Epílogo
KyungSoo recuerda claramente los sucesos desastrosos y la intensa tristeza, desesperación y desesperanza que vivió durante su primer embarazo. Sabe que fue duro y que el parto había sido doloroso debido a la anestesia inexistente y la situación precaria que vivían en aquel tiempo; no habían muchas cosas que le llevara felicidad y el proceso había pasado de ser una bendición a un infierno difícil de soportar.
El resultado final fue lo mejor de todo. JongSoo había valido la pena; cada lágrima, cada abuso, cada pérdida, todo fue recompensado con su hermoso hijo. KyungSoo no disfrutó su embarazo, pero fue feliz cuando obtuvo a su bebé.
Esta vez, sin guerras, presiones ni persecuciones, KyungSoo puede notar realmente lo que es cargar con un pequeño bebé. Había conocido las náuseas sanas y comunes y no por la enfermedad, había sido atacado por un dulce dolor en los tobillos y la espalda y no por ser atado todo el día a cadenas frías y apretadas; sufría algunas molestias musculares naturales debido al agotamiento y no por ser golpeado y violentado por cualquier extraño. KyungSoo realmente estaba fascinado con cada nuevo malestar, maravillado con la peculiaridad de sus pies hinchados y la piel comenzando a estirarse sanamente en la zona de su vientre.
Esta vez, KyungSoo puede disfrutar de sus cambios corporales, puede aceptar el dolor, la fatiga y la debilidad, puede hacerlo con una sonrisa satisfecha y el corazón cálido, porque está experimentando lo que no pudo la primera vez, con un sentimiento completamente distinto de ese entonces y una atención firme y constante de parte de su familia.
Como lo había esperado, KyungSoo había sido bendecido con la llegada de un hijo luego de la consumación de su matrimonio. Notó que tenía una carga extra en su interior un par de semanas después, cuando un cauteloso brote de energía destelló por un segundo antes de desaparecer nuevamente, demasiado débil para hacer algo más que avisar de su presencia por un escaso segundo. KyungSoo se había quedado inmóvil a medio camino al jardín al sentirlo y JongIn lo asistió de inmediato, preocupado y con las cejas ligeramente fruncidas.
Entonces KyungSoo lo había mirado, sonrió profundamente y lo besó con afecto en ese instante. Cuando JongIn vio la mano reposando en su vientre plano, no pudo evitar devolverle la sonrisa y abrazarlo con gentileza en medio de árboles y flores meciéndose con el viento.
JongSoo y SooBin se lo habían tomado bastante bien; esa misma noche les informaron sobre las buenas noticias y ambos pusieron el grito al cielo justo antes de comenzar a planear sus futuras vidas junto a su nuevo hermano (KyungSoo fingió no escuchar a SooBin dando por hecho que pasearía al cachorro sobre su forma de dragón y le enseñaría palabras indebidas cuando nadie estuviera cerca). Luego, aún más tarde, cuando la familia se retiró a sus habitaciones para descansar, JongIn lo había tomado para acunarlo en su pecho y besado con tal suavidad que KyungSoo sintió su corazón temblando de emoción contra sus costillas.
Hicieron el amor muy lenta y suavemente y luego durmieron fuertemente abrazados, esperando un futuro brillante que aguardaba a la vuelta de la esquina.
Sus padres aparecieron el mismo día que enviaron la carta explicando la situación. SeungSoo lo había tomado en sus brazos mientras lloraba dramática y escandalosamente y su madre le había preparado un caldo de aspecto extraño y no muy apetitoso (verde, muy aguado y con un olor sospechoso) que, según ella, le daría mucha fuerza y vitalidad al bebé. Se quedaron un mes en la Villa Ahn-Do para atenderlo en las primeras semanas, que tendían a ser las más delicadas e importantes, y luego se retiraron para darle espacio a la feliz familia, dejando atrás numerosas mantas tejidas, zapatitos finamente elaborados por las manos diestras de su padre y la receta de la sopa verde del terror enmarcada en una de las paredes de la cocina (KyungSoo continuó preparándola a regañadientes, siendo consciente de la mirada juzgona de JongIn durante el tiempo del desayuno).
