Una reunión conmovedora (parte 2)
Les tomó tres horas preparar todo lo necesario para empacar como un presente aceptable para la familia de JongIn. Desde carnes bien salteadas y sazonadas hasta tofus deliciosos y de aspecto increíble, la familia Do hizo un completo banquete en un tiempo increíblemente corto.
JongSoo, SooBin y JongIn se mostraron verdaderamente impresionados al ver las grandes cestas rebosantes de comida, las bebidas alcohólicas que habían traído como contrabando y el indescriptible buen olor de todo. Pavoneándose, su madre se encaminó hacia ellos con una sonrisa autosuficiente y dejó dos palmaditas animadas sobre el pecho de JongIn.
—Supongo que nunca ha visto una familia compuesta por cocineros tan buenos y competentes. Esto es solo una pequeña muestra de lo que los Do podemos hacer.
Su padre también pasó junto al inmortal y le guiñó un ojo en el camino, tan o más pomposo que su propia madre.
—Siempre es beneficioso tener a un Do en la familia. Es un simple consejo.
KyungSoo intervino antes de que las cosas fueran más lejos, sonriendo forzadamente mientras apartaba a su padre y se detenía delante de JongIn.
—No los escuches, JongIn. Exageran cuando se trata del orgullo familiar —JongIn, con una sonrisa gentil, miró a los mayores, que eran rodeados por unos impresionados JongSoo y SooBin. La imagen era graciosa, como ver a dos pollitos tras su madre autosuficiente—.
—Eso no está mal, además, no se han equivocado. Es realmente beneficioso, agradable y necesario tener a un Do en una familia si se quiere vivir una vida plena y alegre.
Ignorando el rubor en sus mejillas y el calor en su alma, KyungSoo rió torpemente y sus orejas cayeron a cada lado de su rostro como muestra notoria de su vergüenza.
—Ah... Bueno, no dejes que lo escuchen o tratarán de casarte conmigo. Le agradas lo suficiente a ambos como para permitirlo.
—Hmm. A mí también me agradan lo suficiente. ¿Nos vamos ahora?
JongIn se acercó a los mayores, dejando atrás a un estupefacto KyungSoo, sonrojado y con el corazón acelerado, y cargó sobre sus hombros gran parte del equipaje con las cosas personales de sus padres y del propio KyungSoo. Él lo miró de reojo al notar que no se había acercado aún y le sonrió dulcemente, un gesto lo suficientemente efectivo como para sacarlo de su ensimismamiento y motivarlo a moverse hacia el resto.
Una vez se encontraron todos agrupados, sosteniendo alguna parte de JongIn para asegurar la teletransportación grupal, su padre se apiñó a su lado con un brillo pícaro en sus ojos y lo codeó burlonamente.
—Entonces le agradamos lo suficientemente como para vernos como sus suegros, eh.
KyungSoo no respondió y JongIn los teletransportó.
Aparecieron nuevamente en un lugar completamente nuevo y hermosamente diferente. El Bosque del Sur era conocido por poseer abundantes plantas y animales salvajes, feroces y mortales, por lo que la vegetación tendía a ser bastante indomable y peculiar. La casa de JongIn, en el corazón del bosque, era posiblemente el sitio más hermoso de la zona, con sus bellos magnolios bien cuidados y los cerezos elegantes en los alrededores. KyungSoo nunca había tenido ningún tipo de quejas sobre ese lugar especial, sin embargo, viendo esto, era notoria la diferencia entre ambas localidades.
La vivienda Ahn-Jung era sumamente delicada y hermosa en cada uno de sus rincones y esquinas. Estaba llena de magia blanca que fluía como un río tranquilo y sabio y que permitía la supervivencia a los árboles primaverales y veraniegos que normalmente morían en otoño, por lo que todo estaba salpicado en color suave y refinado que contrastaba muy bien con los naranjas y dorados vibrantes típicos de la estación.
