CAPÍTULO 39

Capítulo +18

Nicole

Theo me agarra del brazo luego de haberme alejado unos cuantos pasos de la casa.

—Nikki, por favor —me da la vuelta con suavidad lo que nos pone el uno frente al otro antes de tomar mi cara entre sus manos y levantarla hasta que me puede mirar a los ojos —. Lo lamento tanto, amor. Mi madre...

—Tú no tienes la culpa. Es ella la que hizo todo esto, no tú.

—Lo sé, pero me siento muy mal por ponerte en esta situación, no quise hacerlo. Sí hubiese sabido...

Me acerco hasta sus labios donde le doy un casto beso con la intención de demostrarle que no estoy enojada. No con él, de todos modos.

—¿Podemos irnos ahora? Llévame a tu apartamento, por favor.

Me mira por otro momento como si quisiera comprobarlo por sí mismo, luego me ofrece un leve asentimiento en respuesta. Toma mi mano entre las suya para llevarme hasta su carro donde me abre la puerta. Mientras conduce, miro por la ventana sin prestarle atención al paisaje pues mi cabeza está en otros lugares diferentes.

La cena con su familia no fue del todo mala, Michael fue muy bueno conmigo, Owen, por el contrario, no me habló, solo se dedicó a observarme con intensidad sentada junto a su hermano. Por ese lado, todo bien. El problema fueron Alexandra y Valery. Cuando Theo me insinuó que vendríamos a cenar a su casa, no pensé que todo se iba a salir de control. Hubiera deseado que su madre no fuera tan mala conmigo, que me aceptara como soy... no fue así.

Este encuentro me hizo plantear de nuevo, ¿por qué él debería estar conmigo? A pesar de haber tenido esta conversación con él antes, todavía no puedo llegar a comprender su atracción por mí ni su deseo de estar conmigo. Podría tener a cualquier mujer que quisiera, cualquier mujer de su edad, pero está aquí a mi lado; una chica que ha sufrido toda su vida, una chica con más problemas y pasado de lo que alguien debería tener. En lugar de estar con alguien, aunque me duela decir esto, como Valery que ya es una mujer hecha y derecha con un trabajo al que yo nunca podría aspirar, decide estar conmigo.

¿Qué triste, verdad? que con solo encontrarme con ella, mi autoestima haya bajado de forma tan considerable. La mano de Theo se posa en mi rodilla de repente, lo que devuelve mi atención hacia aquel lugar.

—¿Estás bien? —Me pregunta preocupado, por el rabillo del ojo puedo observar que me echa un pequeño vistazo.

—Sí, estoy bien.

—No, no estás bien. Te noto pensativa —. Suspiro un poco al notar que en el tiempo que llevamos como pareja, me llegó a conocer demasiado bien.

—Hablaremos en tu apartamento, ¿vale?

—De acuerdo —. Suelta un pequeño bufido ante mi negativa.

No hablamos más en lo que queda de camino, sin embargo; deja su mano en mi pierna para darme algunos apretones en el muslo junto con algunas ligeras caricias de arriba a abajo.

Después de llegar a su casa, me guía a su habitación mientras él se va a traerme algo de tomar con la intención de calmar mis nervios. No son nervios, en realidad. Es inseguridad y molestia. Todo el camino tuve pensamientos sobre si nuestra relación nos va a llevar a algún lado a largo o plazo o nos vamos a quedar estancados en algún punto.

Necesito seguridad en esta relación, aunque la primera que esperaba que todo terminara en poco tiempo era yo. Ahora eso ya no me parece una buena idea. Después de terminar de beber el agua que me ofreció, decido iniciar a hablar.

—¿Theo? —Ahora si estoy nerviosa por lo que le voy a pedir, quizás me diga que no.

—Dime, hermosa.

—¿Puedo... puedo pedirte algo? —No duda en responder de inmediato.

—Por supuesto, puedes pedirme lo que sea.

Me revuelvo incómoda en la cama. Dios, no estoy segura de todo esto.

—¿Me dejas quedarme esta noche contigo? No quiero ir a casa hoy. Puedo llamar a mi abuela para que se quede con Elizabeth. Aunque si no quieres, no hay problema —. Me apresuro a añadir. Su expresión se suaviza.

—Amor, puedes quedarte conmigo siempre que quieras. Es más, ya te dije que podrías quedarte a vivir conmigo si así lo deseas.

Mi corazón aletea en mi pecho al ver la sinceridad en sus ojos. Es increíble que con solo una mirada o palabra pueda hacerme sentir de esta manera.

Luego de eso, hablamos de cosas sin importancia por algún tiempo, al menos hasta que la pregunta que me hizo en el carro se hace presente. No quería ver llegar este momento, pero si quiero que todo salga bien, debo hablarle con la verdad.

