CAPÍTULO 25
Corro en dirección a casa lo más rápido que mis piernas me lo permiten, necesito llegar antes que mi padre para comprobar lo dicho por Sasha. Una parte de mí cree en sus palabras pues un hombre como Rick podría ser capaz de hacer cualquier cosa; no obstante, enterrada en lo más profundo de mi mente, también se encuentra esa pequeña e insignificante parte que guarda la esperanza de encontrar algo salvable dentro de él; una estúpida parte de verdad espera que no sea capaz de hacer algo tan rastrero, incluso para alguien como él, aunque tal vez me engañe a mí misma.
Empujo a la gente que se atraviesa en mi camino, y recibo bastantes miradas enojadas además de algunos insultos, pero en este momento no podría importarme menos lo que puedan pensar de mí, en mi cabeza hay un solo pensamiento.
Por favor, no permitas que sea verdad.
Aún me encuentro un poco lejos de casa y no tengo el dinero suficiente para pagar un taxi hasta allí, por lo tanto, la única opción que me queda es correr. La falta de aire en mi pecho no tarda en hacerse presente tras algunos instantes hasta verme obligada a tomar grandes bocanadas del tan preciado oxígeno para tratar de llevarlo a mis pulmones. El sudor se me acumula cada vez más en partes donde no sabía que se podían acumular y el ardor en mis piernas es casi demasiado para soportar; sin embargo, no me detengo, en su lugar, me esfuerzo todavía más.
Algunos cuantos minutos después que en realidad parecen horas, por fin logro llegar. Saco con torpeza las llaves de mi chaqueta para abrir la puerta. Mi mano tiembla un par de veces antes de poder introducir la llave correcta en la cerradura. Una vez dentro, grito el nombre de mi padre para asegurarme de su ausencia y de esa manera poder buscar los dichosos vídeos además de las malditas cámaras en la casa. Al no recibir ninguna respuesta de su parte, por fin me permito tranquilizarme lo suficiente como para poder respirar con normalidad otra vez.
Voy primero a su habitación y abro la puerta de un tirón. La cama está sin hacer, hay algunas botellas vacías de cerveza tiradas en el suelo, además hay un ligero olor en el ambiente a sudor y alcohol. No puedo evitar la mueca de asco ante los olores desagradables; mi padre ni siquiera es capaz de limpiar su habitación, prefiere vivir en medio del desorden. Me obligo a tragarme las ganas de correr en cambio cierro la puerta con cuidado detrás de mí. Observo el cuarto por unos segundos antes de decidirme por comenzar a buscar en todos los lugares potenciales donde pudieran hallarse los vídeos. Me agacho para buscar debajo de la cama y aparte de más botellas de cerveza vacías, no noto nada. Recorro la mayoría de los lugares, miro en todos los cajones de la mesita de noche, en las estanterías; sin embargo, no he hallado nada sospechoso o fuera de lo común aquí, a parte de una caja de condones y algunos objetos sexuales. Cierro de inmediato con un poco de fuerza, no quiero observar más de ese cajón.
Mientras más busco, el alivio se comienza a apoderar de mí corazón, pues sigo sin encontrar nada después de revisar casi todos los rincones en la habilitación.
Ahora empiezo a pensar que Sasha mintió con la intención de causarme aún más daño como venganza por no ayudarla a convencer a mi padre de casarse con ella. Suelto un suspiro ya más calmado luego me dirijo hacia las puertas del armario, el último lugar por revisar. Al abrir la primera puerta, solo encuentro varios zapatos en la parte de abajo y ropa que cuelga de los soportes. Abro la segunda en donde también se encuentra su ropa junto con algunos documentos organizados en los estantes. Estoy por cerrar la puerta e irme a buscar a su estudio cuando mis ojos se dirigen a la parte de abajo. A diferencia del otro lado, este contiene varias cajas amontonadas una encima de la otra. Mi corazón detiene sus latidos por unos instantes, en esas cajas podría encontrar los vídeos mencionados por Sasha. Trato de calmar mi pánico con una respiración profunda antes de sacar conclusiones precipitadas y me agacho para sacar el contenido de todas las cajas.
