CAPÍTULO 38
—¿Cuántos años tienes? —Me cuestiona desde el sofá frente a nosotros dónde se sentó después de la revelación de su hijo.
Theo tiene su brazo sobre mis hombros de manera protectora, pues su madre no me ha dejado de enviar miradas molestas a cada momento. El señor Jones aún no ha llegado ni sus hermanos tampoco; por lo que el ambiente está demasiado incómodo.
—D-dieciséis señora.
—Um —. Es todo lo que dice en respuesta.
Miro a mi lado para buscar ayuda, pero sus ojos están puestos solo en su madre y no se ve feliz para nada. Tiene la mandíbula apretada, un músculo salta por la tensión. Quiero tranquilizarlo un poco, aunque no puedo hacer nada si no mira en mi dirección.
—¿A qué hora llegará papá?
—Está con tu hermano, no tardan en llegar.
—¿Owen está con él? —Escupe las palabras con demasiada fuerza.
Alexandra y yo lo miramos un poco sorprendidas por el arrebato.
—Sí, Theo. Trabajan juntos, ¿o a caso no recuerdas?
—Pensé que había renunciado para irse a trabajar a otro lado, eso me dijiste la última vez.
Abre la boca para responderle, pero en ese momento la puerta se abre, lo que nos hace mirar en su dirección. Los hombres que entran en la habitación me dejan estupefacta en mi asiento.
Ya veo porque Theo es tan atractivo.
Su padre es casi parecido a él, un poco más alto aunque no tan fornido como Theo. Su cara es un poco más alargada, sus pómulos menos pronunciados. Tiene el mismo color de ojos, así como el mismo cabello castaño, solo que el suyo tiene algunas canas en él que no le quita ningún atractivo.
Sin embargo, es su hermano quien me deja con la boca abierta. Theo y él podrían ser gemelos. Las únicas diferencias entre ambos son la estatura y el color de ojos, es obvio que Owen heredó la mirada avellana de su madre.
Ambos hombres visten elegantes trajes negros con zapatos perfectamente pulidos. No hay nada fuera de lugar en ellos, ni siquiera un solo cabello. Cuando entraron, estaban en medio de una conversación aunque esta, junto con sus pasos, se detienen a medio camino al vernos a los tres.
—Hijo —. El primero en acercarse es su padre mientras que Owen se mantiene al margen.
Sus ojos recaen de inmediato en mí para observarme con curiosidad. Algo en la manera en la que me mira me tiene un poco intimidada. Ambos hombres se saludan con un abrazo junto con palmadas en el hombro. Al separarse, Theo me toma de la mano para levantarme del sofá.
—Ella es Nicole, mi novia.
—Mucho gusto, señor —. Extiendo mi mano la cual toma con una sonrisa amable a diferencia de su esposa.
—Llámame Michael, linda.
Le ofrezco una ligera sonrisa. Ya me cae bien. Si tan solo su madre fuera tan amable como este señor, todo sería mucho más sencillo. Owen se aclara la garganta desde donde está, luego da un pequeño paso hacia adelante. Mira a su hermano con una pequeña mueca divertida.
—¿A mí no me vas a presentar, hermanito?
Lo siento ponerse rígido a mi lado aunque envuelve su brazo derecho alrededor de mi cintura para acercarme a su costado. Es como si no confiara en él conmigo en la misma habitación. Por lo que se ve, ellos no se llevan para nada bien.
—Nikki, él es mi hermano mayor.
—Un gusto conocerte, Nikki. Eres demasiado hermosa como para estar con Theodore.
Levanto mis cejas en sorpresa ante aquel comentario tan fuera de lugar. Al sentir el ambiente tenso de repente, suelta una fuerte carcajada como si hubiese sido el mejor chiste del universo.
—Solo bromeo, Theodore, no te enojes.
Afortunadamente, su padre interviene al concurso de miradas de quién asesina primero a quién que tiene lugar entre este par.
—Supongo que ya podemos cenar, ¿no? —Se quita el saco de su traje y se lo pasa a Alexandra quien de inmediato lo toma de sus dedos junto con el de su hijo. Corre al perchero en la esquina de la entrada para colgarlos.
—Podemos sentarnos, aunque en realidad falta una persona por unirse —. Su madre dirige el camino al comedor.