—Primero, necesito que me prestes algo para dormir. No puedo dormir con vestido.

—Claro, espérame un minuto.

Camina hasta su armario para pasarme una camisa de su cajón. Después de tenerla en mis manos, me dirijo hasta su baño con la intención de ponérmela. ¿Qué diablos hago en este momento? Esto es una locura. Es la primera vez que dormiré en su apartamento; la primera vez que me voy a arriesgar a la ira de mi padre por no llegar a dormir a la casa.

Una vez estoy vestida, miro en el espejo mi reflejo. Mis ojos están abiertos de par en par con una mirada asustada y tengo un sonrojo en mis mejillas producto de imaginarme la expresión de él al verme con solo una camisa suya. Me obligo a calmarme durante unos segundos después de tomar una profunda respiración antes de decidir salir. Me quedo parada quieta en el marco de la puerta, nerviosa.

Jesús.

Theo está sentado al filo de la cama con solo unos pantalones para dormir lo que deja su pecho desnudo de nuevo a mi codiciosa mirada. Permito que mis ojos recorran sus abdominales, sus pectorales y la increíble v en sus caderas por un momento antes de aclarar mi cabeza de mis lujuriosos pensamientos, no es momento para eso.

Con mi profunda inspección no me doy cuenta que él ya ha puesto sus ojos en mí junto con una sonrisa coqueta en sus labios. Si yo lo miraba con deseo, él también hacía lo mismo conmigo; ni siquiera me di cuenta de eso.

—¿Mirabas mi pecho de nuevo, verdad?

—¿Q-qué? ¡No! Yo no te miraba nada.

Suelta una pequeña risa, luego me hace gestos para que camine hasta donde está él.

—Ven aquí. Siéntate a mi lado —hago lo que me dice un poco dubitativa —. ¿Qué pasa, amor? ¿Por qué estás así? Dijiste que no estabas enojada conmigo por lo que pasó.

Trago saliva antes de hablar con la verdad.

—No lo estoy. Es solo que... La cena me hizo replantearme varias cosas —toma mi mano entre las suyas para darle un apretón, lo que me anima a continuar —. No sé si debamos seguir con nuestra relación, Theo. Hay muchos obstáculos entre nosotros. Está tu madre, está Rick. Tu mamá me odia y si mi papá se llega a enterar... Dios, ni siquiera quiero imaginarme lo que te haría. Él está loco. Completamente loco.

—Nikki... ya habíamos hablado de esto. No me importa mi familia, ni mi mamá. Con respecto a Rick... bueno, amor, tampoco me interesa, porque pronto lo denunciaremos y le haremos pagar por todo lo que te ha hecho, también lo que le hizo a Luc. Si estamos juntos, no importa nada más.

—Eso dices ahora, Theo.

—No. Mis sentimientos por ti, son más fuertes que cualquier otra cosa.

Quiero llorar. ¿Por qué su madre y Valery me pusieron en esta situación? No había dudado tanto antes de mi valor como persona a pesar de todo lo que él me hizo pasar; todavía llegué a pensar que valía mucho más, aunque ahora no estoy tan segura.

—Además está la psicópata de Valery. Esa mujer aún te ama. Se le nota en la cara. Puede que sea una mala mujer, pero las miradas que te daba... —niego con la cabeza —, quizás deberías volver con ella. Tiene la misma edad que tú, es bonita, tiene un trabajo estable y lo más importante: le agrada a tu madre. No sé porque te fijas en mí si puedes volver con ella.

Todo se queda en absoluto silencio, lo que me obliga a mirarlo, preocupada. Theo ya tiene sus ojos puestos en mí con intensidad y un poco de enojo. De repente, de manera inesperada, agarra mis caderas para de ponerme sobre su regazo así que coloco de inmediato mis manos sobre sus hombros para apoyarme en el. Aguanto la respiración al tenerlo tan cerca de mí, pecho contra pecho.

—Te lo voy a decir una sola vez y quiero que me escuches con atención. No volveré con esa mujer ni aunque me pongan una pistola en la cabeza, no después de todo lo que ha hecho. Te dije ese día en la cabaña de mamá todo lo que siento cuando estás conmigo, todo lo que me gusta de ti. Valery puede que sea guapa, sí, pero tú eres preciosa. No te lo voy a volver a decir, en su lugar, te lo voy a demostrar —. Lo miro confundida.

—Espera... ¿de qué...?

Suelto un grito cuando de solo un movimiento fluido ya no me encuentro en su regazo si no de espaldas en la cama. Se cierne por encima de mí con sus brazos a cada lado de mi cabeza lo que nos encierra a ambos en una pequeña burbuja de privacidad. Acerca su cara a mi cuello para colocar sus labios ahí y me estremezco un poco después de que deja un ligero beso en ese punto. Nuestras respiraciones se aceleran con rapidez al momento en que comienza a repartir pequeños besos por todo mi cuello. Arqueo un poco hacia atrás mi cabeza para darle más acceso a su boca.

