Cambio de estación; adiós melancolía, hola felicidad
Sin darse cuenta de cuándo ocurrió exactamente, el cambio de las estaciones llegó al mundo espiritual. Los árboles se tiñeron de naranja y rojo y los arces mostraban su belleza espléndida. Atrás había quedado el ardiente verano y los comienzos del otoño comenzaban a golpearlos.
Este año había sido especialmente intenso. La primavera inició demasiado colorida, demasiado vistosa y feliz; el verano fue contundente, con rayos solares potentes que aguaron todo a su paso, y ahora el otoño había comenzado siendo frío, dejando entrever lo que venía con el invierno. Por eso, desde KyungSoo hasta el pequeño SooBin cargaban consigo peludos abrigos en todo momento, ya sea que fueran a salir del bosque para conseguir alimento en el pueblo como para sentarse un tiempo en el jardín.
No era muy probable que un ser espiritual enfermara en su mundo (no era lo mismo si este se hallaba en el mundo humano), pero con este cambio climático tan repentino y demandante, no sería imposible que un pequeño pescara un resfriado, por ello, tanto KyungSoo como JongIn se encargaban de abrigar perfectamente bien a SooBin. Le colgaban su abrigo peludo sobre los hombros, le acomodaban las túnicas más abrigadoras que tenía, le colocaban medias gruesas y cubrían sus pequeñas manos con guantes de algodón. Incluso su cabeza fue protegida con un gorrito de lana que el niño aceptó de las manos de KyungSoo, todo sonrisas y ojos encogidos por la felicidad, cuando este se lo obsequió.
El verano se llevó, además, las hermosas flores y los colores brillantes. El árbol de magnolias junto a su ventana ya estaba marchitándose, sus flores se habían ido hace un tiempo y su imagen fue fría y triste, además, los cerezos hace tiempo habían muerto. Era una lástima, porque la belleza de las flores le daba seguridad, armonía y paz.
KyungSoo se sentía melancólico cuando el frío comenzaba a llegar y las flores morían irremediablemente. Como un espíritu del bosque, ver el cambio y el fallecimiento de la naturaleza siempre terminaba siendo triste y silencioso, por ello se refugiaba en algún pueblo y se dedicaba a mirar las montañas nevadas en esa época. Esta vez, tuvo que ver en primera fila todos estos cambios.
No fue tan malo, aún así. JongSoo, JongIn e incluso SooBin le habían hecho la compañía suficiente como para hacerlo sentir reconfortado, por ello la transición pudo ser más llevadera que años anteriores.
Aprovechando que JongIn estaba libre de deberes y se encontraba fuera de su oficina, los tres más jóvenes le habían pedido salir de casa y recorrer el bosque por un rato, y como el trío era especialmente influyente, no había manera de que el inmortal pudiera negarse. Así, pronto se abrigaron y salieron de casa con grandes sonrisas y un entusiasmo desbordante.
El Bosque del Sur nunca fue un lugar especialmente transitado debido a los monstruos que circulaban alrededor y la ferocidad de su fauna y flora, por ello, no era de extrañarse que solo los cuatro deambularan con completa calma. Aunque el lugar era especialmente feroz y salvaje, tenía sus puntos agradables y hermosos, así que, luego de pasar por todos los lugares de peligro y las zonas más molestas, dieron con un campo medianamente abierto, rodeado de arces que, orgullosos, mostraban su belleza a todo aquel que se atreviera a mirarlos. Los reflejos de las hojas naranjas y amarillas golpeaban la hierba bajo sus pies y los montones de hojas de arces caídas yacían tranquilos y dispersos por todos lados.
Antes, cuando miraba esto en algún bosque, solo y en completo silencio, veía algo triste y sin vida; ahora, siendo acompañado por las personas correctas, KyungSoo no encontraba nada más que un objeto perfecto de diversión.
—¡Miren! ¡Hay que jugar! —y así, como un niño pequeño más, se arrojó hacia la cama de hojas que amortiguó su caída y rió libremente, con carcajadas vivas y estruéndosas rompiendo el ambiente—.