Como prometió, Theo no se despega de mi lado en ningún momento. Agradezco esto, pues aunque Michael y Owen no me hayan cuestionado por mi edad o por no parecer una universitaria, no quiere decir que más adelante no lo harán.
—¿Los mellizos vienen a cenar? —Escucho la voz del señor Jones hablarle a su esposa desde detrás de nosotros.
—No. Están muy ocupados con la universidad como para venir, pero vendrá alguien más.
—¿Quién? —Pregunta con una mirada sospechosa.
—Pues...
En ese momento, como invocado por su madre, el timbre la interrumpe. Gira sobre sus talones con una amplia sonrisa. Parece un gato que encontró y se comió al ratón. Es un poco espeluznante, a mi parecer.
—Vayan a sentarse, iré a abrir.
Hacemos lo que nos pidió, luego esperamos su regreso. Vuelve a ingresar unos cinco minutos después.
—Ya está aquí.
Todos nos giramos en las sillas para mirar a la misteriosa persona que invitó. Puedo escuchar desde aquí el repiqueteo de tacones que se acercan, lo cual provoca una extraña sensación premonitoria en mi pecho.
Cuando la persona ingresa en la cocina, casi me dan ganas de vomitar.
Maldición.
Demonios, no. Esta señora no hizo esto. Debe ser un producto de mi imaginación que esta persona acabe de ingresar en el comedor.
Valery se queda parada en la puerta. En serio esto no me puede pasar a mí.
¿Por qué, de todas las personas a quienes pudo invitar, debía ser ella?
Aprieto mi mandíbula y mis manos se forman en puños de manera inconsciente en mi regazo. Quiero gritar a través de mis dientes apretados, en algún momento podrían quebrarse de lo duro que los aprieto.
La perra está hermosa. Más de lo que la he visto en las únicas dos ocasiones que tuve la desgracia de encontrármela.
Lleva puesto un elegante vestido verde que se amolda a todo su cuerpo como una segunda piel. Es un poco corto, pero ella lo hace lucir bien sin verse para nada vulgar. Sus tacones son los más altos que he visto en toda mi vida, no logro entender cómo no se cae de cara ni se rompe un pie. La hace lucir mucho más alta de lo que es en realidad además de que sus piernas se notan mucho más tonificadas. La odio. De verdad la odio.
—Buenas noches —. Saluda contenta con una amplia sonrisa. Todos los ojos en esta habitación están centrados en la loca.
Al encontrarme sentada después de recorrer con la mirada a los hombres aquí, la sonrisa flaquea, se desvanece unos segundos y luego vuelve a su lugar no tan genuina como antes.
—Hola, Nicole —. Se nota por el cambio en su postura que no esperaba encontrarme aquí.
—Valery.
Su madre, quién hasta hace poco estaba parada a su lado con la mirada fija en nuestro intercambio, camina hasta tomar asiento al lado de su esposo. Le hace un gesto con la cabeza para que se siente al lado de ella.
—¿Ustedes se conocen? —Cuestiona Alexandra con una ligera sonrisa.
—Sí. La vi en el apartamento de tu hijo hace unos meses. También cuando fui a su escuela para buscarlo.
El silencio se hace presente después de que habla. Alexandra me mira con furia por demasiado tiempo ante esa declaración. Es obvio por su expresión que no le agradó la idea de que yo estuviera en su apartamento. No hay nada de amable en sus facciones.
Alguien se aclara la garganta con fuerza, lo cual interrumpe el incómodo silencio.
—¿Por qué trajiste a Valery a esta cena, madre? —Le cuestiona Theo con la mirada fija en su rostro. Parece bastante enojado con ella.
Yo solo me quedo callada, mis ojos en cualquier otro lado que no sean las caras de lástima que el resto de su familia lanza en mi dirección.
—Valery era tu prometida, cariño.
—¿Qué mierda tiene que ver eso con lo que te pregunté?
—Primero, cuida ese tono conmigo, segundo; dijiste que ibas a presentar a la familia a tu nueva novia. Ella es como de nuestra familia, por lo tanto, merece estar aquí.