Suelto un jadeo entrecortado pues sus manos comienzan a descender a mis piernas para acariciarlas con suavidad antes de volver a ascender poco a poco hasta que sus dedos tocan el borde de la camiseta. Levanta un poco su cabeza hacia a la mía para poder observarme.

—Si quieres que me detenga, pídemelo. No te obligaré a nada que tú no quieras. Nunca lo haría... ¿confías en mí?

—Sí —. Contesto con dificultad debido a mi respiración agitada, aunque sin ninguna duda de mi respuesta.

—Bien.

Pone sus manos en mi zona lumbar para levantarme un poco antes de arrastrar la camisa por mi cuerpo. Levanto mis brazos en aceptación a sus demandas y me la quita con mayor facilidad. Se detiene algunos minutos, sus ojos observan con detenimiento cada parte de mi cuerpo.

—Eres muy hermosa, Nikki. Perfecta para mí.

Pasa su dedo índice desde mi clavícula hasta el contorno de mis pechos lo que me pone la piel de gallina en todas partes. Detiene su movimiento un momento para llevar su mano a la parte de atrás de mi sostén antes de hacer una pausa al tocar los broches.

—¿Puedo? —Pregunta con voz ronca, afectada por el deseo.

Asiento sin decir nada pues mi respiración está aún más acelerada que antes y no creo pueda decir las palabras. Desabrocha el sostén despacio antes de sacarlo por mis brazos con delicadeza. Tengo el tonto impulso de cubrirme con mis brazos, avergonzada, pero decido no hacerlo, quiero mostrarme segura frente a él.

Lo último en desaparecer es mi ropa interior lo cual me deja por fin desnuda por completo ante él. Estoy nerviosa, excitada; a la expectativa de lo que hará a continuación.

—¿Estás bien?

—S-sí.

Una vez comprueba que lo estoy, sus caricias comienzan a ascender con lentitud desde mis piernas, la parte trasera de mis rodillas, hasta mi cintura, mi abdomen y por último, mis pechos. Toma con su mano mi seno derecho antes de acariciarlo despacio, sin prisas, con sus ojos fijos en los míos para consumir cada una de mis reacciones. Su cabeza comienza a descender poco a poco hasta que toma mi pezón en su boca caliente, su lengua recorre mi piel sensible con delicadeza mientras su otra mano me acaricia el otro pezón con fuerza y arqueo la espalda ante las sensaciones que despierta en mí, sensaciones deliciosas que recorren cada terminación nerviosa donde él me toca.

Nunca he sentido lo que siento ahora. Siempre he pensado que el único que me iba a tocar o besar de esta manera era mi padre, que estas sensaciones iban a ser todas robadas por él.

Me equivoqué.

Esto es nuevo para mí, querer lo que quiero en este momento: sus manos junto con sus labios en cada parte desnuda de mí. Mi cuerpo entero arde por él, mi entrepierna se humedece cada vez más por sus caricias contra mi pecho. Escucho mis propios jadeos, jadeos que no pensé pudieran salir de mi boca.

Alterna su boca en ambos senos con besos, lamidas y ligeras mordidas contra mi pezón sensible lo que solo me excita más. Después de un momento, se aparta para comenzar a descender los besos por mi abdomen. Su atención no se aparta en ningún momento de mi rostro, sus ojos entrecerrados junto con sus largas pestañas logran ocultar la mayor parte de sus pupilas, lo que solo deja una pequeña franja de sus hermosos ojos oscurecidos por el deseo visible para mí. En ese momento, separa sus labios algunos centímetros de mi piel para poder hablar.

—¿Segura estás bien? ¿quieres que me detenga?

—N-no. Por favor no te detengas. Se siente muy bien.

Sonríe con ternura antes de volver a lo suyo. Desciende hasta que puedo sentir su respiración en mi entrepierna, un estremecimiento me recorre de la cabeza hasta los dedos de mis pies. Separa aún más mis muslos con sus hombros al acomodarse contra mí, lo que me deja mucho más expuesta para su mirada. Suelto un grito cuando sus dedos encuentran mi clítoris con los que le propicia una ligera caricia antes de acercar su lengua para lamer alrededor de la manera más deliciosa posible. Agarro las sabanas para tener algo que hacer con mis manos e inmediatamente mi cuerpo se arquea por el placer. Mueve su boca contra mí sin llegar a tocar por completo donde más lo necesito y me comienza a volver loca de necesidad. Como si hubiese sentido mi desesperación, por fin chupa mi clítoris con fuerza. Mis piernas tiemblan sobre la cama mientras Theo me lame cada vez más rápido como si fuese su postre favorito. El calor se acumula en la parte baja de mi abdomen y estoy cerca de correrme por toda su boca. Sin embargo, antes de poder llegar a la cúspide de mi placer, se detiene. Suelto un jadeo frustrado.

