Prólogo

Me encontraba en mi nuevo trabajo, si, yo. Daphne Greengrass, la reina de hielo en Hogwarts, la heredera de una gran fortuna, la chica que viviría cómodamente en una gran mansión por el resto de sus días... Siendo mesera en un restaurante de comida rápida, ¡En el mundo muggle!.

Aún no podía procesar que esto me estuviera pasando a mi.

—¡Daphne! — salí de mis pensamientos cuando escuché como gritaban mi nombre, era Pansy.

La mire mal, pues ahí había dicho que me llamaba Isabelle. Aunque en realidad no mentí, ese era mi segundo nombre, pero en la estúpida licencia que Blaise me había conseguido, solo decía "Isabelle Green".

"Poner el nombre completo era más caro, Daph". Me había dicho, y tenía razón, ese muggle nos cobro mucho por esa falsificación.

Irritada, la tomé del brazo y la lleve fuera del lugar.

—¿Como se te ocurre llegar así? — reclame enojada.

—Lo siento, aun no me acostumbro a esto— bajo la mirada con un suspiro.

Cerré los ojos mientras me frotaba la cara con ambas manos— Lo sé, yo tampoco lo hago, pero han pasado dos años... Creo que ya es hora de aceptar nuestra realidad.

Cuando termine de decir eso, los ojos de mi amiga se cristalizaron y lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas. Mentiria si dijera que yo no quería hacer eso, pero tenía que mantenerme firme, por ellas y por los chicos.

Abrace a Pansy tratando de consolarla— Tranquila, saldremos de esta, los chicos están haciendo de todo para ayudarnos.

Ella lloro aún más— De nada servirá, Daph, jamás recuperaremos nuestra vida— sollozo mientras se aferraba a mi.

Me dolía como el demonio verla llorar, me dolía como el demonio verlas llorar.

Pansy, Astoria, Tracey y Millicent eran todo lo que me quedaba, sin contar a los chicos. Theo, Blaise y Draco eran nuestros caballeros de brillante armadura.

Hace dos años, cuando la guerra terminó y Harry Potter triunfo sobre Voldemord, las familias de mortifagos perdieron todo.

Tracey, quien perdió a su madre durante la guerra, fue sometida a juicio por encubrimiento al no querer decir en donde estaba su padre, pero John Davis se presentó en el ministerio para salvar a su hija. Fue condenado a 15 años en Azkaban. La fortuna de los Davis pasó a ser del ministerio para evitar que mi amiga también terminara como su padre.

Millicent fue desheredada cuando se negó a ser parte del lado oscuro y huyó al mundo muggle. Sus padres fueron condenados al beso del dementor, y al "no tener" heredero, todo lo perteneciente a los Bulstrode terminó en manos del ministro.

El padre de Pansy fue condenado al beso del dementor, su madre se suicidó tras ser condenada a pasar el resto de sus días en San Mungo debido a sus problemas mentales. Mi amiga, por haber gritado en el Gran Comedor de Hogwarts que entregarán al Salvador del Mundo Mágico, perdió todo para ser salvada de Azkaban.

Blaise tampoco la tuvo fácil, cuando acabó la guerra, su madre huyó del país. El fue enjuiciado y condenado a 20 años en Azkaban por portar la marca tenebrosa, su fortuna y propiedades pasó a ser donada para los huérfanos de guerra.

El padre de Theo se suicidó después de escuchar que tendría que cumplir cadena perpetua. Al no ser poseedor de la marca tenebrosa, sólo fue despojado de sus propiedades, pero perdió toda su fortuna tratando de salvarle la vida a su madre, quien fue trasladada hasta Japón ya que en Inglaterra y alrededores nadie estaba dispuesto a ayudarla con la maldición de sangre que recibió.

Lucius Malfoy fue condenado a 20 años en Azkaban y tuvo que donar todas sus propiedades al ministerio. Narcissa fue despojada de su varita y desterrada al mundo muggle. Draco, para salvarse de Azkaban por portar la marca y sacar a Blaise de prisión, ocupo todo el dinero que le quedaba en los mejores abogados del Mundo Mágico que estuvieron dispuestos a ayudarle.

Astoria fue enjuiciada por el asesinato de nuestro padre, quien para probar su lealtad hacia el lado oscuro torturo hasta la locura a nuestra madre. Mamá residía en San Mungo junto a la mitad de nuestra fortuna. En cuanto a mi, también fui enjuiciada por ser la heredera de una familia de mortifagos, como no portaba la marca solo me hicieron entregar el anillo familiar y mis propiedades. Las de Astoria se le fueron arrebatadas al ser juzgada. La última parte de nuestro dinero, me ayudó a retirar los cargos contra mi hermana por el uso de una de las maldiciones imperdonables.

