Capitulo 5
Daphne
Seguía sin poder creer lo que había leído en ese periódico, ¿Potter infiel? Si era la persona más intachable del mundo mágico. Tal parece que nunca terminas de conocer a alguien.
Pero, aunque odie admitirlo, Lovegood puede estar loca, pero no es de las personas que traicionarían a un amigo. Tampoco parecía que Harry fuera su tipo.
—Maldita Weasley— ruge Astoria enojada y sale de la casa hecha una furia.
Todos nos miramos confusos.
—¿Desde cuándo Tori es fanática de Potter? —pregunta Draco con fastidio.
—Tal vez solo está sorprendida por la noticia— dice Blaise tratando de calmar el ambiente que se empieza a formar— Bien mis queridos polluelos, regresen a sus trabajos, papá Blaise ya terminó con el informe.
Seguido de eso da una palmada y sale por la puerta. Yo aún me siento algo mareada.
—¿Iras tras Harry, Daph? —canturrea Tracey.
Le lanzó una mala mirada y procedo a salir de la casa. Me importa más tener algo que comer que ese maldito Gryffindor y su boda fallida con la zanahoria.
Cuando llegué al trabajo mi jefe no estaba y fue un alivio, pero solo tuve 1 hora tranquila hasta que por la puerta llego Pansy. Era raro puesto que acabábamos de vernos.
Verla con los ojos llorosos me dolió más de lo que esperaba, eran mi familia y odiaba cuando uno de ellos estaba mal.
Gracias a Luke pude consolar a mi amiga, ella no me quiso decir la verdadera razón de su triste estado de ánimo, no me creía eso de no aceptar nuestra vida, porque a pesar del entusiasmo que tenían algunos en la casa ya todos nos habíamos resignado a vivir esta vida.
Aunque se (a pesar de que intentan ocultarlo muy bien) que los chicos han estado invirtiendo dinero.
Después de calmarse y dejarme preocupada, Pansy se fue y solo me distraje llevando comida de un lado al otro el resto de la tarde y la noche.
Hoy, a Luke y a mí nos tocaba cerrar, por lo que nuestro turno terminó pasado las 12 de la noche (gracias a las malditas horas extra que me gane y por ende Luke también ya que era mi compañero). No se como ese rubio aun no me odiaba.
Al salir ambos comenzamos a caminar pues nos dirigíamos casi al mismo lugar, solo que yo vivía en el centro y él unas cuadras antes.
Nos detuvimos en su calle— ¿Estas segura que no quieres que te acompañe, Belle? Puede ser peligroso— dijo con una mueca viendo hacías las oscuras calles.
Sonreí— ¿Y dejarte saber dónde vivo? Ja, sigue soñando Luke, además, puedo cuidarme sola— el asintió con los ojos entrecerrados y prosiguió con su camino, no sin antes pedirme que le avisara cuando llegara a casa.
Seguí caminando, para ser Londres todo estaba muy tranquilo. Pude haber llamado a alguno de los chicos para que me recogiera, y estaba segura de que se enojarían por que no lo hice, pero quería estar sola. Aunque fuera una hora. Pasé frente a un callejón donde un hombre estaba tirado con una botella de lo que parecía Whisky en la mano.
Resople, vagabundos. Más bien ebrios con dinero, puesto que esa botella no es muy barata que digamos.
—¡Buenas! — grito levantando la cabeza.
Esa voz... No, no podía ser.
Saque mi aparato de comunicación muggle y busque la linterna, con está apunte el rostro del hombre para verlo mejor, debido a la luz el bajo la cabeza con los ojos cerrados.
—¡Tranquilo oficial, ya me iba! — volvió a decir levantando las manos, trato de ponerse de pie apoyándose en la pared.
Eso permitió que lo viera mejor, no traía lentes, pero podía reconocerlo donde fuera.
—¡Potter!, ¿Qué estás haciendo aquí?— al escuchar su apellido se asustó, arrojó la botella hacia la oscuridad del callejón y sonrió inocente.
Se giró hacia mí con los ojos entrecerrados, cuando me reconoció, grito—¡Greengrass! ¡Mi amada reina de hielo! — sonrió y me abrazo.
Trate de zafarme— ¿Qué te pasa? ¡Suéltame!
Riendo, dio dos pasos atrás soltándome— ¡Me atrapaste, rubia! —aplaudió. Eso fue lo último que dijo antes de desplomarse.
Estuve tentada a dejarlo ahí por todo lo que nos había hecho pasar, ¡Ni siquiera declaró a favor de Narcissa en su juicio!, pero me di cuenta que él no tenía la culpa de los actos de nuestros padres. Así que creyéndome Hufflepuff, lo levanté y comencé a caminar con el apoyado en mis hombros.
—Dios, sí que pesas, Potter— murmure malhumorada.
Camine las calles que restaban hasta estar frente a mi casa, sentí que ya no podía más así que grite por ayuda. Segundos después de eso Draco, Blaise y Theo salieron corriendo a mi encuentro.
Me miraron interrogantes, pero solo les pedí que me ayudarán a meterlo a la casa.
