CAPÍTULO 13
Llego a mi casa más temprano de lo que debería y a penas pongo un pie en la entrada, de inmediato llega a mis oídos el inconfundible sonido de gemidos además de gruñidos en algún lugar de la casa. Mi estómago se revuelve con náuseas y no puedo evitar la mueca de desagrado ante el ruido. Es obvio que mi padre se encuentra con Sasha, el alivio me invade, por lo menos no soy yo a quién está tocando y, por los ruidos cada vez más altos, parece ser que ella lo disfruta, algo que nunca he podido hacer por razones más que obvias.
Decido salir de nuevo de la casa para esperar en la entrada a que todo termine; no necesito escucharlos gritar para terminar más traumatizada de lo que ya estoy. Cierro la puerta detrás de mí antes de tomar asiento en los escalones de la entrada. Mientras aguardo el final de sus actividades, mis pensamientos sin quererlo regresan a mi conversación con el señor Jones.
No sé cuáles son sus motivos o intenciones de insistirme tanto en querer saber algo que en definitiva no es su problema. Nunca nadie ha tocado tanto el tema a parte de Luc y ni siquiera a él le pude contar mucho aún cuando ya habíamos iniciado nuestra relación. Le costó demasiado tiempo ganarse mi confianza como para poder confesarle algo tan importante para mí. Si el día en que me citó en el parque no hubiese llegado tan tarde con un golpe en la mejilla, la ropa un poco arrugada, pérdida en mis pensamientos; mi ex novio quizás jamás se habría enterado de nada. Era un poco despistado, no solía notar mis cambios de humor ni mi forma de rechazarlo cuando me sentía sofocada, tampoco cómo me apartaba si él quería avanzar en algo más allá de simples besos.
Ahora hay una persona más en mi vida, alguien mucho más interesado en conocer mis problemas personales. Entiendo las buenas intenciones de mi profesor al querer ayudarme aunque no sepa muy bien mi situación y mentiría si dijera que no aprecio dichas intenciones, pero no se lo diré si está en mis manos evitarlo, no solo porque no he logrado conocerle lo suficiente, sino porque estará en grandes problemas si mi padre se entera. En ese momento cierro los ojos, luego muevo la cabeza para despejar mis ideas, estoy bastante dispuesta a dejar de lado esta situación por el momento.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde que llegué a casa, mi garganta se siente reseca y necesito algo de beber. Me levanto decidida a entrar de nuevo aunque tal vez arriesgue a mi cerebro a un trauma. Abro la puerta lo más lento posible luego asomo un poco la cabeza antes de volver a entrar. Presto atención al más mínimo sonido. Al no encontrar nada, decido entrar por completo. Cierro la puerta detrás de mí y camino hasta la cocina. Agarro un vaso, lo lleno con agua para después beberlo de un trago.
—¡Nikki! —Distingo la voz de Sasha a mis espaldas minutos después. Mi corazón se acelera ante la repentina intrusión.
Escupo el agua y el vaso se resbala de mis manos por el susto, este impacta contra el suelo donde se quiebra en pedazos mientras toso con fuerza. No la escuché entrar aquí.
—¡Lo siento, cariño! ¿te asusté? —Pregunta, alarmada.
No, da la casualidad que a mí me encanta escupir agua y quebrar vasos sin ninguna razón. Giro los ojos por la pregunta estúpida, sin embargo; me trago el sarcasmo antes de que algo hiriente pueda salir de mi boca, lo que menos quiero es ofender a la nueva novia de mi padre.
Tomo respiraciones profundas y cuando recupero el aire, decido responderle.
—No te preocupes, estaba... distraída.
Voy al patio trasero por la escoba y el recogedor luego comienzo a barrer el desastre causado.
—En serio lo lamento, no fue mi intención, solo venía a llevarle un trago a tu padre.
Le observo por primera vez desde que ingresó en la cocina para asegurarle que no pasa nada. No obstante, al posar mis ojos en su rostro, ahogo un grito. Su mejilla izquierda junto con su ojo del mismo lado se encuentran por completo morados.
Abro la boca para poder preguntarle qué sucedió, solo que, al tratar de mencionarle algo, se da cuenta de hacia dónde miro y decide inclinar la cabeza hacia el costado. Su cabello le cae sobre el rostro ante el movimiento para cubrir todo el lado afectado. Instantes después camina hasta las gavetas de la cocina como si nada pasara. Se levanta en puntillas para comenzar a sacar las cosas que necesita para el whisky de Rick.
