Capítulo 2: Escape
Otro día, otro castigo. Este de seguro es mi último viaje. Aun sabiendo esto y el horrible destino que me depara, estoy obligada a descargar los carruajes. Nuestros dueños van de pueblo en pueblo, buscando compradores de esclavos. Solo somos mercadería para ellos, nos usan para bajar el equipaje, armar las tiendas, limpiar y preparar todo antes de que lleguen los clientes. Solo en ese tiempo no estamos en la jaula en la que nos llevan.
Mientras hacemos todo eso, nos mantienen encadenado a los otros esclavos por los talones. No tenemos mucho espacio para movernos, ni mucho menos cuando llega la hora de exhibirnos, donde también nos atan por las muñecas para no lastimar a nadie.
Por más triste que suene, nos acostumbramos a esto. ¿Qué quiero decir? Pues... en el momento que llegamos al lugar en el que vamos a estar y nos abren la puerta de nuestra jaula, automáticamente, cada uno comienza con su labor. Sin necesidad de intercambiar miradas, palabras o gestos. Uno no tarda en aprender su rol, de lo contrario... bueno, con cometer uno que otro error, créeme que nadie quiere volver a pasar por el castigo.
El pueblo al que acabamos de llegar es pequeño, no tiene muchas chozas. Parecen bastante humildes, lo que no quita que tengan para vender. Su vida es el trabajo en los campos y suelen tener bastantes alimentos frescos.
Muchos lugares así se quedan con los esclavos de aspecto más fuerte. Supongo que serán obligados a trabajar y digo "supongo", porque nunca sabes cuál será la verdadera razón por la que te compran. En el mejor de los casos solo será trabajo. En el peor... prefiero no pensar en eso, la gente puede ser demasiado aterradora. Lo sabemos, por lo que escuchamos, vemos y hemos vivido. Quizás esa sea otra razón por la que no nos encariñamos entre nosotros. Damos por hecho que nuestro encuentro es breve y que una vez separados, no nos veremos nunca más.
Mientras damos los últimos retoques a la tienda principal, "Pequeño", se prepara para ir a anunciar el puesto. Su apodo es todo lo contrario a la realidad: mide cerca de 2 metros y es bastante fornido. Siempre presume de la buena decisión que fue empezar a raparse la cabeza, de esta forma el pelo no le molesta. Lo hacen ir a él para que vean el tipo de guardias que tenemos y la gente se lo piense dos veces antes de hacer alguna estupidez, o eso escuche decir.
Al estar todo listo, nos paramos en fila, uno al lado de otro, encima de una pequeña alfombra de color púrpura con uno que otro detalle amarillo. Tenemos que mantenernos firme en esta posición, hasta que nos digan de hacer algo diferente. Mirada al frente, mentón levantado, espalda recta y manos adelante, aunque esto último es imposible hacerlo de otra forma, después de todo, estamos encadenados.
A un lado, está nuestro dueño. Es un enano molesto que siempre le gusta destacar. Usa mayormente ropa de color rojo para que siempre lo distingan. Es bastante hablador y no para de adular a la gente que se nota interesado en comprar. Pero cuando los clientes no están delante de él... solo habla pestes, de ellos, de nosotros, de todos...
Actualmente solo somos siete esclavos: dos hombres, uno de 19 y otro de 18. El resto, tres mujeres entre 21 y 18 años, y por último dos niñas, incluyéndome. Ella de 16 y yo de 15.
No hace falta decirlo, pero todos estamos en mal estado. Apenas nos dan de comer, tenemos dos turnos en el día para tomar agua y uno para ir al baño. No se preocupan por que estemos limpios, después de todo, saben que muchos de nosotros moriremos durante los viajes. Ya sea por enfermedad, por castigos o... por decisión propia.
El único momento en que nos atienden medianamente bien, es cuando llegamos a una gran ciudad. En ese lugar: nos asean, escogen mejor ropa y por un tiempo, nos dan de comer lo suficiente para no estar en los huesos.
«La vista de este lugar es... agradable», casi siento que quiero sonreír. Se puede ver las montañas a lo lejos, los prados y uno que otro campo lleno de cultivo. La gente que empieza a circular por el centro del pueblo se ve feliz, muchos vienen caminando desde su granja hacia aquí. Algunos niños corriendo, jugando... que afortunados.
