Deseo

Capítulo 6: Deseo

No puedo decir que el viaje de Jon y Eribec fue callado. Hubo momentos de plática y otros de total silencio. Al hombre le agradaba conversar, mientras que a la mujer le daba igual quedarse perdida en sus pensamientos o no.

Ella se asombró un poco cuando su acompañante estacionó su auto en el estacionamiento de un cine, de entre tantos lugares, no supuso que tendrían su primera cita en un sitio tan casual.

Jon apagó el vehículo, y salió de él, acomodándose la camisa crema que decidió usar. Su combinación fue sencilla, además de la camisa (la cual la tenía remangada hasta un poco más abajo de los codos y metida por dentro), se puso unos pantalones azules ultramar y un par de mocasines blancos.

Eribec salió en cuanto le abrió la puerta, Jon le tomó la mano sonriéndole, la temperatura en las mismas eran cálidas. Ella no pudo detener el ritmo de su respiración profunda al sentir el toque del hombre en su cintura mientras que caminaban, él no la tomaba fuerte, era más un gesto acogedor que se interpretaba de muchas formas.

Era difícil saber lo que ocurría en la mente de Jon, él no consideraba a Eribec como a las demás mujeres con las que había estado, nada más había que ver el modo en que la trataba para hacerse de una idea. No obstante, tampoco estaba interesado en crear alguna conexión con ella, a pesar de que su trato era diferente, no dejaba de ser otra persona más con qué matar el tiempo.

Para su acompañante, él era un enigma. Ella, sin saber ni siquiera su apellido o de dónde provenía (porque por su acento, era obvio que no se trataba de un nativo); aceptó que salieran sin ponerle tantas trabas. Jon era uno de los hombres más apuestos que había conocido, no dudó en ayudarla cuando necesitaba de alguien, y hasta ese entonces, actuó atento a lo que le sucedía.

En conclusión, no lo denominaba un mal partido. Lo malo de eso era que su corazón hacía el intento de superar el fracaso amoroso que dio paso a que se conocieran, Eribec no deseaba que su vulnerabilidad le hiciera generar ideas erróneas de la situación, por lo que para ella era mejor opción adoptar una distancia segura.

En donde ni él ni la mujer salieran heridos, no sabiendo que no era tan sencillo herir el corazón de Jon.

Personas como Alich Meracena, con el que el hombre compartió un año de su vida en pareja, alguna vez se preguntaron si en verdad tenía corazón... sentimientos, cosas comunes en las personas.

—¿Qué tipo de película te gustaría ver?— preguntó entrando al sitio. Enfrente del par de jóvenes, había muchas carteleras interesantes; películas del año y otras no tanto —¿Alguna de terror?— sugirió imaginando las posibilidades.

«Una asustada Eribec, cayendo rendida ante sus brazos».

Sonaba bien.

—No me gustan las de terror, comedia, romance, ni mucho menos las de fantasía— sí que era difícil de llevar —Si quieres ver una de terror, lo hacemos. Sin embargo, no prometo que me encante.

—No te gustan ninguno de mis géneros favoritos— hizo una mueca —Bueno, pasemos nuestro filtro y encontremos algo que nos agrade a ambos— caminó hasta las carteleras buscando en sus descripciones, una película que le llame a la atención —«Un joven soberbio, huye de su padre para luchar en una batalla perdida. En el camino se encuentra con el amor de su vida, y múltiples adversidades que deberá enfrentar en un camino mucho peor que la guerra: la vida misma»— leyó un cartel con la imagen de la cara de un soldado en medio de un anciano que presuntamente se trataba de su padre y el tan mencionado amor —Suena bien— giró hacia Eribec, la cual tenía los brazos cruzados pensando en la propuesta —No mencionaste el melodrama entre los géneros que no te gustaban.

—Veámosla— se encogió de hombros.

—Primero compremos algo para comer— volvió a tomarle la mano —¿Qué quieres?

—Hmm— no era del tipo que pedía comida, verse en situaciones parecidas la avergonzaba un poco —Estamos en un cine, palomitas está bien.

—No dudes en pedir lo que sea, después de todo yo fui el que insistió con la cita— le guiñó el ojo —Vuelvo en un momento, tú siéntate y espera. Iré a comprar la comida y entradas— se despidió caminando.

—No me quedaré a esperar que hagas todo, yo iré contigo— le siguió entrelazando el brazo con el suyo —La cita es entre ambos, ¿no?

