42.- Que seamos eternos

Kate es mi maestra. No puede ser de otra manera, de nadie más pude aprender mejor. Al día siguiente de dejar a Jonathan se le olvidó que estuvo llorando durante horas hasta quedarse dormida y aún en sus sueños lo llamaba en medio de sollozos y suspiros, para mí fue una gran muestra de fortaleza verla cuando llegó el amanecer, sólo se levantó de la cama, limpió sus lágrimas y continuo con su vida.

En ese momento aprendí que en la vida siempre llega un momento en el que estamos en el suelo pero siempre tenemos que levantarnos y dejar que todo siga su curso, en ocasiones lo mejor y más sano es olvidar.

—Marian todos fingimos, todos tenemos nuestras razones para hacerlo —me obliga a darle la cara, quiere que sea fuerte pero a veces olvidó como se hace—, ustedes quizá lo hacen más que otras personas pero no todo son ilusiones, eres una mujer exitosa, date cuenta de todo lo que has logrado, todavía no cumples los dieciocho  y ya tienes más que todos los que estamos aquí.

—Eso es solo dinero —que de nada me sirve cuando me siento sola—. Kate tiene el consuelo de haber tenido, no uno si no dos amores, Adam está a su lado y es su incondicional. Tu tienes a tu hija, ¿pero yo? ¿sabes a qué me tengo que aferrar para salir adelante? —niega y cierra los ojos, esto también empieza a dolerle— A los recuerdos que me llevan a Ricardo, los tengo bien presentes para que no me vuelvan a ver la cara de estúpida.

No puedo permitir que nadie más me a utilizar de la misma manera en la que Ricardo lo hizo, a su lado me sentía poquita cosa, me hizo sentir que no valía lo que yo creía y eso es algo que nadie debe sentir, no cuando se supone que te quieren pero él no lo hacía.

—Tírate al piso para que te levanté —susurra acercándose a mi rostro—. Tienes familia, tienes amigos, porque te puedo asegurar que más de uno si se considera tu amigo y tal vez sea poca cosa pero me tienes a mi. Te quiero —mi corazón me dice le crea, pero mis ojos aún ven otra cosa—. Sé que tú me quieres, si los dos luchamos por encontrar el amor, juntos lo vamos a lograr. Déjame sacar de tu cabeza todo los recuerdos malos así como tú sacas los recuerdos de la mía. Permíteme ayudarte.

Si quiero, si lo quiero, ya estoy harta de pensar y tomar decisiones que al final siempre me llevan a estar frente a él, es más que evidente que no quiero separarme de él, ¿pero como ignoró la realidad? ¿cómo es que mi corazón puede ignorar que él ama a otra? ¿cómo, si ella también lo quiere? Odio conocerla tan bien, odio saber que a pesar de amar a Adam sigue teniendo una extraña relación con Jonathan, ¿cómo es posible que después de tanto sigan mirándose de la misma manera? ¿Cómo ese amor puede sobrevivir a pesar de tanto dolor y egoísmo? La única respuesta es que en Jonathan no cabe el resentimiento, no para Kate. Tienen un lazo que no comprendo y que nadie va a romper, un lazo forjado con amor verdadero, puro y sincero, su conexión va más a allá del entendimiento de cualquiera.

—Jonathan sé que tienes las mejores intenciones pero no puedo —me alejo de su toque que me quema, ya es hora de que regrese a casa, voy a girar el pomo de la puerta y cuando menos siento él está detrás de mi, me detiene poniendo su mano sobre la mía.

No es bueno tenerlo tan cerca, si sigue respirándome en el cuello no seguiré pensando con normalidad.

—No Marian, por favor no —me doy la vuelta para que la cercanía de su cuerpo contra mi espalda desnuda no me afecte todavía más—. Es muy pronto para asegurarlo pero estoy seguro de que seré totalmente feliz a tu lado, no quiero que salgas corriendo aterrorizada como Kate, créeme que es lo que menos deseó y te parecerá exagerado pero si tú me abandonas entonces tendré un serio problema de autoestima porque sabré que aspiró a demasiado contigo.

Cierro los ojos y aprieto mis manos en un puño, cuando lo nota se acerca todavía más. 