SooBin no tardó en seguirlo, sonriendo grandemente mientras se deshacía de sus guantes y se los pasaba a su padre para que los guardara por él.
—¡Yo también quiero! ¡Maestro KyungSoo, atrápameeee! —exclamó mientras se arrojaba directamente sobre el mayor y KyungSoo lo tomaba exitosamente en el aire—. ¡Waaah! ¡Lo hizo, el maestro KyungSoo es increíble! ¡Aaaaaaaaah!
El grito llegó luego de que KyungSoo lo arrojara hacia las hojas y comenzara una lucha para ver quién enterraba a quién en las montañas de colores.
A lo lejos, JongSoo los miró con fijeza, sus dedos extendiéndose y flexionándose mientras sus labios se apretaban. Bajo la mirada atenta de JongIn, enderezó repentinamente su postura y colocó sus manos tras su espalda, tratando de ignorar las carcajadas de KyungSoo y de SooBin entre las hojas. JongIn no pudo evitar sonreír con enternecimiento, colocó una de sus manos en su hombro y apretó ligeramente para llamar su atención.
—¿Por qué no vas con ellos?
La pregunta provocó que los ojos de JongSoo se ampliaran y sus mejillas se sonrojaran con bochorno ahora que había sido descubierto en sus deseos. A pesar de esto, JongIn no fue cruel ni se burló de su infantilismo, todo lo contrario, volvió a insistir para que fuera a divertirse.
—¿Y bien? Vé.
—Pero, padre, soy un adulto...
—¡JongSoo! ¡Veeeeeen! ¡Tienes que ayudarme a darle una paliza a SooBin! ¡Me está venciendo! ¡Aaaaaah, tú, pequeño vándalo. Ya verás! —advirtió KyungSoo cuando sintió como era atacado por la espalda y empujado de frente hacia las hojas, cayendo estrepitosamente sobre ellas inevitablemente—.
Esto pareció ser suficiente para que JongSoo se olvidara de su edad y de la imagen prístina que debía exponer para los demás, porque de inmediato una sonrisa se amplió en su rostro y sus ojos se arrugaron tiernamente, reflejando la niñez que aún quedaba guardada en sí mismo. Sin pensarlo demasiado, corrió hacia ellos y se unió sin importarle nada más que pasar un buen momento, y así, KyungSoo y JongSoo trabajaron en conjunto para poder vencer al pequeño peligro que era SooBin al jugar.
Mientras KyungSoo rugía con un grito de guerra al hundir el pequeño cuerpo inquieto y fiero de SooBin en la montaña acolchada y luego arrojaba hojas hacia JongSoo de forma descontrolada y casi violenta, le echó una mirada de reojo a JongIn. El moreno había tomado asiento a algunos metros de distancia, con las piernas cruzadas y el rostro suave cargado con tranquilidad; parecía especialmente feliz al verlos jugueteando por aquí y por allá y los bordes de sus ojos estaban rizados con los rastros de una sonrisa persistente.
Ese día usaba una túnica aguamarina que combinaba muy bien con su abrigo blanco y sus botas negras con algunas cadenas de plata sumamente delicadas. Las muñequeras de su túnica estaban hechas de plata y en algún que otro sitio habría una incrustación de una joya preciosa que brillaba intensamente bajo el sol. Su cabello estaba adornado con un prendedor especialmente exquisito y se encontraba medio sujeto con un par de palillos oscuros y elegantes. Hoy se veía especialmente hermoso, como si se tratara de un Dios Celestial que había descendido de los cielos.
Y tal vez porque se sentía extremadamente feliz o porque se hallaba inusualmente maravillado por JongIn el día de hoy, fue víctima de un descuido sorprendente. De pronto había perdido todo control sobre su instinto y su animal espiritual y este había tomado su poderío sobre su cuerpo, reduciendo al humano mientras el zorro salía al exterior en una bola de pelos oscura y un crugir de huesos impresionante.