—Así es— rió.

—Aunque, es cierto. El que insiste, paga— también le guiñó el ojo. El poco dinero que le pagaban como camarera, le servía para complementar lo del seguro médico. No le sobraba casi nada, para no decir que le quedaba una miseria.

La pareja primero fue a comprar las boletas y luego formaron fila para lo de la comida. A pesar de que Eribec solamente mencionó las palomitas, Jon compró hot dogs, varias donas de chocolate, y una increíble multitud de aperitivos como papas fritas y golosinas.

La cantidad era tan grande que ambos se dividieron las bandejas y entraron a la función con mucho cuidado, ellos se sentaron en los lugares del medio y sin antes comenzar la película, empezaron a devorar la comida. Al principio, Eribec se sentía tímida, pero se le quitó en cuanto le dio la primera mordida al hot dog.

—No quedará nada para cuando la película vaya por la mitad— ella susurró riéndose.

—¿Y los chocolates?— preguntó buscando en ambas bandejas.

—Aquí hay uno— se lo pasó —Tiene maní, imagino que si lo compraste es porque no eres alérgico.

—No hay cosa en el mundo que pueda matarme— lo destapó sonriente, él mordió la mitad y le dio el resto —Está muy bueno, tienes que probarlo.

—¿Cuáles son tus intenciones?— refunfuñó alzando la ceja.

—Anda, quiero compartir lo que me gusta— insistió y ella lo tomó, le dio una mordida y en efecto, el chocolate era delicioso; el sabor del maní congeniaba muy bien con el cacao —¿Verdad que está bueno?

—Puede ser— siguió comiendo.

—Amas hacerte la dura— se burló negando con la cabeza —No morirás de seguirme la corriente.

—Sí, está bueno— rodó los ojos agarrando una dona —Ahora, prestémosle atención a la película. Si querías platicar, debiste llevarme a otro sitio.

—No, tomé la decisión correcta— asintió acabados los anuncios.

El largometraje empezó y por los créditos se notaba que pertenecía al género dramático. No bien pasaron los primeros segundos, cuando presentaba una escena de guerra y de gente muriendo; también de familias llorando. El protagonista dejaba mucho que desear, su actitud no solo molestó a Eribec y Jon, sino que a todos los presentes, él trataba a su padre de una manera cuestionable, muy cuestionable.

—Es un imbécil— murmuró Eribec. Ella no conoció a su papá, pero con el amor que le tenía a su madre, no toleraba ver a alguien, comportándose así con un ser que lo amaba. Sin importar que fuera ficticio, odiaba eso.

—Sí, es medio estúpido— asintió el hombre —Aunque, quien sabe. Puede que el protagonista se comporte así, porque en el pasado su padre le haya hecho algo malo y ese sea su modo de expresarlo. Tal vez esta película trata de resentimiento.

—¿Qué?— parecía que se estaba proyectando.

El filme continuó, llegó el esperado momento en el que el protagonista se fuese a la guerra por dinero. Allí fue herido de gravedad y conoció a su amada, una enfermera que era cariñosa con todos y le sonreía al mundo.

En lo que pasaban escenas de ellos bailando con una música suave y romántica de fondo, Eribec volteó a ver a Jon y se le quedó mirando por varios segundos. Él estaba atento a la pantalla, la oscuridad no le permitía darse cuenta de que la vista de la mujer estaba en su persona y no en la película que pasaban enfrente de sus narices.

La canción continuaba y ella seguía contemplándolo pensativa; asimilaba la idea de que estuviera saliendo con alguien más. Era muy probable de que sintiera atracción por aquel individuo que conoció en un mal momento.

—¿Umh?— Jon giró y Eribec volvió a mirar al frente. Esperaba que el hombre no se hubiera percatado de lo que hacía —Como que la escena está subiendo de tono— bromeó viendo a los personajes besándose, quitándose la ropa y haciendo el amor sobre una mesa —¿Y en esa época no existían camas? Menudo dolor de espalda que han de tener luego.

—Le quisieron poner un toque sensual a la película.

—¿Una mesa te parece sensual?— le interesaba escuchar la respuesta de la mujer.

—No lo sé, nunca lo he intentado.

—Ah, yo sí, y créeme, no es nada cómodo.

