camino, solo que no hay nada de eso, en cambio me ofrece una hermosa sonrisa que muestra sus dientes.

—No te preocupes. Entiendo que todo lo que pasó te afectó demasiado. ¿Y sabes qué? estoy demasiado orgulloso por como manejaste todo, amor.

—¿De verdad? —Estoy sorprendida por la sinceridad que encuentro en su voz.

Llegué a pensar por un momento que estaría un poco enfadado por hablarle de esa forma. A pesar de que nunca he sido de esas personas capaces de enfrentar a alguien ni de armar un conflicto por todo, hoy sentí como si debería dejar algunas cosas en claro. 

Le toleré demasiadas cosas a su ex, soporté que arruinara la cena familiar solo con su presencia sin decirle ni una sola palabra. Toleré que tratara de demostrarme a mí, a sus padres, a Owen y a Theo lo perfecta que era a diferencia de mí. Toleré las sonrisas conocedoras que me tiraba cuando se daba cuenta de cómo agachaba mi cabeza al comprender lo bien que Alexandra y ella parecían llevarse. Ahora ya no podía quedarme cruzada de brazos, no cuando trató de conseguir un perdón que no merecía justo delante de mis narices. Ni siquiera respetó que yo haya estado en el mismo lugar que ellos dos; no le importó que yo escuchara todo lo que tenía que decir, no le interesó en lo más mínimo mis sentimientos, solo los suyos; por eso actué como lo hice.

Y a Theo no parece importarle en lo absoluto.

—Hablo en serio, cariño. Pensé que yo era quien necesitaba dejar las cosas en claro, sin embargo; me sorprendió. Me encantó que tú lo hayas hecho, Nikki, porque eso demuestra que ya no estás insegura cerca de Valery y que confías en los dos —. La tensión se aleja de mi cuerpo por completo con su confesión, así que le sonrío de vuelta.

—Por supuesto que lo hago, amor, tú me hiciste confiar.

Me paso de mi asiento al suyo para acomodarme en su regazo antes de besarlo en los labios por unos instantes, luego me aparto por completo.

—Debo entrar ya, Theo. Gracias por traerme.

Recojo mis cosas luego bajo del auto para caminar hasta la puerta. Cuando estoy frente a esta, dudo un poco en la entrada antes de timbrar. No he venido a esta casa desde el día en que se negó a hablarme sobre Sarah; solo nos hemos dedicado a hablar por teléfono todo este tiempo. pues no he querido volver. Sus palabras aún están enterradas en mi pecho y me lastiman cada vez que las recuerdo, quería evitar otra confrontación. La puerta se abre para mostrar a mi abuela quien luce sorprendida de verme aquí. Al parecer, Elizabeth no le mencionó que iba a venir.

—Nicole.

—Abuela.

Theo

Salgo del ascensor para ir hacia mi apartamento, aunque me detengo algunos pasos atrás antes de llegar al darme cuenta que ella todavía sigue aquí sentada frente a la puerta con su celular en la mano.

—Me sorprende que no te hayas ido después de que Nikki te haya dejado claro las cosas entre los dos.

Abro la puerta de casa, luego una vez estoy dentro trato de cerrarle la puerta en su cara, sin embargo; en el último segundo, empuja con la mano e ingresa también. Sigo sin creer la determinación que tiene esta mujer para insistir tanto.

—No le creí nada de lo que dijo —. Afirma con confianza y seguridad, como si supiera la verdad.

—¿Cómo es eso? —Pregunto mientras apoyo la espalda contra la pared en un intento para que no se note lo tenso de mi cuerpo. No me voy a sentir cómodo hasta que mi ex prometida esté fuera de aquí de una vez por todas.

—No la amas más de lo que lo hiciste conmigo, puedo decirlo. Te comprometiste conmigo, Theo, nos íbamos a casar. Teníamos un futuro planeado, íbamos a irnos de aquí; planeábamos tener hijos juntos. ¿Le dijiste eso? supongo que no —. Encoje los hombros con indiferencia después de terminar de hablar.

—No se lo dije, no necesitaba saberlo, ¿sabes por qué? porque no es importante. Y no te mintió, Valery, no lo dijo sin argumentos. La amo, nunca sentí contigo lo que siento con Nicole. Ahora, por favor lárgate de aquí y sigue el consejo que te dio, deja de arrastrarte por otra oportunidad.

Abro la puerta para ella en una invitación a largarse de mi apartamento luego le doy la espalda para ir a mi habitación, aunque me detengo en seco al escuchar su suspiro de resignación.

—Bien. Si no vas a volver conmigo, ella pagará las consecuencias por esto. Te arrepentirás.

