CAPÍTULO 27

Theo
Sentado detrás de mi escritorio, observo con el ceño fruncido a Nicole quien tiene la cabeza agachada, su cabello castaño forma una cortina a su alrededor que cubre su rostro mientras toma apuntes de forma feroz en su cuaderno. Mis ojos se sienten atraídos a su escritorio cada cierto tiempo, pues pasaron algunas semanas desde la última vez que la miré. Mi mente ha sido un constante caos, pensamientos sobre ella dieron vueltas a cada momento en las últimas semanas, me sentí preocupado cada vez más de que hubiese sucedido algo malo con la persona que la tiene tan aterrorizada. Nicole no fue capaz de responderme ninguno de los mensajes de vos que le dejé en su celular a parte de un simple "estoy bien" el primer día que desapareció sin avisar. Estaba a punto de volverme loco, tenía un mal presentimiento y la ansiedad se hacía cada vez más difícil de tolerar, sin embargo; cada duda que he tenido sigue sin ser resuelta, ella aún no me ha permitido hablar sobre el tema.
A penas puso un pie en el salón, tuve ganas de acercarme y tomarla entre mis brazos, no obstante; me detuve en último momento cuando ni siquiera fue capaz de reconocerme como algo más que su profesor. Lanzó una simple mirada carente de emoción en mi dirección, nuestros ojos se encontraron por tan solo unos segundos antes de que apartara el rostro y comenzara caminar a su lugar. Sorprendido, me quedé quieto unos instantes, mi mente trató de procesar aquella mirada y los diferentes motivos que pudieron haber causado la frialdad detrás de ella, como si no tuviésemos ningún tipo de relación. Cuando me repuse de la sorpresa, comencé a dirigirme hacia ella aunque me detuve a mí mismo de avanzar en el momento en que mis demás estudiantes llegaron a la clase.
Su actitud me preocupa cada vez más, es como si nadie estuviese a su alrededor, ni siquiera es capaz de hablar con sus amigos quienes no han dejado de mirarla preocupados desde el otro lado del salón. Quiero acercarme y tratar de averiguar si se encuentra bien, pero el temor a que los demás se den cuenta de mi evidente interés por una de mis estudiantes me retiene de hacerlo.
Salgo de mi pequeño trance al escuchar el timbre que indica el final de la clase. Tomo aire y camino al frente por detrás del escritorio antes de aclararme la garganta.
—Nos vemos el miércoles muchachos, recuerden que mañana no tenemos clase y no olviden entregar los trabajos en la dirección, tienen hasta el medio día—. Todos sueltan un suspiro cansado mientras guardan sus cosas antes de asentir y comenzar a salir del salón. —Señorita Johnson, venga a mi escritorio antes de irse, tenemos que hablar sobre su ausencia.
Trato de sonar lo más casual posible para no levantar ninguna sospecha y no se den cuenta de lo que se esconde detrás de mi aparente calma; la impotencia de no ser capaz de abrazar a Nikki se apodera cada vez más de mí. Observo su espalda tensarse ante mis palabras. De la forma más lenta, como si quisiera correr lo antes posible, voltea y camina a mi escritorio. Kate y Daniel la observan con los ojos entrecerrados cuando pasa por su lado sin ser capaz de dirigirles tan siquiera un saludo.
—Nos vemos en la cafetería. — Smith se acerca hasta ella para colocar una mano en su hombro, sin embargo; a penas la toca, salta unos cuantos centímetros y se aleja lo más que puede de su alcance. El dolor se hace evidente en los ojos de Daniel aunque decide no cuestionarle su actitud, en cambio se limita a salir con Kate. Una vez estamos solos, dejo que el silencio inunde el salón vacío por unos segundos mientras organizo mis ideas en mi cabeza, luego me aclaro la garganta antes de hablar.
—¿Dónde has estado? —Pregunto con voz lo bastante alta como para que solo ella pueda escucharme.
Al momento en que levanta la cabeza espero impaciente a que pose sus ojos en los míos, pero en su lugar, lanza la mirada hacia atrás, por encima de mi hombro.