Luego estaban HyeJin y WheeIn, que también habían pasado unos días en la Villa, coincidiendo con los días de visita de sus padres. Ellas habían traído consigo numerosas túnicas grandes y hermosas para cuando su vientre estuviera más amplio y necesitara comodidades extras, unos zapatos más grandes de su talla habitual y conjuntos adorables para recién nacidos, que KyungSoo guardó con una sonrisa en el interior de una cesta mágica en su armario, junto a los obsequios posteriores de sus padres.
Madam Li, el tío SooJin, sus hijas y nietos enviaron sus saludos y sus felicitaciones a través de un mensaje cargado con magia que les permitiría verlos mientras expresaban su complacencia por la situación que estaban viviendo. Madam Li, con su cabello corto y su barbilla alzada, sonrió en todo momento con orgullo palpable; firme y fantástica, había sido sincera y cariñosa cuando afirmó con seguridad: "Te deseo lo mejor de este y los otros mundos, KyungSoo. Espero que tengas un embarazo feliz y que tu bebé crezca fuerte y saludable". Además, Jessica, SooJung y Amber enviaron buenos deseos, un hechizo de salud que lo cubriría durante todo el embarazo y una promesa de ir a verlo pronto.
JiHyun, su esposo y sus hijos llegaron a la Villa cuando sus padres se habían ido. Ella lo había abrazado muy fuerte, con lágrimas en sus ojos y un sollozo en sus labios y KyungSoo la recibió de la misma forma: con una sonrisa y los ojos ardiendo en una promesa de desbordarse prontamente.
—Mi querido KyungSoo, mi amigo y hermano, estoy tan feliz por ti, tanto. Te bendigo profundamente a ti y tu bebé. Espero que tu embarazo sea agradable y que el cachorro nazca con mucha fuerza y vitalidad.
Fueron sus palabras inmediatas. KyungSoo no pudo evitar pedirle que se quedara en la Villa para recordar viejos tiempos y crear nuevas memorias juntos, unas que no estuvieran tachadas por situaciones desafortunadas y momentos dolorosos sombreando y oscureciendo el panorama en sus memorias.
Fue algo terapéutico, y ambos se sintieron mejor luego de un tiempo juntos.
Los amigos de JongIn también estuvieron presentes, enviando cartas de felicitaciones y regalos costosos que JongIn guardó en la habitación de KyungSoo, que comenzaban a adaptar para el pequeño bebé.
Cuatro meses después, el matrimonio volvió a su estado normal. Los invitados se habían retirado y ellos se dedicaron exclusivamente a mantener fuerte a su hijo más joven y en crecimiento. KyungSoo fue mimado increíblemente por su marido, sus antojos y deseos madrugadores fueron cubiertos con gentileza y atención y sus hijos fueron especialmente atentos a sus necesidades.
KyungSoo nunca pidió nada imposible o demasiado dificultoso, pero ver a su familia actuando de esa manera tan cariñosa y cuidadosa lo hizo sentir maravillado y feliz al extremo.
Este momento no es la excepción. KyungSoo se encuentra apoyado en el hombro de JongIn, ambos sentados en el porche mientras ven a sus hijos entrenar en el campo de entrenamiento. Las espadas de madera vuelan de un lado a otro, cubriendo y atacando, el mayor instruyendo al menor con paciencia antes de volver a cargar, obligándolo a defenderse y responder con movimientos cada vez más seguros con la llegada de la experiencia.
Es alimentado con frutas frescas por su esposo, un abrigo peludo cubre su figura para protegerlo del frío y la diestra grande y cálida de JongIn se pasea dulcemente por su brazo y su mejilla. Para hacerlo todo aún mejor, recibe besos suaves de vez en cuando y en lugares nuevos cada vez: sus pómulos, su nariz, su frente y labios, el cuello, no importaría, JongIn encontraría un espacio sin besar y lo cubriría con sus labios cálidos y suaves.
—¿En qué está pensando mi esposo? —preguntó el más alto en un susurro, luego de llevar una uva a su boca y acariciarle tranquilamente la nuca—.