Suelto el aire que no sabía mi cuerpo retenía al notar su actitud. No necesito escuchar ninguna explicación de su boca para saber lo sucedido; es bastante obvio por su manera de esconderse: soy una experta en eso.
Siento como si mis esperanzas junto con mi corazón cayeran de golpe al suelo de la cocina para hacerse añicos al igual que el cristal. Papá no la trata mejor que a mí, me doy cuenta; solo oculta el maltrato detrás de una fachada de cariño y amabilidad, justo como hace conmigo.
—¿Estás bien, Sasha? —Le pregunto lo más amable posible, mi pecho se aprieta con dolor.
Lanza una pequeña mirada en mi dirección tan solo por unos segundos antes de apartar los ojos rápido.
—Por supuesto que estoy bien, Nikki. ¿Por qué no iba a estarlo? —Su voz sale bastante nerviosa e inestable, pero a pesar de eso, su postura se ha vuelto rígida, sin duda espera algún cuestionamiento de mi parte para así saltar en defensa de mi padre.
—Tu ojo se encuentra morado.
—Ah, sí. No es nada, preciosa. Me golpee en la perilla de la puerta del baño.
Entrecierro mis ojos sin creer para nada esa excusa. La usé algunas veces cuando quería salir de apuros. No le contradigo nada, sin embargo. Va a ser bastante difícil hacerla admitir la verdad.
—¿Puedes ayudarme a preparar esto? nunca lo he hecho y no sé cómo le gusta a mi Rick —. Pregunta luego de quedarnos en un tenso silencio tras varios instantes.
Mi Rick. Ugh. La mueca de asco que pongo es evidente y ella lo nota.
—Si no quieres ayudarme está bien, lo haré yo misma —. Contesta ofendida. Miro cómo aprieta los dientes al malinterpretar mi reacción.
—No, no, lo siento, claro que quiero ayudarte, solo... ha pasado ya un tiempo desde que alguien ha tratado de esa forma a mi padre delante mío. — Me disculpo con rapidez, culpable por haberla herido.
Voy a la nevera para terminar de sacar los ingredientes restantes, después me acerco a su lado con la intención de preparar el trago de Rick. Le quito sus manos con suavidad de la bebida. Se aleja unos centímetros mientras mira con curiosidad como muevo con rapidez mis manos aquí y allá.
—Está bien. Supongo que desde que tu madre se fue, él no ha estado con nadie.
Me tenso al escucharla, no me gusta cuando alguien menciona a Sara, tampoco que saque conclusiones sin tener ni la menor idea de lo que papá hace conmigo, aunque no es su culpa no saberlo.
Fuerzo una sonrisa sin contestar su suposición y después de unos segundos termino de preparar el whisky de la forma en la que le gusta a ese hombre y se lo entrego para que lo lleve.
—¿Cómo lo hiciste tan rápido? —Mira asombrada del vaso a mi cara.
—Aprendí a hacerlo desde los once años, he tenido práctica —. Respondo incómoda, pero es la verdad.
Rick llegaba bastante tarde en la noche, a veces entraba a mi habitación para exigirme que le preparara un trago. Debí consultarlo en internet luego del golpe que me envió al suelo por no poder prepararlo bien la primera vez.
—¿Podrías enseñarme a hacerlo? Me gustaría complacerlo en todo lo necesario.
Quisiera decirle que no necesita hacer ninguna maldita cosa por él pues no se lo merece, solo que sus ojos han adquirido aquel brillo ilusionado de las personas enamoradas. Sasha lo ama, me doy cuenta con un escalofrío. Por mi vida no puedo comprender cómo puede amar a alguien así, no obstante; yo no soy nadie para cuestionarle nada, por lo tanto me trago mis comentarios y en su lugar decido aceptar.
—Vale, cuando quieras.
—Gracias, Nikki.
Sale de la cocina a paso rápido, una sonrisa de oreja a oreja en sus labios. La observo alejarse con tristeza sin dejar de pensar en la situación. Apoyo mi cadera en la encimera, tomo un respiro inestable y cierro mis ojos.
No puedo evitar sentir lástima al enterarme de que la pobre Sasha sufre del mismo tipo de abuso, de que sea el blanco de papá al igual que yo. Nunca pensé que ella pasara mi misma situación por sus gemidos hace tan solo algunos minutos con él.