Cuando puse un pie dentro, vi que Astoria me miraba horrorizada— ¡Daphne, no estamos tan desesperados como para secuestrar a alguien!
Blaise se rio— Ni tan locos como para matarlo.
Iba a decir algo, pero al borracho se le ocurrió despertar.
—¡Hooooooola! ¡Soy Harry! ¿Eres niña o niño? — le pregunto a Draco, este se había quitado el gorro que le di esta mañana y el rosa destacaba aún más bajo la luz de la sala.
Lo ojos del rubio parecían querer salir de su lugar— ¡POTTEEEEEER, VOY A MATARTE!
Más temprano ese mismo día...
Harry
Remus y Sirius pasaron la noche conmigo verificando que no fuera tras de Deán y terminará asesinándolo. No niego que pensé en darle un par de golpes más, pero ahora está en San Mungo.
Suspiré mientras masajeaba mi cabeza, tendría que mandar muchas lechuzas para anunciar que la boda se cancelo.
Por el rabillo del ojo vi como los dos hombres que fueron quienes me dieron una familia, se cruzaban de brazos exigiendo una explicación de por qué había pasado todo eso pues la noche anterior no quise soltar nada.
—Cachorro, ¿Qué sucedió? —preguntó Sirius lentamente, como si en cualquier momento fuera a explotar.
—Ya sabes, cosas de la vida, un día te vas a casar y al siguiente ves a tu prometida devorando la boca de otro tipo— me rio, por que era mejor eso que ponerme a llorar.
—Ginny... ¿Ella te...? — parecía que ni siquiera podían imaginar ese escenario—Ella te ama, no es...
—Pues que forma tan rara de amar tiene... —murmuró fastidiado— Y me dio un bonus, ¡me engaño en mi propia casa!
Ellos se dejaron caer en el sillón de mi habitación, mientras yo seguí hundiéndome en la depresión. Desde que salió el sol no me había levantado de la cama, a pesar de que este me daba de llevo en el rostro ya que la ventana estaba junto a la cama.
Tengo que remodelar la casa. Se suponía que iniciarían las remodelaciones cuando fuera la luna de miel, pero ahora tendré que adelantar todo. Merlín, otra vez el dolor de cabeza.
Escuché un chasquido y en seguida la voz del traidor que tenía viviendo conmigo.
—Amo Potter, tengo el periódico del día— anunció en un tono que no logre descifrar. Parecía que se divertía con todo esto.
Creo que me odiaba aún más desde que quite el retrato de la madre de Sirius, pero no podía dejarlo ya que esta siempre insultaba a Ginny.
—No te pedí el periódico, Kreacher— le dije enojado.
—Creo que este si querrá verlo— se burló, dejó el periódico a un lado de mi rostro y desapareció.
Abrió los ojos y eché un vistazo a la primera plana, enseguida me levante de un brinco.
—¡Maldita mentirosa! —grite cuando termine de leer el estúpido artículo y lo arroje al suelo.
Curiosos comenzaron a leerlo en voz alta, a medida que avanzaban se mostraban más incrédulos.
"De Salvador del mundo mágico a infiel del año"
Está mañana la señorita Ginevra Weasley nos anunció entre sollozos que su compromiso con Harry Potter (el cual estaba fechado para este domingo) estaba cancelado, cuando se le preguntó el motivo esta nos dijo que él hombre que amaba la había traicionado de la manera más vil posible.
Nuestro intachable héroe de quedó a soltero a días de su boda debido al amorío que mantenían con Luna Lovegood...
—Pero que...
Ellos levantaron la vista, ahora parecía que también ellos habían sido víctimas de esto. Ahora no sabía que hacer, Ginny me había dejado como él malo en esto y había metido a Luna también.
Pensando en mi amiga, me puse los zapatos y salí corriendo (aún traía la ropa del día anterior). Escuche los gritos pidiendo que me detuviera pero ya estaba utilizando la chimenea con dirección a la casa de Luna. Seguro que el señor Lovegood me mataría tan solo me viera.
—Hola Harry— me saludo Luna al verme salir de la chimenea.
—Luna, siento tanto lo que pasó... — en ese momento me di cuenta de que estaba empacando— ¿Te vas?
—No vamos, Señor Potter— la voz de su padre me hizo saltar.
—¿Por qué? ¿Es por lo del profeta?
—No leemos esa basura— me reprendió el señor Lovegood, suspiré aliviado.
—Ya no tenemos mucho aquí, iremos a Francia, me ofrecieron un trabajo muy bueno— me alegre, al menos ella no se vería afectada por esas mentiras.
—¿Cuándo se irán?
—Hoy mismo señor Potter, siento que no podamos ir a su boda— se disculpó apenado, la punzada en mi pecho fue dolorosa.
Luna le sonrió a su padre y espero a que el saliera del lugar para hablar.
—Siento no haberte dicho lo de Ginny
—¿Tu lo sabias? —pregunté dolido.
Ella negó— Me pareció raro verla con Dean el día que fui a visitarla en tu casa.
