23.- Superior a mi

En la gran revelación me fue mejor de lo que esperaba, por momentos creí que si iban a matar a Jonathan, y de paso a mi porque no iba a permitir que le hicieran más daño; no podré evitarlo siempre pero confío en que no pasará de unos cuantos comentarios sarcásticos o cualquier cosa minúscula solo para joderlo un ratito, mientras él se mantenga sereno y no caiga en provocaciones todo estará bien.

Por ahora me encuentro un poco tranquilo, no puedo decir que el peligro ya pasó pero sin duda ahora que todos conocen la situación será mucho más difícil para él intentar algo, de cualquier manera, Marian prometió tenerlo ocupado, no quiso decirnos en qué pero a Kate no le gusto para nada la idea, no le gusta simplemente de que esté considerando distraerlo.

—¿Ya estás mejor? —le preguntó cuando regresa del baño, está vez si quisieron acompañarla, ya que la última vez termino por enamorar a un idiota. 

Aunque creo que fueron todas al baño para hablar de los últimos acontecimientos, en especial de Marian, el como harán para que no sean incómodas las cosas con Anna, ella es la que más les importa en este momento y hacen bien ya que a Kate la defiendo yo.

—Sí, pero hay algo que se siente mal, no quiero que Marian se acerque a él. Me da mala espina, algo no está correcto —para empezar quién lo va a utilizar será su prima solo que si se lo digo dirá que lo estoy defendiendo y no es así.

—Marian es inteligente —solo espero que su excelencia académica sirva para algo aquí—. Lo que importa es que nadie está demasiado molesto, en dos horas ya se les habrá olvidado.

—Por lo menos podré empezar a disfrutar de este viaje y de ti —puso sus brazos alrededor de mi cuello acercándose a mi cara—, ¿qué te parece si nos escapamos? —me susurra con un tono demasiado sensual para ponerme en graves problemas— Debe de haber algo mejor que hacer. 

—Me encantaría pero en unos minutos te espera una sorpresa —y con el trabajo que me costo conseguirlo no pienso desperdiciarlo—. Te va a gustar, no te aseguro que sea mejor de lo que tienes en mente pero no te va a defraudar.

—¿Qué es? —no tuvo que esperar después de terminar una canción el organizador de eventos que es mi amigo lo dijo.

—¿Cómo se la están pasando? —todos gritaron dando a entender que están de maravilla— Me alegro pero ahora tenemos una petición especial para nuestro amigo Adam —me señaló y continuó—, hoy cumple meses con su novia y le quiere dedicar una canción, va por ti amigo, que lo disfrutes. Un aplauso para esa parejita —miro a Kate y esta muy sonrojada gracias a las miradas de todo el mundo sobre nosotros, sé que la incómoda pero yo solo quiero que todos sepan que la amo—, les deseamos mucha más felicidad —le mandé un saludo con la mano y la canción comenzó a sonar, es la misma que bailamos la primera vez que la bese.

—¿Bailas? —le pregunto y ella toma mi mano.

—No cumplimos meses, solo una semana —dice en mi oído—. Nada es un secreto para nadie y menos si tiene que ver con un chisme, todos deben de saberlo, nos van a tachar de mentirosos. 

—No lo hubiera hecho si les digo que sólo cumplimos una semana —aunque los dos sabemos que nos hemos amado por mucho más tiempo que una semana—, tuve que recurrir a unos cuantos chantajes y también conseguirles algunos privilegios en el hotel pero es poco el precio que pago por ver esa sonrisa. 

—No era necesario, pero me encantó —me da un pequeño beso en los labios—. Últimamente he pensado que cada uno de los problemas que hemos tenido me los pude evitar si hubiéramos hablado de aquel beso —si supiera que después de ese beso, tuve otro del cual si hablé y del cual me arrepiento con el alma—. En ocasiones quisiera ser más como Anna y hablar abiertamente de mis emociones. Hablar y no pensar solo dejarme llevar, ese día lo hice, simplemente quería besarte. Era lo único que podía pensar mientras estaba contigo.

—Callar nos hace daño, pero parece que de una u otra manera las cosas siempre caen por su propio peso y aquí estamos —y eso debería ser lo mas importante.

—Ese día sólo quería huir de Axel y… —cerró la boca de inmediato y ahora no sabe ni para dónde mirar.

—¿Qué pasa con Axel, porque huirías de él? —se supone que no lo debería hablar pero ella ya cometió el error y no esta de más que me aproveche un poquito. 

—Escucha… —trago saliva—, es una historia un poco larga, fue durante una fiesta —agacha la mirada—. Una que no quiero ni recordar. 