La caída fue amortiguada por las numerosas hojas bajo su cuerpo, sin embargo, aún atrapado en la impresión de un cambio no permitido, se había quedado estático en su lugar. Fue cuando dos rostros presurosos se acercaron para comprobar su estado que pudo salir de su ensimismamiento y trance momentáneo para soltar un chillido impactado que sonó bastante adorable incluso para sus oídos.
(No admitiría esto públicamente, jamás).
—¡Waaaaaaaaah! ¡Qué adorable y tierno eeeeees! ¡Papá, adoptémoslo! —exclamó un encantado y fascinado SooBin mientras lo miraba con ojos brillantes y mejillas coloradas—.
De estar en su forma humana, KyungSoo habría reído porque, de hecho, eso era justamente lo que habían hecho desde que puso un pie en su casa: ser adoptado por la familia.
Por otro lado, JongSoo se mostró un poco más compuesto y serio (aunque KyungSoo sabía perfectamente que se trataba de una fachada, la ilusión en su mirada era fácil de distinguir) y no dudó en reprender a su hermano en voz baja.
—SooBin-ah, no seas irrespetuoso. Estás hablando de una persona, no de una mascota. ¿Qué pensará el joven maestro?
KyungSoo simplemente se sacudió el cuerpo para deshacerse de las ramitas y los trozos pequeños de hojas prendados a su pelaje y orejas, siendo muy, muy consciente de la mirada aún resplandeciente del menor.
Sus orejas se arquearon no mucho después cuando captó el sonido de las pisadas suaves y un ritmo conocido. La discusión que se había originado entre ambos hermanos fue dejada de lado prontamente y sus grandes ojos se enfocaron en el inmortal que se había acuclillado delante de él. Con atención, JongIn lo observó completamente, desde sus largas orejas peludas, hasta sus pequeñas patitas con pelo blanco en las puntas y KyungSoo movió de un lado a otro sus numerosas colas.
En este momento, como aún era relativamente joven, solo contaba con siete colas en su cuerpo. Al pasar los años y reunir poder espiritual, las dos colas restantes aparecerían; aún así, la imagen de su zorro era igualmente agradable y complaciente para la visión.
Era un pequeño zorro, aún un poco más bajo del promedio y casi completamente negro; su pecho tenía una mancha blanca, al igual que las puntas de sus orejas, de sus colas y al final de sus cuatro patas. En el centro de su frente había una marca roja de nacimiento que lo calificaba como un zorro de nueve colas pura sangre y sus ojos eran realmente enormes y brillantes, con un cálido color azulado que recordaba al cielo. KyungSoo no era vanidoso ni narcisista, pero al ver su reflejo en las aguas de los lagos en ambas formas, sabía que era bastante hermoso, incluso para su especie (que estaba llena de bellezas excepcionales por excelencia).
Por ello, no se sintió muy sorprendido (pero sí gratamente complacido) al ver la fascinación impresa en los ojos de JongIn mientras lo observaba fijamente. Con sus colas moviéndose, coquetas, KyungSoo parecía una criatura irreal, saludable y mística. Nadie pensaría que, años atrás, sería una especie capturada y asesinada en masas por algo que salía de sus manos.
—¿Te encuentras bien, joven maestro? —preguntó el mayor con suavidad y KyungSoo se levantó, lamió un poco su pata y se acercó dificultosamente hacia él—.
JongIn, compadeciéndose de su inestabilidad y torpeza fuera de tierra firme, lo atrapó a mitad de camino y lo aseguró en la calidez de su mano enorme. Ahí, KyungSoo se hizo una pequeña bolita escondida entre sus numerosas colas y cerró los ojos con satisfacción, tomando sin restricción una gran bocanada del aroma natural del hermoso hombre.
JongIn le permitió recostarse sobre él, de hecho, lo acercó a su pecho y lo envolvió con su abrigo para mantenerlo caliente (era completamente innecesario, pero KyungSoo no se quejaría jamás por un poco de la atención de este hombre) y así se alejó de las montañas de hojas, donde JongSoo y SooBin continuaron jugando ruidosamente. De su antebrazo vacío colgaba su ropa ordenadamente, sus botas afianzadas en sus dedos largos y fuertes y, al llegar nuevamente a su zona segura, lejos del bombardeo de hojas de arce, se sentó una vez más, colocando toda su carga a su lado y acomodando mucho mejor a KyungSoo entre sus brazos.