Aprieta los puños hasta que sus nudillos se vuelven blancos por la tensión, así que pongo una mano en su antebrazo a modo tranquilizador. De inmediato, sus ojos caen a los míos. Trato de decirle con la mirada que todo está bien y que no hay necesidad de enojarse. Eso logra calmarlo lo suficiente; su postura enojada se relaja de manera muy visible. Sé que toda la mesa notó el repentino cambio en él, pero no me importa en lo absoluto. Lo único que quiero es que la cena pase sin ningún incidente.
Casi como si fuese una señal del cielo, en ese instante la cena es traída a la mesa por una señora mayor con el cabello recogido en un moño apretado en la parte superior de su cabeza. Coloca frente a cada uno de nosotros un plato con verduras y carne asada.
—Con permiso —. Se disculpa antes de retirarse.
Agarro la cuchara más cercana a mí para comenzar a comer. Al masticar el primer bocado, me trago el gemido que quiere salir de mi garganta ante el sabor de la comida. De seguro fue su madre quién preparó todo. Si no hubiera traído a la psicópata, le habría alabado lo bien que cocina.
—¿Cuántos años tienes, Nikki? —Relajo el agarre que tengo sobre la cuchara, agradecida de que su papá haya interrumpido el silencio. Trago el bocado que acabo de meter a mi boca antes de responderle.
—Tengo dieciséis, señor.
—¿Cuántos años te faltan para graduarte?
—Solo un año —. Le contesto con una sonrisa. Parece que a él no le importa que su hijo me lleve diez años.
Alexandra interrumpe nuestra conversación para en su lugar dirigirse a Valery.
—¿Cómo va tu trabajo, querida?
Dejo de mirar al frente para concentrarme en mi plato de nuevo, avergonzada.
—Muy bien, Alex. Aunque me consume casi todo el tiempo libre que pueda tener. Hoy es la primera noche en la que mi jefe no me llamó a trabajar.
Estúpido jefe. ¿Por qué no le pudo dar libre cualquier otra noche? Ambas mujeres me miran.
—Valery es abogada, Nicole. Lleva tres años en una de las empresas de su padre.
—Me alegra que tengas trabajo, Valery. Te felicito —. Fuerzo una sonrisa falsa en su dirección. Por el rabillo del ojo, veo a Theo ocultar su propia sonrisa.
Quisiera lanzarle un pedazo de carne al costoso vestido que lleva puesto. O lanzarle mi cuchara. O mi tenedor.
—¿Tú que piensas estudiar, Nicole?
Me quedo callada ante la pregunta tan incómoda pues no lo sé. En mis planes aún no está ir a la universidad; no podría estudiar ni tener un trabajo al mismo tiempo, no si quiero cuidar muy bien a mi hermana. Le ofrezco un encogimiento de hombros casual.
—Todavía no lo he pensado, señora. Mis opciones por el momento son limitadas.
—¿Por qué? —Por su expresión es obvio que se divierte en humillarme de esa manera.
—Porque aún no termina el colegio. Déjala tranquila, madre —. Theo responde por mí, lo cual le agradezco. Estuve a punto de decirle que no le importaba lo que hiciera con mi vida.
—Valery ya tenía su futuro planeado desde que era una niña, no veo la razón por la cual tu novia aún no sabe lo que hará. Tiene dieciséis años, debería pensar en la carrera que quiere seguir.
Cierro mis ojos mucho más apenada que antes y trato de calmarme. Esta cena de verdad que no fue una buena idea.
—Cariño, por favor —el señor Jones la mira con los ojos entrecerrados. También está molesto por la actitud de su esposa —, deja a la chica cenar. Aún es muy joven para escoger a lo que se va a dedicar. Si Valery ya tenía su futuro planeado es porque sus padres le escogieron la carrera desde que estaba en el vientre de su madre, tú lo sabes.
La boca de la antes mencionada se abre un poco por la sorpresa, no esperaba que él me defendiera a mí. ¿Por qué su mamá no puede ser más como él? No lo entiendo.
—Yo no le veo problema a preguntarle sobre su futuro. Pero está bien, no diré nada más sobre eso.
Presiento que no va dejar de incomodarme, pues parece que eso es lo único que le importa.
Como lo imaginé, algunos minutos después, vuelve a abrir la boca.
—Ahora que lo pienso, chicos, ustedes nunca me dijeron porque terminaron su relación.