—¡Theodore Jones, no te detengas!

El muy imbécil se ríe entre dientes, su aliento aún entre mis piernas me hace temblar mucho más de lo normal. Quiero más que nada que continúe con sus atenciones, pero sigue sin moverse.

—¿Quieres que te haga correr, mi hermosa Nikki?

—¡Sí! —Le gruño con desesperación, con ganas de tomar su cabello con mis propias manos para obligarlo a regresar a mi entrepierna.

—¿Estás segura? No te he escuchado pedírmelo.

—Oh dulce Jesús, Theo. Lo necesito, por favor, por favor hazme correr.

—Tus deseos son mi orden —. Suelta una risita burlona, el descarado, aunque vuelve a acercar su rostro donde continua con su atención contra la parte más sensible de mí.

Gimo con fuerza cuando Theo añade a su tortura dos dedos dentro de mí y los mueve con velocidad sin dejar de chupar mi clítoris con fuerza; las sensaciones aumentan de nuevo cada vez más rápido hasta que no puedo más. Convulsiono en su boca.

Dejo escapar mis gemidos y jadeos sin importarme nada, ya habrá tiempo para avergonzarme después. Las estrellas explotan detrás de mis ojos cerrados cuando continúo corriéndome en su boca. Este sin duda ha sido el mejor orgasmo de mi vida. Todo ha sido provocado por mi novio, con mi consentimiento, sin ninguna obligación o coacción de su parte.

Después de que todo termina, se arrastra de nuevo hacia arriba sin dejar de darme pequeños besos en mi abdomen hasta llegar a mis labios para besarme con fuerza. Mete su lengua en mi boca donde puedo probar mi propio sabor, mi lengua se une a la suya para luchar en una batalla de voluntades que ninguno de los dos está dispuesto a perder. Se separa después de unos cuantos minutos para acostarse a mi lado antes de arrastrar mi cuerpo a su pecho. A pesar de que yo estoy más que satisfecha, no puedo evitar mirar en dirección a la entrepierna de Theo donde puedo notar su erección tensa contra sus pantalones pues él no tuvo su liberación. Muerdo mi labio inferior, indecisa de si debo preguntarle o no. Tomo una rápida decisión y elevo con timidez mi mirada hasta sus ojos.

—Tú... uhm, ¿estás bien? ¿Necesitas que te ayude también a... bueno, a satisfacerte? —Luce confundido por un minuto hasta que me nota observar con curiosidad hacia abajo y capta la indirecta.

—Estoy bien, amor, no te preocupes por mí.

—¿Estás seguro? —Coloco la mano sobre su corazón donde lo siento latir con velocidad bajo mi palma.

Levanta con un dedo mi barbilla con suavidad, su expresión está oscurecida por la lujuria además de la sonrisa más hermosa del mundo.

—Esa fue la prueba de mis sentimientos por ti. Con eso, quise borrar todas tus inseguridades, tus temores. Quise quitar de tu cuerpo y de tu mente todos los recuerdos de tu estúpido padre; hacerte saber que no todo es sobre el hombre o sus necesidades, si no las tuyas. Tú eres la que más importa, nadie más. Por eso no necesito que hagas nada por mí.

No tengo idea qué decirle. Mi cabeza es un remolino de pensamientos que no saben cómo escapar de mi boca y siento las esquinas de mis ojos humedecerse con lágrimas no derramadas. Todo lo que acaba de decir... acaba de borrar gran parte de mi pasado. Aunque mi padre haya robado partes de mi vida o mi cuerpo, este es el momento que voy a recordar para siempre como el único placer que he tenido. Rick no puede quitarme eso, no lo dejaré.

Algunos minutos después de calmarnos, coloca mi ropa interior en su lugar antes de pasar su camisa por mi cabeza. Luego de un momento, llamo a mi abuela para pedirle que cuide a mi Elizabeth por esta noche y que la lleve a la escuela mañana. Termino la llamada una vez obtengo su aceptación.

Me acomodo de nuevo en la cama de espaldas a él, el pecho de Theo detrás de mí. Pone sus manos en mi abdomen, sus piernas se enredan contra las mías.

—Buenas noches, amor, descansa. Estaré aquí a tu lado al despertar.

Una sonrisa adormilada se apodera de mis labios, feliz con su cuerpo alrededor del mío. Mis ojos comienzan a cerrarse ante todo el cansancio del día.

Estoy a punto de caer dormida, cuando creo escuchar salir de su boca algo que pudo haber sido un sueño o imaginación mía:

—Te quiero, Nicole Johnson. Más de lo que puedas imaginar.    

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