De inmediato un pensamiento horrible cruza por mi mente el cual me hace sentir la peor persona del mundo. Sacudo la cabeza para alejarlo de golpe de mi cerebro. Nadie se merece ese tipo de maltrato, jamás.
Mi celular comienza a vibrar en ese momento dentro de mi chaqueta lo que me despierta del trance. Lo saco para mirar pantalla donde aparece un nuevo mensaje.
5:30 pm:
Dani: ¿Podemos hablar? ✔✔
Dudo por unos instantes en responderle, aunque lo hago luego de pensarlo bien. No puedo estar enojada con él para siempre, después de todo es mi mejor amigo.
5:32 pm:
Yo: Está bien, dime rápido. ✅✅
5:33 pm:
Daniel: Por aquí no. ¿Puedes venir a mi casa, por favor? En serio necesito hablar contigo. ✔✔
5:33 pm:
Yo: De acuerdo. Te veo en 15 min. ✅✅
Camino a mi habitación para cambiarme el uniforme por otra ropa más cómoda. Al encontrarme lista agarro mis llaves de casa antes de salir. Paso por la sala donde se encuentran ellos. Papá tiene su vaso en sus manos, el otro brazo está alrededor de la cintura de Sasha quién se encuentra sentada en su regazo, sus labios dejan pequeños besos en su mandíbula.
—¿Dónde vas? —Cuestiona cuando estoy a punto de irme, mi mano se congela a medio camino del pomo de la puerta.
No me voltea a mirar, pero hay tensión en sus palabras. Parece que no se ha olvidado por completo de mí como pensaba.
—Con una amiga, necesitamos estudiar para un examen de mañana —. La mentira sale de mi boca con facilidad. Soy una experta en esto siempre y cuando no pueda ver mis ojos.
Espero su respuesta negativa con el corazón apresurado.
—No tardes, ya va a ser muy tarde para que andes en la calle. Ah, y no olvides en pasar por tu hermana —. Me sorprende que se acuerde de mi hermana para variar y aún más que no levante la voz ni suene enojado.
Suelto el aire retenido, aliviada de que no haya explotado luego salgo rumbo a casa de Daniel.
****
Toco el timbre de su casa y espero a que abran. Cinco minutos después, aparece su bella madre con una sonrisa. La señora Sofía es la mujer más amable del mundo. Su rostro tiene rasgos finos, delicados, lo que la hace parecer más joven de lo que es. Sus ojos azules claros y su cabello es castaño claro casi rubio hasta la cintura le dan una apariencia casi parecida a un ángel. Es todo lo contrario a mi mejor amigo quien se parece más a su padre.
—¡Nikki! —Se tira a mis brazos para envolverme en un fuerte abrazo que casi me deja sin aire.
—Se-ñora Smith... b-buenas tardes —. Contesto de manera entrecortada mientras trato de recuperar la respiración.
Su perfume ingresa de inmediato por mis fosas nasales lo cual provoca un sentimiento de calidez en mi pecho por lo que olvido por unos instantes la falta de aire en mis pulmones. Me permito cerrar un momento los ojos sin querer. Así supongo se deben sentir los abrazos de una madre.
El momento termina demasiado pronto cuando me suelta para colocar sus manos en mis hombros, luego me lleva hacia el interior de su casa de un solo empujón.
—Me alegro que estés aquí linda, hace tiempo no vienés a visitarnos. ¡Estás muy guapa! —Alaga con una sonrisa. Con mis manos entre las suyas, se dedica a observarme de los pies a la cabeza.
—Gracias señora Smith. Venía a ver a su hijo.
—Oh, por supuesto, ya te lo llamo.
Camina hasta las escaleras, asoma la cabeza y grita con todas sus fuerzas.
—¡Dani bebé! ¡Tu novia está aquí!
Arqueo una ceja. El apodo junto con el apelativo que me dio me dan ganas de soltar una carcajada. Me muerdo el labio para no soltarla sin querer hacer sentir mal a su madre.
—¡Ya voy! —Grita él en respuesta en un tono que deja entrever lo avergonzado que se encuentra.
Sofía regresa de nuevo y me abraza otra vez.
—No sabes cuánto me alegra que seas su novia, Nikki. Eres buena para mi Dani.
—Gracias, señora, pero no soy... su novia, solo es mi mejor amigo.
No sé qué diablos comerá esta mujer pues sus abrazos son demasiado fuertes. Me suelta apenada al darse cuenta de su error.