Un lago en el centro de la Villa se mostraba perfectamente vivo, sin hielo cubriéndolo y de aguas de apariencia cálida que mantenían vivas numerosas flores de loto flotantes. Los jardines cargados con jazmines, rosas, lirios, gardenias y tulipanes aprovechaban los ojos curiosos y nuevos para imponerse, hermosas y delicadas, y exponer su belleza atípica. Finalmente, a lo lejos, la residencia Ahn-Jung era una construcción arquitectónica propia de una familia donde el arte corría por las venas.
Como si se tratase de una pintura, la mansión se hallaba perfecta e impoluta en el centro de todo, con sus colores claros, tejados azules y vigas y puertas café oscuro, todo estaba en completa armonía con su entorno. KyungSoo exhaló, maravillado, y su madre silbó con reconocimiento.
—Impresionante, realmente impresionante. ¿Tu familia mantiene el hechizo de conservación? —preguntó ella y JongIn negó educadamente—.
—No, de hecho, fue un regalo que el Dios Celestial de la Naturaleza nos otorgó hace un tiempo.
—El joven maestro tiene conexiones con el mundo celestial... Asombroso —alabó su padre y juntos se pusieron en marcha—.
A su lado, SooBin caminaba con cierto ritmo saltarín, una gran sonrisa en sus labios y su mano aferrada firmemente a su manga. Estaba abrigado, lo cual era una suerte porque a pesar del maravilloso paisaje el clima seguía siendo frío. Sobre su cabeza, dos cuernos azules visibles se dejaban apreciar con entusiasmo y orgullo entre sus hebras oscuras y lacias. Pronto, cuando estos terminaran de crecer y formarse, su cola también aparecería.
Más adelante, en la entrada de la amplia construcción, la puerta se deslizó y dos figuras se dejaron ver. Vestían ropas elegantes, preciosas y de buena calidad. Con el reflejo del sol brillaban los destellos de algunas joyas y, al encontrarse más cerca, dos rostros sonrientes los acogieron con calidez.
—Hijo mío, bienvenido a casa. Todos, me alegra que hayan venido también —saludó una de las dos mujeres con excelencia, una educación exquisita bien refinada y desplegada con el transcurso de los años—.
Ella era pequeña, más pequeña que KyungSoo por algunos centímetros, curvilínea bajo sus túnicas exquisitas, con piel morena y cabello larguísimo, oscuro y bien peinado. Sus ojos tenían un resplandor especial al recorrerlos a todos para darles la bienvenida, sin embargo, un suspiro y un matiz aún más pronunciado apareció al fijarse en él por algunos segundos de más. Una mano pequeña viajó a su propio pecho pequeño y su sonrisa se aflojó notoriamente en los bordes, tomando una apariencia melancólica, pero tan, tan cálida que KyungSoo fue incapaz de reprimir un escalofrío.
—Es realmente un honor y un placer verlos y poder compartir juntos el festival de otoño. Mi nombre es Ahn HyeJin, soy la madre de JongIn, y ella es mi esposa, WheeIn; espero que podamos forjar buenos momentos en familia a partir de ahora.
Sus padres dieron un paso al frente al mismo tiempo, con los pechos hinchados y sendas sonrisas en sus rostros guapos. Se inclinaron en una reverencia educada y compartieron saludos con la mayor.
—Es un placer conocerla, señora Ahn, señora WheeIn; mi nombre es Do SeungSoo, ella es mi esposa, Do MinSun y aquí está mi hijo, Do KyungSoo. Muchas gracias por invitarnos a su casa para estas fiestas, como recompensa preparamos un presente para ustedes.
Entonces los tres se apresuraron a extender la comida empaquetada, caliente y pesada y la pareja femenina cogió un par de bandejas bien cubiertas y cargadas con alimento.
—No era necesario, realmente nos hubiéramos sentido satisfechas con solo tenerlos aquí —aseguró WheeIn, su voz siendo tan suave como su rostro afable, lleno de adorables hoyuelos y un par de ojos cautivadores—. Ahora vayamos dentro para poder acomodarnos y dejar esto en la cocina. Les mostraré sus habitaciones.