—Estuve ocupada visitando a unos familiares. —No puedo soportar lo fría que sale cada palabra. No suele ser así, tan carente de emociones.
Cierro los ojos para respirar hondo, quiero calmarme al escuchar la mentira tan descarada que acaba de salir de su boca. No suelo ser un hombre impaciente pues desde que soy profesor he adquirido la suficiente paciencia como para lidiar con algunos estudiantes problemáticos; pero Nikki es diferente. Es una de las mujeres más testarudas y obstinadas que he conocido a lo largo de mi vida lo cual logra frustrarme y atraerme a partes iguales.
—Por lo que me contaste hace un tiempo, no tienes más familia que tú abuela, tú padre y tú hermana, así que no mientas, cariño.
—No le miento, es la verdad. Si no me cree... no es mi problema. Puede preguntarle a mi padre si quiere hacerlo, le dirá lo mismo.
Auch. Volvimos al trato informal. Me quedo estupefacto al escuchar la indiferencia en su voz, desde que la conozco no se había dirigido de esa manera hacía mí. Da media vuelta, dispuesta a alejarse aunque doy un par de pasos y atrapo su brazo lo más suave posible para detener su salida.
—Dime que ocurre, por favor. Te has comportado demasiado raro hoy, deja de hacer berrinches. —Mi tono de voz sale más molesto de lo que pretendía en un principio y de inmediato el arrepentimiento me recorre. Es obvio que sufre y no debería tratarla así.
Mis palabras logran hacer efecto en ella pues gira furiosa para enfrentarme de nuevo. Esta vez no hay ninguna vacilación cuando coloca un dedo en mi pecho, sus ojos miran fijamente los míos antes de gruñir sus siguientes palabras:
—Déjeme decirle que usted es un idiota, señor Jones —su pecho sube y baja al ritmo de su acelerada respiración. El rostro de Nicole se acaba de sonrojar a causa del enojo —, no tengo tiempo para esto, no hoy. Déjeme en paz.
Vuelve a girar para irse y la vuelvo a detener. Quisiera sacudirla para que entre en razón, pero sé que si continúo con mi insistencia, tal vez pierda la oportunidad de convencerla más tarde, así que respiro hondo mientras suelto mis siguientes palabras entre dientes: —De acuerdo. Lo dejaré por ahora. Pero no te vas a escapar tan fácil de mí. Por favor, ven a mi apartamento después de clases, necesito aclarar esto.
—No puedo hoy, lo siento. Ya se lo dije. —Niega furiosa y se suelta de mi agarre con brusquedad.
—Nikki... por favor, por favor ven a mi apartamento —. El dolor y la frustración de todos estos días logra escaparse en esa sola petición, sin poderlo evitar. Esto logra que por fin relaje un poco su postura defensiva. Lanza un vistazo por encima del hombro y al observar mi rostro, la expresión molesta se suaviza. Suspira antes de asentir.
—Bien.
Dejo caer mi mano en derrota. La miro alejarse hasta que da la vuelta fuera del salón. Me apoyo en el filo del escritorio antes de pasar mis manos por mi rostro, agotado. Solo espero que cumpla su promesa, necesito saber lo que pasó las semanas en que no estuvo a mi lado. La manera tan a la defensiva que adoptó hoy me tiene angustiado y solo quiero aliviar lo que sea que la atormenta.

Escucho dos suaves golpes contra la puerta mientras califico exámenes y trabajos de mis estudiantes. Miro el reloj en mi muñeca el cual marca las cuatro de la tarde y siendo sincero, comenzaba a perder la esperanza de que ella apareciera para que pudiéramos aclarar las últimas semanas.
Camino hasta la entrada y abro la puerta. Frente a mí, Nicole mantiene la cabeza gacha por un momento, su respiración se encuentra acelerada y noto como toma grandes bocanadas de aire para buscar la forma de controlarse. Después de algunos minutos por fin levanta la mirada a la mía y me deja sin aliento. Sus oscuros ojos azules se encuentran más brillantes de lo normal como si en cualquier momento pudiera echarse a llorar. La debilidad y vulnerabilidad que noto en ellos me parte el corazón. Lo que sea que haya sucedido tuvo que ser lo bastante malo como para ponerla en ese estado, y no sé si estaré preparado para esto sin sentir la necesidad de matar al desgraciado que la hirió.
