Convence a mi orgullo
Capítulo 14: Convence a mi orgullo
Los planes de Álvaro no eran claros, pues el hombre era descrito como alguien reservado. Ni siquiera Anette «Anny» Eiracena, que era la persona con la que pasaba más tiempo, tenía idea de lo que cruzaba por la mente del hombre.
Primero decía que quería proteger a su hermano y luego lo amenazaba sin el menor de los tapujos. El amor fraternal que sentía por Jon no era más grande que sus convicciones, nada ni nadie arruinaría sus planes.
—Muy bien, la primera parte está hecha— habló por celular con alguien en particular.
Pasaron dos días desde su plática con Jon, recuperar su puesto era lo único que le faltaba para, de una vez por todas, regresar al clan cena y llevar a cabo su estrategia.
—Muy bien, mantenme informado de cualquier cosa— respondió la voz detrás de la línea.
Eiracena entró a la habitación. Álvaro colgó la llamada desde que la vio, hecho que la inquietó un poco.
—¿Con quién hablabas?— se sentó en la cama, detrás de él; ella lo rodeó con sus brazos.
—Eso no importa— cortó levantándose —¿No era que te ibas?
—¿Quieres que me vaya?
—Por mí, haz lo que se te cante— se dirigió al armario y de allí sacó una camiseta. Anteriormente, nada más tenía unos pantalones puestos.
—No te matará ser un poco más cariñoso conmigo— suspiró desanimada.
—¿Qué opinaría tu familia al respecto?
—No metas a mi familia— se puso de pie.
—Olvidas una cosa— dejó de hacer lo que estaba haciendo, para ponerse enfrente de la mujer —Tú y yo no tenemos ninguna relación, ambos fuimos bastante claros con lo que queríamos desde un principio. Tú eres mi amante ocasional y yo soy el tuyo, así que no demandes algo que no puedo darte.
Álvaro optaba por mantener distancia en su relación con Eiracena. Cada equis tiempo él le recordaba el motivo por el cual estaban juntos. No podía negar que le gustaban las noches en las que no dormían, también sentirse acompañado en las mañanas más frías, sin embargo, el hombre no estaba interesado en comprometerse de ninguna manera con la mujer.
Sabía que lo de ellos era imposible: él era un impuro, y ella era la representante de una de las familias cena. Ni su familia ni clan permitirían que se diera una relación como esa.
Del lado de Anny, ella amaba a Álvaro como nunca había amado a alguien más. A pesar de su personalidad distante y sus múltiples comentarios tajantes, el corazón de la mujer le pertenecía a una sola persona.
Era tanto su aprecio por el mayor de los Aracena que ella llegó a la conclusión de que él sentía lo mismo, solo que debía mantener las apariencias por lo peligroso que resultaría un romance tan apasionado.
—No tienes que repetírmelo cada vez que puedes, no soy estúpida— susurró bajando las cejas.
Por más que lo amase, no evitaba sentirse mal por sus comentarios y el modo en que le hablaba. Su corazón se comprimía por cada vez que el hombre la despreciaba.
Eiracena abandonó la habitación. Álvaro, en cambio, aprovechó para cerrar la puerta con seguro y buscar unos papeles escondidos debajo del colchón. De allí sacó un conjunto de documentos que tenían una sola cosa en común: información de dónde se podía encontrar la bodega del clan, lugar en el que estaba almacenada la carne más cotizada del mundo.
—¿En dónde tendrán guardada esa cosa del demonio?— susurró ojeando las distintas direcciones. Él las revisó todas y ninguna daba con el verdadero sitio. Los únicos que podían acceder a la bodega, era el líder del clan y un equipo selecto de personas que se encargaban de darle mantenimiento. Lo malo es que nadie sabía de quienes se trataban.
Durante toda su vida, Álvaro cargó con un solo objetivo; uno tan fuerte que nadie se interpondría en su camino para conseguirlo, ni siquiera Jon que era su hermano y la persona que, según él, más amaba en el mundo.
***
Asher, Asher, Asher... Él sabía que su misión no sería sencilla, aunque tampoco supuso que Eribec se la pondría tan difícil.
La mujer se negaba a que su hijo tuviera algo que ver con Jon, estaba dispuesta a protegerlo de lo que sea con tal de que no le hicieran daño. Ella no pidió embarazarse de una persona tan problemática, detalle que Asher entendía, pero lo que el hombre no comprendía; lo juzgaba.
Para el rubio era inaceptable que Eribec prefiriera que su hijo se quedara en un hospital público, a una clínica privada en donde le brindarían todos los servicios sin tener que pagar por ninguno de ellos.
Para nadie era un secreto, que lo peor que una persona podía hacer en ese país, era enfermarse. Por lo que alguien racional, no lo dudaría dos veces en aceptar lo que le estaban dando: un servicio de la mano de los mejores médicos especialistas en el caso de Aidan.
«¿Por qué lo piensa tanto?», era un pensamiento habitual en la mente de Asher.