KyungSoo disfrutó del sabor dulce de la fruta, de la frescura en ella y de los dedos recorriendo su piel. Se acurrucó aún más en su costado y sonrió contra la calidez de su cuerpo fuerte.
—Nuestros hijos son realmente capaces. Ambos muy fuertes y prometedores. Estoy orgulloso.
—Hmm, los hemos entrenado bien a los dos.
—SooBin todavía tiene que aprender a mantener arriba su guardia... También debe superar su terror por tía Li.
JongIn rió por lo bajo y él mismo cogió una fresa que mordisqueó con gusto.
—No creo que eso sea posible. La situación empeoró cuando Madam Li se ofreció a entrenarlo.
—Ella es realmente aterradora cuando lucha. No culpo al pequeño por temerle.
—¿Crees que el bebé también le tema?
KyungSoo ni siquiera se molestó en dudar cuando respondió con una sonrisa.
—¡Por supuesto! ¿Quién no le tendría miedo? Incluso yo le temo a veces.
(A lo lejos, en el pueblo fructífero y concurrido de Zuzhen, Madam Li detuvo sus exclamaciones y sus órdenes firmes para estornudar ruidosamente).
JongIn tomó la mano de KyungSoo cuando las risas cesaron y le acarició los dedos, uno por uno, recorriéndolos y adorándolos individualmente con la misma maravilla y fascinación. KyungSoo besó su mandíbula a cambio, tomó un poco de su aroma y suspiró con fuerza sobre su piel.
—Dime cuando tus pies comiencen a doler y los masajearé por ti —dijo el alto mientras enfocaba su mirada sobre los zapatos negros extremadamente cómodos cubriéndolo—.
KyungSoo sonrió y asintió suavemente.
—Está bien; ahora solo siento paz, seguridad y tranquilidad.
—Bien. ChanYeol y BaekHyun enviaron una pulsera de protección para ti. Está llena de hechizos y fue bendecida por el emperador Zhang, por lo que contiene una gran fuerza de vida. Me gustaría que la usaras de aquí en adelante; te protegerá y a nuestro hijo.
KyungSoo se tomó un momento para repasar sus palabras y pensar profundamente.
Mientras estuvo embarazado de JongSoo, KyungSoo estuvo solo y se encontró desprotegido y en un estado de vulnerabilidad constante. No tuvo amor, ni cuidados ni cariño; fue realmente infeliz e impotente y su hijo creció en un ambiente dificultoso y extremadamente pobre. En ese entonces, KyungSoo no tenía una pulsera protectora, ni tenía atenciones todos los días, a cada hora del día, no había un esposo que lo cuidara ni padres que lo consintiera e instruyeran, no había nadie más que JiHyun, su médica, él y su zorro y muchos refugiados; solo eso fue necesario para mantener a su bebé con vida y JongSoo había demostrado que era más fuerte y valiente de lo que cualquier otro podía ser alguna vez.
Ahora, en cambio, contaba con numerosos familiares, no tenía ningún tipo de preocupaciones y tenía a su alcance una cuantiosa cantidad de comodidades. Una avalancha de nuevos sentimientos y pensamientos llenaron su corazón al notar esto; porque aunque estos dos cachorros eran sus hijos, uno fue concebido con gusto y planeación y crecía en un hogar amoroso y cálido, el otro, por otra parte, tenía una mancha oscura y fría en su pasado.
Y no lo malentiendan, no quería a un hijo más que otro o tenía alguna sensación molesta hacia este bebé en camino, simplemente creyó que era injusto. JongSoo se había perdido de tanto en su niñez... Esto siempre llenaba sus pensamientos, pero ahora, estando embarazado y encontrándose un poco más sensible, no puede evitar doler profundamente.
Notando su expresión complicada, JongIn lo abrazó con fuerza contra su cuerpo y le acarició las mejillas frías, besó cálidamente sus labios y luego peinó su flequillo hacia atrás para despejar su frente y colocar un toque amoroso en la zona.
—¿Qué sucede, querido?
