CAPÍTULO 40
Valery
No sé qué hacer.
Todavía trato de procesar la situación en la que Theo me acaba de poner, siento como si mi cerebro no supiera ponerse al día ni cómo abordar bien el tema. Alex y Michael no han dejado de mirarme con expresiones en estado de shock desde que ellos se fueron. El rostro de Alex está pálido, toda la sangre abandonó sus mejillas, su esposo no está mucho mejor. Pasan algunos instantes en completa quietud hasta que escucho el chirrido de una silla arrastrarse por el suelo, así que cambio mi atención hacia el lugar de donde proviene el sonido. Owen se levanta despacio en una muestra de apoyo antes de acomodarse justo a mi lado.
—Mamá... —Comienza a hablar con la intención de que le preste atención a él y no a mí.
Escucharlo hablar parece sacarla de su trance mientras se levanta con lentitud de la silla, todavía sin despegar sus ojos de los míos. Camina algunos pasos hasta estar enfrente de mí con unos cuantos centímetros de separación entre nosotras.
—Alex, yo... —Antes de poder continuar para darle alguna explicación, veo su mano levantarse en el aire para darme la cachetada más fuerte que alguna vez haya recibido en mi vida la cual envía mi cara hacia el otro lado y mi cabello a mí alrededor.
Me quedo quieta un momento con el rostro en esa posición antes de poner mi mano en el lugar donde siento cómo mi mejilla palpita y arde al tocarla. La observo con lágrimas de incredulidad e ira de que haya sido capaz de golpearme de esa manera. Sus ojos están enrojecidos por las lágrimas sin derramar, con un dolor en ellos que lastima una parte de mí. No puedo encontrar nada de la Alexandra que conozco en esa mirada; nada de la amabilidad ni el cariño con el que me solía observar hasta hace unas horas, solo un odio profundo e intenso. Alex era como mi segunda madre, me acogió desde el inicio, pero ahora...
—Eres una maldita puta —enfatiza cada palabra con fuerza, enojada —. Una zorra desgraciada. No me vuelvas a decir Alex, ni siquiera te quiero volver a ver.
—Por favor, déjame... —Doy un paso adelante con la intención de calmarla antes de que me interrumpa de golpe.
—¡Cállate! ¡No quiero que me hables! Tú... te ofrecí todo, Valery. Te traté como si fueras de mi familia; te dejé entrar en esta casa aún después de que Theo terminara su compromiso. Te ofrecí mi apoyo para que pudieras recuperarlo y, sin embargo; me mentiste. Me mantuviste engañada, me hiciste creer que eras una buena persona. Traté como la mierda a esa pobre chica porque TÚ me lo pediste, ahora me doy cuenta que eres una vil traicionera. ¿Cómo pudiste engañarlo así? A la persona que te dio todo lo que le pedias, que te amó, te cuidó y te puso en el pedestal más alto jamás pensado. Con su propio hermano, además. Con dos hombres. Eres un asco de persona. Una basura.
—¡Basta! No dejaré que me trates así por más enojada que te encuentres. Y no me vengas con que trataste mal a esa mocosa por mi culpa, tú eres una adulta Alex, puedes tomar tus propias decisiones —. La interrumpo antes de que continúe con sus horribles ofensas, tampoco dejaré que me eche la culpa de todo lo que acaba de pasar.
—Si traté mal a esa chica fue porque tú me dijiste mentiras sobre ella —. Contraataca aún más enojada que antes si es posible, sus puños se aprietan a los costados.
—Bien, si quieres echarme la culpa de eso, está bien, pero no te atrevas a juzgar lo que pasó con Theo sin entender.
—Oh, ¿y qué es lo que no entiendo, según tú? Lo que hiciste no tiene justificación, Valery.
—¡Fue un error! yo amaba... amo a tu hijo, no lo pensé bien en ese momento. Me sentía cada vez más sola, Theo se comenzó a dedicar más a su trabajo que a mí. Ya eran varias noches en las que él me dejó abandonada, entonces llegaron ellos y yo... perdí la razón —. Eso no es del todo cierto, pero no puedo decir la verdad porque me odiaría mucho más.
Puedo sentir la mirada de Owen en mí debido a la mentira que acabo de decir, aunque no puedo mirarlo justo ahora, mi atención se queda centrada solo en Alex a la espera de que pueda entender mi situación, sin embargo; en lugar de eso, su mano vuelve a levantarse para conectarse con mi otra mejilla.
—Ya cállate. Ya no quiero escuchar la mierda que sale de tu boca. Que asco me das. Lárgate de mi casa.
—Pero...
