CAPÍTULO 29

Miro a Theo parado frente a la clase con lo que debe ser una sonrisa tonta en mi rostro. Antes de comenzar las clases, a penas puse un pie en el salón, me tomó entre sus brazos para darme un beso que me dejó sin aliento, luego me invitó a una cita hoy con la intención de distraerme de mi sufrimiento y mis constantes ganas de llorar. Es la primera vez que vamos a tener una cita propiamente dicha, todas las veces que nos hemos visto desde el inicio de nuestra relación solo lo hemos dedicado a estudiar, a besarnos en cualquier oportunidad libre, o yo a llorar y él a consolarme cada vez, así que estoy ansiosa por estar sola con él sin que mis recuerdos con mi padre, la tristeza en mi pecho o su preocupación constante por mí se interpongan en nuestro camino. Eso me ha dejado sin poder dejar de sonreír ni un solo momento ni de robarnos miradas furtivas sin alertar a nadie durante la clase.

—¿Por qué sonríes tanto? —Un codazo en mi costado junto con un suave susurro me despierta de mi ensimismamiento. Miro a mi lado a Dani quien ya me observa con atención y sospecha. De inmediato mi sonrisa cae un poco.

Olvidé por un momento a una de mis dos sombras que no me ha dejado sola ni un solo minuto. Mis dos mejores amigos decidieron comenzar a turnarse para estar conmigo en todo lado desde mi llegada repentina después de estar tanto tiempo fuera de la escuela. Puedo notar la preocupación constante en sus rostros cada vez que piensan no me doy cuenta, me tratan como si fuese de cristal, como si en cualquier momento me fuese a romper y es lo que menos quiero, tenerlos en ese estado por mi culpa; me comienza a volver loca.

—Por nada, Dani, solo tengo ganas de sonreír. —Mi respuesta sale mucho más enojada de lo pretendido. Me lanza otra mirada sospechosa, un poco molesto. Sus ojos son agudos, como si tuviesen el conocimiento de que le acabo de mentir. Supongo que debe ser raro para él verme feliz después de estar tanto tiempo desanimada. Abre la boca para preguntarme otra vez, pero al notar a Theo que mira en nuestra dirección, decide callarse.

No sé cuánto tiempo más podré aguantar nada de esto, de tenerlo en mi espacio personal a cada rato como consecuencia de los secretos que todavía le guardo a él y a Kate. Odio esto, no poder confiarles ninguna de las cosas importantes en mi vida, pero no es tan sencillo.

Paso tanto tiempo con mis divagaciones mentales que no me doy cuenta del paso del resto de la clase, no hasta que el timbre del final de este periodo resuena en la escuela. Theo nos despide a todos con más tarea para esta semana y gruño en frustración. Genial, más tareas. Frunzo el ceño mientras comienzo a recoger mis cosas antes de acercarme a él para hablarle y persuadirlo de ser tan exigente con nosotros. Dani se queda a mi lado todo el proceso, luego Kate se une a él.

Estupendo. Allá van mis planes para hablar con él. Resisto la tentación de enojarme con mis amigos, no es su culpa.

—Hasta mañana, profesor. —Kate le sonríe mientras toma mi mano para llevarme con ella.

—Hasta mañana. —Nos despide con un gesto, aunque sus ojos solo se enfocan en mí, lo que me saca otra sonrisa y Dani se da cuenta.

Mierda.

Una vez estamos fuera del salón, me detiene con una mano en mi antebrazo.

—¿Me quieres decir por qué el profesor Jones no deja de mirar en tu dirección todo el tiempo y por qué le sonríes así? —Me quedo congelada un momento, luego lo miro mal como si estuviese loco.

—Supongo que solo me mira para asegurarse de que entiendo todo, él es mi tutor privado, después de todo, no creo quiera explicarme todas las clases todos los días y yo... uhm... solo le sonrío como confirmación. —En el momento en que esa excusa sale de mi boca, me encojo. Suena patética hasta a mis propios oídos. Lanzo una mirada desesperada a Kate quién rueda los ojos antes de hablar.

—No seas paranoico, el profesor nos mira a todos durante la clase, no solo a Nikki.

Dani no parece convencido. Todavía me analiza como si supiera la verdad, aunque no puede saberlo, ¿cierto? he tratado de ser muy cuidadosa.

—Hay algo más en su forma de mirarte. Casi como si le importaras mucho más de lo que debería importarle una estudiante.

Jesús, es como si tuviese un sexto sentido para estas cosas. Los nervios me recorren por dentro y provoca un ligero temblor en mis manos. Lo trato de ocultar al llevar mis dedos a las correas de mi mochila para apretarlas con fuerza.