KyungSoo se obligó a calmarse. Tomó una bocanada de aire y se hizo una pequeña bolita en los brazos de su esposo. Su vientre impidió que el contacto fuera extremadamente cercano, pero a KyungSoo no le importaba demasiado. Mientras los brazos de JongIn lo sostuvieran y abrazaran de esta manera, él encontraría consuelo y se mantendría estable y agradecido.
—Solo... Nuestro JongSoo es realmente bendecido, ¿no lo crees? Él es tan bueno, tan fuerte y tan valiente. Quiero que siempre esté seguro y se mantenga sonriendo de esa manera. Mi hijo... Él merece toda la felicidad de este y otros universos combinada.
Para JongIn no fue difícil conocer el trasfondo de sus palabras, descubrir la raíz de sus pensamientos, así que fue especialmente diligente al momento de consolarlo. Sus manos fueron dulces y tiernas sobre su cuerpo y su boca fue aún más delicada al momento de posarse sobre su piel. KyungSoo suspiró largamente y cerró los ojos con placer, disfrutando de la seguridad que el cuerpo de su esposo podía brindarle.
—¿Quieres darle la pulsera? —le preguntó con dulzura, dejando besos en su coronilla—.
KyungSoo pegó su mejilla contra su pecho caliente y rodeó su cintura con sus brazos.
—Estaría tranquilo si tuviera una protección bendecida por un Dios de la Vida. Yo tengo a mi propio protector de carne y hueso aquí y entre ambos somos los protectores de SooBin y el bebé. Es algo justo.
—De acuerdo. Se la daremos más tarde entonces —concedió de inmediato y en ese momento KyungSoo pudo encontrar un poco más de paz—.
No era demasiado y esto no borraría todo el horror que había vivido en el embarazo de JongSoo, pero era suficiente para calmar la pesadez en su corazón.
En ese momento, JongSoo había dejado a un lado su espada y se había abalanzado hacia SooBin con una carcajada ruidosa. El pequeño, siendo tomado por sorpresa, soltó un grito extremadamente agudo y no pudo evitar el impacto de su abrazo. Ambos cayeron al suelo y comenzaron a jugar sobre la hierba, ensuciándose las túnicas y desordenándose el cabello.
KyungSoo se alejó de su esposo para mirar la escena y una carcajada suave escapó de su boca. Al escuchar el sonido grave y dulce, JongIn puede sentir físicamente como su cuerpo y su alma se relajan y él mismo sonríe suavemente mientras mira a su familia.
Luego de rodar por el suelo, tirarse del cabello, aplicar llaves injustas y golpear con colas, ambos se separaron y corrieron hacia ellos. JongIn rompió el abrazo, pero se mantuvo cerca; solo entonces KyungSoo pudo abrazar a SooBin (que había mejorado cada vez más en el tema de no arrojarse a sus brazos y más en abrazar suavemente debido a su estado), acomodar un poco su cabello desastroso y besar su frente sudorosa. JongSoo se sentó frente a ellos con una sonrisa satisfecha y le agradeció a JongIn cuando este le sirvió una taza de té.
—¡Papi, papi! ¡¿Viste eso?! ¡He mejorado!
KyungSoo asintió y besó su mejilla colorada por el ejercicio continuo de forma ruidosa.
—Lo vi. Mi SooBin lo está haciendo muy bien.
—Y eso es gracias a su maestro provisional —continuó JongIn con calma y las mejillas de JongSoo fueron dos flores rojas que brillaron bajo el sol—.
—Padre me halaga de más —respondió, no sin cierta vergüenza—.
—Tu padre no es un adulador. Todo lo que dice está lleno de sinceridad y transparencia. Mis dos hijos son grandes talentos florecientes que me enorgullecen cada día.
JongSoo bajó la mirada con una sonrisa suave y concedió con gentileza:
—Mis padres también son razón de orgullo.
—¡Papi! ¿Cómo está mi hermanito? ¿Se ha portado bien? ¿Te sientes bien?
SooBin demandó atención una vez más, bajando de sus brazos para poder sostener su vientre cada vez más grande y saludable bajo las capas de ropa holgada. KyungSoo también colocó su mano sobre un espacio vacío en su abdomen y asintió.