Suelta un gruñido furioso, luego, cansada de mí, me agarra con brusquedad del brazo para comenzar a arrastrarme detrás de ella. Lucho entre sus brazos por zafarme o seguirle el ritmo con estos estúpidos tacones, aún así no evito tropezarme algunas veces. Owen, detrás de nosotras, trata de hacer entrar en razón a su madre, sin ningún éxito. Alexandra abre la puerta de la casa de golpe antes de empujarme hacia el exterior donde pierdo el equilibrio por su fuerza y caigo sobre mi trasero. No siento ni siquiera un poco de dolor, aturdida como me encuentro. Me lanza una última mirada llena de desdén desde su altura.
—No vuelvas a venir a esta casa nunca más, ni te atrevas a buscar de nuevo a Theo. Él ya es feliz con Nicole, no te necesita.
Con eso dicho, da un portazo sin importarle que me quede tirada en el suelo. Después de unos segundos, me levanto con un poco de dificultad luego de que mi mente logra asimilar lo sucedido. Al instante, una rabia casi cegadora comienza a recorrer mis venas.
Todo esto es culpa de esa niña. Por culpa de ella, Theo les contó todo a sus padres. Pudo haberse quedado callado, pero no, decidió echarnos al agua a su hermano y a mí, todo por Nicole. No puedo creer cómo la defendió sobre mí ante su madre. A ella, una mocosa que no sabe nada de la vida. La odio.
Por Nicole, todo se fue a la mierda.
****
Nicole
Abro mis ojos entre parpadeos con la intención de acostumbrarme a la claridad de la habitación. Miro a mi alrededor un poco aturdida sin saber dónde estoy, hasta que recuerdo que ayer decidí quedarme en el apartamento de Theo. Los recuerdos de la noche anterior comienzan a aclararse en mi cabeza. La cena con sus padres. El odio de Alexandra hacia mí, la perra de Valery que arruinó todo. Por último, me sonrojo al recordar las caricias que tuvimos antes de quedarnos dormidos, así como las palabras finales que susurró en mi oído. Palabras que aún dudo hayan sido reales y no solo un producto de mi imaginación.
Siento su fuerte brazo en mi cintura para sostenerme contra su pecho. Doy la vuelta un poco antes de levantar la mirada poco a poco hasta toparme con sus ojos cafés en los míos. Una sonrisa tira de sus labios cuando se da cuenta que estoy despierta.
—Buenos días —. Siento cómo se me seca la garganta al verlo acostado a mi lado, justo como lo prometió.
—Hola.
—¿Cómo amaneces? —Pregunta mientras levanta su mano a mi mejilla donde le da una suave caricia con su pulgar.
—Bien, ¿y tú?
—Muy bien. Verte a mi lado a penas desperté ha sido el mejor momento que he tenido en mucho tiempo. Me has arruinado, amor. Solo se necesitó una noche contigo a mi lado para que ya no quiera despertar solo nunca más.
Con una sonrisa tonta que aparece en mis labios al escucharlo decir eso, me acurruco más cerca de su pecho con ganas de quedarme así toda la mañana. Ante ese pensamiento, me separo con rapidez al caer en cuenta de algo muy importante. Busco mi celular, desesperada por mirar la hora. Una vez que lo tengo entre mis manos, noto que son las nueve de la mañana.
Mierda.
—¿Por qué no me despertaste para la escuela? ¿Y por qué no fuiste a trabajar? —Regaño mientras quito las cobijas para levantarme.
Sin embargo, antes de poder poner un pie lejos de la cama, su brazo se tensa contra mí antes de tirarme de nuevo junto a él de manera que ahora mi cuerpo se encuentra en la parte superior del suyo y mis piernas a cada lado de sus caderas. Coloco las palmas en su pecho para sostenerme.
—No te preocupes, pedí permiso en la escuela para faltar. Pensé que no te molestaría quedarte conmigo todo el día —. Arquea su ceja hacia mí.
Suspiro aliviada, luego bajo mi cabeza para darle un beso en la mandíbula.
—Tienes razón, no me molesta para nada.
Si al faltar a la escuela puedo quedarme aquí, pues debería faltar más seguido. Nos quedamos en silencio unos momentos sin dejar de observarnos a los ojos. Aquellas palabras que creí escuchar ayer se cuelan en mis pensamientos de repente ante su mirada intensa. Quiero preguntarle, solo que no estoy segura de querer saber la respuesta.
—Hey, ¿qué sucede? —Debe leer la expresión pensativa en mi cara para preguntar.
—Es que... bueno, no sé si me volví loca, pero... anoche cuando... después de que tú... —parezco una idiota al hablar así —, bueno ya sabes...