Ahora solo su cabeza salía del cuello del abrigo, el resto de su cuerpo estaba muy bien cubierto por la gruesa capa de tela. Apoyó la barbilla sobre el pectoral debajo de él y algo bastante aproximado a un ronroneo escapó de su garganta cuando los dígitos diestros de JongIn le acariciaron la cabeza y rascaron el punto exacto tras sus orejas. Justo ahí, en ese momento, KyungSoo estaba en el verdadero paraíso.
—Yo realmente debo agradecer —dijo JongIn en algún momento, cuando KyungSoo estaba siendo seducido por el sueño—. Desde que llegaste, SooBin y JongSoo se ven más felices. Incluso JongSoo se encuentra lo suficientemente animado como para jugar y ensuciarse. Eso me satisface y me hace feliz.
KyungSoo lo escuchó con atención mientras hablaba. JongIn miraba a sus hijos con orgullo y cariño y un aire melancólico lo rodeó hermosamente. Aún dando ese tipo de imagen, JongIn conseguía dejar huellas profundas en su corazón.
—Sé que no lo he hecho mal en estos años, ambos son buenos niños y crecieron bien, sin embargo, también sé que no pude darles todo lo que necesitaban, sobre todo a JongSoo. Cuando él llegó a mi vida, no estaba en el mejor momento y tuvo que crecer viendo eso. Traté de ser mejor y mantenerme firme por él y, a pesar de eso, aún faltó un poco más de amor, un poco más de compañía y calidez. Luego conocí a SooBin; lo rescaté de una redada hace algunos años. Era un grupo que se encargaba de encarcelar a las criaturas más poderosas para venderlas en el mundo humano; SooBin es una cría de dragón sin padres ni familia, él era muy pequeño, estaba desnutrido y se hallaba en el borde de la muerte.
»Debido a todo el tiempo que vivió con ese grupo de criminales, creció sin saber absolutamente nada de su especie y los dragones lo vieron como un marginado. No lo aceptaron y nadie más quería tomar la responsabilidad, así que lo adopté y lo traje a casa. Pensé que sería algo bueno tanto para JongSoo, que había crecido solo y con preocupaciones, como para SooBin, que tuvo un pasado duro y necesitaba una figura de protección y afecto. Ambos congeniaron muy bien y pude ver un cambio. SooBin creció feliz, su mente decidió sellar esa parte de su vida demasiado difícil y turbia, perdió todos esos recuerdos y abrazó esta nueva oportunidad, dándonos la bienvenida como su única familia.
»Ambos son mis hijos, ambos atravesaron necesidades y momentos duros, pero uno fue mejor recompensado que el otro y eso es algo que nunca podré perdonarme.
KyungSoo quería hablarle, darle algunas palabras de apoyo y consuelo, pero con su forma actual era imposible, además, cambiar a su cuerpo humano y mostrarse completamente desnudo ante él y los niños no era una opción. Tal vez por eso, y porque notaba la tristeza palpable en el más alto, escaló por su pecho y se aferró a la túnica de su cuello, inclinó su cabeza peluda y con ella acarició la suave mejilla fría de JongIn. Su nariz dio suaves toques sobre su piel y su lengua lamió algunas zonas de su cuello, pequeños toques reconfortantes.
JongIn no lo apartó, de hecho, colocó su mano sobre su espalda para darle más estabilidad y lo mantuvo ahí, medio abrazándolo mientras se dejaba consolar. JongIn inclinó su cabeza hacia él, reposando el lateral de su rostro sobre su coronilla; debido al movimiento, algunos mechones de su cabello cayeron sobre KyungSoo y su aroma se desplegó en sus fosas nasales, tan fresco, agradable y bienvenido como siempre.