—Siempre se debe aspirar a más pero yo no soy un premio para que el ganador se sienta en la cima del mundo —tampoco puedo ser Kate no la puedo reemplazar, no quiero hacerlo—. Solo soy una chica que busca su lugar en el mundo.

Eso es lo único que las personas hacemos, vamos por ahí tomando decisiones esperando que sean las correctas, si no lo son tomamos nuevas y eso se repite hasta que por fin llegamos a un sitio en el que nos sentimos realmente cómodos, buscamos una sensación de paz y tranquilidad, en ocasiones creo que la he encontrado pero después pasa algo que me hace dudar, lo cual sólo significa que no tengo nada sólido.

—Tú lugar está a mi lado por lo menos ahora, ya me diste una oportunidad y no te me vas a echar para atrás —me hace sonreír, siempre lo hace—. Ya verás que no voy a dejar que te arrepientas.

—¿Qué piensas hacer para que cambie de opinión? —sube su mano por mi espalda, su simple toque me causa escalofríos y eso para mí en estos momentos no es bueno—. Me has mentido —le digo antes de que pueda besarme— tu autoestima y seguridad no están nada dañadas. 

—¿Por qué lo dices? —susurra con la voz ronca, que no me siga hablando así o todo se va a ir al caño— Yo sólo… me gusto mucho tu vestido. 

—Jonathan, ¿quieres estar conmigo? —porque eso me parece, todo su cuerpo me lo grita— Contéstame, no tiene nada de malo pero si es así sólo siento que se volverá más serio, puede que… —que no me deje hablar, me besa, tan lento y ya rico que, apenas tengo las fuerzas para sostenerme.

Este beso me recuerda al primero, tan inesperado, tan violento en algunos aspectos que no llegó a entender bien, creo que la mejor definición para aquello es impetuoso, en muchas maneras lo que pasó fue algo que quería, que había deseado por mucho tiempo y ahora lo tengo pero no sé como acceder a él, a su mente, solo necesito entenderlo y eso también empieza a ser demasiado complejo para mí.

Al final es él quién detiene el beso, sólo se aleja unos centímetros de mi y me mira a los ojos, esta esperando por mi, su mirada me dice que quiere que lo encuentre.

—¿Esa te pareció suficiente respuesta? —no, sus besos solo pierden más.

—No, esa no es una respuesta —ahora yo me encargaré de esto, él es demasiado caballero para decirme que es lo que en realidad quiere— pero ste lo quieres y es lo mismo que yo, lo deseas igual que yo, en tu casa la noche que me pediste ser tu novia me costó mucho trabajo dejarte pero no podía entregarme de esa manera, no porque no sabía si en realidad me deseabas y ahora tengo la seguridad de que es así.

—¿Cómo no podría desearte? —esa no es una pregunta a la que quiera responder, no voy decirle mis defectos— Lo hago pero… no quiero que pienses que solo quiero tu cuerpo, te quiero toda, nunca buscaría aprovecharme de ti.

Pero la que se va a aprovechar soy yo, necesito una distracción, algo en que concentrarme para poder sacar de mi mente todos los problemas que tengo, quiero olvidar y Jonathan me prometió que me iba a ayudar.

—Jonathan no es la primera vez que nos dejamos llevar por impulsos —los he contenido pero ya me canse de resistirme, al fin y al cabo las cosas caen por su propio peso—, la vez pasada tu estabas pasado de borracho y por eso te detuve, ahora nada no lo impide y quiero hacerlo porque te… quiero. Te necesito.

Vuelve a besarme y está vez me levanta para llevarme en brazos y me lleva directo a la cama.

***

Al llegar a la fiesta lo primero que notamos es que hay una especie de pelea, detengo la camioneta y el primero es bajar es Adam para asegurarse de que no sea ninguno de nuestros amigos afortunadamente no lo era pero lo que ví tampoco me gusto, Juan le partió la cara a Ricardo, como el cobarde que es al verme salió corriendo y espero que nunca más se acerque a nosotros.

—¿Qué fue lo que hizo ahora? —le pregunto a Juan, está intentando con todas sus fuerzas no correr tras el.