Vaya, por lo menos pudo buscarse otro lugar. Mi casa, pensándolo bien, mejor compraba otra.
—Olvídalo Luna, espero que te vaya bien en Francia.
—Harry... ¿Qué hora es? —me pregunto viendo la ventana, yo ni siquiera traía reloj...
Oh no, mi cita.
Me gire a verla y ella siguió empacando, había un reloj (un tanto... especial) justo atrás de ella, a veces mi amiga me daba miedo, parecía que sabía todo. Me recordaba a Dumbledore.
Esta vez no podía usar la chimenea por que iría al mundo muggle y si la usaba terminaría en el Caldero Chorreante donde seguramente había muchos periodistas.
Aparecí en un callejón a una calle del lugar donde siempre nos reuníamos, camine a paso rápido hasta llegar a la cafetería pero ya no había nadie. Resople, nadie esperaría 1 hora.
—Se acaba de ir— me dijo la chica del mostrador, supongo que de tanto que veníamos ya nos conocía.
Ahora no solo debo lidiar con un problema, si no que esta persona intentaría entrar al mundo mágico para ver por qué no me había presentado y ahí si se iniciaría otra guerra.
Sin pensarlo comencé a caminar por Londres hasta llegar al centro, tal vez me distraería de todo este circo. Miraba los locales pero no había ninguno que me llamara la atención.
Estaba por rendirme y regresar a casa cuando un hombre salió de uno, parecía muy feliz. No se fijo en mi y siguió su camino, pero yo ya me había interesado.
Entre al lugar, la música llegó a mis oídos y el olor a alcohol casi me tira.
—¿Quieres un trago, amigo? —pregunto entre gritos el chico de la barra, traía una botella en la mano y me señaló con ella.
Revise mis bolsillo, no traía ni un peso, vaya suerte.
Iba a negar, cuando alguien tomó mis hombros y me jalo hasta sentarme en uno de los bancos frente al cantinero.
—Dios, parece como si en cualquier momento fueras a morir... Toma— me sirvió el trago pero lo rechace.
—Hoy es barra libre amigo, la casa invita— me susurraron en el oído.
—Te invitamos solo a ti, idiota— se queja el cantinero.
—Shhhh, él es mi amigooooo, se llama... Barry— lo mire, tenía los ojos cerrados y una gran sonrisa.
—Aun es muy temprano para que este así... — susurre, solo olía a alcohol.
—¿Temprano? Vaya que si estas mal chico, son casi las 9— abrí los ojos sorprendido.
¿Tanto tiempo estuve vagando? Eran las 2 cuando salí de la cafetería.
—Mi prometida me engaño— solté cuando tomé el trago de golpe.
El hombre me miró fijamente— ¿Qué botella dijiste que querías?— sonreí.
Si antes había perdido la noción del tiempo, ahora había perdido la noción de todo. ¿Boda? ¿Yo me iba a casar? ¿Quién era Harry? Mi nombre era Barry.
—¡Otroooooo!— pedí feliz.
Mi vaso era llenado cada que se quedaba vacío. Uno, dos, tres más, cuatro, cinco. ¿En qué iba? A sí, uno, dos, tres.
No supe nada de mí, ni como es que terminé en tal estado. Tirado en un callejón quien sabe donde. Lo bueno es que no podía decir que me robaron, no tenía dinero.
Sin saber que tenía de divertida la situación, comencé a reír y me deje caer en la pared. Escuché pasos aún lado de mi y sólo hice una cosa.
—¡Buenas! — levante mi cabeza, pero en realidad no veía nada, no se donde deje mis lentes.
Los pasos se detuvieron y lo siguiente que paso fue que algo me cegó aún más, debió ser una luz... Mierda, seguro era un policía.
—¡Tranquilo oficial, ya me iba! — traté de levantarme apoyando las manos de la pared y ahí me di cuenta que traía una botella conmigo.
—¡Potter!, ¿Qué estas haciendo aquí?— escuchar que alguien me había reconocido me asustó, así que arroje la botella al callejón.
Me gire y analicé la situación, veía algo amarillo en la silueta. Cabello, era rubia, una chica rubia. Y la voz... ¿Hannah? No, no, era... —¡Greengrass! ¡Mi amada reina de hielo! — grite recordando a la chica Slytherin con la que había salido alguna vez y la abracé por los viejos tiempos.
Pero trató de zafarse, al parecer no le agrado verme— ¿Qué te pasa? ¡Suéltame!
Rei y la solté, ahora todo me parecía divertido— ¡Me atrapaste, rubia! —aplaudí y no supe más hasta minutos después.
Escuchar tantos gritos me regreso la conciencia y lo primero que vi fue otra silueta pero esta vez con cabello rosa. ¿Quién era?
—¡Hooooooola! ¡Soy Harry! ¿Eres niña o niño? — le pregunté curioso, ¿Dije Harry? No, mi nombre era Barry, ash, me equivoque.
Pero parecía que el me conocía, por que gritó— ¡POTTEEEEEER, VOY A MATARTE!
Si, parecía feliz de verme.
Y con ese pensamiento, perdí el conocimiento, de nuevo.
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