Oh, y por cómo ese no era suficiente castigo, se nos prohibió usar magia por 5 años. Tampoco podíamos pisar suelo británico mágico, pero pienso que eso más bien fue un regalo.

Ahora, Astoria trabaja como vendedora en una tienda de ropa. Millicent hace la limpieza en una guardería. Tracey es cajera en un supermercado. Pansy es secretaria. Theo, Blaise y Draco son ayudantes en una despacho de abogados. Y yo, soy una mesera con un sueldo miserable.

Todos vivimos en la casa que Millicent ocupo como escondite de guerra. También nos acompaña Narcissa, quien cuida de una pequeña bebé rubia, hija de una pareja vecina.

Esta era nuestra vida desde hace dos años, apesta, pero es lo único que tenemos.

Pansy se fue minutos después ya que su jefe la llamó. De todos nosotros, ella era la que tenía mejor sueldo, pues no era un secreto que Jordan McLean estaba enamorado de ella. Pero mi amiga parecía no darse cuenta.

Entre al establecimiento que se encontraba vacío, mi compañero, Luke Harries, me giño un ojo.

—Así que... ¿Daphne, no?— preguntó burlón.

Rodé los ojos— Cierra la boca, Luke.

El levantó las manos en señal de rendición, iba a decirme algo, pero entró un cliente y tuve que ir a atenderlo. Así fue el resto de mi tarde.

Hoy, a Luke y a mi nos tocaba cerrar, por lo que nuestro turno terminó pasadas las 12 de la noche. Ambos comenzamos a caminar pues nos dirigíamos casi al mismo lugar, solo que yo vivía en el centro y el unas cuadras antes.

Nos detuvimos en su calle— ¿Estas segura que no quieres que te acompañe, Belle? Puede ser peligroso— dijo con una mueca.

Sonrei— ¿Y dejarte saber dónde vivo? Ja, sigue soñando Luke, además, puedo cuidarme sola— el asintió con los ojos entrecerrados y prosiguió con su camino, no sin antes pedirme que le avisara cuando llegara a casa.

Seguí caminando, para ser Londres todo estaba muy tranquilo. Pude haber llamado a alguno de los chicos para que me recogiera, y estaba segura de que se enojarian por que no lo hice, pero quería estar sola. Aunque fuera una hora. Pasé frente a un callejón donde un hombre estaba tirado con una botella de Whisky en la mano.

Resople, vagabundos.

—¡Buenas! — grito levantando la cabeza.

Esa voz... No, no podía ser.

Saque mi aparato de comunicación muggle y busque la linterna, con esta apunte el rostro del hombre para verlo mejor, debido a la luz el levantó la cabeza con los ojos cerrados.

—¡Tranquilo oficial, ya me iba! — volvió a decir levantando las manos, trato de ponerse de pie apoyándose en la pared.

Eso permitió que lo viera mejor, no traía lentes, pero podía reconocerlo donde fuera.

—¡Potter!, ¿que estas haciendo aquí?— al escuchar su apellido se asustó, arrojó la botella hacia la oscuridad del callejón y sonrió inocente.

Se giro hacia mí con los ojos entrecerrados, cuando me reconoció, grito—¡Greengrass! ¡Mi amada reina de hielo! — sonrió y me abrazo.

Trate de safarme— ¿Que te pasa? ¡Sueltame!

Riendo, dio dos pasos atrás soltandome— ¡Me atrapaste, rubia! —aplaudió. Eso fue lo último que dijo antes de desplomarse.

Estuve tentada a dejarlo ahí por todo lo que nos había hecho pasar, ¡Ni siquiera declaró a favor de Narcissa en su juicio!, pero me di cuenta que el no tenía la culpa de los actos de nuestros padres. Así que creyendome Hufflepuff, lo levante y comencé a caminar con el apoyado en mis hombros.

—Dios, si que pesas, Potter— murmure malhumorada.

Camine las calles que restaban hasta estar frente a mi casa, sentí que ya no podía más así que grite por ayuda. Segundos después de eso Draco, Blaise y Theo salieron corriendo a mi encuentro.

Me miraron interrogantes, pero solo les pedí que me ayudarán a meterlo a la casa.

Cuando puse un pie dentro, vi que Astoria me miraba horrorizada— ¡Daphne, no estamos tan desesperados como para secuestrar a alguien!

Blaise se rio— Ni tan locos como para matarlo.

Iba a decir algo, pero al borracho se le ocurrió despertar.

—¡Hooooooola! ¡Soy Harry! ¿Eres niña o niño? — le pregunto a Draco, quien traía el pelo pintado de rosa por una broma de Tracey.

Lo ojos del rubio parecían querer salir de su lugar— ¡POTTEEEEEER, VOY A MATARTE!

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