CAPÍTULO 14
Durante las últimas semanas he tratado de hacer que la relación con mi mejor amigo vuelva ser cómo era antes de su confesión sobre sus sentimientos. A pesar de lo incómodo que fue al principio tener que ignorar todo aquello, Daniel no volvió a insistir más en el tema, aunque eso no me impide estar ciega por completo al respecto. Lo he visto lanzarme miradas tristes y algo nostálgicas cuando piensa que es sutil. Eso me ha puesto a pensar que nuestra amistad, por más intentos que haga, no será la misma de siempre; no ahora cuando sé acerca de su enamoramiento. He deseado con todas mis fuerzas el poder sentir algo, cualquier cosa por él en este tiempo, pero es como si no pudiera conseguir sentir algo más allá de un cariño de hermanos y creo que nunca podré hacerlo. Debería ser fácil enamorarme de él después de todo lo que ha hecho por mí, solo que mi terco corazón parece no estar de acuerdo con eso.
En casa se ha establecido una pequeña rutina, mi situación ha estado lo más tranquila posible, al menos desde la última vez que Rick me obligó a tener relaciones sexuales. Hemos mantenido una interacción más o menos estable entre mi hermana, mi padre y yo, aunque eso no significa tampoco que de la noche a la mañana hayamos conseguido ser una familia como cualquier otra. Rick todavía es demasiado celoso conmigo si salgo de casa sin darle alguna explicación, más celoso de lo que un padre debería ser con su hija. Por ahora, los únicos contactos físicos con él han sido unos pocos roces en la cocina o en mi habitación cuando Sasha no mira o los días que no viene a pasar la noche, sin embargo; prefiero eso a todo lo demás. Con respecto a ella, cada vez la veo con un nuevo cardenal en su cuerpo, ya sea en su cara o en los brazos. No menciona nada al respecto si le pregunto si alguien le hizo eso, lo niega varias veces sin importar cuanto insista en el tema. He comenzado a pensar que no le interesan los golpes cada noche si de esa manera puede seguir a su lado. Me siento triste por su situación y quisiera ayudarla, solo que, a pesar de mis deseos, hay momentos en los cuales el alivio se hace presente en todo mi cuerpo al saber que no soy yo a quién golpea y eso solo provoca que el arrepentimiento se apodere de mi cuerpo al pensar de esa manera, segura de que de algún modo eso me convierte en una mala persona.
Gracias a la poca normalidad en mi vida, mis pensamientos han vagado mucho hacía el Señor Jones, en especial a la conversación que tuvimos aquel día en su apartamento. Llegué a suspender sus tutorías por completo; trato de ignorarlo todo lo que puedo en la escuela a pesar de su insistencia en hablar conmigo, por más que quiera hacerlo no le permito acercarse. Casi a diario me lanza miradas en clases; se acerca al escritorio que comparto con Kate para colocar una mano en mi hombro con la intención de llamar mi atención y me solicita quedarme después de clases. Cuando eso pasa, salgo disparada de ahí sin ni siquiera mirarlo. Puedo notar en su rostro el arrepentimiento además de su frustración de que las cosas hayan salido de esa manera entre nosotros. Kate me reprende por mi actitud como si fuese una niña chiquita, solo que no sabe la razón de mi comportamiento.
Puedo entender que está mal ignorar la situación y sé que la culpa no es por completo de él, yo también insistí en conocer partes de su vida privada que no me correspondía, no obstante; a pesar de saberlo, lo mejor para los dos sería dejar las cosas de esa forma sin importar que mi corazón traidor no parezca captar la indirecta pues si él está en la habitación conmigo, este comienza a latir como loco en mi pecho, no importa cuánto trate de negar la atracción que siento hacia él.
No puedo.
Estoy en mi habitación para tratar de hacer por mi cuenta los deberes de mi clase de matemáticas cuando escucho dos suaves golpes tentativos en la puerta. Frustrada por haber sido interrumpida y por no poder pasar del primer ejercicio desde que inicié, miro el reloj en mi mesita de noche. Son casi las seis de la tarde. No suelen tocar mi puerta casi nunca porque siempre entran sin preguntar, en especial Rick, así que no puede ser ni él ni mi hermana. Me levanto de la silla del escritorio sin poder evitar pisotear fuerte hasta llegar para abrir de un tirón la bendita puerta.
Me sorprendo un poco al ver a Sasha ahí parada mientras juega de forma nerviosa con las manos y muerde su labio inferior. Tiene su largo cabello negro recogido en lo alto de su cabeza con algunos mechones que enmarcan su rostro además de la camiseta de mi padre. Aunque no hay ningún nuevo moretón visible, su ojo izquierdo todavía se recupera del fuerte golpe que de seguro recibió de Rick que ni siquiera el maquillaje ha logrado ocultar del todo.