—¿Sí? —Arquea una ceja, divertido.
—Después de que me t-tocaras... y antes de quedarme dormida... bueno, creí escucharte decir...
—¿Que te quería más de lo que pudieras imaginar? —Aliviada, agradezco que haya podido decir las palabras que de manera tan desesperada traté de dejar salir de mi boca. Asiento sin mirarlo, muerta de vergüenza.
Me coloca sobre mi espalda como lo hizo anoche, solo que esta vez no tiene la intención de hacer nada más que hablar. Su pierna se entrelaza con la mía, luego toma mi mano para colocarla sobre su corazón.
—No te lo imaginaste, amor. Lo dije de verdad. Te quiero. Mucho. Mi amor por ti crece cada vez más todos los días. Pero anoche... —cierra los ojos, su mano en la mía se aprieta mucho más —. Anoche, al escuchar tus gemidos, al tenerte en la misma cama que yo... supe que estaba perdido por completo.
Separo mis labios para responderle, aunque no me deja.
—Entiendo que puedo asustarte un poco con mis sentimientos, que crees que deberías devolver mis palabras, sin embargo; no quiero escucharte decirlas por obligación. Aún estás asustada de quererme; de enamorarte de mí, eso lo sé. Solo debes saber... esperaré por ti, cuando te sientas lista, me dirás todo lo que sientes.
Baja su boca hacia la mía para sellar sus tiernas palabras con sus labios. La mano que sostiene la mía contra su corazón, se desliza hasta mi cadera donde comienza a hacer círculos relajantes con su pulgar al tiempo en que baja su cuerpo al mío. Sus caderas se acomodan entre mis muslos y jadeo al sentir su dureza entre sus pantalones de pijama presionada contra mí. Con mis piernas enredadas alrededor de sus caderas, lo atraigo un poco más. Elevo los brazos e inmediatamente enredo mis dedos entre su cabello. Eso lo hace gemir entre cada beso antes de apartarse un poco, luego coloca su frente contra la mía.
—Debemos parar aquí, amor. Tengo algunos planes para ambos que implican levantarse de esta cama, no lo haremos si seguimos así.
Suelto algo que suena como un gimoteo de desesperación. Me avergüenzo del sonido instantes después de que sale de mi boca, Theo comienza a reír tanto que puedo sentir las vibraciones en mi pecho.
—Muy pronto. Lo prometo. Pero ahora... necesitamos salir de este cuarto.
—¿No podemos quedarnos otro momento así, por favor? —Muevo mis pestañas y hago un puchero con mis labios para tentarlo.
—Te prometo que después de esta tarde te daré lo que quieres —. Ruedo los ojos en su dirección, pero acepto su propuesta.
Me ofrece una sonrisa antes de levantarse de la cama. Una vez de pie, camina hasta el armario para buscar ropa.
—¿Y qué haremos está tarde? —Le cuestiono, resignada. Con mi espalda apoyada contra la cama, lo observo dar vueltas alrededor.
—Pensé que como ayer no pudimos llevar a Elizabeth a cenar con nosotros, hoy podríamos salir a algún lado los tres —. Me animo ante su propuesta.
—Es una buena idea. ¿Dónde pensabas llevarnos?
—Esperaba que escogieras el lugar. Piénsalo mientras me ducho.
Ingresa al baño antes de cerrar la puerta detrás de sí. Estiro mi cuerpo en la cama para desperezarme y comienzo a pensar en algún lugar al que podríamos ir. Elizabeth casi nunca sale a ningún lado pues siempre está encerrada con mi abuela, dudo mucho que ella tenga la paciencia para llevarla a cualquier lugar. En ese momento, recuerdo el parque al que mi madre solía llevarme de pequeña. Eli nuca tuvo la oportunidad de conocer a Sara ni tampoco de conocer ese lugar, es perfecto para que lo haga ahora. En el momento que Theo sale, le digo dónde podríamos ir y acepta de inmediato.
Luego de eso, después de bañarme, me veo obligada a ponerme la misma ropa de ayer ya que no tengo nada más aquí ni vine preparada para quedarme con él. Cuando estamos listos, esperamos a que sea hora de ir a la escuela de mi hermana para ir a recogerla. Que nosotros no fuéramos para quedarnos de vagos, no quiere decir que ella no haya ido a estudiar.
****
—¿Nikki? —Observo a mi hermana caminar de forma cautelosa hasta donde estoy parada, la mirada que me lanza es como si fuera una alucinación o quizás un fantasma.
—Hola hermosa —. Cambio el peso de un pie al otro, incómoda con su manera precavida de tratarme.