—¿No lo eres? Lo siento. Pensé que si...
—No, no lo es —. Daniel responde por mí mientras baja las escaleras. Tiene las mejillas encendidas además de los labios en una fina línea. Lo conozco demasiado bien para notar lo incómodo que está con la situación.
—¿Puedes dejarnos solos, mamá? Quisiera hablar con ella —. Todo esto lo dice sin despegar su mirada de la mía.
—¡Claro, claro! ya me voy. —Se despide con un beso en la mejilla luego sale de la sala para perderse en la cocina.
Miro alrededor de su hogar. Es bastante pequeño, solo cuenta con una pequeña sala, el comedor dentro de la cocina, dos habitaciones y un baño. A pesar de no ser muy grande, me siento bastante cómoda aquí, más que en mi propia casa.
—Siéntate, Nikki. —Señala los sofás con el dedo. Obedezco por esta vez. Tomo asiento en el individual que se halla más alejado y él se sienta frente a mí.
Nos miramos unos incómodos minutos en los que ninguno dice nada. Yo no seré la primera en romper el silencio; es él quien quería hablar conmigo.
—Lo lamento, princesa —. Habla por fin con la cabeza agachada para observar sus manos en lugar de mi rostro.
—¿Qué lamentas, Daniel Smith? ¿El besarme a la fuerza, tratarme como tu novia sin serlo o quizás el obligarme a tener sentimientos por ti? —No trato de ocultar la molestia en mi voz.
—Por todo. Tienes razón, no debí hacer todo eso, pero no lo pude evitar. He estado enamorado de ti desde mucho antes de siquiera comprender que lo estaba y yo... —sacude la cabeza y detiene lo que iba a decir —. Como sea, eso ya no importa. No lo volveré a hacer hasta que me lo pidas.
Pienso un poco en sí debería perdonarlo tan rápido después de todo, pero hemos sido amigos desde que tenía diez años; no puedo estar enojada con él. Me levanto del sofá luego camino hasta dónde está él. Envuelvo mis brazos a su alrededor con fuerza, el alivio se apodera de mi corazón.
—Está bien. Te perdono. No quiero arruinar nuestra amistad por algo como esto. Solo por favor, no vuelvas a hacerlo. —Asiente aunque hay una sonrisa forzada en su expresión.
Después de eso me convence de subir a su habitación a escuchar un poco de música. Nos quedamos mucho tiempo y hablamos de cualquier cosa. Cuando llega la hora de la cena, la señora Smith me insiste en quedarme con ellos. Decido aceptar aunque estoy segura de que presiono mi suerte con Rick. Su padre llega de trabajar mientras servimos la cena así que comemos con él. German también es muy amable conmigo, me trata como si fuese su hija. La cena transcurre entre bromas y risas, el ambiente no es pesado, solo relajado. Siempre he envidiado la familia de mi mejor amigo porque los tres son demasiado unidos, además se puede notar el amor que ambos sienten el uno por el otro y por su hijo.
Me despido de todos ellos cuando ya es bastante tarde para ir a casa de mi abuela. Salgo de la suya para recoger a Eli y luego juntas caminamos a nuestra casa. Le cuento en el camino sobre Sasha aunque omito algunos detalles pues las dos no se han conocido aún y espero lo hagan pronto.
En la noche antes de dormir, mi celular vibra con una llamada. Lo cojo de mi mesa de noche, en la pantalla aparece un número que no tengo agendado en mi lista de contactos, sin embargo; logro reconocer algunos números de la primera vez que llamó. Es Theo.
Me coloco nerviosa sin saber qué hacer. No quiero hablar con él, también será mejor mantener distancia entre los dos a partir de ahora después del día de hoy, así que decido dormir sin responderle.
Pasan unos cuantos minutos antes de volver a llamar sin dejar de insistir varias veces. Unos segundos después, opta por dejarme un mensaje.
Mi curiosidad me gana luego de unos minutos de dar vueltas en la cama y debatir si mirarlo o no. Mi cuerpo casi de forma automática toma la decisión por mí, mi brazo se estira para agarrarlo de la mesita de noche. Casi puedo sentir las mariposas en mi estómago por los nervios.
9:50 pm:
Desconocido: Perdón por lo de hoy, no quise ofenderla. ✔✔
Releo el mensaje varias veces, triste porque las cosas no pueden ser diferentes entre él y yo. No le respondo, en su lugar lo pongo en silencio para luego acostarme a dormir.
***
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