Una vez me recupero de mi sorpresa al verla en ese estado, le pregunto si necesita algo. Mira hacía atrás por encima del hombro a la puerta de Rick con nerviosismo luego me ofrece un ligero asentimiento. Hago un poco al lado mi cuerpo para darle acceso a mi habitación antes de cerrar la puerta detrás de mí. Una vez me aseguro la puerta se encuentre bloqueada, le señalo con la cabeza la cama para que tome asiento. Se acomoda con cautela al final de esta como si en cualquier momento quisiera correr. Tomo asiento también a su lado aunque no digo nada, la dejo ordenar sus pensamientos. Siento la intranquilidad correr por mis venas, medio espero que esté aquí para hablarme sobre los golpes recibidos y sobre la persona quién se los hace, eso explicaría la razón de sus nervios.
Abro la boca para preguntarle, pero decido cerrarla al ver que todavía no se encuentra a gusto por su manera de mover la pierna arriba y abajo además de mirar a un punto fijo en su regazo desde que entró. No voy a presionarla antes de tiempo, esperaré hasta notar cuando esté lista. Pasan varios minutos en el mismo silencio incómodo cuando decide que es el momento para empezar a hablar. Toma una respiración profunda, lo que aumenta mi curiosidad; luce bastante preocupada.
—Lo siento por venir a molestarte, necesitaba preguntarte algo —. Mi curiosidad aumenta cada vez más pues no tengo la menor idea de su pregunta.
—Adelante, no hay problema —. Vuelve a dudar, mira de un lado a otro de la habitación, inquieta.
—¿Tú sabes que estoy enamorada de tu padre, verdad?
Definitivamente no esperaba eso. La confusión se apodera rápido de mi cerebro y me quedo callada unos instantes para procesar la pregunta. Ella me mira con atención a la espera de mi respuesta.
—Eh... sí, supongo que lo sé. He visto como lo miras, aunque no entiendo a qué viene tu pregunta —. Sacude la cabeza con una sonrisa un tanto insegura.
—Lo sé, lo siento —. Vuelve a tomar aire lo que solo aumenta mis nervios. Me gustaría dijera de una sola vez lo que sea que quiere, la impaciencia me hace retorcer en mi lugar y morderme el interior del labio para retener el gruñido que quiere escapar de mi boca.
No tengo la menor idea qué es tan importante para hacerla temer tanto, no creo sea sobre el maltrato de mi padre, pues su pregunta hubiese sido otra.
Por fin, después de varios segundos incómodos, abre la boca de nuevo.
—No sé si sepas esto, pero... le propuse a tú padre si podía quedarme a vivir con ustedes... y si algún día podía casarse conmigo.
Mi boca cae abierta ante sus palabras. La observo de hito en hito, con la intención de ver algún signo de burla en su rostro, aunque lo único que puedo notar es una mirada de absoluta seriedad y de pronto comprendo: habla enserio.
Me quedo callada, sin saber cómo responder a su confesión inesperada. Esto no me lo esperaba para nada. Nunca antes alguna mujer se ha sentado conmigo para hablar de algo así acerca de ese hombre, es más; ni siquiera ha habido una mujer desde que mi madre se fue, tampoco jamás se me pasó por la cabeza el ver a Rick comprometido de nuevo. La felicidad se apodera de mi cuerpo como si una ola chocara de golpe contra mí y me ahogara en el proceso. Mi corazón late apresurado, mis manos comienzan a temblar, aunque el shock todavía no me ha abandonado. Al notar mi silencio, frunce el ceño.
—¿Estás bien, cariño? No me has dicho nada desde hace cinco minutos.
Parpadeo como estúpida para salir de mi estupor.
—Wow, la verdad... n-no me esperaba esto... — respiro hondo para controlar el pequeño grito de alegría que quiere escapar antes de volver a abrir la boca —, estoy feliz por ti, Sasha, en serio. Si estabas asustada de que no te fuera a aceptar y me ibas a preguntar si...
— No —me interrumpe con brusquedad. Suena un poco enfadada —. No es por eso, Nicole. Todavía no termino de contarte todo.
Me quedo callada, sorprendida por la brusquedad de su interrupción. Niega con la cabeza antes de soltar un suspiro.
—Tu padre me dijo que no. Al principio pensé era una broma, pero me aclaró que hablaba en serio. Él no me quiere aquí con ustedes, tampoco casarse conmigo alguna vez —. Su voz se rompe en la última frase y sus ojos se llenan de lágrimas sin derramar.
Me desinflo como un globo, mis hombros se vuelven a encorvar y la tensión aparece de nuevo sobre mis hombros. Entiendo sus sentimientos de saber que mi padre acaba de rechazar su propuesta, no obstante; sigo sin entender el motivo de su presencia en mi habitación. Parece leer las dudas en mi rostro porque me lanza una sonrisa triste.
—Tu padre me dijo que la razón por la cual no quería estar conmigo era a causa tuya, por eso estoy aquí —. Gira la mirada en mi dirección con una ceja levantada en pregunta.