—Son tus celos los que hablan, Dani, no pasa nada con el señor Jones. Por Dios, míralo, él es un adulto, podría tener a quien quisiera, ¿por qué perdería el tiempo con una estudiante? Déjala en paz —. Me estremezco un poco ante eso. Las palabras de Kate golpean una parte profunda de mí, la parte insegura que opina exactamente lo mismo y la cual trato de ocultar alrededor de Theo. Ella no las dijo con mala intención, lo sé, solo fueron para probarle un punto a Dani, pero todavía dolió.

Mi mejor amigo duda otros momentos, pero por fin parece creernos. Después de eso los tres nos dirigimos a la cafetería para comer algo, aunque las palabras de Kate todavía dan vueltas en mi cabeza hasta el final del día escolar y antes de mi cita con Theo.

****

Me miro al espejo para comprobar mi ropa junto con mi maquillaje. Tengo puesto un vestido azul celeste que hace resaltar el color de mis ojos junto con una chaqueta de mezclilla y unos botines sin tacón. Mi cabello cae suelto por mi espalda; mi maquillaje es ligero pues solo me puse un poco de delineador y algo de brillo de labios. No me arreglé mucho ya que no sé a dónde nos va a llevar. Me muero por verlo fuera de la escuela, fuera de las clases extras. Solo quiero pasar una noche sin pensar en nada más; la anticipación ya comienza a hacer nudos en mi estómago. ¿O quizás es hambre?

Uh, sí, quizás es eso.

Unos minutos después escucho la bocina de su auto. Mi corazón hace este loco aleteo como si un colibrí hubiese aparecido de repente dentro de mi pecho y mis manos empiezan a sudar un poco. Me doy una última mirada al espejo con una sonrisa nerviosa mientras comienzo a repetir mi mantra varias veces antes de salir a reunirme con mi novio.

****

Theo.

Espero a Nikki fuera del carro, impaciente por verla. No sé qué diablos me ha hecho esta mujer pues en todo lo que puedo pensar es en ella. Es el primer pensamiento que tengo al despertar y el último al dormir. Pienso a cada momento en su sonrisa, en sus ojos; sobre todo en la manera en la que se iluminan cuando estamos juntos. Sus besos, su personalidad tan tierna y dulce; en la forma que me hace sentir con solo hablar con ella.

No puedo creer que una chica tan joven me haga perder la cordura como ninguna otra mujer ha podido. Me siento un pervertido al desearla, al quererla como lo hago y aunque sé que está mal, que no debería tener sentimientos por ella; que si alguien se entera de esta relación no tardarían en criticarla, no puedo evitarlo. Nikki logró sacarme de la cabeza por completo a Valery, me hizo olvidar cualquier sentimiento que hubiese quedado por ella y los reemplazó por algo mucho más grande, mejor.

Observo el cielo un momento mientras respiro hondo para calmar un poco los sentimientos que me invaden y poder controlarme así no saltaré a ella a penas la vea. En ese instante escucho la puerta abrirse, lo que lleva mi atención de nuevo hacía su casa. Contengo el aliento al observar a Nikki.

A la mierda el control.

Mi pulso se acelera al verla caminar hasta mí con una sonrisa; esa sonrisa que podría iluminar cualquier lugar por el que camina. Es hermosa, jodida y absolutamente hermosa.

Entre más se acerca su sonrisa crece aún más, luego corre el resto del camino hasta donde estoy. Le recibo con los brazos abiertos antes de levantarla en el aire y darle vueltas alrededor, su calor corporal me envuelve apenas nos tocamos lo cual envía escalofríos por todo mi cuerpo. Cierro mis ojos al tenerla cerca de mí.

—Te extrañé —. Susurro en su oído e inhalo el olor de su cabello como un lunático. Fresas. Amo su olor. Ella suelta una risita.

—Nos vimos en la mañana.

—Oh, cierto. No importa, igual te extrañé.

La separo unos centímetros antes de acercar mis labios a los suyos. Me tomo mi tiempo para saborearla con mi lengua, luego succiono ligeramente su labio inferior entre mis dientes. Un pequeño gemido escapa de su boca a la mía y me vuelve loco. Profundizo el beso todavía más, nuestras lenguas se acarician con suavidad. Este beso es apasionado e intenso producto de no haberla besado desde... bueno, desde esta mañana, pero eso no importa, se siente como toda una vida. Ella me lo devuelve con la misma intensidad sin dejar de tomar tanto como yo. Varios segundos después nos separamos por falta de aire. Pongo mi frente en la suya sin dejar de observar sus preciosos ojos azules.

—No sabes cuánta falta me hicieron tus besos. —Admito mientras la pongo en el suelo.

—¿Solo mis besos? —Responde con un puchero que me saca una sonrisa. Pellizco su nariz luego me alejo de ella para abrirle la puerta.

—Toda tú —. Después de que ingresa, camino al lado del piloto antes de encender el auto para salir de su calle. Comienzo a conducir al lugar que tengo planeado para la cita.