El grupo se adentró en la vivienda no mucho después, sin prolongar demasiado las formalidades. Dejaron la carga tibia sobre los mesones limpios y vacíos y pronto fueron guiados por una pequeña excursión en el interior de la amplia casa. KyungSoo de alguna manera terminó junto a JongIn al final de la fila exploratoria, sus padres detrás de la segunda pareja se encargaron de socializar, sacando algunas risas divertidas y creando un ambiente agradable; por otro lado, SooBin se había colado en los brazos de su abuela, bien abrazado a su cuello mientras exclamaba su orgullo por sus cuernos y JongSoo agregaba algún que otro comentario amable en la conversación entre WheeIn, su padre y su madre.
En este momento recorrían un pasillo que rodeaba un patio interno bien cuidado y lleno de magia. Ahí había arte con rocas, un camino de piedras lisas y anchas y una fuente en el centro. Junto al pasillo, había numerosas habitaciones.
—Estas son las alcobas de YunAh y JingLi, mis hijas que llegarán mañana; junto a estas se encuentran las de RaeOn y RaHee, sus hijos y, un poco más adelante, pasando el pasillo hacia la otra esquina, podrán ver las suyas —instruyó HyeJin mientras los conducía a todos hacia el punto indicado. Una vez ahí, cargó a SooBin en un brazo y el otro lo utilizó para deslizar la puerta—. Espero que les guste.
La habitación que había sido expuesta era amplia, con una gran alfombra en el centro y numerosas lámparas que se encargarían de darle luminosidad al lugar. Había una gran ventana circular que mostraba el patio y una cama con dosel de aspecto agradable y cómodo. En las paredes estaban expuestas algunas obras de arte en tinta y un escritorio solitario se hallaba frente a una pantalla de privacidad que resguardaba una tina mediana, lista para usarse. Además, podrían guardar sus túnicas y adornar el espacio en el clóset moderno, las mesitas de noche y las bibliotecas repletas. Sus padres se mostraron mucho más que encantados con la visión.
—Es realmente impresionante, muy hermosa. Muchas gracias por su consideración —dijo su madre, formando una breve inclinación, y HyeJin hizo algunos aspavientos con su mano—.
—No es necesario agradecer. Son mis invitados, así que merecen lo mejor. Pueden quedarse, instalarse y descansar un poco mientras llega la hora del almuerzo.
—Eso sería muy agradable. Muchas gracias.
Luego de algunas reverencias y promesas para encontrarse más tarde, sus padres se encerraron en su habitación y el resto continuó adelante.
—Iré a ayudar a mi madre con SooBin, se está haciendo un poco pesado —le avisó JongIn a través de un bajo susurro y KyungSoo asintió, dejándolo ir hacia adelante—.
Una vez liberada, HyeJin le sonrió a su hijo y no tardó en recibirlo con comentarios cálidos y cariñosos, sus ojos oscuros brillando con afecto, un amor visible y conmovedor. Aprovechando esto, WheeIn ralentizó su paso y se colocó a su lado, justo donde JongIn había estado un momento antes. Compartieron una sonrisa cortés y ella colocó sus manos tras su espalda.
—Me alegra poder conocerte finalmente. El pequeño JongIn habla muy bien de ti a través de sus cartas y tenía cierta curiosidad por verte. Me alegra ver que, hasta ahora, sus palabras no han sido más que acertadas.
KyungSoo la miró de reojo y rió por lo bajo con cierta vergüenza. ¿Quién dijo que enfrentar a la familia del hombre que querías era fácil? KyungSoo tendría que hablar seriamente con esa persona.
—¿Cómo puede saberlo mi señora cuando aún no hemos compartido palabras? —preguntó, no sin cierta calidez, y ella sonrió ampliamente—.
—Todo está en tu aura. No hay manchas, no hay nebulosas tambaleantes, no hay corrupciones. Es muy, muy brillante y maravillosamente acogedora.
Esto provocó la impresión de KyungSoo y no pudo evitar preguntar con notable asombro:
—¿Mi señora puede identificar el aura?
—Hmm. Es algo que ha sido heredado por cada miembro de mi familia. Un don bastante peculiar, pero muy efectivo a la hora de entregar la confianza y el corazón. De esta forma puedo asegurar que el joven maestro y sus padres son realmente buenas personas.