Mi mente se distrajo por la vista y lo que parece ser envidia. Desde que tengo memoria estoy viajando de esta forma. Mi vida siempre ha sido así, nunca pude jugar o divertirme con alguien, ni siquiera puedo caminar sin que me estén observando todo el tiempo. Vivir aquí debe sentirse bien, estoy segura de eso.
El tiempo pasa y para nuestra mala suerte, el sol empieza a hacerse notar. Tenemos que aguantar, aún falta mucho para terminar. Si alguno sede y se cae, estaremos todos en problema.
Varios ya se acercaron a vernos, pero tal como lo pensé, no creo que compren a nadie. Los hombres en el estado que están no parece que vayan a aguantar el trabajo de campo y las mujeres... bueno, en los pueblos pequeños suelen ser más conservadores con ciertas cosas y no abusan de ciertos privilegios.
En ese momento, un hombre bastante mayor, narizudo, con la cara llena de verrugas y ropa diferente a los demás del pueblo se me acerca. La tela que usa se ve que es de buena calidad, además, usa colores oscuros y un traje negro un tanto raro. Cuando él agachó la cabeza para ver el resto de mi cuerpo, aproveche para darle una mejor mirada a su ropa y ahí pude ver un emblema a la altura del pecho, es del reino de "Holderjar". De seguro es un cobrador de impuestos, seleccionado por el rey de estas tierras.
Sabiendo esto, rápido volví a mirar hacia el frente. Casi de inmediato, él empezó a toquetearme la cara, como suelen hacer para revisar la mercancía.
—Hmmm, abre la boca —ordenó el sujeto y cuando lo hice, no solo metió sus dedos, sino que también movía su cabeza para poder ver bien que no tenga ninguna marca o yaga—. Pareces que estás bien. Lastima el aspecto en que te tienen... ¿Te gustaría que te lleve a un lugar mejor?
Tengo totalmente prohibido mostrar algún gesto o responder alguna pregunta sin qué se me ordene, por lo que no dije nada.
—¡Oh!, veo que tiene buen ojo —intervino Jared, nuestro dueño—. Ella es Lena y es lo mejor que tenemos.
El cliente lo miró sin estar muy de acuerdo con lo que acaban de decirle.
—En realidad, la tenemos de esta forma para que solo aquellos que realmente estén buscando algo bueno, puedan darse cuenta —agregó tratando de convencer a hombre.
—A decir verdad, me da algo de pena que la tengan en tan mal estado. Tiene un lindo rostro,. A pesar de la suciedad, se puede ver eso, al igual que su pelo.
—Usted mismo lo dijo. Y no solo eso... también puede usar magia de curación
Los ojos del hombre se abrieron y manifestó una gran sonrisa, algo... aterradora si me lo preguntan.
—¿Qué hay de su cuerpo?
—Puro. Ni una marca. —respondió de inmediato Jared—. Salvo por la de los grilletes, lo demás está intacto. Tenemos un trató especial con ella a la hora de castigarla.
Los ojos del anciano se posaron en mí una vez más, ahora, de manera escalofriante, escudriñándome de arriba abajo. «Que asco», pensé.
—¿Cuánto? —preguntó un tanto ansioso.
—Acompáñeme, es mejor no hablarlo aquí. Hay... algunos datos que debe saber antes.
Antes de seguir a Jared, me dio un último vistazo. Por un momento, mi cuerpo sintió un escalofrío, es algo que no se puede evitar. En este momento, mientras veo la espalda del hombre alejarse, siguiendo a nuestro dueño, se vino a mi mente la frase que tanto me repiten: "tengo suerte de ser tan bonita". No entiendo bien a que se refieren con suerte, ya que nunca sentí que me pasara algo bueno. Pero, si llegue a descubrir lo que me quieren decir. Es gracias eso, que estoy convencida de que este hombre no podrá llevarme. A diferencia del resto, mi precio es muy elevado y me mantienen en el mismo estado que los otros esclavos solo para que no destaque y atraiga cierta atención que no quieren. Ellos, de seguro ya tienen previsto cuál es mi destino y las ganancias que tendrán.
«¿Eso es suerte?», pensé dejando escapar un largo suspiro. Luego, unos minutos después, el hombre que me había estado inspeccionando salió de la tienda principal y se marchó, sin siquiera volver a mirarme. Por lo general los que intentan comprarme salen enojados, no les gusta la oferta que le hacen, o eso es lo que creo, solo puedo verlos salir molestos. No sé que precio tengo, solo escuche salir de la boca de los clientes que "es demasiado".