—Sí, sí, estamos bien y nada duele. Tu hermanito se ha portado especialmente espléndido hoy.
Esa misma tarde, JongSoo fue llamado a las habitaciones de sus padres y KyungSoo le regaló la pulsera protectora con una gran sonrisa y un beso en la mejilla.
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KyungSoo sabía que los primeros meses de embarazo eran duros, pero no eran nada comparados a los últimos.
Para entonces era una bolita pequeña y rechoncha que pasaba más tiempo en su forma animal para poder soportar sus pesares y dolores. El bebé lo había golpeado con agotamiento continuo, hinchazón extrema de pies, la desaparición de sus tobillos, molestias al orinar, dolores de espalda y falta de sueño. Era incómodo, su cuerpo dolía mayormente y se encontraba bastante mañoso respecto a JongIn, queriéndolo cerca todo el tiempo posible; también habían aparecido diferencias inevitables en su cuerpo, como el aumento en sus glúteos y muslos, caída del cabello, estrías y una aparición inesperada de pecas y lunares sobre su rostro, espalda y pecho.
A pesar de las pequeñas imperfecciones, JongIn se aseguró de hacerlo sentir hermoso y amado. Besó y acarició todos los nuevos puntos cafés y recorrió con sus dedos las líneas pálidas en su vientre, además, buscó ayuda en sus madres para detener la caída de su cabello y le acarició la espalda mientras sufría el tiempo de sus necesidades matutinas. Nunca se mostró resignado ante sus cambios, fue paciente en todo momento y siguió recitando poemas para él, le obsequiaba tulipanes, magnolias y gencianas; tocaba sus instrumentos cuando necesitaba distraerse y susurraba palabras amorosas y constantes halagos en su burbuja privada.
JongIn realmente era un esposo inigualable. El hombre indicado para él.
En esos momentos se encontraba en la recta final de la espera. Habían preparado la habitación para el bebé, cargándola con una cuna y mantas suaves, un armario repleto con los numerosos regalos que había estado recibiendo durante todos esos meses, las ramas del magnolio floreciente llenando el lugar con su aroma dulce y agradable y linternas hechas por hadas colocadas en cada punto indicado para llenarla de luz. JongIn también había colocado una cómoda silla mecedora para KyungSoo, una cama pequeña en caso de tener que dormir con el cachorro y algunos cuadros más infantiles y sencillos.
Todo esto había traído consigo una gran expectativa. KyungSoo lo había notado al mirar a sus hijos notoriamente ansiosos e hiperconsciente a su alrededor, en la manera que JongIn lo observaba fijamente, cuidando cada paso, cada palabra y cada queja y en la aparición cada vez más recurrente de sus padres, sus suegras y JiHyun. Por su parte, KyungSoo había aprendido a esperar pacientemente; aún daba paseos cortos en el jardín, dormía gran parte del tiempo en su forma espiritual y disfrutaba de los entrenamientos diarios de sus hijos. Solo era cuestión de un poco más de tiempo, de unos cuantos días. Él estaba listo y en paz.
Fue un día miércoles cuando ocurrió. KyungSoo reía ruidosamente ante las payasadas de SooBin y las quejas de JongSoo; JongIn tocaba el arpa con tranquilidad, una sonrisa calmada sobre sus lindos labios y JiHyun estaba en la cocina, preparando algunos bocadillos para la media tarde.
Todo era tranquilo y común, algo rutinario, y entonces había aparecido: un pellizco conocido en el bajo vientre cada vez más fuerte y continuo, llevando un ritmo y una fuerza que pronto lo dejó sin aliento, eliminando las risas y la diversión de su rostro.
—¡Ah! —la taza de té en sus manos se resbaló y calló al suelo, y en menos de un parpadeo, JongIn estuvo a su lado para asistirlo—.
—¡Papi! ¡Papi! ¿Qué pasa? ¡JongSoo, ¿qué tiene?!
—Tranquilo, SooBin-ah, aléjate, vamos, hay que darle espacio para que pueda respirar.