KyungSoo la miró por un tiempo indeterminado antes de caer en cuenta de que eso no sería muy educado de su parte, así que bajó la mirada hacia sus pies y sonrió muy pequeño, con una mota tímida fácilmente distinguible.
—Muchas gracias por sus halagos. Es muy amable.
—Oh, no tienes que agradecerme nada. Las buenas personas merecen estar con otras buenas personas. JongIn es un buen niño que merece a alguien increíblemente especial y es bastante tranquilizador saber que ha compartido tanto tiempo contigo luego de haber permanecido encerrado en su escondite por tantos años. Eso calma mi alma y el corazón de Jinnie.
Sintiéndose conmovido, KyungSoo se atrevió a observar nuevamente a la mayor, solo para encontrarse con una sonrisa amable de regreso. Él asintió suavemente en respuesta.
—Es bueno saber que mi presencia ha tranquilizado a mis señoras. De ahora en adelante, trataré de que JongIn consiga abrirse nuevamente al mundo y a ustedes.
—Eso es algo que le agradecería enormemente durante toda mi vida.
—¡Abuela WheeIn, maestro Soo! ¡No se queden atrás, vengan, rápido!
Guiados por las exclamaciones de SooBin en brazos de su padre, ambos rieron y se adelantaron para encontrarse con el resto. Así, HyeJin los condujo hacia una zona bastante alejada de las habitaciones de sus padres y las hermanas y sobrinos de JongIn. Este espacio era más tranquilo, silencioso y finamente decorado con numerosos cuadros, lámparas y candelabros exquisitos y algunas mesitas sosteniendo jarrones llenos de flores vivaces y coloridas. Era familiar, y fue fácil para KyungSoo descubrir la razón.
Se parecía mucho a la propia casa de JongIn en el Bosque del Sur.
HyeJin se detuvo una vez más frente a una puerta cerrada, se giró hacia ellos y le sonrió de forma afable, sus ojos cálidos y su postura relajada.
—Esta será tu habitación, joven maestro. JongIn te la mostrará y ayudará a instalarte, ¿está bien? JongSoo y SooBin pueden acompañarnos a acomodar la comida que han traído y comprar las cosas necesarias para comenzar a hacer las linternas.
—¡Sííííí! ¡Saldré con la abuela! Padre, déjame ir, voy a cuidar a mis abuelitas, ¡las defenderé de cualquier cosa enterrando mis cuernos poderosos en los olorosos traseros de los demás!
—SooBin, lenguaje —reprendió JongIn con suavidad, pero aún así bajó al pequeño y permitió que este corriera hacia su madre completamente divertida—. Sé un buen niño con las abuelas, ¿está bien?
—¡Lo seré, lo prometo! Que me corten un cuerno si no es cierto.
Y, a pesar de su solemnidad, JongIn igualmente se dirigió hacia su hijo mayor con completa seriedad.
—JongSoo, asegúrate de que no cause demasiados problemas. Te lo encargaré.
JongSoo asintió con firmeza, ignorando las quejas del más pequeño del grupo, y se aproximó hacia el par de mujeres y su hermano menor.
—Nos veremos más tarde, entonces. Descanse un poco, joven maestro KyungSoo.
—Sí, disfruten de su recorrido y muchas gracias por su hospitalidad.
Se despidieron formalmente durante algunos segundos y luego ambas mujeres se marcharon junto a los más jóvenes. KyungSoo miró a JongIn entonces y este le sonrió antes de extender una mano y deslizar la puerta. Un poco después se obligó a deslizar sus ojos del rostro del más alto a favor de observar su habitación y cuando esto ocurrió, quedó pasmado en su lugar.
Y no es que fuera demasiado impresionante o extremadamente llamativa por su buen gusto, de hecho, tenía el mismo estilo de decorado que su propia habitación en la casa de JongIn, pero había algo en el magnolio que daba a su ventana, o las magnolias frescas que descansaban en los jarrones de las mesitas de noche, o las pinturas de un zorro oscuro y peludo acurrucado sobre una figura de túnicas blancas, o azules, o turquesas. Eran los pequeños detalles, cómo todo estaba hecho con la intención de llevar un mensaje, de provocarle algo, que lo había dejado pasmado.
