El recuerdo de aquel rostro

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, saben ustedes quiénes son sus respectivos dueños.

Aclaraciones: La historia se desarrolla después de que Miguel ayuda a mamá Coco a recordar a su padre. Aún no nace Socorro, la hermana de Miguel.

La portada fue hecha por la talentosa 280601Luna  .

¡Muchísimas gracias! :3

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—Mamá, ¿de verdad esta vez no es una mudanza improvisada? —preguntó la rubia con un poco de nerviosismo mientras comenzaba a empacar.

—Claro que no Riley, sólo será durante nuestras vacaciones —afirmó su madre con una sonrisa—. Verás que el tiempo pasará muy rápido.

Era fácil para ella afirmar que el tiempo pasaría con velocidad, para una adolescente que apenas comenzaba a adaptarse a su nuevo hogar la cosa era más complicada.

—Espero que no tengamos que hablar mucho... Sería un poco vergonzoso, aún no domino muy bien el español —confesó Riley mientras imaginaba como su horroroso español acabaría por traerle problemas

—Todo saldrá bien, cariño —dijo su madre con dulzura.

Su padre se acercó con una enorme sonrisa.

—Ya conseguí los boletos, todo está listo.

Era momento de comenzar la travesía.

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Le sorprendía lo pequeño que lucía el pueblo y aún así la cantidad de gente que había. Parecía que todos se conocían  entre sí.

Se escuchaban muchas voces a la vez, Riley intentó captar algunas palabras para practicar.

Caminó a un lado de su padre, parecía ser él quien dominaba más el español en su familia. Pidió indicaciones para llegar al hotel, el cual no quedaba muy lejos.

—Sólo tenemos que cruzar la plaza y pasar por el "mercado" —el jefe de la familia habló con una sonrisa.

Riley parecía sorprenderse de la gran variedad de colores en toda la plaza. Todo lucía tan pintoresco. Tan irreal para ella.

Escuchó cerca unos suaves acordes de guitarra que daban forma a una melodía agradable. Cerró los ojos disfrutando de aquel ritmo. Nunca había oído algo tan atrapante.

— ¡Oh, es música! —exclamó su madre emocionada dirigiéndose hacia la fuente del sonido.

La rubia y su padre rieron al ver la emoción de su madre, siguiendola de cerca.

Y yo se que tal vez... tú nunca escuches mi canción, yo se...

Aquella era la voz de un "niño", quizá, que se mezclaba tan bien con el ritmo de la guitarra.

Y yo se que tal vez... te siga usando a tí, robandote mi inspiración...

Riley sólo podía ver su espalda, pero le parecía sorprendente la habilidad artística del joven.

Mientras siga viendo tu cara en la cara de la luna, mientras siga escuchando tu voz... Entre las olas, entre la espuma...

La rubia se percató que era el mismo chico quien tocaba la guitarra.

Mientras tenga que cambiar la radio de estación por que cada canción me hable de ti...

Riley sintió una extraña curiosidad que la invadía por saber quien era el joven artista y se acercó un poco más.

De ti... de ti

Sus padres la siguieron disfrutando de la canción. Aquella música despertaba aún más cierta emoción en la rubia.

Permanecieron ahí hasta que el joven terminó la canción entre aplausos. Ellos no tardaron en unirse.

El joven se levantó para agradecer humildemente el gesto de su público.

Fue entonces cuando sus ojos se encontraron.

La mirada chocolate del joven se clavó fijamente en sus orbes celestes y Riley sintió sus mejillas arder. Sin embargo no tenía idea de lo que estaba ocurriendo en su interior.

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— ¡Alegría! —exclamó Miedo completamente alterado, aún más de lo normal—. ¡El sistema parece colapsarse! ¡El pulso de Riley se está acelerando demasiado!

—No lo entiendo —respondió Alegría confundida—. Riley está muy feliz... No hay nada de que preocuparse.

Sin embargo el sistema seguía emitiendo un ruido extraño.

— ¿Nada de que preocuparse? —exclamó Desagrado—. Ese chico nos está viendo, ¡y hay una mancha de salsa en la blusa de Riley!

El aspecto era la única preocupación de Desagrado, no le había dado la importancia a ese detalle.

—Oh mi Dios —dijo Furia con molestia—. ¿Tanto escándalo por una blusa y un niño?

De los cinco él era el único que no parecía inmutarse ante la causa del alboroto.

— ¡Acaba de llegar un nuevo recuerdo, Alegría! —dijo Tristeza—. Y es de tu color.

— ¡Que genial! —contestó la otra emoción con una sonrisa—. Les dije que éste viaje a México sería bastante bueno.

—Yo sigo teniendo mis dudas...—dijo Furia con simpleza.

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Miguel no entendía que pasaba en ese momento.

Simplemente la mirada de la rubia lo había atrapado, desde la perspectiva de él.

Por un momento olvidó que había gente que se encontraba alrededor de él, felicitándolo por su grandiosa interpretación.

Recibió una palmada en la espalda que lo devolvió a la realidad.