Siguieron viendo. El viaje del protagonista duraba una hora y media, por lo que a la hora se pudo percibir el nudo en la historia. Su mundo se fue abajo: él no veía a su padre desde hacía muchísimo tiempo, perdió la pierna izquierda en su última batalla, donde murieron cientos de soldados; y la mujer que amaba murió de viruela.

La última escena de la película, consistió en el protagonista abrazando a su papá mientras que docenas de hojas marrones caían a su alrededor junto a la canción más triste que le pudieron poner. Él lloraba, y las personas en el cine también lo hacían, incluyendo a Eribec la cual recordó a su mamá enferma.

—Entonces la película no trató de resentimiento— susurró Jon mirando a los dos hombres abrazándose. Y tenía razón, el filme no trataba de resentimiento ni de dos jóvenes enamorados (por algo ella murió a la mitad de la historia), trataba de un hombre perdido que extrañaba su hogar, de alguien cuyo niño interior quería regresar con su papá.

Una silenciosa lágrima se deslizó por su mejilla izquierda. Como Eribec lloraba, quería ver si Jon sentía lo mismo, grande fue su sorpresa cuando lo vio.

—Atesoraré esta película por siempre— dijo la chica a la vez que pasaban los créditos —Es de las mejores que he visto.

—¿Eh?— su cuerpo estaba allí a diferencia de su mente —Ah, sí. Buena película— se levantó recogiendo los envoltorios de las chucherías —¿Nos vamos?

—Sí.

Eribec se percató de lo raro que Jon se empezó a comportar tras el filme, el largometraje lo afectó más de lo que pensaba.

Ese detalle le parecía dulce.

Los jóvenes botaron todo en el basurero y depositaron las bandejas en el área destinada para ello. Como a la salida se divisaba una enorme aglomeración de personas, ellos se acercaron para ver lo que pasaba, instantáneamente quedaron boquiabiertos.

El día que lucía hermoso cambió de aspecto, el cielo se puso gris y de él no paraba de brotar agua en enormes cantidades, incluso la brisa era hostil.

—Ay, no puede ser— resopló Eribec —Pero si en el pronóstico no decía que llovería.

—El auto no está cerca— a Jon nada más le gustaba el agua cuando tenía el control de la misma, si no era así, la odiaba; detestaba mojarse y más con la lluvia que consideraba asquerosa —Llamaré un taxi.

—Espera, ¿cómo?— tampoco era como si estuviera tan lejos, se podían ir corriendo —¿En serio vas a llamar un taxi porque tu auto se encuentra a varios metros de ti? ¿Nunca te bañaste en la lluvia cuando eras niño?

—No me gusta— retrocedió viendo que algunas gotas que se estrellaron contra el suelo, se rompieron y salpicaron en la zona inferior de sus pantalones —Maldita sea, tendré que botarlos— frunció el ceño.

—¿Qué?— no entendía nada —Mira, la lluvia no está tan fuerte. Si corremos lo suficiente, podremos llegar al vehículo y refugiarnos allí, de paso volver a casa.

—No perderás nada en un taxi— se encogió de hombros encendiendo el celular.

—Oh, vamos— se lo quitó siguiendo un impulso —Hagamos como en la película, los protagonistas corriendo bajo la lluvia.

—Resbalo, me caigo y me ensucio— hizo el movimiento de tomar su celular, pero ella fue más rápida —Vamos, déjame llamar un taxi.

—Prácticamente, me obligaste a venir aquí con todo eso del karma y blablá. Concédeme esto.

—Hmm— Jon seguía las reglas que él mismo se había impuesto, tal y como el lavado de cara, el hombre detestaba mojarse bajo la lluvia. Lo pagaría caro si terminaba bajo el clima torrencial —No...

—¡Anda!— sin tenerlo previsto, ella le dio un empujón para luego salir del sitio jalándolo del brazo —¡Vamos!— rió corriendo al auto.

Él no tuvo oportunidad para reaccionar, el hombre medio impactado, la siguió hasta el estacionamiento bajo la enorme lluvia que caía sobre sus cabezas y cuerpo. Ellos corrieron por varios minutos hasta que llegaron y con la mayor de las prisas, entraron. Por un segundo, Jon pensó en dejarla botada por obligarlo a eso.

—¿Estás molesto?— tal vez no debió forzarlo. Ambos ya tenían un par de segundos de haber entrado, y Jon no había encendido. En su cara se le notaba lo incómodo.

—Sí— no andaba con rodeos.

—¡Ah, pero el agua no mata!