—¿Querido? ¿Qué está pasando? ¿Dónde duele? —la voz de JongIn fue baja y controlada, sin embargo, KyungSoo podía sentir las oleadas de preocupación en su olor, sentir la tensión en su agarre y ver el brillo demasiado oscuro en sus ojos—.
Sus cejas se fruncieron profundamente y tomó la túnica de su esposo en un puño. Apretó la mandíbula y un gemido abandonó su boca.
—El bebé... El bebé va a nacer, esposo.
—¿Qué? ¡Papá!
—Está bien. SooBin, busca a tu tía JiHyun rápidamente, JongSoo, ve preparando la habitación de parto ahora mismo —ordenó JongIn con firmeza y sus hijos obedecieron de inmediato, sabiendo que no había tiempo para desperdiciar—.
JongSoo se teletransportó y SooBin corrió hacia la cocina, mientras tanto, JongIn aflojó la túnica y esperó que la contracción pasara para poder moverlo. Un poco después, cuando el agarre sobre su ropa se aflojó y KyungSoo jadeó pesadamente, lo cargó en brazos y se teletransportaron a la habitación. JongSoo ya había cubierto la cama con nuevas sábanas, apartado los muebles, sacado las toallas y encendido las linternas.
JiHyun apareció no mucho después con una tina con agua tibia, las mangas atadas y el cabello recogido. Miró a KyungSoo con firmeza y le ordenó a JongIn con contundencia:
—Déjalo en la cama y salgan de la habitación.
JongIn lo dudó por un momento, el rostro pálido y sudoroso, pero KyungSoo le sonrió temblorosamente y asintió.
—Está bien; voy a estar en buenas manos.
Eso fue suficiente para hacerlo acceder. Lo recostó delicadamente sobre la cama, le apartó el flequillo de la frente y luego la besó con afecto. KyungSoo suspiró con los ojos cerrados y disfrutó del momento durante todo el tiempo que duró.
—Estaré afuera, ¿bien? Sé fuerte, cariño. Te amo.
Desalojaron la habitación no mucho después (no sin reticencia) y JiHyun se dedicó a trabajar. Le quitó la parte superior de la túnica, los pantalones y luego le acarició la mejilla con una pequeña sonrisa emocionada.
—¿Estás listo?
KyungSoo la miró fijamente. A esta mujer que había salvado hace una vida, una amiga incondicional que se había convertido en una médica excepcional y que ahora atendería su parto y traería a su hijo al mundo... KyungSoo sonrió de vuelta y asintió, sabiendo que estaría en buenas manos.
No mucho después, JiHyun le dio una bebida especial que lo durmió completamente y no fue consciente de nada más que de la oscuridad y el silencio.
Despertó con el sonido de algunas risas suaves y lejanas, caricias dulces y tranquilas en su cabeza y una calidez extremadamente cómoda a su lado. El aroma predominante era relajante y conocido, el olor de su hogar. Pero también había algo nuevo, algo extremadamente dulce y tierno en su nariz, saludando y dándole la bienvenida una vez más.
—¡Oh! ¡Está despertando! ¡Papi está despertando!
Sus párpados revolotearon con pesadez y dificultad, KyungSoo se obligó a abrir los ojos y finalmente tuvo ante él la visión de su familia sonriendo animadamente a su alrededor. JiHyun se veía especialmente satisfecha en medio de su agotamiento; había sangre en sus manos y antebrazos y sudaba ligeramente, pero el brillo en sus cuencas cafés era incomparable.
—Querido, bienvenido de nuevo. ¿Cómo te sientes?
La voz de JongIn llegó desde su costado y KyungSoo movió lentamente el cuello hacia él, sintiendo los vestigios de la anestesia en su sistema. Le sonrió, sin embargo, y aunque se encontraba cansado y su abdomen comenzaba a doler, se tomó el tiempo de responder.
—Yeobo... Estoy bien. Solo tengo un poco de sueño... ¿El bebé?