"Si puedes, por favor, coloca algunas magnolias en mi antigua habitación, así no se verá tan solitaria".
Su mirada viajó directamente a las flores blancas, delicadas y hermosas y al árbol precioso que aromatizaba la habitación. Con el corazón agitado y su alma zumbando, entró en el espacio vacío y lo miró todo por un tiempo. Era espacioso, limpio y luminoso, cargado con recuerdos y sentimientos y KyungSoo tuvo unas descontroladas e inexplicables ansias de llorar. Pasó su mano sobre la suave tela de la cama y tocó las paredes, luego miró nuevamente a JongIn, que se encontraba de pie en la entrada con una mirada atenta.
—Este lugar... ¿Le perteneció a alguien más? —preguntó débilmente, aún aferrándose a las paredes tapizadas—.
Una suave brisa se deslizó a través de la ventana y su cabello se meció hermosamente. JongIn no se movió, pero sus ojos lo miraron todo a su alrededor.
—Aquí solía quedarse alguien hace mucho tiempo. La habitación ha estado más vacía que ocupada y ha tenido que ser renovada constantemente debido al paso de los siglos. La casa tampoco es como una vez fue, han cambiado muchas cosas, pero tratamos de mantener la esencia intacta. No creo que lo hayamos conseguido, a pesar de los esfuerzos. Ha pasado mucho tiempo.
KyungSoo volvió a mirar el lugar con cuidado, desde la puerta de madera hasta el biombo finamente pintado. Vestigios de algunas memorias golpearon su mente entonces, y, de repente, ya no había un magnolio ni sus flores, aunque estaba el mismo tapiz. Había un par de mesitas de noche con velas sobre ellas, pergaminos, túnicas negras sin tocar junto a algunas otras más descuidadas, con el transcurso de los años pasando sobre ellas. Una espada de madera descansaba sobre un escritorio limpio y la bañera se hallaba escondida tras la pantalla de privacidad con motivos de flores.
Tan melancólico y nostálgico, un poco diferente, pero podía ver el interior de los nuevos colores y hallar lo que se encontraba debajo.
KyungSoo se sentó suavemente sobre la cama y le sonrió a JongIn con un sentimiento revolucionado aleteando en su corazón.
—Es hermosa. Muchas gracias, JongIn.
JongIn asintió con reverencia y sus labios se curvaron gentilmente.
—Me alegra que te gustara. Dejaré aquí tu equipaje —KyungSoo se apresuró a asentir y JongIn deslizó su bolso hasta colocarlo sobre una esquina de la cama, justo a su lado. Lo miró entonces una vez más y cruzó sus manos tras su espalda al verse desprovisto de toda carga—. Cuando te encuentres descansado y acomodado, me gustaría caminar contigo por los alrededores, ¿te parece bien?
—Sí, claro. Me encantaría.
—De acuerdo. Mi habitación es la más cercana, si necesitas algo, puedes ir allí y pedírmelo.
—Está bien.
JongIn asintió nuevamente, lo miró un poco más y finalmente dio un paso atrás. Cuando se encontró en la puerta, listo para irse, KyungSoo lo llamó suavemente y él no tardó en detener sus movimientos y observarlo una vez más.
—Gracias por todo.
JongIn sonrió ligeramente al escucharlo y negó con la cabeza amablemente.
—No, KyungSoo, gracias a ti.
⋆.ೃ࿔*:・
KyungSoo se encargó de darse un baño profundo, cargado con aceites esenciales que suavizarían su piel y lo cargaría con un olor dulce y agradable. Lavó, además, su cabello, llenándolo de jabón hasta que la suciedad oculta desapareciera y suavizándolo e hidratándolo un poco después con su aceite favorito. Luego, al acabar de asearse, salió de la tina y se acercó a la cama, donde aguardaban sus túnicas. Eligió un color rojo vino con bordados negros en las mangas, una capa de ropa interior blanca y su acostumbrado par de botas.