Antes, hubiera saltado a mis brazos y se hubiera envuelto como un pequeño mono alrededor de mi cuerpo, ahora es como si tuviese miedo de hacerlo.
—¿Qué haces aquí? pensé que la abuela iba a venir a recogerme, como le has pedido estos últimos días —. Auch. El borde afilado en su voz se entierra como una flecha en mi corazón.
Cuando ya está parada a unos centímetros de mí, me pongo a su altura para mirarla a la cara, luego coloco las manos en sus hombros.
—Lo siento mucho, mucho, mi princesa. Te he tenido muy abandonada, soy una mala hermana.
Si el que se haya sentido recelosa al verme aquí no es una señal de lo mala hermana que soy, no sé cuál lo sea.
—Sí, me tenías demasiado olvidada, pero te perdono. Y no, no eres una mala hermana; eres la mejor. No cualquiera podría soportar todo lo que tú soportas por mí. Solo... solo no me vuelvas a dejar tanto tiempo, te extraño.
El alivio se extiende por mis venas al escucharla decir eso; amo demasiado a mi pequeña hermana. La abrazo por unos segundos antes de apartarme, levantarme y tomar su mano para llevarla al carro de Theo.
—¿Ese no es el carro de tu profesor? —Cuestiona después de unos cuantos pasos, suena un poco recelosa.
Ups. Había olvidado mencionarle que ya era mi novio.
—Eh... Sí, es el suyo.
—¿Por qué vendría él aquí?
Al abrir la puerta, le doy una mirada de pánico a Theo. Parece confundido por un momento, al menos hasta que nota la expresión de Eli. Su expresión se suaviza un poco, sus ojos me ofrecen su apoyo, así que le digo la verdad.
—Porque es mi novio, estamos juntos.
—¿Qué? ¿y porque me lo dices hasta ahora?
Entro de primera antes de acomodarla entre mis piernas y ponernos el cinturón de seguridad. Lo analiza de forma muy cuidadosa, como si a penas lo acabara de conocer.
—Hola Elizabeth —. Saluda Theo con una pequeña sonrisa antes de encender el carro.
—Así que ya no eres solo su profesor, también eres su novio.
—Si. Pensé que ya lo sabias —. Me lanza una mirada acusadora, así que le sonrío con timidez.
—No. Ella me lo acaba de decir ahora. Por cierto, ¿dónde vamos? —Pregunta luego de mirar por la ventana con curiosidad. Le digo el parque al que vamos e inmediatamente brinca en mis piernas con alegría.
—¿Mamá te llevaba ahí? ¿Por qué nunca me lo mostraste?
Diablos. Aquella pregunta me deja de piedra e incómoda.
Ella sabe que Sarah se fue hace mucho tiempo, por lo tanto; no solía preguntar casi nada de ella durante sus ocho años de vida porque no tenía necesidad de saber, pues no la conoció. Tal vez no debí mencionar que era el parque al cual me traía los fines de semana.
—No se me había pasado por la cabeza, cariño, lo siento.
—Tengo otra pregunta: ¿por qué mamá se fue cuando yo era una bebé y no después de que yo creciera para que pudiera conocerla?
Ya no sonríe más, ahora tiene un pequeño puchero en sus labios, señal de que se encuentra a punto de llorar. Theo parece sentir el ambiente tenso que se acaba de formar entre ambas de repente porque se apresura a hablar.
—¿Qué te parece si después de ir al parque vamos a comer algo? ¿Te gusta la idea, Elizabeth?
Suelto un respiro aliviado al escucharlo cambiar de tema. Ella asiente unos minutos después sin decir nada, pero le ofrece la más mínima sonrisa, su expresión ya no es tan triste como hace unos momentos. Acerco mi mano a la de él para darle un apretón agradecido el cual devuelve sin quitar su mano de la mía. Ese simple gesto que tuvo con mi hermana, me hizo quererlo más de lo que ya lo hago.
****
La tarde que pasamos los tres, fue sin duda una de las mejores en mi vida y creo que en la de Eli también. No volvió a preguntar acerca de Sara, sonrío a todo lo que Theo le decía, jugó con él todo el tiempo. Amé la manera en la que ella pareció encariñarse bastante rápido con mi novio. Aunque ellos ya hubiesen hablado con anterioridad, hoy les permitió conocerse en profundidad. Fue muy significativo para mí que dos de las personas más importantes en mi vida se llevaran así, pues si pienso en aceptar la ayuda de Theo para meter en la cárcel a Rick e irnos a vivir los tres, ambos tienen que llevarse bien.
No podría estar más agradecida en estos momentos. La vida nunca ha sido tan buena para mí.
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