Era increíble la cantidad de sufrimiento escondido que tenía este hombre en su corazón. Su vida fue tan dura, tan tambaleante, siempre luchando, tratando de mantenerse vivo mientras se enfrentaba a numerosos peligros en su juventud. Luego sufrió la pérdida de la persona que podría alegrarlo eternamente, perdió su corazón en un mundo demasiado difícil y duro; acogió a su primer hijo estando totalmente devastado y tuvo que vivir sabiendo que tal vez no estaba dando lo mejor de sí y el pequeño estaba creciendo sin todo el amor, felicidad y afecto que debería tener. Entonces llegó su segundo hijo en un momento más estable y más compuesto, por lo que, inevitablemente, se llevó la mejor parte de JongIn, y eso lo hizo sentir terriblemente culpable.
Todos estos sentimientos arremolinándose en su interior silenciosamente, sin nadie que pudiera ayudarlo a deshacerse de ellos mientras JongIn los cargaba consigo durante tantos años... Era verdaderamente triste.
KyungSoo colocó una de sus pequeñas patas acolchadas sobre la mejilla de JongIn y se alejó un poco para poder mirarlo a los ojos; el inmortal lo permitió y fue entonces cuando KyungSoo acortó la distancia entre los dos y lamió dulcemente sus labios. JongIn se quedó muy quieto al sentirlo, su respiración atascada en su garganta y sus ojos bien colocados sobre los suyos; finalmente, su boca se movió en forma de sonrisa y sus ojos se arrugaron preciosamente antes de inclinarse y dejar él mismo un beso entre sus orejas.
—Gracias. Realmente te lo agradezco.
⋆.ೃ࿔*:・
Debido a la llegada del otoño y las festividades que trae consigo la temporada, JongIn consiguió estar más tiempo libre de sus deberes y se centró en compartir un tiempo con su familia, como lo había hecho los primeros días desde la llegada de KyungSoo. Ahora que podía estar lejos de su oficina y de los papeles incontables que debía corregir, JongIn se notaba un poco más feliz y pacífico.
También, luego de su confesión en el campo, se había visto relajado, como si una calma extraterrenal lo hubiera invadido y llenado por completo, volviéndolo un ser supremo sin ningún tipo de preocupación mundana.
Fue algo verdaderamente digno de ver, y es que sin la tensión en los bordes de sus ojos y las comisuras de su boca, JongIn se veía aún más joven y mucho más atractivo. Era como mostrar su verdadera cara al mundo luego de usar una máscara por demasiado tiempo. KyungSoo sintió que lo miraba realmente por primera vez, y al escucharlo reír libremente, sin tapujos y naturalmente, no pudo evitar sonrojarse profundamente y sentir como su respiración se atascaba en alguna parte.
Hoy estaban los cuatro reunidos en el patio trasero. SooBin jugaba a atrapar algunas mariposas mientras JongIn hacía música para todos. JongSoo le servía té y KyungSoo sonreía mientras los miraba metidos en sus asuntos. Era imposible no sentirse como parte de la familia cuando ellos eran tan cálidos y amables con él; JongSoo ofreciendo dulces y té de jazmín cada cierto tiempo, JongIn adiestrando sus dedos para entonar una melodía suave y hermosa con su cítara y SooBin corriendo hacia él de vez en cuando para darle un abrazo sorpresivo y espontáneo.
Era como estar en casa, se sentía bienvenido y reconfortado, y entonces cree que el pensamiento fugaz que lo golpeó no mucho después de llegar era cierto: había encontrado lo que estaba buscando todo ese tiempo.
—¡Aaaaaah! ¡Papá!
La exclamación repentina de SooBin los sacó de sus respectivas actividades y pronto se reunieron con el pequeño, que se encontraba sentado en el suelo mientras se sujetaba su cabecita con ambas manos. Su carita estaba contraída y numerosas y gruesas lágrimas salían de sus ojos, sus cejas estaban fruncidas y sus labios temblaban incontrolablemente. KyungSoo y JongIn se hincaron ante él y no tardaron en examinarlo.