Se vistió y secó su cabello aún húmedo con ayuda de la magia, luego ató la mitad de su larga melena en una media cola elevada y se colocó un prendedor dorado en el centro de su cabeza. Al acabar, exhaló pesadamente y permitió que sus orejas se expusieran en los laterales de su cráneo, tan negras y suaves como su propio cabello y, con motivo de adorno, colocó una argolla en la punta de la oreja derecha. Finalmente, una vez listo, salió de la habitación y fue en busca de JongIn.
Él se encontraba listo y esperando. Había abierto su puerta no mucho después de haber llamado y se mostró tan hermoso y esplendoroso como siempre. A diferencia de él, tenía una túnica blanca con bordes plateados, un abrigo mullido echado sobre los hombros anchos y sus botas blancas prístinas con cadenas elegantes y hermosas. Su cabello, como rara vez solía ocurrir, se encontraba completamente suelto, sin ningún artefacto distintivo que expusiera su posición, y la imagen no fue nada más que fascinante y maravillosa. Su aroma fresco golpeándolo con rudeza no fue más que un extra que KyungSoo agradeció profundamente.
—Estoy listo. ¿Nos vamos?
De esta manera salieron de la mansión. No había nadie a la vista, sus padres estaban encerrados en su propia alcoba y los demás habían salido al pueblo, por lo que se encontraban completamente solos en ese momento.
JongIn los dirigió hacia una parte específica del bosque, entre arces rojizos y cerezos delicados. Era un camino abierto, hecho para ser recorrido, con los árboles y los colores brillantes a cada lado creando luces y matices preciosos a medida que lo atravesaban. JongIn se había mantenido con una sonrisa extremadamente suave y tierna mientras KyungSoo expresaba su asombro y lo observaba todo con admiración, aferrado a su manga sin darse cuenta. Y fue precisamente por estar tan fascinado por el paisaje, que KyungSoo trastabilló torpemente con una roca que sobresalía en el camino.
—¡Oh! —exclamó con el corazón acelerado ante la expectativa de una dolorosa y vergonzosa caída, pero esto jamás ocurrió—.
JongIn había extendido una mano, lo había atrapado por la cintura y lo había resguardado en la seguridad de su pecho, deteniendo un posible accidente con una facilidad y naturalidad sorprendentes. Con sus manos y mejilla apoyadas contra su pectoral, KyungSoo tuvo la dulce experiencia de ser medio abrazado por el inmortal, ser mantenido en un agarre fuerte y protector y sostenido tan suave y dulcemente que sus mejillas cobraron vida y su corazón golpeó fuertemente contra sus costillas.
Segundos después de su torpe descuido, KyungSoo alzó la mirada y se prendó de los ojos oscuros del más alto, fijos y muy quietos sobre su rostro. Una de sus manos se encontraba obstinadamente sobre su cintura y la otra se movió hacia su espalda, manteniéndolo ahí, asegurado y caliente mientras KyungSoo se sostenía de su túnica y sus colas se sacudían, queriendo salir. Con el viento suave dejando escapar algunas hojas de arce y cerezo y moviendo las largas hebras oscuras, la imagen era nada más que etérea, como la de dos amantes que se encontraban luego de mucho tiempo.
Aún así, como tristemente suele ocurrir, todo lo bueno y maravilloso tiene que acabar en algún momento, y esto ocurrió cuando JongIn suspiró y dio un paso atrás, abandonando su cuerpo con cierta reticencia.
—¿Te encuentras bien? Debes tener más cuidado.
KyungSoo parpadeó, extrañándolo de inmediato, pero siendo lo suficientemente fuerte y consciente como para no hacer algo tan tonto como pedirle que lo abrazara nuevamente. Carraspeó, se rascó la punta de la nariz y asintió suavemente.
—Estoy bien, lo siento, no me di cuenta.
—Está bien —lo tranquilizó de inmediato. Luego, al pasar un minuto en la misma posición, se movió y extendió una mano para él—. Sujétate mientras caminamos. Me aseguraré de mantenerte seguro.