—Mejor que Anna te explique —me dice cuando ve que ella viene bajando las escaleras, está muy malhumorada y es normal.

—Kate —viene directo a abrazarme, creo que llegó en un buen momento—. Marian y Jonathan están aquí, Ricardo la… se encontraron y él quería llevársela, Jonathan lo vio y Ricardo lo empujó y después Juan… bueno ya viste como lo dejo.  

Ese hijo de puta más le vale que no vuelva a pararse cerca de mis hermanas o si la que va a terminar por matarlo seré yo, me las debe y sólo para evitar problemas no le he hecho algo que le duele pero si tengo aunque sea una pequeña oportunidad para herirle lo voy a hacer, nada me causará más satisfacción que verlo suplicándoles perdón de rodillas.

—¿En dónde está ella ahora? —me señala la casa.

—Está con Jonathan dentro de la habitación de Raúl —le digo que en un momento voy a saludar a todos o posiblemente despedirme, no creo que Marian quiera quedarse aquí y está vez no la dejaré sola. 

Conozco a la perfección está casa así que solo me detengo para esperar a Adam y juntos subimos las escaleras, en esta casa ya no cabe ni un alma más, por suerte el pasillo las habitaciones está vacío, llegó e intento abrir pero la puerta está cerrada con seguro, pego mi oreja a la puerta y escucho algunos suspiros pero nada más.

—Está cerrado, pero se escucha ruido —me dice Adam confirmando lo evidente—. Kate no te preocupes, ahí dentro no hay ninguna pelea, me parece que es todo lo contrario.  

***

—¿Acaso eso es una maldita señal? —pregunta Jonathan golpeando el colchón.

Ya llevan un rato tocando la puerta y creí que cuando no abriera se iban a rendir pero después escuché su voz y la que está arrepintiéndose soy yo.

—¿Marian estás bien? —pregunta Kate— Abre la puerta por favor —me quito a Jonathan de encima y después de que me ayudará a bajarme el vestido voy a abrirle.   

—¿Kate? ¿qué haces aquí? —lo dije un tanto agitada, la intensidad de la situación me tiene sin aliento.

—Nuestros padres nos liberaron, me enteré que Ricardo estaba aquí y Anna me dijo que entraste a esta habitación —Jonathan me toca el hombro, seguro ya terminó de abotonarse la camisa, me hago a un lado y abro por completo la puerta para poder escapar lo más rápido que se pueda.

—No te preocupes, ya me siento mejor —ella no, se ve que le a caído muy mal vernos— me tengo que ir, papá me ha estado llamando. Disfruten la fiesta.

Pasamos a un lado para irnos pero ella me sostiene del mismo brazo, sólo de tocarme me duele y por eso me aparto, espero que no me lo tomé a mal.

—¿Segura que estás bien? Te ves agitada —ella debería entender lo que está pasando, por las sonrisa en el rostro de Adam me doy cuenta de que el si sabe perfectamente porque quiero irme. 

—Solo es… —no tengo porque darle explicaciones, de cualquier manera sacará sus propias conclusiones— Papá quiere que regresemos a la empresa, dejamos todo solo para venir un momento y fue una mala idea, ahora sólo quiero irme.

—Esta bien, cualquier cosa llámame —asiento y tomo la mano de Jonathan para irnos lo más a prisa posible, lo jalo y ahora no tengo ganas de lástima de nadie y por eso no me despido.

Al salir de casa tomo una larga respiración, está muy fresco y eso ayudará a que el color de mis mejillas regrese a la normalidad, sólo nos detenemos un momento para buscar las llaves del auto pero eso le da tiempo a alguien de alcanzarnos.

—¡Jonathan! —escucho la voz de Adam y ambos volteamos a verlo, viene corriendo y por suerte viene solo— Esperen, les tengo un regalo —dice al llegar junto a nosotros, saca de su bolsillo unas llaves y se las entrega a Jonathan.

—¿Qué es eso? —Jonathan me pasa las llaves, de inmediato las reconozco— No voy a aceptar que lo devuelvan, ustedes lo necesitan más que yo.

—No es para eso —me sonríe de una manera muy extraña—, es para que terminen lo que empezaron ahí dentro y de paso te devuelvo el favor que te debo.