Las primeras solo contienen algunos álbumes de fotos que no recordaba tener, la mayoría pertenecen a los días en que eramos cuatro personas en la casa en lugar de tres. No puedo evitar sonreír al observar una pequeña foto de mis padres juntos. En ella, mi madre abraza a mi padre por la cintura mientras lo mira con una sonrisa de adoración. Parecen tan felices en esa foto que no puedo llegar a comprender cómo las cosas pudieron haber cambiado tanto entre los dos como para que mi madre decidiera irse de nuestras vidas sin ningún problema. La sostengo entre mis manos por unos segundos más luego dejo esos álbumes en su lugar; no es el momento para cuestionar sus decisiones, mi padre podría llegar en cualquier momento y encontrarme aquí mientras observo sus pertenencias.
Abro la última caja y mi cuerpo se paraliza por completo después de ver los muchos CD'S con algunas iniciales diferentes en cada uno. Tiro el contenido al suelo y guardo lo demás como estaba en su sitio. Mis ojos se cierran de forma involuntaria mientras trato de regular mi acelerado corazón.
Tranquila Nicole, aún no sabes su contenido, relájate, respira hondo.
Agarro algunos los cuales tienen las letras EJ, NJ, y S, me levanto para encender el reproductor y colocar el primer CD, luego me siento en la cama. Preparo a mi mente para lo que sea que se encuentre en el vídeo antes de darle play.
De inmediato aparece en la pantalla una versión más pequeña de mí dormida en la cama con mis brazos envueltos alrededor del último peluche que me dio mi madre en mi cumpleaños, tal vez tenga entre once o doce años. En los primeros siete minutos no sucede nada fuera de lo normal; sin embargo, algunos instantes después, la puerta es abierta por Rick quién aparece con un tambaleo en sus pasos y en su mano sostiene una botella de cerveza. Posa sus ojos en mi cama, da un paso adelante luego coloca en mi escritorio aquella botella para después dirigirse hasta donde estoy acostada. Se cierne sobre mí unos segundos sin hacer nada antes de darme la vuelta con torpeza lo que me hace despertar asustada. Rick, sin dejar de observarme se acerca a mí. En el vídeo comienzo a retroceder de espaldas hasta el rincón más alejado de él con lágrimas que caen por mis mejillas. Ahí es cuando decido dejar de mirar; no necesito saber lo que pasa después, es lo mismo de siempre.
Asqueada, continuo con los demás vídeos que tienen las iniciales de mi nombre, y aunque contienen más de lo mismo, la única diferencia es que en cada uno de ellos tengo diferentes edades y están grabados en distintos lugares. Observo con detenimiento los ángulos desde donde fueron grabados para darme cuenta dónde están ubicadas las cámaras y poderlas tirar a la basura lo antes posible.
Al terminar de mirar los míos, sigo con los que tienen las iniciales de mi hermosa hermanita. Esos son los que más me preocupan, no soportaría enterarme que ella pudo llegar a sufrir el mismo tipo de abuso de parte de nuestro padre y nunca llegué a darme cuenta. A medida que se reproducen, la miro aparecer en su cuarto mientras hace diferentes actividades como jugar, escribir, estudiar, además de cambiarse de ropa. Aprieto las manos en puños hasta que mis nudillos se ponen blancos, unos enormes instintos asesinos se apoderan de mí de inmediato al ver eso. Maldito pedófilo. Rick podrá abusar de mí todas las veces que se le dé la gana si eso significa que a mi hermana no le va a tocar ni un solo cabello de su cabeza.