—¿Dónde vamos? —Pregunta después de abrochar su cinturón de seguridad. Le lanzo una sonrisa antes de volver mi vista al frente.

—No quería que nuestra primera cita oficial fuera en un cine o en un restaurante, así que preparé un lugar especial para ti. —Observo por el rabillo del ojo como salta en el asiento varias veces como niña pequeña.

—¿Dónde es? Dímelo ya, por favor —. Me rio ante su entusiasmo.

—No seas impaciente, espera a que lleguemos —. La tranquilizo mientras enciendo la radio, una canción de rock comienza a salir de ella. Hago una mueca dispuesto a cambiar la emisora, pero su mano aleja la mía de un manotazo. Me lanza una mirada de muerte.

—Ni te atrevas a cambiarla, es una de mis favoritas. Y ya dime dónde vamos.

Sonrío por su actitud, aquí se hace más obvio que la paciencia no es una de sus virtudes —. Te lo dije: es una sorpresa, amor, espérate.

Coloca los brazos contra su pecho como si estuviese enfada, sin embargo; la sonrisa en su cara la delata. Hace algunos cuantos pucheros más, aunque no vuelve a discutir.

—De acuerdo —. Apoya la cabeza en la ventanilla.

****

Aparco fuera de la cabaña de mi madre, las luces están encendidas puesto que vine primero aquí a preparar todo antes de pasar por la casa de Nicole.

—Llegamos —. Anuncio después de apagar el auto. Giro en mi asiento para alejar el cabello de su cara. Se durmió en el camino aquí y luce adorable. Resisto una sonrisa al verla abrir sus ojos, bostezar y comenzar a observar por la ventana el lugar.

—¿Dónde estamos? —Salgo del auto, luego doy la vuelta hasta su lado. Abro su puerta y tomo su mano para ayudarla a salir.

—Es la cabaña de mi madre —-. Abre los ojos en sorpresa sin dejar de mirar a su alrededor, luego los posa en los míos.

—No sabía que tenías una cabaña.

—No es mía. Mis abuelos se la dejaron a mi madre. Le pedí permiso para traer a mi hermosa y maravillosa novia aquí.

Comenzamos a caminar tomados de la mano hasta la puerta la cual tiene algunas ventanas que nos permite ver dentro de la cabaña.

—Cierra tus ojos —. Indico suavemente antes de meter la llave en la cerradura. Lo hace sin protestar. Me aseguro que no mira nada al acercar mis dedos a su rostro. Cuando estoy seguro, pongo mi brazo en torno a su cintura y la guío al lugar donde tengo todo preparado.

****

Nicole

Me dejo llevar por él con cuidado de no tropezar, aunque es casi imposible con su brazo que me envuelve con delicadeza, pero al mismo tiempo con firmeza. Paramos después de algunos cuantos pasos. Lo siento rodearme para ponerse a mis espaldas, abrazarme desde atrás y posar su cabeza en la cima de la mía.

—Ábrelos —. Dice en mi oído, lo que provoca que mi cabello revolotee con su aliento. Obedezco de inmediato, luego parpadeo con lentitud para acostumbrarme a la claridad.

Al observar lo que está frente a mí, mis ojos se llenan de lágrimas. Suelto un jadeo por lo hermoso que es todo esto. Estamos en la parte trasera de la casa en un grande y hermoso jardín. Theo ubicó una mesa no muy grande en el centro del lugar donde se encuentran algunos platos encima de esta. También colocó algunas luces además de velas para rodear cada parte del jardín. En un sitio algo más alejado, hay una manta con cojines arriba junto a una cesta en el centro. El ambiente es cálido y acogedor, casi como si fuese mi hogar. Observo algunas flores que no reconozco, todas demasiado hermosas. Debió llevarle mucho tiempo hacer esto.

El aliento se queda contenido en mi garganta mientras detallo todo lo que hay aquí. No puedo creer que se tomara la molestia de hacer algo como esto por mí. Es lo más tierno y romántico que alguna vez haya mirado, nunca nadie lo había hecho antes, ni siquiera Luc. Doy la vuelta entre sus brazos para mirarlo fijamente. Pasa sus pulgares por mis mejillas y limpia algunas traicioneras lágrimas.

—¿Estás bien, amor? ¿No te gustó? —Su preocupación es evidente, así que lo calmo con una ligera sonrisa.

—Me encanta, Theo. Nadie había hecho esto por mí, eso es todo.

—Conmigo siempre tendrás todo. Te mereces esto y mucho más.

No tengo palabras para su ternura. Puedo sentir a mi corazón palpitar demasiado fuerte contra mi pecho. En lugar de tratar de expresarle mis sentimientos se lo demuestro. Lo beso, mis brazos se envuelven en su cuello mientras me pongo de puntillas para alcanzarlo mejor.

No puede haber hombre más perfecto que él.

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