—Adam no es lo que crees —trato de excusarme—. Mi papá nos está esperando.

—Se lo que escuche —ahora mejor cierro la boca— ustedes solo vayan a distraerse, yo me encargaré de mantener ocupada a Kate.

Se da la vuelta y sube de nuevo por las escaleras, mientras que yo me apresuró a subir al auto, ya no quiero llamar la atención de nadie más. 

—Que vergüenza —me cubro la cara con ambas manos esperando que se abra un hoyo en la tierra—, espero jamás se lo diga a Kate, no entiendo como es que llegó en ese preciso momento, mejor dicho que bueno que llegó antes nos encontrará en una situación más comprometedora.

Para ninguna de las dos sería una situación cómoda, no quiero pensar en como lo habría tomado.

—Tampoco es tonta creo que se dio cuenta ahí dentro, y no te preocupes él no se lo dirá, así como yo no te cuento las cosas, él tampoco se las cuenta a ella —por ahora voy a evitar pensar en las cosas que podría estarme ocultando—. Vamos, supongo que aún esperan que regresemos a la agencia.

—¡Después de la vergüenza que acabo de pasar! —espero sonar  muy indignada— Créeme que lo último que quiero es ir ahí. 

—¿Entonces que quieres hacer? —me pregunta con una sonrisita— ¿Quieres que usemos las llaves que nos dieron?

—Claro que quiero —me la estaba pasando bastante bien antes de que Kate apareciera—, me haces decir y hacer cosas y ahora el que no me las quiere cumplir eres tú, y luego dicen que somos nosotras los que prendemos la boiler y no nos metemos a bañar. 

—Dame la dirección del departamento —fue mucho más fácil convencerlo de lo que creía.     

—Primero tenemos que comprar… ya sabes que sin gorrito no hay fiesta —tengo que asegurar mi tranquilidad.

—Te recuerdo que quiero una gran familia —yo también la quiero pero antes tengo que seguir disfrutando de la vida.

Un niño ahora no es buena idea, el día que yo lo tenga será en el momento en el que este segura de mi amor por su padre y puede wow quiera mucho a Jonathan pero de eso a formar una familia hay una largo tramo de distancia, ahora mis prioridades son otras.

—Pero no ahora, para en una farmacia —le pido con voz dura, no vamos a jugar con esto—. De verdad no quiero ir a la agencia.

—Esta bien pero no es necesario —mete la mano en su bolsillo del saco y al sacarla me muestra una tira azul—, en el cuarto en el que estábamos había.

—Te robaste los condones de Raúl —lo que más me preocupa es que sabía que quería que termináramos juntos, quizá me pase con las insinuaciones—, ¿sabes que el también los puede llegar a necesitar?

—La causa valía que me convirtiera en un vil ladrón se detiene en un semáforo y aprovecha para besarme, quiere que siga con mi cuerpo a la temperatura que le conviene. 

Al ver la luz verde continuamos con nuestro camino, no estábamos tan lejos así pero aún así el viaje se me hizo demasiado largo, se mete al estacionamiento y de ahí vamos directo al elevador, de ahí hasta el último piso.

Vamos completamente solas y cuando veo que nadie va a detenernos me acerco a él y voy a besarlo en el cuello, tiembla un poco y yo continúo con mi juego, el no es el único que sabe cómo mantener ardiendo un cuerpo.

—Marian espera a que lleguemos al departamento —si de verdad lo quiere es incierto ya que no hace el intento por apartarme. 

—¿Qué mas da? —si estamos cometiendo un error ya poco importa a qué velocidad lo hagamos. 

—Tienes razón —dijo me jala para que esté más cerca de él y vuelve a besarme, cada vez con más entusiasmo, con su lengua recorre cada parte de mi boca y después mi cuello.

Al abrirse las puertas nos detenemos para poder llegar a la puerta, me detengo un instante, no porque me esté arrepintiendo, es sólo que no recordaba que el departamento ya estaba amueblado, siempre había estado vacío y frío pero ahora se ve muy bien, nunca debí subestimar el buen gusto de Kate, se ve precisamente todo de su estilo.