—¿Y en dónde te ahogas? ¿En la hierba?

—Ni que el agua de la lluvia se te entre por los pulmones y te deje sin aire.

—Preguntaste si estaba molesto, ya te contesté.

Tenían poco tiempo conociéndose y ya era la primera vez que Eribec veía al hombre sin ese rostro característico en él, aun sin sonreír, el gesto de Jon era apacible, en ese momento no tanto.

—Lo siento— se disculpó apoyándose de la puerta —Puede que tuvieras un trauma con el agua y yo te lo recordé.

—¿Trauma?— achicó los ojos —Ay, por favor. ¿Qué trauma?

—No sé, no te conozco tanto.

—Ump, no lo hacemos.

El hombre prendió el auto. No soportaba la sensación que le transmitía el tener la ropa pegada al cuerpo, mientras que las gotas escurrían de la misma. No estaba en sus planes culminar la cita, pero cambió de opinión.

Eribec lo veía de reojo, no se esperaba que se molestara tanto tras su acción.

En el transcurso del viaje, los dos jóvenes estaban en silencio. La conexión que tuvieron en el cine desapareció tal cual lo hizo el sol radiante en medio de tremenda lluvia. Jon se estacionó enfrente del edificio en donde vivía la mujer, dejándose llevar por una muestra de cortesía, él bajó del vehículo y la acompañó hasta la entrada haciendo uso de un paraguas.

—Puedes entrar, si quieres— le dijo Eribec parada en la puerta —¿Eres de a los que les molesta usar la ropa de otra persona?

«Depende de si se trata de un fetiche».

—Depende— se encogió de hombros —¿Por qué?

—Seguro sabes que cuando dos personas terminan, siempre te quedas con algo de ella— se rascó la cabeza —De vez en cuando encuentro alguna que otra camiseta o pantalón de Ismael, podrías cambiarte y ponerte eso. Será mi compensación por hacer que te mojaras.

—¿Te parece bien que entre a tu apartamento?

—¿No eres un abusador o sí?

—De hecho, estaba planeando ir a secuestrar por ahí— ella sonrió —Ya que insistes, y abusando de tu confianza, me daré un baño— entró cerrando el paraguas.

—Se encuentra al fondo del pasillo, no tiene perdedera. En lo que te bañas, buscaré la ropa y te la dejaré encima del lavamanos.

—Me parece bien.

Jon no pensaba que la mujer lo invitaría a pasar hasta por lo menos en un mes más. Aunque con el episodio de la lluvia, como que se desencantó de ella, tuvo una opinión diferente al entrar y caminar rumbo al baño. Allí dentro, se quitó la ropa y entró a la ducha; el agua estaba increíblemente fría, muy diferente al agua tibia de su apartamento.

A las vez que el hombre se bañaba, Eribec pensaba en lo ocurrido. Ella encontró una camiseta negra en lo más profundo de su armario y la seleccionó junto a unas bermudas del mismo color. Cabe resaltar que hace unos días la había sacado para echarla a la basura, no quería tener nada de Ismael en su hogar.

—Oye, Jon. Entraré a dejarte la ropa del maldito emo de mi ex— señaló abriendo la puerta.

—Estoy por salir— él se cubrió de jabón, como mínimo, tres veces.

—No lo hagas conmigo aquí— bromeó poniendo las prendas en el lavamanos.

La mujer salió del sitio y se dirigió a la cocina. Al mismo tiempo que Jon se vestía, ella agarró una botella de vino de la nevera y regresó a la sala con dos copas en mano. —¿Y...? ¿Quieres vino?— se lo presentó a Jon en el momento que este salió con la ropa al hombro —No existe mejor cosa que beber en un día lluvioso.

—Es raro que me estés tratando así— con sospecha caminó hacia ella. Él se sentó en el sofá y Eribec hizo lo mismo —¿Te sientes culpable por haberme hecho mojar?— arqueó la ceja.

—Sí, tal vez— rellenó las copas y le pasó una de ellas —Bebe tranquilo, no te pienso secuestrar.

—¿Ah? ¿No soy digno de tu secuestro?— le dio un trago a la bebida —Está bueno.

—Me parece irónico el cómo bromeamos con temas serios— bebió del vino —Y sí, debe estar bueno. Esa cosa vale más que la ropa que llevo puesta.

«Déjame adivinar, se la regaló el ex», Jon no se equivocaba.