—¿Qué sucede? ¿Qué ha pasado, te encuentras bien? ¿Duele algo? —preguntó JongIn, tratando de hallar alguna posible herida, pero KyungSoo ya lo había examinado y no había nada visible—.
SooBin lloró sonoramente, los mocos comenzaban a resbalarse de su nariz y el hipo no tardó en aparecer. KyungSoo limpió pacientemente los rastros bajo su nariz y sus lágrimas.
—Papá, duele mucho... Me duele mi cabeza... ¡Aayy! —justo después de hablar, apretó aún más sus manos contra su cráneo y cerró los ojos con fuerza—.
KyungSoo frunció el ceño y miró a JongIn de reojo. Él se hallaba descolocado, sorprendido y asustado. Sus ojos estaban ampliados y sus manos estaban extendidas, colocadas reconfortantemente sobre los hombros temblorosos de su hijo. No sabía qué hacer, porque nunca había tenido que vivir algo así. JongSoo había sido un niño sano que no enfermó ni una vez y el propio SooBin había gozado de muy buena salud en estos años, así que la situación lo había pillado por sorpresa y dejado en completo shock.
Así, KyungSoo decidió tomar las riendas del momento; miró con seriedad a JongSoo, que se encontraba un poco apartado para no estorbar, y le pidió que preparara un poco de té negro. El chico asintió y no tardó en ir a la casa para cumplir con su orden; por otro lado, KyungSoo retiró las manos de JongIn del cuerpo de SooBin, le dio una mirada tranquilizadora y luego se colocó él mismo delante del pequeño.
—¿SooBin-ah? ¿Antes habías sentido algo así? ¿Estos días has tenido molestias? —preguntó con suavidad, tratando de calmarlo a través de su voz—.
SooBin sollozó una vez y alzó su cara para poder mirarlo con una expresión tan lastimera que KyungSoo creyó que su corazón se apretujaría hasta explotar de dolor.
—Sí, me ha molestado, pero ahora d-duele mucho más.
—Ya veo, de acuerdo, no tienes que preocuparte, no ocurre nada malo —le aseguró con una sonrisa. Se sentó en su lugar e inclinó su rostro y extendió sus manos para alejar las más pequeñas de la zona afectada—. Ven, déjame ver.
SooBin obedeció y se quedó muy quieto mientras KyungSoo examinaba su coronilla. Pasó tentativamente la punta de su dedo por encima de su cabello, haciendo solo un poco de presión para poder palpar bajo él, y entonces los encontró: dos pequeños relieves que sobresalían de su cráneo y palpitaban firmemente contra sus dedos.
Su corazón se calmó cuando encontró el problema y un suspiro de alivio brotó de sus labios inevitablemente. Los miró a ambos no mucho después y sonrió cálidamente para darles la tranquilidad que sabía que necesitaban.
—No pasa nada, solo le están creciendo sus cuernos. Debido a que ya está en la edad indicada, SooBin-ah comenzará a experimentar lentamente su propio cambio espiritual. Primero comenzarán a salir sus cuernos, luego su cola y, finalmente, podrá ser capaz de convertirse. Vas a estar bien —dijo para ambos, y entonces todo pareció aliviarse y la tensión desapareció rápidamente—.
Aunque ahora sabían lo que ocurría, SooBin sorbió por su nariz enrojecida y lo tomó fuertemente de la mano.
—Joven maestro... Aún así duele mucho.
—Hum, lo sé, es natural que duela; es como cuando crecen tus dientes por primera vez: inevitablemente dolerá y te harán pasar un mal rato, pero hay cosas que podrán ayudarte a aliviarlo. Ven aquí.
KyungSoo abrió sus brazos y SooBin no tardó ni dudó en lanzarse a ellos con desesperación. Sonrió y lo acomodó, de modo que estaba sentado sobre sus muslos y pudiera tener acceso a su cabeza; solo entonces dejó que sus manos cayeran sobre ella y sus dedos comenzaron a masajear de forma circular los montículos en crecimiento. La reacción fue inmediata: un profundo suspiro de alivio que llenó tanto el corazón de JongIn como el de KyungSoo y los calmó inmediatamente.
