°Best Friends Forever °
Un pequeño fanfic solicitado por una de mis mas grandes admiradoras, será sobre la pareja verde y la pareja Adrinette de Miraculous. Espero que sea de su agrado.
Era un día normal como cualquier otro en la residencia Agreste, se encontraban jugando dos pequeños niños de cinco años, corrían y brincaban de un lado a otro, reían sin parar. Hasta que la mamá del pequeño los llamó.
-Adrien, Marinette bajen. Vinieron por ti linda.
Los pequeños dejaron de reír, soltando un triste y sonoro "Aahhh". Antes de bajar a la estancia ordenaron la habitación del rubio. Bajando con cautela llegaron al recibidor donde ya hacían los padres de la pequeña azabache. Ambos niños notaron la extrañeza de los adultos, notaban como se miraban entre ellos nerviosos. Ninguno entendió el por qué.
-Marinette querida, tenemos que decirte algo- sus padres la observaban tristeza, lo cual extrañó más a la pequeña.
-Qué ocurre mami?
-Pues verás linda, ¿Recuerdas que tú papi quería estar en el mejor restaurante de Japón?
-Si ...- su semblante cambio de uno confundido a uno de asombro- por fin te aceptaron papi??- decía la pequeña mas que feliz por su progenitor, empezó a dar saltitos, Adrien se unió a su celebración.
-Así es linda y pues veras ...- se quedó callado unos segundos, soltando un leve suspiro antes de proseguir- tenemos que irnos todos a Japón.
La pequeña Marinette se detuvo en seco, toda su felicidad se vino opacada por las palabras de su mentora.
-Pero será poco tiempo, ¿Verdad mami?- Sabine negó con la cabeza. Marinette empezó a llorar al igual que Adrien, sin pensarlo dos veces la abrazó con todas sus fuerzas.
-No te vayas Mari- ambos niños lloraban desconsoladamente, desde que eran unos bebés se convirtieron en mejores amigos. Sus progenitoras eran mejores amigas de la universidad y se prometieron que sus hijos serían lo mismo y así fue.
Sus padres se sintieron conmovidos por esa tierna escena que estaban representando los pequeños, no querían separarlos. Pero tenían que hacerlo.
-Vamos Marinette, tenemos que empacar para irnos mañana temprano- dijo su progenitor. Se despidió de un apretón de manos y un cálido abrazo del padre de Adrien.
Mientras sus padres se despedían, los pequeños seguían abrazados, no paraban de sollozar, esperaban que fuera una pesadilla, que en realidad era una broma, que realmente no se tendría que alejar de su mejor amigo.
-Mari..- el pequeño se separó del abrazo y la tomó de su rostro obligándola a que sus orbes se cruzaran- prométeme que algún día regresaras- sus ojos reflejaban tristeza.
-¿Y tú me prometes que seguiremos siendo amigos?- preguntó de vuelta, mientras alzaba su meñique. Adrien sonrió levemente, haciendo la misma acción.
Los adultos terminaron su despedida y llamaron la atención de la pequeña azabache. Recogieron sus cosas y caminaron a la salida. Ni siquiera se movieron, ni dijeron nada ... Solo se quedaron quietos observándose enternecidos el uno a la otra.
-Lo prometo.
Sin más, ambos unieron sus meñiques. Se sonrieron y se dieron un ultimo abrazo, aunque la tristeza aun invadía el ser de ambos niños, les daba consuelo saber que algún día se volverían a ver, sin importar cuanto tiempo sea. Porque no era un "Adiós" era un "Hasta luego".
La familia Dupain Cheng se adentraron al vehículo que los llevaría a su nueva vida. Desde la ventana, Marinette observaba a Adrien. El auto arranco su andar y comenzó a alejarse de la residencia Agreste hasta perderse de la vista de la familia Agreste
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