Esto fue lo único "interesante" que paso en este pueblo. Por lo general, solo estamos uno o dos días, hasta que recargan provisiones y se aseguran que la gente no esté interesada en comprarnos y seguimos nuestro camino. Esto también es un pequeño descanso para nosotros, los esclavos, ya que no tenemos que hacer nada más que limpiar y acomodar las cosas. Y algunos otros... bueno... satisfacer ciertas necesidades. Pobres.
Esta vez, nos quedamos seis días en el lugar. A todos nos pareció extraño, pero a nosotros no nos dicen nada, por lo que solo nos queda esperar. Aunque no fue difícil saber la razón, ya que, cuando un grupo nuevo llegó, nos ordenaron preparar todo.
No son esclavos, parecen... mercenarios. Son cinco personas, cada uno con su caballo y armamento. Están vestidas de la misma forma: túnicas grises y tapa bocas negros. Solo se puede ver sus ojos y uno es el que habla por todos.
A la mañana siguiente, partimos. Nuestro grupo consiste de seis caballos. Dos mueven el carruaje principal donde está el dueño y sus guardias, otros dos se encargan de llevar las provisiones y los últimos, la gran jaula donde somos transportados.
Los cinco con túnicas se organizaron e iban tres adelante y dos atrás. Definitivamente, hay algo raro en todo esto. Sé que nos dirijamos a la capital del reino de Holderjar, pude escuchar decir eso a los guardias del dueño. Y... desde que sé esto estoy aterrada. Todos mis años viajando con ellos me hicieron entender ciertas señas que manejan, al igual que, saber por qué es que nos dirigimos a ciertos lugares en específico.
Ellos son esclavistas de poca monta, jamás irían a una ciudad como esa, al menos que... tengan algo que haga valer la pena el sacrificio y el riesgo de un viaje tan peligroso. Teniendo esto en cuenta, y todo lo que hablan de mí, estoy segura de que el final de mi viaje me espera en la capital. La gente de las grandes ciudades es la peor, no puedo evitar temblar al imaginarme lo que se me viene.
Viajamos durante días, para ser exacta, llevamos tres semanas. Según lo que hablan, aún faltan otras tres. Para ahorrar tiempo, solo nos sacan durante la noche, a la hora de armar sus tiendas para dormir. Luego, nos encierran de nuevo. Incluso nos hacen comer y dormir ahí, por lo que es bastante duro.
Estas últimas noches, Naila, la otra chica que tiene casi mi edad, se ha estado moviendo mucho. No puede dormir y eso es algo grave. Es el primero de los síntomas antes de... mejor ni decirlo. Trate de buscar una posición en la que pudiera observarla, ya que si hablamos entre nosotros, podemos meternos en problema.
No tarde mucho en darme cuenta de que es lo que pasa: los grilletes, la están lastimando bastante y no la dejan descansar. Lo más seguro es que se infecte y poco a poco... vaya decayendo.
Ella no es mi amiga, nadie aquí lo es. Pero todos estamos en la misma situación y nos entendemos. Sé por lo que está pasando y me da pena, me gustaría ayudarla de alguna forma.
Me tomé un momento para pensar algunas ideas, no es como si tuviera muchas opciones. Cualquiera que involucre avisar o pedir ayuda esta descartada, no debemos molestar. En eso, mire a mi alrededor, todo está bastante oscuro, salvo por la fogata que hicieron. Hay algunos haciendo guardia, pero no nos están prestando atención. De manera disimulada, me acerque ella, como si me moviera dormida. Cuando estuve lo suficiente cerca, me encorve un poco y cubrí mis manos con mi cuerpo, no debo dejar que se vea nada. Luego, comencé a usar magia para curar su herida.
Al instante, Naila se volteó, sorprendida. De igual forma, yo me detuve para hacerle la seña de que hiciera silencio. No tardo en entender la situación y volvió a la posición que estaba. Por mi parte, seguí con mi labor. Solo fue un poco, ya que no puedo usar mi poder durante mucho tiempo y casi de inmediato me desmayo al hacerlo.
Me despertaron a la madrugada, para ayudar a cargar todo de nuevo. Aún estoy cansada, pero puedo hacerlo. Una vez que terminemos y nos suban a la jaula, podre seguir durmiendo.