—Marian no podemos ir a su habitación —me susurra Jonathan—, se me hace una falta de respeto estrenar su cama.

Eso está perfectamente claro, no es justo y no tengo muchas ganas de averigua si también amueblaron la habitación de huéspedes.

—No necesitamos una cama a mi me gusta ese sillón —me de nuevo me levanta en brazos, me deja sobre el borde del sillón pero yo me levanto para poder quitarme el vestido.

Levanto la mirada para poder ver su expresión y es justo la que esperaba, sus ojos están negros de deseo.  

—Vas a matarme de un infarto —musita, aquí no tiene que hablar así, aquí estamos completamente solos, lo tengo a mi disposición y lo único que quiero es que sea mío.

Me acerco a él, con toda la calma del mundo lo jalo y comienzo a desabrochar su camisa, tengo que verlo, sentirlo aquí conmigo, asegurarme de que esto no es una ilusión.

Nos quedamos solo un segundo mirándonos, viendo quién es el primero en dar un paso, lo hacemos al mismo tiempo, nuestros cuerpos colisionan y al fin puedo creer que esto está sucediendo, dejó que me toque, que haga conmigo lo que se le pegue la gana, que yo si lo haré.

Me recuesta en el sillón y ahí se deshace de nuestra ropa interior, el fuego que hay en mi interior es incontenible.

—Dime que lo quieres, que se verdad me quieres —susurra contra mis labios, no entiendo para qué lo quiere oír ahora.

—Te quiero, desde hace mucho tiempo —lo vuelvo a besar y abro ligeramente las piernas.

Cuando lo siento dentro de mí no puedo evitar gemir, cada uno de sus movimientos es tan salvaje que me hace ver las estrellas, me hace estremecer a cada instante, mi cuerpo se rompe una vez y otra, pero aún así no tengo suficiente de él, me ayuda a sentarme sobre el u me deja hacer todo el trabajo pongo mis manos sobre su pecho y el cierra los ojos, se contiene, todos su gemidos mueren en si garganta.

—No te calles —le susurró.

Me acerca a él, me abraza y me deja escucharlo, que bien se siente saber que al igual que yo está disfrutando.

A lo largo de mi corta vida he estado con varios hombres pero ninguno me ha hecho sentir como él, nadie me había dado tanto placer con solo escuchar los sonidos que salen de su boca, y que decir de si cuerpo, encaja perfectamente con el mío, nos complementamos a la perfección. Me ha hecho ver las estrellas estando en la tierra, hizo que con solo unas pocas caricias mi cuerpo quemara, y aún así no solo es sexo, también hay amor, nunca nadie me había hecho sentir tanto solo con el toque de sus manos y espero que él piense y sienta lo mismo que yo, ha sido la mejor noche de mi vida, llena de todo lo que de verdad es importante.

Cuando por fin estamos agotados solo nos limitamos a quedarnos acostados, siento su calor sobre el mío, el a mis ojos es tan perfecto, creo que de ahora en adelante no desearé a nadie más.

—No pensé que el día terminaría así —acaricia mi cabello con ternura, es muy delicado cuando quiere pero en momentos como el que acabamos de vivir me convino que no lo fuera—.  Creí que de nuevo tendría que empezar a robarte besos. Me gusta que te resistas pero así no vamos para ningún lado.

—¿Ahora a dónde vamos? —me escucho asustada, eso es malo.

Es cierto que ahora me siento muy feliz, estoy en la cima del mundo pero no puedo evitar pensar que puede terminar demasiado pronto, porque así es la felicidad, nunca la tenemos por suficiente tiempo, es tan escurridiza y tan efímera.

—Hay tanto que hacer, pero si quieres una respuesta simple te diré que vamos hacia delante —me contesta con un tono muy esperanzador—. Quiero una vida a tu lado, tenemos que construirla juntos, estos apenas son los cimientos.

—Por ahora sólo quiero que seamos eternos, que esté momento nunca acabé —me levantó un momento de su pecho para darle un beso y después vuelvo a mi posición inicial.

Entre sus brazos me siento tan segura y amada, es la primera vez en mi vida que me siento así solo quiero que dure para siempre, sólo eso me haría sentir bien.

Gracias por seguir leyendo.

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