—Me han platicado de esa fiesta —abre los ojos, la canción termina y ella se aleja de mi—. Tenemos que hablar de esto Kate.

—Es… ¿quién te lo dijo? —mientras lo pregunta mira directo a Francis. 

—Eso no importa ahora, dime por favor, ¿qué paso con Axel en esa fiesta? —hago que me dé la cara y no puede sostenerme la mirada. 

—Fue en casa de Raúl antes de conocerte, Anna como broma lo llama la obscura transformación de Kate, fue al día siguiente de enterarme de la hija de Jonathan —eso demuestra que si le afecta—, de inmediato me puse a organizar una fiesta lo suficientemente destructiva para olvidarme de él, por lo menos un día y me veía ridícula, me puse un vestido que Marian me había regalado, Anna me maquillo y bueno conoces a Axel —no asiste con nosotros en el colegio pero es amigo de Manu desde la infancia—, estuvimos juntos en esa fiesta pero para mí es preferible omitir ese día de mi existencia.

—Axel, un maldito aprovechado, nunca me agrado —mas le vale que en la vida me vuelva a encontrar con él.

—Lo sé pero no es cómo crees, si es un maldito cerdo pero… —suspira y se tomó un vaso de un líquido azul que recoge del piso—, yo fui la que lo utilizo esa noche, él solo se acercó a saludarme y yo vi la oportunidad de desconectarme del mundo y lo que pasó después ya te lo debieron de haber dicho.

—Eso fue antes de mi yo no puedo ni siquiera opinar —no puedo esperar que ella sea una santa, tiene errores, pero todo el mundo los tiene—. Lo que no fue en tu año, no fue en tu daño.

—Gracias por entender y ahora Francis me va a escuchar —se movió para ir hasta donde estaba el, la tome por el brazo y la jale hacia mí—. Tiene la lengua muy suelta.

—No quieres más problemas, te lo aseguro, míralos —Francis está sentado en el piso con Manu jugando con sus zapatos—, ya están mal, solo vas a conseguir que se pongan peor y les prometí que no tendrían problemas contigo por hacerme dicho, solo querían protegerme.

—Tu frágil corazón está a salvo conmigo —ya se ve más relajada—. Quiero que lo sepan, eso lo podrán entender aún en su estado.

—Kate, mi corazón siempre estará en peligro mientras continúe a tu lado —se acercó más a mí—. Tienes el potencial para destruirlo. Para hacerlo polvo y sorprendentemente también eres la única que lo podría reconstruir. Eres un arma de doble filo. 

Traga saliva y da un paso atrás, me parece que no es la primera vez que escucha algo parecido. 

—Estamos en igualdad de condiciones —me acerco para besarla de nuevo, no puedo cansarme de hacerlo, cada beso es mágico y ahora puedo entender la necesidad de Jonathan por querer que ella vuelva a su lado.

Kate es como una droga, cuando está a tu lado te adormece y te hace viajar a lugares maravillosos, te hace más feliz pero cada droga tiene efectos secundarios y si el mío será un corazón roto como el de Jonathan, que así sea. Nadie puede evitar el dolor para siempre, a algunos incluso nos gusta el dolor por el que nos hace pasar, todo es parte de la adicción que está chica provoca.

—Chicos ya está aquí la comida —nos dice Marian y detrás de ella viene Jonathan con un montón de bolsas—. Dejen de derramar miel por todas partes.

—Perdón por ser felices —le digo, ya me llevo bien con ella, en las pocas horas que llevó platicando con ella se mostró muy cariñosa y amable; no esperaba menos. Francis tenía razón, cuando pones a las dos juntas es como ver a dos hermanas, aunque solo en la manera que se tratan, Marian tiene el cabello rubio en dónde Kate lo tiene castaño, sus ojos también son mucho más oscuros que los de Kate y comparten algunos rasgos como la forma de la boca y la nariz es casi la misma y que decir de la elegancia que ambas tienen. Cada una tiene su atractivo, es solo cuestión de gustos—, no podemos evitarlo.

—¿Me dijiste infeliz? —pregunta Manu, sigue en el suelo y lo mejor será que no se levante en un buen rato.

—Marian, ¿te quedarás en el hotel con nosotras? —le pregunta Anna.

—Alquile una casa —contesta Marian—. Quería que vinieran conmigo está solo a unos minutos de aquí y es bastante grande, más cómodo, nadie nos va a molestar.

Entonces todo mi esfuerzo para que todos consiguiéramos una buena habitación en el hotel ya quedó más que perdido, no me importa mucho, la verdad es que con estar con mis amigos y con Kate me conformo, el lugar en donde estemos es lo de menos. 