—Yo... confieso que soy un poco obsesivo con algunas cosas— admitió haciendo una mueca —No me puedo lavar la cara primero que los dientes, así como no me puedo mojar en la lluvia. Tengo muchas mini-obsesiones en forma de reglas que no rompo porque, sino, me siento incómodo en niveles exorbitantes.

—¿Y no has hecho nada para tratar esas mini-obsesiones? Digo, no es normal que te impongas reglas.

—Lo he hecho desde que era niño. Si voy y busco ayuda, lo único que me dirán es que deje de hacerlo, cosa que ignoraré— dio un segundo sorbo —Lamento si hace rato no te hice sentir bien; nuestra cita fue buena. Me gustó estar contigo y ver esa película juntos.

En definitiva, no mentía. Jon veía a Eribec como alguien distinguible entre los demás. El único que pudo hacer que el hombre lo viera diferente fue Asher, después de él, todas las personas a su alrededor le parecían irrelevantes.

—A mí también me gustó estar contigo— acortó la distancia jugueteando con su copa —Pude olvidar los problemas que me atormentaban cada vez que lanzabas uno de tus comentarios acerca de la película— ese hecho era muy importante para ella —Si me preguntan cuál fue la mejor parte, diría que tus bromas.

—Noté que tenías la cara tensa.

—El comentario que más me llamó a la atención fue el de la mesa— se mordisqueó ligeramente el labio inferior.

—¿Y por qué será?

Le estaban dando duro a la botella de vino, la plática ocasionaba que los jóvenes no se percataran de la cantidad de alcohol que ingerían a la par que cruzaban palabras. Ya cuando el recipiente se encontraba casi vacío, fue que se empezaron a sentir un poco mareados, con el típico efecto de en «las nubes».

—Iré a buscar otra botella— anunció levantándose. Esa era la única que le quedaba.

—Te acompaño— también se puso de pie, lo hizo tan rápido que rozó con el pecho de la mujer, quedando ambos viéndose fijo a los ojos. Las mejillas de Eribec, que habían enrojecido por la embriaguez, se ruborizaron más al tenerlo tan cerca.

—Amh, n-no es necesario— titubeó. Jon no apartaba la mirada de sus labios.

—Quiero...— iba a romper su palabra, deseaba estar con Eribec como un hombre deseaba a una mujer. La amistad no cabía en la ecuación —Estar cerca de ti.

—Jon...— no sabía si era por los tragos, o porque tenía un par de días pensando en él. Su cita en el cine y lo que estaba pasando en ese instante, la llevó a la conclusión de que quería lo mismo.

Despacio, la mujer cruzó los brazos alrededor de su cuello. Él, en cambio, colocó las manos en su cintura y sintiendo ambos la temperatura de sus cuerpos elevarse, unieron sus labios en un movimiento continuo, queriendo no separarse nunca.

—Nunca te lo había dicho antes, pero me encanta la forma de tus lunares— susurró separándose un poco de ella. Y es que, en la parte izquierda próxima a su mentón, la mujer tenía varios lunares que sí eran entrelazados en una línea, daban la forma de una «V». Para alguien amante del mar y las estrellas, a Jon le parecía similar a la constelación de piscis.

Él la cargó, cruzando Eribec las piernas por detrás de la cintura de su acompañante.

Entre besos, el hombre caminó hacia la habitación, en donde la dejó en la cama. —¿Crees que está bien?— preguntó ella con la respiración agitada, mientras que Jon se quitaba la camiseta. En respuesta a su pregunta, él le propició otro beso al mismo tiempo que levantaba la falda de su vestido.

—¿Por qué no lo estaría?— susurró percibiendo las manos de su pareja a lo largo de su espalda desnuda. Ambos no iban apresurados, tampoco lento; su ritmo era más bien, la envolvente combinación de los dos términos.

Ella se sentó para, de una vez por todas, deshacerse de aquel vestido que les obstruía. Ya en ropa interior, volvió a besarlo; en el proceso se acostó en la cama, siendo víctima del increíble cosquilleo que sentía en su zona baja. Jon no se quedaba atrás, una increíble electricidad recorría la superficie de su cuerpo, al mismo tiempo que repasaba cada centímetro de su piel con sus labios.

El alcohol, la calentura y el fuerte deseo por saciar su sed de pasión, los hizo olvidarse de un detalle importante.

Muy importante... 

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Bueno...

Espero que te haya gustado el capítulo :D

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