Durante las próximas noches, me encargue de ayudarla con su dolor. Como no tenemos que hacer mucho durante los viajes, puedo gastar mi energía en esto. De todas formas, tengo que ser cuidadosa, si hago algo mal o me descubren me darán un castigo. Y puede que no sea igual que a los de los otros, ya que no me golpean, ni me dan latigazos, se enfocan en hacerme daño sin dejarme marcas... prefiero no dar detalles.
A veces... mientras miró el paisaje por los barrotes, no puedo evitar fantasear de como seria vivir libre. Hay paisajes que son tan bonitos que transmiten esas ideas a mi mente. Es inevitable, si verlos producen algo tan bueno, vivir ahí debe ser maravilloso. Hasta el día de hoy, creí que mientras estuviera viva, significa que tengo posibilidades de que todo mejore. Es lo que decía una esclava que estaba con nosotros. "Mientras respiremos, aún podemos soñar. Mientras soñemos, aún podemos vivirlo".
Solo es una frase, no es ni muy "elaborada" o linda como en los versos de algunos libros que leí, pero entiendo lo que trata de trasmitir. Sería algo como "Mientras sigamos con vida, aún podemos hacer realidad nuestros sueños". O así lo entiendo yo. Y si soy más específica, significa que aun puedo tener mi libertad.
Aunque sabiendo adonde voy, siento que ese pensamiento ya no tiene poder. Creo que se acabó. «Que frustrante», pensé mientras dejo escapar mi mano por los barrotes, como si de esa forma el aire que está del otro lado se sintiera mejor.
Las próximas noches me dedique a descansar. Estoy cansada y lo lamento por Naila, pero quiero dormir. Tal vez de esa forma, pueda soñar algo lindo.
Ya pasaron cuatro semanas. Como siempre, una vez que terminamos de preparar el campamento, nos encerraron. Pensé que sería una noche más, al igual que tantas otras, pero... un fuerte ruido nos despertó. Para ser más específico, gritos.
Asustados, nos levantamos todos y miramos a nuestro alrededor. Parece que unas criaturas nos atacan desde los arbustos. No sé a donde mirar, salen de todas direcciones. Alaridos y quejidos retumban en el ambiente. Incluso, Pequeño se vio en un aprieto, está rodeado por tres animales. No puedo ver bien, la fogata se apagó, pero son bastante grandes y cuadrúpedos.
Poco a poco, el fortachón de casi 2 metros, retrocedió, hasta chocar la espalda con nuestra jaula. Uno de los hombres, no sé cuál, aprovecho para agarrarlo del cuello. De inmediato, todos nosotros hicimos lo mismo, tomándolo de diferentes lados, para así evitar que pueda defenderse.
—¿¡Qué están haciendo!?, ¡¡suéltenme!! —intenta librarse, pero no se lo vamos a dejar fácil—. ¡Qué me suelten! ¡Ya vera...
Uno de los animales ataco, enterrando sus dientes en el abdomen de Pequeño, quien solo podía gritar desesperado.
Fue ahí, cuando vi la oportunidad, la llave está sujeta en una parte del pantalón. Rápido la tomé. Una sensación extraña recorrió mi cuerpo al ver la llave en mis manos, ¿Acaso... puede ser mi oportunidad? Sentí como se me revolvía el estómago de la emoción y una gran sonrisa aparecía en mi rostro.
De seguro es extraño que escuchar a una persona ser asesinada por un animal y que uno sonría, pero no me importa, ¡se lo merece! Y en realidad, eso no es lo que me está haciendo feliz... es este pequeño objeto que tengo y lo que significa.
Mis manos tiemblan por los nervios y junto con la oscuridad, hace difícil el tener que insertarla. Ya casi lo tengo cuando, dos animales más se abalanzaron contra Pequeño, golpeando la jaula y haciendo que esta caiga de lado. Todos los demás adentro, cayeron encima de mí. Fue algo horrible, no podía respirar, ni moverme. Fue por unos segundos, pero la sensación que tuve fue de lo peor. Aun así, en el instante que nos acomodamos, deje de darle importancia a eso, después de todo, algunos de los castigos que me daban se enfocaban en asfixiarme, ya sé lo que se siente.
—¡La llave! ¡Busquen la llave! — grité despareda.
Todos estamos buscándola, no importa los gritos de batalla que se escuchan, nada puede distraernos de esto. Aparte, no podíamos ver que pasa, el piso de la jaula tapa donde esta la pelea.
—¡Aquí esta! —aviso Naila.