—Marian, ¿mi tío sabe? —Kate le habla como si fuera una niña inmadura e irresponsable.

—Kate es mi dinero —todo en Marian dice no te metas en esos asuntos, pero al parecer a Kate no le llega el mensaje—. No necesito consultarle a nadie.

—Que sea tuyo no significa que lo vas a malgastar —solo se cruza de brazos y la mira fijamente—. Estas bajo mi cuidado y no voy a permitir que… —Marian no le permitió continuar.

—¡No eres mi mamá! —le grita Marian, las personas que estamos a su alrededor no sabemos exactamente que hacer y por eso no hacemos nada, ni un solo movimiento que llamé demasiado la atención— Soy solo un año menor pero te recuerdo que a las dos nos han enseñado lo mismo, soy más responsable e inteligente de lo que aparento, deja de creer que las rubias son tontas.

Esto no me lo habían advertido y no sé cómo reaccionar, debería estar tratando de defender a Kate pero sé que es capaz de hacerlo por sí misma y además no quiero problemas con su familia, es algo en lo que probablemente debo meterme.

«Kate no eres superior a mí y tampoco tengo doce años, sé cuidarme por mi propia cuenta y lo hago mejor que muchos adultos —me sorprende que todos estén igual que yo de anonadados, lo cual me lleva a la conclusión de que esto no es algo frecuente—. Por favor, deja que los demás decidan lo que quieren.»

—Es que no sé qué intentas demostrar. Aquí nadie pidió que gastarás nada, y no pensábamos pedirlo —ya sabía yo que Kate no se podía quedar callada—. Así que puedes ir cancelando la casa. 

—Sabía que no lo pedirían y por eso lo hice —Kate se lleva una mano a la boca y comienza a morderse una uña, se le ve muy tensa, mientras que Marian parece divertirse mucho—. Mira no voy a discutir contigo, menos por algo tan insignificante como el dinero. No voy a seguir tus órdenes —rompe el contacto visual con Kate y dio la vuelta camino lentamente hacia Jonathan—. Me puedes hacer el favor de preparar la camioneta para llevarnos hasta la casa —mira por el encima del hombro a Kate y después regresa sus ojos a los de Marian—. Claro si ustedes están de acuerdo —sigue mirando fijamente a Jonathan el cual fracasa al reprimir una sonrisa.

Para mí sorpresa todo acabó demasiado bien, Marian consiguió lo que quería; todos estuvieron de acuerdo en irnos a la casa y Kate no tuvo más alternativa que ceder. Debo admitir que es muy buena actriz ya que frente a todo el mundo fingió que le daba exactamente lo mismo pero cuando la acompañe hasta la habitación por sus cosas no paro de recalcar lo inmadura e irresponsable que es su prima al despilfarrar todo ese dinero.

No creo que sea por el dinero porque ella es exactamente igual, no es rica pero si se da bastantes lujos; lo que tiene mi novia es que está celosa de su prima. Es toda una cajita de sorpresas de la cual estaré más que encantado por conocer hasta el fondo.

—Adam espera —es Juan, corriendo hacia mí, según yo se había ido con Jonathan y Marian para cancelar las reservaciones y planear la ruta más rápida a la famosa casa de la discordia, claro que ese solo fue un pretexto para no hablar con Kate.

—¿Qué pasa amigo? —se ve inquieto y nervioso.

—Te quiero pedir un consejo —mas sorpresas, que bien—. Es algo muy importante y necesito mucha ayuda.

—No prefieres pedírselo a Jonathan —que tal que me acusa también de querer robarle a su amigo—. Él te conoce mejor y quizá pueda ayudar más. 

—Él me dijo que viniera contigo —así las cosas cambian— Verás él y yo somos unos asnos para demostrar nuestros sentimientos y lo que hiciste hoy fue espectacular, tú sí eres romántico —la mayoría me dice cursi empalagoso. 

—Quiero pedirle a Anna que sea mi novia, pero no tengo la menor idea de como —yo menos, debe estar muy perdido si ya decidió pedirme ayuda. 

—Entiendo, Anna es fácil de impresionar, le gustan las cosas simples —es relativamente fácil, solo necesita el ambiente adecuado, pienso que darle flores y las palabras precisas será suficiente pero se me ocurre que sea en un lugar especial para ambos ya que no tengo la menor idea de los sentimientos de Anna y que sea en un lugar privado ayudará si las cosas no salen bien—. Deja lo pienso un rato, le diré a Kate que nos ayude y tú pregúntale a Marian si sabe cuáles son sus flores favoritas, ojalá lo sepa, y también necesitaremos la ayuda de Jonathan.