Era algo que ambos sabían que no necesitaban, porque KyungSoo no sería descuidado con el mismo tema dos veces, pero había un deseo claro de mantener algún tipo de contacto entre ellos y KyungSoo no quería desperdiciar la oportunidad de ser sostenido por JongIn una vez más. Por eso, envolvió su mano en la más grande y le sonrió mientras sus dedos se entrelazaban íntimamente.
—Gracias. Vayamos ahora.
Esta vez no se molestaron en separarse ni disimularon el deseo de mantenerse juntos. Ambos se aferraron a la mano del otro como si fuera una conexión espiritual con la paz y la serenidad, dejando a un lado los problemas, los dolores o las preocupaciones. No hacía falta nada más, mientras estuviesen unidos y se mantuvieran cerca, todo lo que necesitaban sería cubierto.
Tal vez fue debido al prolongado contacto y el ambiente hermoso y familiar que lo rodeaba, que KyungSoo fue capaz de obtener algunos atisbos lejanos mientras se mantuvo en silencio, observándolo todo.
De pronto, no había un lago cercano a la casa, sino un campo de entrenamiento bien surtido y espacioso. Tampoco había arces ni magnolios, simplemente cerezos y pinos altos, robles viejos y antiguos y flores naturales que crecían sin cuidado ni la intención de embellecer la zona. Habría solo un camino hacia el pueblo, sería solitario porque era un espacio con dueño, abierto y lleno de verdor. También hallaría una casa grande y silenciosa, con una sala desprovista de decoraciones, con una mesita de té, cómodos cojines que le servirían de cama en su forma espiritual y un escritorio para reposar una cítara junto a la ventana.
Además, siempre juntos encontrarías dos figuras: una alta y morena, fuerte, digna y recta y otra pequeña, de ojos brillantes, pícara y desvergonzada.
JongIn le permitiría entrenar con él y volverse fuerte cuando todo se encontraba perdido, compartiría su espacio personal y lo dejaría descansar sobre sus muslos cuando se encontraba en su forma más pequeña. Lo acariciaría con afecto y lo miraría con anhelo, temiendo perderlo, pero siendo incapaz de dar el paso necesario para entregarle su corazón.
Era demasiado joven y demasiado indeciso, él era tan transparente, además. KyungSoo recuerda que eso fue algo que lo había encantado profundamente y que, aparentemente, era lo que le encantaba a JongIn en estas circunstancias.
Su zorro, su alma y su corazón temblaron ante la llegada abrupta de las respuestas y los recuerdos de una vida que ya había terminado. El conocimiento le había robado el aire y provocó que sus ojos se calentaran, que mirara a JongIn de reojo con un amor tan sincero y tan profundo que tuvo que ser extremadamente fuerte para no llorar y descubrirse ante él.
Después de todo, JongIn lo había esperado tan incondicionalmente que KyungSoo no tenía otro deseo más que abalanzarse a sus brazos y besarlo hasta que sus labios se desgastaran y cayeran sobre los suyos.
Sin darse cuenta de todo lo que ocurría en su interior, JongIn los guió hacia la parte más profunda del bosque. Ahí, hermoso, bien cuidado y fascinante, se encontraba un pequeño puente circular sobre un río que fluía con tranquilidad. Sobre este, las ramas cargadas con flores de los cerezos y las sombras naranjas de los arces caían con gracia y hermosura, permitiendo que los pétalos y hojas navegaran en el aire como si se tratase de una leyenda antigua donde el romance lo era todo.
Continuaron su camino hacia el puente tomados de la mano en todo momento, con las túnicas danzando al ritmo de sus cabellos y el corazón de KyungSoo latiendo a toda marcha. Tum-tum, tum-tum. KyungSoo inhaló una gran cantidad de aire en busca de calmar sus latidos acelerados y en cambio obtuvo la frescura del bosque y la menta de JongIn. Lo tomó de igual forma, con los brazos abiertos, como si lo respirara por primera vez ahora que conocía todos los secretos ocultos y apretó la mano del alto con más fuerza.