De inmediato, nos acercamos a ella. No despegábamos la mirada de sus manos y como inserta la llave en el hueco de su grillete. Sentí como si supiera que pensaban todos. "¡Por favor, ábrete!", es nuestro deseo, nuestro anhelo... así es como viví ese momento.
Al escuchar el "clic", fue la primera vez que vi a los demás sonreír de esa manera. La expresión de todos se veía... viva. Uno a uno fuimos abriendo nuestros grilletes y cuando fue mi turno, nunca creí poder sentirme así: ¡tan feliz!
No hay tiempo que perder, aún hay que abrir la jaula. Le pasé la llave al chico que esta al lado de la puerta esperando y rápido, intento abrirla.
Mientras veía esa escena, por un segundo, me enfoque en la sensación de mis talones sin los grilletes, es tan liberador. De verdad se siente como si fuésemos a ser libres. Al escuchar otra vez el "clic", levante la mirada y sonreí. Pero... esta vez, un miedo recorrió mi cuerpo.
—¡No abre! —dijo el hombre al mismo tiempo que empuja con fuerza la puerta—. Parece que se rompió al caer.
—¡Sigue intentando! —gritó uno de nosotros desesperado,
—¡Hay que ayudarlo! Tenemos que golpear con fuerza la puerta —indicó otro.
Todos asentimos y empezamos a hacerlo. Sin éxito. La sonrisa que teníamos desapareció. Solo hay miradas de duda y miedo. «Esto no puede acabar así», pensé preocupada.
—¡Retrocedamos y carguemos con todo hacia adelante! —propuse.
Unos segundos después, nos preparamos. Nos hicimos hacia atrás, lo más que pudimos y luego, antes de abalanzarnos, nos miramos entre todos para estar de acuerdo. Sin más, fuimos con todo.
Nos dimos un buen golpe contra la puerta, pero no importo, tampoco el hecho de caer al suelo, fue doloroso, pero no importo, ¡éramos libres!
Salimos todos corriendo sin dirección aparente, lo único que tenemos en mente es alejarse.
—¡La chica! ¡Ve tras ella! —escuché la orden, no sé dé quien.
Por reflejo, me volteé y vi que los únicos que siguen luchando son los mercenarios. Al mismo tiempo, uno se hizo a un lado y vino hacia nuestra dirección.
La desesperación me invadió. Si viene por nosotros, es cuestión de tiempo para que nos alcance. Volví a mirar al frente y vi algo peor: dos animales, bastante grandes, que parecían perros saltaron y atraparon a dos de las personas que estaban a mi lado.
El gritó que dejaron escapar fue corto, casi como si hubiesen muerto al instante. Me gire una vez más, grave error, ahora sé que vienen en nuestra dirección.
—¡Hacia el bosque! ¡Hay que perderlos en aquel bosque! —Señaló uno de los nuestros.
Los cinco que quedamos, giramos hacia ese lugar. Nos falta poco para llegar a esos árboles gigantes, tal vez ahí, podamos perderlos.
Ya casi lo logramos... estamos bastante cerca, de seguro todo esto está pasando en segundos, pero para mí es un momento eterno. «¡Solo un poco más!», me repitó a mi misma una y otra vez. La libertad está tan cerca... no puede ser este el final.
Los animales están cerca, siento sus pasos, una sensación de pavor recorre mi espalda. Puedo escuchar incluso su respiración, están encima de nosotros... un instante después, un fuerte quejido retumba en mis oídos, esa voz es inconfundible, Naila.
No voy a girarme, no quiero ver más. Solo... quiero huir. Agache la cabeza y enfoque todo mi ser en mis piernas, tengo que correr lo más deprisa posible.
Llevo un rato, corriendo, ni siquiera sé en qué momento me metí en el bosque. Mi cuerpo ya no puede más, por lo que caí de rodillas. Tengo ganas de vomitar, estoy mareada, las piernas me arden y... estoy totalmente sola. No sé que paso, luego de... "eso", siento como si me desconecte de todo y no preste atención a lo que pasó. Siento que hay un espacio en negro entre lo que sucedió al entrar al bosque y ahora. Es raro... ahora que vuelvo en sí, no sé que haré.
Al relajarme empieza a recordar la situación, los gritos, las quejas, la persecución y casi de inmediato, un fuerte dolor de cabeza me ataca. Es demasiado intenso, es como si la cabeza me fuera a explotar. Mis ojos me pesan, se me cierran de a poco y siento... que estoy por desmayarme.
Fin del capítulo 2
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top