—Espera... ¿qué?
Parpadeo como estúpida mientras el aliento se atora en algún lugar de mi pecho. ¿Acaso el idiota de mi padre fue capaz de decirle algo que pudiera poner en riesgo la relación que tiene con ella? El terror me inunda de inmediato cuando mi mente comienza a imaginar posibles escenarios sobre lo que sabe o sospecha Sasha. No puedo alcanzar a comprender lo imbécil que puede llegar a ser ese hombre. Tomo aire para calmar las repentinas ansias de correr que se apoderan de todo mi cuerpo en su lugar decido jugar la carta de la confusión.
—Y-yo... no tengo idea... —. Suelta un suspiro al tiempo que sus hombros se encorvan en decepción.
—Esperaba pudieras ayudarme con eso. Quería tener más motivos en la lista acerca de las razones para rechazarme aparte de "no puedo casarme contigo con Nicole y Elizabeth de por medio".
La miro de manera detenida a los ojos para buscar alguna señal de si miente sobre eso, sin embargo; todo lo que puedo observar es a una chica pérdida que sufre en silencio por un hombre dañado. Al verla de esa manera tan decaída, a pesar de mí misma, pienso que lo mejor para ella es alejarse de ese hombre que solo la utiliza para saciar sus ganas de tener sexo, aunque eso implique volver a ser yo quién pague las consecuencias.
Me resigno a abandonar todas las esperanzas que tenía puestas en ellos. Me aclaro la garganta y me acomodo más cerca de ella. Dudo unos instantes antes de pasar mi brazo por encima de su hombro para darle un ligero abrazo incómodo. En ese instante su auto-control se rompe, comienza a llorar. Su cuerpo entero se sacude por los sollozos que no deja de soltar. Me siento un poco fuera de lugar con la situación, no estoy acostumbrada a que las personas lloren ni mucho menos ser quien las consuela. Le doy palmaditas incómodas en la cabeza como una manera de calmarla sin decir nada. Aguardo unos minutos en silencio mientras el llanto llega a su final después de varios minutos, luego Sasha se aparta de mí algunos centímetros.
—Lo lamento. No quería hacerte lucir incómoda —fuerza una sonrisa antes de secarse las lágrimas de las mejillas. Su pecho se expande al soltar la respiración contenida —. Sé que tal vez no vas a entender lo que te voy a pedir, Nikki, pero... ¿crees que podrías ayudarme con Rick? Eres su hija, quizás a ti te escuche.
Niego con la cabeza con tristeza por el tono tan suplicante con el que me lo pide.
—Sasha, puedo ver que lo quieres, sin embargo... tal vez no casarte con él sea bueno para ti después de todo.
Parpadea varias veces como si lo procesara antes de levantarse de forma abrupta para mirarme como si le hubiese dado una bofetada. Hago una mueca al caer en cuenta en cómo sonó eso. Me apresuro a aclararlo aunque levanta una mano antes de poder hacerlo y me manda a callar.
—¿Acaso hablas en serio? ¿no quieres que me case con tu padre? —Ha sonado más agresiva de lo que esperaba, aunque está en todo el derecho de estar enfadada.
—Sé que no soy nadie para decirte esto: tú no te mereces a alguien como mi padre. Él no es el mismo desde que mamá se fue, Sasha. Algo se rompió dentro de él, no creo que haya nada que tú puedas hacer para arreglarlo. Es mejor irte, así algún día podrás encontrar a alguien más...
Las palabras que acabo de soltar son tan ciertas que no es hasta ese momento donde me doy cuenta lo equivocada que estaba al querer que ella, quien solo tuvo la mala suerte de toparse con Rick, estuviese con él para intentar traerlo de vuelta y fuese ella quien sufriera en mi lugar. A pesar de tener muy en el fondo la ilusión de volver a ser quienes éramos, ya no hay marcha atrás para recuperar la relación padre e hija.
Vuelve a lanzarme una mirada molesta, sus mejillas se han puesto rojas. Medio espero salte sobre mi cuello para intentar ahorcarme.
—Tienes toda la razón; no eres nadie para decirme eso. Vine aquí con la mínima esperanza de encontrar una solución, en lugar de eso me llevo la sorpresa de que no me quieres en sus vidas. Me pides alejarme del hombre que amo.
—Eso no es...
—No —sisea en mi dirección, los ojos ardiendo de rabia —, ya no digas nada. —Bufa una última vez antes de encaminarse con paso decidido a la puerta, abrirla y cerrarla con fuerza.
Aturdida, miro el lugar por largo tiempo en donde estaba ella hace tan solo unos instantes . Al recuperarme del asombro, me paso las manos por la cara mientras caigo de espaldas sobre la cama. Eso me pasa por ser una total idiota al pensar que podía ayudarla. De seguro ahora me odia. No obstante; mientras más pienso en ello, me doy cuenta que advertirle fue lo correcto, aunque decidiera no escuchar.
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