Al llegar al centro del puente, en la parte más alta y curvada, JongIn se detuvo y se encargó de colocarse delante de él. Le acarició el dorso de la mano con el pulgar delicadamente y le sonrió con calidez, como si KyungSoo fuera lo más importante para él, como si fuera su mundo. De nuevo, KyungSoo quiso llorar tontamente por el tiempo perdido y el alivio de tenerlo de nuevo consigo.
—Hace muchos años construí este lugar con un motivo especial. Quería compartir algo con la persona que había esperado por tanto tiempo, que viera lo hermoso que podía ser el mundo con un poco de magia y la libertad que había llegado a nuestra tierra luego de su partida. No sé lo que pensaría al ver esto, pero quiero creer que le hubiera gustado enormemente.
JongIn abrió su mano desocupada y un destello azulado brilló en ella. Al inicio fue un círculo perfecto que flotaba y destilaba calor, luego comenzó a transformarse y tomar forma rectangular, sin mostrar nada más que una luz excesivamente pura y hermosa. Finalmente, todo explotó en una lluvia luminosa y lo que una vez fue una pequeña bolita azul, se transformó en una lámpara de papel delicada, exquisita, de primera calidad. En el frente había un motivo dibujado en tinta, un zorro con nueve colas negro, con manchas blancas y grandes ojos cautivadores sentado sobre la hierba mientras lo miraba intensamente. Era fácil adivinar quién era, para este punto, KyungSoo ya no podía pasar nada por alto.
JongIn encendió la pequeña vela que se encontraba en el interior de la linterna y el papel brilló en dulces naranjas y amarillos, reluciendo entre ellos, como si les llevara esperanza y felicidad. Su querido inmortal volvió a mirarlo entonces y KyungSoo exhaló el aliento que había contenido hasta ese momento.
Armándose de valor, y aprovechando la soledad y el aura íntima y calurosa construyéndose entre ellos, KyungSoo habló entre susurros fácilmente entendibles y cargados con el anhelo, el amor y el deseo necesarios como para provocar un estremecimiento completo en JongIn.
—Pienso que es realmente hermoso y que has hecho un trabajo excepcional.
Los ojos de JongIn se ampliaron por un segundo y una inhalación profunda hinchó su pecho. Sus cejas temblaron y sus labios se abrieron; una guerra de expresiones se llevó a cabo en su rostro mientras su mano lo apretaba cada vez más fuerte y su aroma se desplegaba en oleadas para él, invitándolo a acercarse y acabar con el sufrimiento que los llenaba día a día.
—¿KyungSoo? —exhaló sin aliento, un llamado que trascendía vidas para llegar a su corazón y calentarlo todo. KyungSoo sintió como la primera lágrima era derramada y la vio reflejada en aquella que JongIn también había dejado ir—.
—Esta vez realmente ha pasado un tiempo, ¿verdad? ¿Me has extrañado mucho?
JongIn acunó el óvalo de su rostro rápidamente, secando las lágrimas que caían una sobre otra sin parar. KyungSoo lo imitó de inmediato y le sonrió temblorosamente, tratando de reprimir sus hipos de llanto y los necios sollozos bajos que insistían en salir.
—Más de lo que te imaginas. Realmente te extrañé más de lo que puede ser inmortalmente posible, más de lo que podría soportar —le aseguró con pasión, con los ojos llenos y cristalinos mientras se apoyaba en sus manos pequeñas—.
—También yo. Lamento haber tardado tanto tiempo en recordar y volver a ti. Lo siento mucho.
JongIn negó suavemente y se acercó a él, afirmando su agarre sobre su mejilla con seguridad.
—Llegaste justo en el momento indicado.
Susurró dulcemente, lo hizo justo antes de terminar de cortar la distancia que los separaba y unir sus labios con una ternura y una adoración inigualables.
Tan suave, tan delicado.
KyungSoo sollozó bajo su boca y lo abrazó con fuerza mientras JongIn le cubría los hombros y la nuca y deslizaba sus labios juntos.
Mientras tanto, la lámpara se deslizó con gracia y se posó hermosa y delicadamente sobre el agua. La vela no se apagó y el papel no se dañó; y mientras era guiada por la corriente, llevó luz y vida a dos almas que habían sido cubiertas por la oscuridad y la frialdad.
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