JongIn sonrió grandemente al escuchar el adormecimiento en su voz y se inclinó para ser el enfoque completo de KyungSoo. Solo entonces nota el pequeño bulto envuelto en mantas que se encuentra en sus brazos y KyungSoo siente como su corazón se detiene momentáneamente antes de correr a toda marcha contra sus costillas, robándole el aliento y provocando lágrimas en las esquinas de sus ojos.
Su zorro, contento por un alumbramiento exitoso, gimió y se removió intensamente en su interior, sollozando mientras el humano tomaba a la pequeña cosita dulce en sus brazos y la acunaba contra su pecho cálido. Fue en ese instante, mientras tomaba a su cachorro y lo abrazaba suavemente, mientras observaba, asegurándose de que estuviera bien y sus dedos palpaban la textura de terciopelo de su piel rosada, que KyungSoo se sintió completamente despierto, libre de molestias físicas y terrenales.
Su pequeña maravilla estaba bien y, al igual que sus dos cachorros más grandes, era increíblemente perfecto.
—Es una niña completamente sana y fuerte. El parto fue exitoso y no hubo ninguna complicación. Todo está bien ahora, KyungSoo, felicidades —le dijo JiHyun con calma, un bálsamo lleno de paz que fue directamente a su alma—.
KyungSoo rió y acunó a la pequeña aún más dulcemente, le besó el cabello húmedo por la limpieza previa y colocó su mejilla sobre su coronilla blanda, aspirando su olor a bebé y a perfección.
—Es hermosa. Es tan hermosa. La amo tanto, y los amo tanto a ustedes, yo... Muchas gracias.
JongIn le secó las lágrimas con dulzura y le besó la frente; un poco más alejados, SooBin y JongSoo se abrazaron y JiHyun le dio un apretón amistoso en la pantorrilla, y, dioses, se sentía tan cálido, tan amado, tan feliz. KyungSoo estaba completo en todos los sentidos.
—También te amamos, Soo, todos nosotros lo hacemos —dijo JiHyun con sinceridad y afecto, y KyungSoo rió brevemente antes de devolver su mirada hacia la pequeña durmiente en su pecho—.
Era pequeña, aún estaba un poco roja, sus dedos eran muy largos y no tenía más que una pelusa de cabello; mejillas gorditas, pestañas largas y una boquita de cerezas. Su olor a recién nacida lo calmaba y su tranquilidad absoluta era contagiosa.
JongIn también la miró con amor fundido en sus ojos y mientras le acariciaba el cabello, le preguntó por lo bajo:
—¿Cómo la llamaremos? Te has esforzado mucho estos meses, así que debes ser tú quien la nombre.
KyungSoo sonrió y no habló sobre los numerosos esfuerzos que JongIn también había hecho en ese tiempo porque sabía que su esposo no lo aceptaría, así que aceptó el placer de aquel trámite importante en silencio y miró el rostro dormido y pacífico de su hija por un momento. El nombre que fluyó de sus labios fue natural, KyungSoo no tuvo que pensarlo demasiado.
—Jennie. Ella se llamará Jennie; será una niña fuerte y valiente, extremadamente capaz y amorosa. Tendrá un corazón suave y gentil, será amable, será fiel y leal. Ella crecerá rodeada de amor y nada le faltará, y cuando tenga su propia familia, será una de las mejores madres del mundo. Como mi amiga, Jennie será grandiosa y también me hará sentir orgulloso —afirmó con certeza y JongIn lo admiró en silencio, fascinado y complacido—.
JongSoo y SooBin no entendieron realmente lo que ocurría ni sabían por qué JiHyun se había llevado una mano al pecho repentinamente, o por qué la voz de KyungSoo se había vuelto tan despierta y entusiasmada de repente, o la razón tras la sonrisa de su padre, pero ninguno dijo nada al respecto y simplemente asintieron, de acuerdo con la propuesta del mayor.
No fue una sorpresa que, muchos siglos más tarde, cuando los tres crecieron y más hermanos llegaron, cuando sus hijos nacieron y tuvieron sus propias vidas alejadas del nicho familiar de origen, Jennie se convertiría en todo lo que su papá había afirmado el día de su nacimiento.