Me hago a un lado, sin decir nada, solo la dejo entrar. Cierro la puerta detrás de mí y me apoyo en esta mientras Nicole observa el lugar con la cabeza inclinada hacia un lado. Pasó un tiempo desde su última vez aquí y creo que trata de asimilar de nuevo su entorno para ponerse cómoda otra vez.
Camina al sofá para sentarse en el filo de este como si estuviese preparada para huir en cualquier momento. La situación se siente incómoda en niveles que no puedo explicar, es como si nuestra relación nunca hubiese sucedido para empezar. Tengo bastantes sentimientos encontrados además de muchos pensamientos que corren veloces por mi mente. No sé realmente que hacer con ellos. Avanzo unos cuantos pasos hasta el otro sofá y tomo asiento en él, frente a ella para darle su espacio.
—En verdad no sé por dónde empezar, Theo. Estoy confundida —. Suelta después de minutos de agonizante silencio entre los dos.
—Empieza por contarme dónde estuviste estos días y la razón que te impidió responderme un solo mensaje de los muchos que te envié —. Respondo, sin poder contener mi enfado.
Aprieta los labios en una línea fina antes de asentir.
—¿Recuerdas la última vez que estuve aquí?
Hago memoria sobre ese día. Recuerdo haberla estrechado entre mis brazos mientras se desahogaba entre sollozos, sin poder entender el motivo de su llanto. Con sólo decirme eso, no necesito más respuestas. Lo sé. Su ausencia tiene que ver con ese instante.
—Sí, amor, lo recuerdo.
—Ese día sucedieron algunas... cosas que realmente no puedo decirte por ahora. Hice algo... malo. Algo tan malo que causó que me tuviese que quedar encerrada en casa. Aunque, si te soy sincera, no me arrepiento de nada. Sin embargo, ese algo tuvo consecuencias bastante graves para mí.
—Nikki, ¿qué hiciste? —Pregunto con voz ronca, asustado. Niega con la cabeza, sus cejas se hallan fruncidas y su rostro indica impotencia.
No me lo dirá.
Debí suponerlo.
Decido pasarlo por alto, así que le hago un gesto para que continúe. —Está bien, no importa si no me lo quieres decir. —Aunque es una mentira descarada porque si importa.
—Esas consecuencias me mantuvieron en la casa hasta que pudieron ser solucionadas. Por eso no pude asistir a clases y tampoco tuve tiempo para responderte. Lo lamento.
Empiezo a procesar sus palabras, pero no puedo dejar de pensar que hay algo que me falta en la historia. Y ese algo se encuentra bastante relacionado con quién la lastima, solo que no me lo dirá; por lo tanto, tendré que ser comprensivo al respecto.
Dejo el lugar donde me encontraba para acercarme a ella y tomo asiento a su lado. Agarro su pequeña mano entre las mías. De inmediato la aparta de mí, y aleja su cuerpo lo más que puede del mío para irse al final del sofá. Confundido, fijo mi mirada en el rostro de Nikki, justo a tiempo para notar el pánico en sus ojos.
—Sé que hay una cosa que no me has dicho, amor, pero cómo he aprendido contigo, presionarte no hará que me lo digas, solo te enojará. Así que aquí esperaré hasta que estés lista para confiármelo.
—Hay otra cosa, Theo.
Evita mi mirada, su boca forma una fina línea, sus ojos se quedan clavados en el suelo. Comienzo a pensar que no me gustará, siento mi corazón acelerarse mientras golpea con fuerza dentro de mi pecho. Tengo un feo pensamiento, algo me dice que ella va a terminar nuestra relación. Cierro mis ojos sin querer ver su rostro al hacer la pregunta que tanto temo.
—¿Quieres terminar conmigo, cierto?