SooBin se dejó caer contra el pecho de KyungSoo y cerró los ojos, disfrutando de su atención y de la desaparición metódica del dolor insoportable que antes lo había golpeado tan duramente.
—¿Mejor? —preguntó JongIn, tomándolo de la mano y mirándolo atentamente. SooBin asintió y apretó su palma con sus pequeños y delgados dedos—.
—Sí... Ya no duele tanto. Se siente bien.
Luego de soltar un suspiro de alivio, JongIn lo miró con renovada suavidad, cubierta de un manto de curiosidad, y le preguntó con voz baja y comedida.
—¿Cómo supiste qué hacer? Ni siquiera yo pude darme cuenta en un inicio.
—Hmm, no tienes que saberlo todo, no te sientas mal porque no lo has descubierto, de hecho, de no haberme topado con un dragón demasiado hablador en mis viajes, tampoco sabría cómo ayudar —lo tranquilizó con una voz suave y melosa, continuando con sus masajes sobre el cuero cabelludo del pequeño—. Su nombre era InSung, me echó una mano para conseguir posada en un pueblo al que nunca había ido y tuvo un flechazo conmigo. Erróneamente pensó que si hablaba mucho sobre su vida dragoniana le daría una oportunidad; de esta manera supe que las madres acabarían dándoles masajes en la cabeza a sus crías cuando sus cuernos comenzaron a crecer porque el dolor era insoportable. Al inicio pensé que eran puros disparates, pero quién diría que terminaría siendo cierto.
—¿Qué sucedió? —preguntó de inmediato, un poco brusco y con las cejas muy ligeramente fruncidas. KyungSoo lo miró con confusión—.
—¿Qué sucedió? Bueno, el dolor de cabeza mejoró y sus cuernos salieron sin tanto lío a causa de la estimulación.
Aún creyendo que hablaban sobre el problema, KyungSoo pasó a explicarle las memorias que aún guardaba sobre aquel encuentro hace un par de años, sin embargo, lo que obtuvo fue una expresión complicada y un tormento potencialmente letal si se mira en un rostro como el de JongIn.
—No me refiero a eso —admitió un poco más suavemente, sus labios comenzando a fruncirse en algo bastante cercano a un puchero—. ¿Qué sucedió entre tú y él? Yo... Puedes elegir no responder, por supuesto —se apresuró a agregar de inmediato—.
Pero, honestamente, ¿cómo no podría responderle cuando se veía tan ansioso y miserable? KyungSoo no era la mejor persona del mundo, pero aún así tenía un corazón que, por uno u otro motivo, no podía negarle nada a JongIn. Así que rió para darle un poco de liviandad al asunto y contestó con suma honestidad.
—No sucedió nada; lo rechacé porque en ese momento no necesitaba una relación de ese tipo, además, mi zorro y su dragón no compaginaban muy bien. Al final solo ganamos una buena amistad y nada más que eso.
Con esto dicho, JongIn pareció relajarse definitivamente. KyungSoo iba a decir algo mucho más burlón que interrogante, pero justo en ese momento JongSoo salió de la casa con una bandeja con té y la dejó sobre sus muslos después de sentarse frente a su hermano menor. Al verlo nuevamente tranquilo y sin dolor, sus ojos expresaron toda su confusión y curiosidad, pero sobre sus hombros fue notoria la falta de tensión que lo había mantenido completamente rígido hace un momento.
—Soo-ah, ¿puedes darle una taza de té a SooBin-ah? Eso ayudará a relajarlo y desaparecer completamente su molestia.
Antes, parecía que JongSoo estaba a punto de preguntarle algo, pero al escuchar su petición se abstuvo a hacerlo y, en cambio, asintió con entusiasmo.
—Claro, joven maestro.
Pronto SooBin tuvo una taza tibia entre sus manos y eso, combinado con la atención sobre su cabeza, provocó que su cuerpo cayera completamente deshuesado contra su pecho. KyungSoo sonrió, abarcando todo su cráneo entre sus manos para relajar la tensión en su cabeza, y se inclinó para besarle dulcemente la coronilla.