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Una vez más, KyungSoo se hallaba apoyado en el costado de su esposo. Sus hijos corrían en el jardín y Jennie reía a carcajadas sobre los hombros de JongSoo, sus lindas coletas bailando en el aire y su ropa abrigadora bien cernida a su pequeño cuerpo. Fue inevitable que una sonrisa escapara de sus labios y se abrazara con fuerza a un JongIn satisfecho.
El viento soplaba con suavidad y el aire otoñal estaba en el ambiente. Pronto llegaría el invierno y tendrían que mantenerse en casa para guardar calidez, a pesar de los numerosos hechizos sobre la Villa. JongIn tarareaba suavemente sobre su coronilla y su pulgar se paseaba sobre su dorso, acariciando la piel expuesta con afecto.
—¿Qué es lo que piensa mi querido esposo?
KyungSoo sonrió ante la familiaridad de la pregunta y se inclinó para besar su barbilla, llevando tranquilidad con el simple contacto efímero.
—No mucho. Solo estoy muy feliz.
JongIn sonrió ampliamente, porque desde que había vuelto a encontrarse con él, KyungSoo repetía esas palabras con suma sinceridad, con sus ojos brillando hermosamente y una sonrisa reluciente llenando su rostro precioso. Su corazón se sintió en paz y un suspiro breve y silencioso abandonó su boca.
—También soy feliz. Agradezco que nuestros destinos se hayan cruzado en nuestros caminos... Ha sido la realidad más hermosa que he podido experimentar.
KyungSoo entrelazó los dedos de sus manos y apretó, acurrucándose contra su cuerpo en el camino.
—Destinos cruzados... Sí, creo que ha sido eso. Un alma gemela, un amor precioso, un compañero invaluable, una familia feliz... Hay mucho para estar complacido y contento en esta vida.
Juntos, abrazados y sonriendo, miraron a sus tres hijos. JongSoo era un joven adulto ahora, SooBin había crecido enormemente, sus cuernos y cola siendo más grandes y poderosos y Jennie, delicada y preciosa, florecía como la flor más hermosa y preciada de su jardín bien cuidado.
Era bueno. Realmente bueno.
JongIn asintió y rodeó sus hombros con su brazo desocupado, brindándole calor y protección.
—Estoy de acuerdo.
Así, juntos y en calma, continuaron mirando hacia adelante, hacia un futuro lleno de recompensas y victorias.
Donde solo la luz, el afecto, la seguridad y la calidez estaban aguardando por ambos.
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[✍🏻]
Comencé este proyecto hace algunos meses como parte de un experimento. Quería probar cosas que nunca antes había hecho, escribir algo diferente, que no se lee todos los días y que es difícil conseguir. Personalmente, no he encontrado nunca un KaiSoo con esta temática y mi deseo por leer algo así me llevó a escribirlo y finalizarlo, sacarlo de borradores y obsequiárselo a aquellos que como yo, amamos las historias de época y fantasía.
Es probable que no sea la cosa más impresionante del mundo ni mucho menos, pero ha sido un proyecto de enseñanza y toma de experiencia que pienso profundizar en el futuro, además, fue hecho con mucho amor de principio a fin. Por ello, ahora que hemos llegado al final, espero que les haya gustado aunque sea un poco y no los haya decepcionado en el camino.
(Prometo mejorar en el futuro para regalarles cosas mejores que hablen de mi evolución y mi práctica continua a través de las palabras).
Por ahora, me despediré de este nuevo hijo, de este bello universo, y me sentiré satisfecha por mi necedad de llevar amores tan dulces que resultan imposibles de encontrar en nuestra realidad imperfecta. Lleven Destinos Cruzados en sus corazones, así como yo los llevaré a ustedes en el mío por el constante apoyo.
Gracias.
Pensaré en publicar una sección de curiosidades, así que si tienen alguna pregunta que no haya sido respondida, pueden dejarla aquí y yo la anexaré junto a la respuesta en dicha sección.
Finalmente, espero que todos se encuentren muy bien. Cuídense mucho, laven sus manos y sean cuidadosos al momento de salir de sus hogares. Les mando un abrazo fuerte.
—Mariposa.
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