Escucho un jadeo de su parte que me obliga a abrir los ojos. Abre la boca varias veces, como un pez fuera del agua, luego la cierra. Su silencio solo me lo confirma. El dolor se apodera de cada rincón de mi cuerpo, un dolor mucho peor del que sentí después de encontrar a mi ex prometida en la cama con nuestros padrinos de boda.
—Lo siento, cariño. —Suelta en un susurro atormentado. Es la primera vez que me llama de esa manera y es irónico si consideramos las circunstancias.
—¿Por qué? — Logro sacar la pregunta y lamo mis labios de repente resecos.
—Es sólo que... no creo que sea justa contigo. Estoy destruida, Theo. No sabes cuán arruinada me siento por dentro. Creo que nadie puede llegar a comprender todo el dolor y el rencor que guardo dentro de mí alma. Me mata cada vez más, rompe mi corazón otro poco. Estoy segura que algún día todos esos sentimientos van a ser demasiado difíciles de soportar y se van a desbordar fuera de mí. No quiero arrastrarte a mi infierno ni causarte ningún tipo de dolor si eso llegara a pasar.
Es como si me hubiesen dado un puñetazo en el estómago, siento todo el aire abandonar mis pulmones. No es por mí, es por ella. No puedo soportar todo el sufrimiento que se encuentra en sus palabras. El solo pensar lo que pudo haberle sucedido para que llegará a sentirse de esa forma... me hiere.
—Amor, por favor —Suplico, pero no tengo idea de lo que le pido.
—E-es lo mejor para ambos. Si el alejarte de mí hará que estés a salvo, lo voy a hacer. Por favor, solo... solo déjame ir.
Y tan solo con esas palabras, sé que no hay nada que pueda hacer o decir para cambiar su decisión; es demasiado obstinada. Así que con el corazón en un puño, logro mover mi cabeza en acuerdo.
—Está... bien, Nikki. No te detendré si quieres irte. Solo... por favor, no olvides que estaré para ti siempre que me necesites, ¿vale? No importa la hora o el lugar, ni siquiera el momento. Puedes buscarme. Yo esperaré por ti.
Un sollozo se escapa de sus labios, un sonido tan atormentado que logra sacudirme hasta el fondo. Se tapa la cara con las manos mientras llora desesperada entre ellas. Quiero acercarme y atraerla hasta mi pecho, pero aprieto las manos en mi regazo para detenerme de hacerlo.
Se levanta del sofá unos instantes después. Lanza una última mirada en mi dirección antes de dar la vuelta y dirigirse a la puerta para abrirla. Me quedo quieto, mis ojos miran a cualquier parte menos a ella. Solo me queda esperar a que la cierre antes de poder derrumbarme en mi lugar.
Aguardo el sonido de la puerta que se cierra detrás de ella, aunque eso no sucede.
Confundido, elevo la mirada justo en el momento en que corre hasta mí de nuevo y me levanto de un salto cuando se lanza hacia mí. La recibo con los brazos abiertos, luego la elevo en el aire. Nuestros ojos se encuentran un instante antes de que pose sus labios contra los míos para besarme con absoluta desesperación. Sus lágrimas caen entre nuestras bocas unidas, lo que convierte nuestro beso en uno salado y lleno de dolor. Con un brazo la sostengo por la cintura y el otro se levanta para enterrar mi mano en su cabello. Caigo con ella en mi regazo, sin detenernos ni por un solo instante. No puedo describir todas las emociones que recorren mi cuerpo durante este beso. Alivio, anhelo, cariño, esperanza, me vuelve loco.
Poco a poco me obligo a ir más lento y reduzco la velocidad hasta que separamos nuestros labios. Mi frente se une a la suya, nuestras respiraciones aceleradas se mezclan entre sí.
—Lo siento, lo siento, lo siento... —Nicole llora y solloza con mi camisa apretada en sus puños —, no quiero dejarte, me duele. Pensé que podría, solo que no puedo. Te necesito, por favor no me dejes... no me dejes.
Nunca, mi vida, nunca.
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