—¿Qué tal estás?
SooBin frotó su ojito con un puño y le devolvió la taza vacío a su hermano mayor, luego suspiró largamente y se acomodó aún más contra él.
—Hmm... Tengo sueño —comentó con su voz sonando especialmente pesada y pastosa y KyungSoo rió suavemente y lo tomó por las axilas para darle la vuelta—.
SooBin se dejó hacer sin mucho problema y se abrazó a su pecho con brazos y piernas como un pequeño mono, sus ojos se cerraron lentamente y KyungSoo comenzó a acariciarle el cabello con su diestra, mientras que la zurda se encargó de abrazarlo cálidamente contra sí mismo.
—Puedes dormir ahora, cielo.
No fue muy díficil que SooBin durmiera después de eso. Con el estómago cálido y una vez alejado de toda la presión que le causaba dolor, sumado, además, el tiempo prolongado de juegos y constante movimiento, su cuerpo se había agotado y caído completamente a gusto entre los brazos de KyungSoo.
KyungSoo alzó los ojos con una sonrisa y su corazón se detuvo por un momento al ver la mirada magníficamente profunda y brillante que JongIn tenía sobre él. Su rostro era inexpresivo a primera vista, pero KyungSoo conocía todos los ángulos de su cara, cada pequeño movimiento y las facciones que la componían, así que pudo notar sus bordes extremadamente suaves y afectuosos y el aura algodonosa que desprendía su cuerpo. Que JongSoo intercambiara miradas de un lado a otro con una gran sonrisa y los ojos brillantes lo hacía todo mucho más vergonzoso para él.
—Muchas gracias, KyungSoo.
Su nombre sin honoríficos trajo consigo un nuevo recuerdo.
De pronto, habían muchos gritos, mucha hostilidad y posteriormente, una enorme tristeza que lo consumía todo. Su cuerpo estaba siendo sostenido con firmeza, dándole seguridad entre un par de brazos fuertes, su mejilla contra un duro pectoral y un suave arrullo. Sentía un peso sobre su coronilla y la humedad corría por sus mejillas pálidas. Dos pulgares secaron su rostro con amabilidad no mucho después, como si fuese frágil, como si estuviera roto y temieran terminar de estropearlo.
"Soy fuerte, KyungSoo, más de lo que te imaginas, y tengo la certeza de que nada va a ocurrirme. ¿No tienes un poco de confianza en mí?".
Era JongIn hablando delicadamente mientras lo sostenía contra su cuerpo, demasiado familiar y demasiado íntimo; preso en sus sensaciones de una vida pasada, KyungSoo se sintió atormentado, pero, a pesar de ello, muy en el fondo podía llegar a rozar una profunda calidez y gratitud por ser consolado de esta manera. Sus ojos habían enfocado el rostro de JongIn con una notoria borrosidad a causa de las lágrimas persistentes y el silencio absoluto los siguió luego de mucho tiempo.
Sin moverse ni decir nada, totalmente afectados por la situación, fue una verdadera sorpresa ver a JongIn inclinarse sobre él y posar sus labios sobre los suyos.
(En el presente, en esta vida, el corazón de KyungSoo latía desenfrenada y mortalmente rápido).
No mucho después, volvió a ser abrazado con fuerza y la presión sobre su coronilla regresó. La mejilla de JongIn estaba presionada en su cabeza y KyungSoo casi era capaz de sentir el aroma fresco del hombre y sentir su calidez a través de la ropa.
"Prometo que me mantendré a salvo. Te juro que estaré bien. No dejaré que nada nos pase, ¿bien?".
Al acabar el recuerdo, KyungSoo sintió como sus ojos se calentaban ligeramente y comenzaban a picar en los bordes, aún así, su mirada sobre JongIn no flaqueó ni se esquivó, permaneció neciamente en su lugar mientras su propia sonrisa cálida y afectuosa llenaba sus labios.
—No tienes que agradecer, JongIn.
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