Había sido uno de los mariachis del pueblo quien lo felicitaba por su veloz avance. Se sintió un poco avergonzado por distraerse de ese modo.

El moreno agradeció el elogio mirándole con una sonrisa, y quiso volver la mirada hacia la chica rubia.

Pero tristemente la joven ya se había ido. 

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—Abuela, Miguel ni siquiera ha tocado su tamal —dijo Rosa un poco preocupada al ver que su primo estaba mirando hacia la nada desde hace largo rato.

— ¡Mijo! —exclamó su abuela con preocupación—. Si no comes quedarás muy flaco.

El mencionado se sobresaltó ante la potente voz de su abuela.

—Perdona abue, es que tengo mucho en que pensar...—antes de seguir con su discurso la mujer colocó una mano sobre su frente.

— ¿No estás enfermo? Hasta chapeado estás.

—Estoy bien, de veras abuelita —Miguel comenzó a devorar el tamal rápidamente evitando la mirada de su abuela.

Sin embargo ella permanecía mirándolo con preocupación.

—Voy a prepararte un técito, seguramente es fiebre.

Miguel suspiró derrotado. Sería imposible detener a su abuela.

No obstante, seguía recordando aquellos ojos azules que le vieron con tanta intensidad. Tampoco era la primera vez que le pasaba, pero no a este grado.

Era como si algo en su corazón hubiese encajado. El ritmo se le aceleró como la primera vez que cantó frente a un público.

— ¿En verdad me veo tan mal? —Miguel preguntó a su prima Rosita.

—Estás más ido que de costumbre, y eso es mucho —bromeó Rosita.

Miguel le vio de muy mala manera mientras ella reía de sus expresiones.

La noche había caído de repente. El joven se encontraba acariciando los acordes de su guitarra mientras observaba el techo de su habitación.

—Dante, ¿alguna vez has sentido mariposas en el estómago?

El perro ladró mirándolo fijamente.

—Sólo sentía mariposas cuando cantaba. Pero esta mañana... fue completamente diferente.

Dante se recostó en sus pies.

—Sentí como esas mariposas llegaban hasta mis manos, los pies.

Suspiró dejando su guitarra a lado de la cama.

—Es inexplicable. No termino de comprenderlo...

Miró hacia el tocador donde estaba un pequeño retrato. Se levantó de su cama y lo tomó. Contempló por unos segundos la foto y sonrió.

—Ay papá Héctor... Ojalá estuvieras aquí para explicarme que es lo que pasa.

Miguel volvió a dejar el retrato en su lugar y se recostó en su cama.

—Dante, mañana nos espera un día muy largo. Hay mucho trabajo por hacer.

El perro le miró sonriente mientras apagaba la luz.

Fue entonces cuando entre sueños y la realidad veía unos brillantes ojos azules. Los màs hermosos que había visto en su corta vida.

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—Bien, creo que podemos visitar el panteón de Santa Cecilia, ir a comer unas ricas quesadillas y conocer la famosa Zapatería Rivera —el señor Anderson hacía una lista de cosas por hacer al día siguiente.

Definitivamente estaba emocionado.

—Yo creo que hay que darnos tiempo para todo, cariño —habló su esposa riendo ante su entusiasmo.

— ¿También podríamos comprar algunos recuerdos? —preguntó Riley mientras se preparaba para dormir.

—Por supuesto monita, todos los que quieras —respondió su padre besando su frente.

—Creo que tal vez podríamos pedir un poco de ayuda para practicar tu español también —añadió su madre.

—Seguro.

Mientras sus padres seguían comentando los planes para el día siguiente Riley se acomodò en la cama.

— ¿No les parece increíble? —Alegría preguntó al resto de las emociones—. En serio estas prometen ser las mejores vacaciones del año.

—Sí, excepto por el clima —comentó Desagrado con su típico tono exagerado—. En verdad, Riley ha sudado demasiado. A este ritmo tendremos que comprar lo que gastamos en desodorante en dos meses para uno.

—Eso es lo de menos, mientras Riley pueda divertirse todo està perfecto —declaró Alegría. Además, la convivencia con mamá y papá nos ha ayudado mucho. Siento que Riley es màs cercana a ellos.

Finalmente Riley cerró los ojos.

—Bien, será entonces mejor descansar —dijo Temor comenzando a bostezar mientras los demás empezaban a retirarse.

— ¿No vienes, Alegría? —preguntó Tristeza antes de irse a dormir.

—No, hoy yo me quedaré aquí. Tengo que planear lo que haremos mañana.

—De acuerdo, entonces buena suerte —Tristeza sonrió y se fue acostar.

Alegría sonrió enormemente esperando lo que la fabrica de sueños había reservado para ese noche.

Le sorprendió escuchar nuevamente los acordes de  guitarra que habían oído durante el día. Riley recordaba la melodía y esta parecía permanecer en el inconsciente de ella. Echò una ojeada hacia las islas de pensamiento, no notando los que comenzaban a ser cimientos de una futura isla. Y mucho menos los problemas que se ocasionarían con su nacimiento. 

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