Le mando un mensaje a Kate, espero que coopere tal cual imagino, lo que tengo planeado no le gustará pero es un buen plan, que si funciona Anna y Marian me lo agradecerán después, así quizá olviden las tensiones y vuelvan a ser amigas. Lo hago por Kate, estoy segura de que ella también amaría que las cosas fueran como tanto me lo platican.

—¿Para qué me quieres? —llegó Jonathan y no sé ve feliz pero el favor no será para mi— Estaba preparando la camioneta, Marian se quedó sola.

Dudo mucho que Marian lo extrañe demasiado, lo que tenga que arreglar con él ya lo hará a su debido tiempo y ahora Juan nos necesita a los dos, en el plan que tengo Jonathan es parte fundamental porque necesitamos camioneta de no ser así ni siquiera lo llamaría.

Les explico el plan y vamos por las flores de Juan, preparamos todo en el lugar que escogió, tal parece que es donde pasa la noche con ella ya está un poco retirado pero no tan lejos como se podría esperar. Juan cada vez se pone más nervioso y ahí no puedo ayudarlo, yo sólo pongo mis ideas y de él depende que funcionen al cien por ciento.

—Ahí vienen intenta relajarte todo va a salir bien —le digo cuando veo por el camino a Anna, Kate y Marian hablan animadas, tal parece que ha dejaron pasar su pequeño incidente.

—No estoy seguro —dice Juan nervioso—. Ni siquiera es difícil, no entiendo porque se me complica tanto.

—Si no estás seguro podemos cancelar todo —respondió Jonathan—. Me parece que es demasiado pronto para que hagas esto.

—Jonathan yo no necesito tiempo para pensarlo, cuando lo sientes, lo sientes y punto, nadie mejor que tú lo sabe —es muy melodramático en ocasiones, eso le será útil para el plan que diseñé. 

—Vamos —le animo—, enójate o inténtalo. Suerte —aprieta los puños y camino hasta Anna.

—¡Ya sé lo que me estás ocultando! —le grita a Anna lo cual provoca que las tres se detengan de golpe.

—Yo no te oculto nada —contesta Anna poniendo las manos en su pecho para evitar que siga avanzando— ¿De qué me estás hablando? —le toma la mano obligándola a soltar su maleta y la jala hasta subirla a la camioneta.

—¿Pero que está haciendo ese idiota? —Kate se mueve para ir hasta Anna— ¿por qué se la lleva?

—Kate cálmate —la tomo por los brazos para tranquilizarla y no funciona porque no deja de moverse—, no va a pasar nada.

—¿Te has vuelto loco? —la que si se está volviendo loca es ella— Se la llevó a quien sabe dónde, estaba gritando. Adam suéltame tengo que hacer algo.

—Kate no es de tu incumbencia —le responde Jonathan—. Deja de meterte en sus asuntos, a ellos tampoco los puedes controlar —claro que no podía pasar la oportunidad de hacer referencia al incidente con Marian, él seguro si disfruto ver el espectáculo de hace rato.

—Te juro que si le pasa algo por su culpa jamás se los voy a perdonar —sigue intentando hacer que la deje pero de aquí no se va—. Adam déjame ir maldita sea.

—Llamaré a la policía —dijo Marian sacando el teléfono de la maleta de Kate. Jonathan camina hacia ella y la sujeta de las muñecas obligándola a soltar el teléfono.

—Si intentas algo más, no acepto hacer negocios contigo. Dile adiós a la sociedad que tanto que quieres —Marian se quedó estática, mejor dicho, conmocionada por la cercanía de Jonathan.

—¡A la mierda la puta sociedad! —le grita cuando reacciona— Suéltame o te juro que te vas a arrepentir, no tientes a la suerte —la dejo ir pero no le permitió levantar el teléfono.

—Kate, mírame —clava sus ojos en mí, está furiosa—, Anna va a estar bien, Juan le preparo una sorpresa y todo este teatro es parte de ella. ¿Me crees capaz de hacer algo para que ella salga lastimada? 

—Esas no son maneras —me responde Marian—, pudiste por lo menos mandar un mensaje de advertencia.

—Kate le hubiera dicho y no sería sorpresa, aparte ella hizo lo mismo contigo, así que me la debía —les sonreí pero ella sigue con la cara sería.

—Espero que su juego no les salga mal —contesta finalmente Kate—, a ella no le gustan las bromas pesadas.

Gracias por seguir leyendo. 

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