La amenaza que acaba de lanzar me pone los pelos de punta; el miedo junto con la ira comienzan a hacerse presentes en mi cuerpo. La adrenalina corre por mi sangre y antes de que se dé cuenta, estoy frente a ella con mis manos sobre sus hombros para empujar su cuerpo contra la pared. No soy partidario de agarrar de esta manera a una mujer, pero no puedo pensar en nada más que no sea Nikki lastimada por esta horrible persona. Una expresión de terror aparece en sus gestos al ver mi rostro de furia, solo que no me importa particularmente.

—Escúchame bien. Tú llegas a lastimarla y te juro que la que se va a arrepentir serás tú. No te atrevas a tocarla, ni de manera física ni emocional, ¿me oyes? te lo advierto. Ahora lárgate de esta casa de inmediato, no vuelvas a venir aquí. —La arrastro del brazo sin pensar en si mis acciones la lastiman pues ya no me interesa. Una vez que está fuera de aquí, ingreso de nuevo antes de cerrar la puerta con fuerza frente a su cara.

Trago saliva. Mi mente es un revoltijo de pensamientos enojados y trato de calmar la rabia que me consume justo ahora. Cuando le dije todo aquello hablaba en serio. Si algo le llega a pasar a Nicole, sabré de inmediato quién fue la responsable. Solo espero tome mis palabras como lo que son: una advertencia, porque no sé de lo que puedo llegar a ser capaz si no lo hace.

****

Nicole

—Nikki, ven un segundo. Necesito hablar contigo.

Miro a mi hermana hacer las tareas sin prestarle atención a mi abuela. Ha tratado de hablarme desde que llegué aquí, no obstante; no he tenido las ganas de hacerle frente a lo que sea que necesite decirme. Ella lanza un largo suspiro, luego me jala del brazo hasta levantarme de la silla y me lleva a su habitación antes de cerrar la puerta detrás de sí.

—Deja de comportarte de esta manera, por favor. De verdad solo quiero hablar.

—De acuerdo. ¿Qué es lo que quieres? —Me siento en la cama con las piernas cruzadas a la espera de que hable. Evitarla por más tiempo no me hará ningún favor.

—Quiero disculparme por lo que pasó. No debí decirte lo que te dije —. Menciona el tema con voz arrepentida. 

—¿Era eso? Está bien. Ahora, ya que te disculpaste, no tengo nada más que hacer en esta habitación —. Hago el amague de levantarme, solo que coloca la mano en mi hombro y me empuja de nuevo hacia abajo.

—Es probable que nunca logres entender las razones por las cuales no te dije sobre mi hija. Es solo que ella me pidió no mencionarte nada si alguna vez preguntabas por su paradero —. A pesar de prometerme a mí misma que cualquier cosa sobre Sara no me iba a lastimar más, no puedo evitar la punzada de tristeza que aparece después de su declaración.

—¿Por qué, abuela? Solo dime el motivo y prometo no molestarte de nuevo con eso.

Con un suspiro rendido, se sienta a mi lado. Acomoda su ropa por un momento, sus ojos miran a cualquier lugar excepto mi cara, en su lugar se concentra en un punto por encima de mi cabeza. Me quedo ansiosa a la espera de la contestación.

—Tu madre... bueno, tenía miedo de que le pudieses contar a Rick dónde estaba. Ella no quiere volver a verlo nunca más, cariño —la observo con atención por unos minutos. Bueno, no es como si eso no fuera obvio. Supuse que si decidió irse hace ocho años y dejar a sus hijas con su padre era porque no quería saber nada de su ex esposo. Sin embargo, eso no me aclara los motivos —. Y antes de que preguntes, no puedo decirte nada más aparte de eso. Odiarías a tu padre si te lo digo.

Irónico. No creo poder odiar a ese hombre más de lo que ya lo hago. Aunque no le diré eso; tampoco voy a presionarle por otro poco de información. Ya no quiero saber de Sarah nunca más. Si en el pasado está, es mejor dejarlo ahí.

La única razón por la cual pregunté ese día fue porque Theo sacó a colación el tema y me entró una pizca de curiosidad de saber cómo vivía mi madre, qué había sido de ella. Ahora no la necesito pues he vivido sola con Elizabeth y Rick durante todo este tiempo sin una madre de por medio, así que creo poder sobrevivir sin esa mujer lo que me quede de vida.

—No te preocupes, abuela. No te obligaré a decirme otra cosa nunca más; esta será la última vez que hablaremos de esto, ¿de acuerdo?

Suaviza la expresión de su rostro antes de envolverme en sus brazos por unos pocos segundos. Es un poco incómodo, pero trato de devolverle el abrazo lo mejor que puedo. No puedo estar enojada con mi propia abuela a pesar de que me ha fallado en dos ocasiones.

Somos familia, después de todo.

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