Entre más vídeos veo de ella desnuda, más ganas de asesinar al hijo de puta aparecen en mi cabeza. Siento como si mi corazón se hubiese partido a la mitad tan solo de pensar en él con sus ojos puestos en esto durante varios años sin habernos enterado. Coloco el último vídeo de sus iniciales y ruego a Dios que en este sigan sin aparecer señales de algún tipo de abuso físico o sexual, aunque grabarla todavía sea un tipo de abuso en sí mismo. En este, Elizabeth tiene seis años, se encuentra en su escritorio mientras escribe en un cuaderno, de seguro hace la tarea. En ese momento, mi padre ingresa con una sonrisa que hace tiempo no veía dirigida en mi dirección o en la de mi hermana. Está llena de ternura y amor, como si de verdad se preocupara por ella. Se acerca hasta donde está luego se pone en cuclillas para hablar. La sangre bombea más rápido por mis venas en el momento en el cual le pone una mano encima del hombro y le dice algo al oído, lo que la hace reír. La mira escribir varios minutos más, luego se acerca otro poco para ver su cuaderno. En ese instante la puerta de su habitación es abierta por mí con fuerza. Aparezco con mi uniforme de la escuela, apenas con catorce años mientras miro a Rick quien se levanta de un salto al notarme. Aunque no pueda escuchar, noto que de mi boca salen gritos furiosos sin dejar de señalar la puerta para que salga de la habitación.
Apago el televisor, no quiero terminarlo de ver. El recuerdo de ese día aparece de repente en mi mente sin si quiera quererlo. En ese momento, estaba bastante segura que pude evitar el mismo destino que hubiese podido tener mi hermana si las demás clases del día no hubieran sido canceladas y yo no hubiera llegado a tiempo, aunque ahora después de ver en el vídeo la forma en cómo mi padre trató a Elizabeth, esa no era una posibilidad. Sin embargo ese día no lo sabía, en mi mente Rick estuvo a punto de hacerle daño, así que decidí hacer un acuerdo con mi papá. Podía abusar de mí cuando quisiera, en cualquier hora, momento y lugar, pero a ella la dejaría intacta. No iba a hablarle, ni a acercársele en ningún momento, es más, le hice prometer que no tendría ningún tipo de relación con ella. Se rió cuando se lo propuse, me aseguró que no tenía ninguna intención de hacerle daño a Elizabeth y que era una paranoica, pero aún así decidió prometerlo. Fue desde ese día que decidí que lo mejor para ella era comenzar a llevarla donde mi abuela, y así como así, Elizabeth y Rick dejaron de ser padre e hija.
Las lágrimas caen por mis mejillas al comprender que no pude protegerla del todo de él. Que no la haya tocado como lo hizo conmigo no impidió que hubiese violado su privacidad. No puedo creer que el maldito pusiera cámaras en su cuarto también, después de asegurarme que sus intenciones no eran malas. Cuento hasta diez en mi cabeza para calmarme y llevo mis manos a mis mejillas para limpiarme las lágrimas con furia, luego saco el CD del DVD, guardo mis vídeos como estaban para que no note que estuve aquí; sin embargo, tomo los de mi hermana para llevarlos a mi habitación, no quiero a ese hombre con ellos en su poder nunca más, luego salgo de aquí.
Guardo los CD'S bajo llave en un lugar donde no pueda encontrarlos para después dedicarme a buscar todas las cámaras que hay en la casa. Una vez que las encuentro una por una al recorrer cada rincón de la casa, quiebro todas y cada una de ellas antes de tirarlas en la basura.
No dejaré que él continúe con sus grabaciones, ya no más. Solo desearía tener dieciocho años para por fin hacerme cargo de mi hermana y lograr alejarnos de todo este sufrimiento, solo que mientras yo no cumpla la mayoría de edad, el estado podría enviarnos a diferentes lugares si llego a denunciar a mi padre, y tampoco quiero condenar a mi hermana a sobrevivir en las calles sin alimento ni un lugar dónde dormir. Si nos escapamos de aquí ahora, no tendremos ningún sitio al cual ir. Aunque me cueste y me aterre vivir aún en esta estúpida casa, debo aguantar un poco más, pues sé que al final, valdrá la pena la espera: seremos libres.
****
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top