Si antes Theo estaba enojado, ahora está furioso. Tanto así que la vena en su frente puede estallar en algún momento. Sé porque se puso así. La perra de Valery se acostó con sus padrinos.
Le manda una rápida mirada a su hermano. Él tiene los ojos bien abiertos mientras luce culpable y asustado. Algo anda mal aquí.
—Eso ya pasó hace mucho, es problema de ella y mío. No te metas —. Sisea en voz tan calmada que no es tranquilizante para nada.
—Solo quiero saber. No creo que fuera para tanto. Estoy segura que aún están a tiempo de arreglar lo que sea que haya salido mal.
Mi boca se abre con un jadeo sorprendido ante lo que acaba de decir. Eso es todo. Soporté estar en esta estúpida casa por casi dos horas completas, ya no más. Lo hice por Theo debido a que es su madre y no quería llevarme mal con ella, pero no creo pueda soportar ninguna otra maldita indirecta de su parte. Es bastante obvio para mí que ella no me quiere aquí, parece que nunca superó el final del compromiso de Theo con Valery y me siento como el segundo plato en esta mesa. No lo soporto más.
Arrastro mi silla hacia atrás, lo que la hace chirriar contra el suelo, luego me levanto con rapidez. Todos sus ojos se dirigen en mi dirección ante mi comportamiento inesperado. En ese momento, siento la mano de Theo en la mía la cual me da un leve tirón, así que le echo un rápido vistazo. Está apenado por el comportamiento de Alexandra, pero él no tiene la culpa que durante este tiempo haya sido una perra conmigo. Quisiera sentarme otra vez, hacer como si no hubiese pasado nada, sin embargo; no me voy a echar atrás. No les daré más a esas dos víboras el gusto de humillarme así. No me lo merezco.
—Muchas gracias por la cena, señora. Fue un placer haberla conocido.
—Nikki... —Me interrumpe con otro pequeño tirón a mi mano para hacerme sentar de nuevo, así que lo ignoro.
—No. No te preocupes, puedes terminar tu cena, yo ya me voy. Hasta luego, Michael, Owen.
Con un pequeño tirón, me zafo de su agarre con fuerza, doy media vuelta sobre mis talones y salgo en la dirección contraria.
Theo
Miro como mi novia se aleja cada vez más de mí. Quiero ir tras ella, aunque primero tengo algunas cosas que decir aquí. He callado por demasiado tiempo, soporté que mi madre entablara conversación con mi ex prometida aún después de terminar. Hoy, sin embargo; ya tuve suficiente. La observo con atención por tanto tiempo que aparta la mirada de la mía para mirar su plato de comida.
—Increíble, madre, que invitaras a esta... esta mujer. Humillaste a Nicole todo el rato.
—Hijo...
—¿Quieres saber por qué terminamos? Bien, te lo diré. No iba a hacerlo, porque no quería arruinar tu "amistad" con ella.
Valery se levanta para lanzarme una mirada suplicante.
—Theo, por favor. Cállate.
—No. No lo haré. Sé que fuiste tú quien convenció a mi madre de invitarte, de lo contrario ella nunca lo habría hecho —le lanzo una mirada furiosa y decepcionada —. Tú jamás te comportarías como lo hiciste hoy.
Agacha la cabeza, apenada, pues sabe que tengo razón. Lo que ella acaba de hacer no tiene justificación y no la voy a perdonar por esto en mucho tiempo.
—Tu querida amiga Valery, se acostó con mi hermano aquí presente y su mejor amigo. Mi propia sangre se metió con mi prometida. Por eso terminamos. Ella ni siquiera merece que yo le dirija la palabra ni mucho menos tú. Espero que vayas a pedirle perdón a mi novia, Alexandra, de lo contrario, no me volverás a ver.
Todo el lugar se queda en silencio ante la confesión que debí hacer hace mucho tiempo atrás. Mis padres miran horrorizados a la que alguna vez pensé era la mujer con la que iba a pasar mi vida. Papá aprieta la mandíbula con fuerza, un músculo palpita en ella y mi madre abandona toda expresión de su rostro. Está pálida y sorprendida por esto. Ambos, Valery y Owen, me dan una mirada enojada además de asustada por lo que mi confesión puede causarles ahora, pero ya no es mi problema lo que suceda después.
Los dejo ahí antes de dar media vuelta y salir detrás de Nikki.
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