Por cada hora que pasaba convenciendo a la mujer, maldecía miles de veces a su amigo. Él no quería estar ahí, quería sus vacaciones en el Caribe, lo malo es que debía sacrificarse para obtenerlas.
—Maldita sea— suspiró sentado en una de las sillas de la sala de espera.
Él estaba enfrente de la zona de niños con enfermedades cardíacas, Eribec se encontraba dentro de la habitación de Aidan como era usual en ella. Pasaron dos días, y en ese tiempo, su misión no tuvo ningún progreso.
—¿Todavía andas por aquí?— le preguntó Lovejoy. La doctora pensó que ante la negativa de su amiga, el hombre dejaría de perseguirla a ella y al pequeño Aidan. Asher era más insistente de lo que creía.
—¿No tienes algo mejor qué hacer?— masculló. Estaba harto de que la mujer se entrometiera en los asuntos de Eribec. No bien la convencía un poco cuando ella la hacía retroceder en su decisión —¿No es médico? Debe haber vidas qué salvar... o matar en su caso.
—¿Qué insinúa?— levantó la ceja.
—Me haría un favor si dejara en paz a Eribec Pujols— se puso de pie con los brazos cruzados. A pesar de que Asher era mucho más alto que ella, su porte no la intimidaba en lo absoluto. Jenn Lovejoy se trataba de la amiga que Eribec necesitaba, alguien con el coraje que a veces le hacía falta.
—Vaya, me leyó la mente— frunció el ceño —Lo mismo opino de usted y del patán de su amigo. Que por cierto, ¿dónde está que no se ha atrevido a dar la cara? Así no es como actúa alguien que se ha enterado de que tiene un hijo de tres años.
—Primero, si a Jon no le importara, yo no estuviera aquí. Y segundo, usted no es quién para opinar sobre esta situación.
—¿Qué dices?— rió indignada —Yo fui la que acompañó a Eribec en estos tres años, amo a ese niño con todo mi corazón y no permitiré que un imbécil venga a arruinarlo todo. No tienes idea de lo mucho que mi amiga sufrió a causa de ese sujeto.
—Él ni siquiera sabía que ella estaba embarazada, no se habría ido de saberlo— Jon podía parecerle cualquier cosa, pero Asher estaba seguro de sus palabras; sentía que lo conocía como la palma de su mano.
—¿Y qué? ¿Crees que lo que hizo está bien? ¿Abandonar a una mujer luego de intimar con ella?
—No, no lo está— suspiró —Sé muy bien como sucedieron las cosas y las repruebo totalmente. No obstante, tú que eres doctora, sabes muy bien lo importante que es llevar al niño a un centro especializado. ¿Por qué no la convences? ¡¿El orgullo es más grande que el bienestar de Aidan?! ¿Eso pasa?
—Tú no sabes nada.
—Más que tú, sí sé.
Eribec salió del cuarto. La mujer arrugó el rostro desde que vio que Asher continuaba rondando por la zona. Ella también tenía la esperanza de que él se fuera luego de su rechazo.
—Hasta que al fin saliste— le dijo el hombre.
—No estoy interesada en hablar contigo— cortó caminando con dirección a la salida —Mi respuesta no ha cambiado.
—Detente— él aceleró los pasos hasta agarrarla del brazo. Luego, obstruyó su camino poniéndose enfrente de ella —Es momento de que sea sincero contigo.
—¿De qué hablas?
—Tú no conoces a Jon. Será peor que él venga personalmente a hacerse cargo del niño. Ayúdame a ayudarlos; no querrás lidiar con él, es un desastre.
—¿La estás amenazando?— intercedió Lovejoy.
—¡Cállate de una buena vez!
Su voz, tan fuerte y ronca, la espantó provocando que, sin quererlo, retrocediera. Asher estaba al tope de sus intervenciones, él no mentía cuando decía que la aparición negativa de Jon traería muchos problemas.
—Aracena no tiene derechos sobre mi hijo— contestó Eribec utilizando un tono firme —Ese niño que está allá dentro, se llama Aidan Pujols y ese hombre no le debe nada, puesto que nunca lo ha necesitado. Dígale que deje de joder.
La mujer se iba a ir junto a su amiga cuando la respuesta de Asher la sacó de órbita:
—¡¿Por qué es tan difícil viajar al Caribe?!— por poco y se le salían las lágrimas —Dicen que sus playas doradas, clima cálido y gente hermosa; son paradas que se deben hacer por lo menos una vez en la vida.
—¿De qué... está hablando?
«Ahora sí enloqueció», en realidad pensó.
—¡Podrá parecerle egoísta, ya que lo soy, pero si ese niño es transferido a la clínica provista, me iré de vacaciones al Caribe! Estoy entre República Dominicana, Aruba o Barbados.
—¿Qué...?
—¡Si quieres me puedes acompañar cuando el pequeño se recupere, podemos ir los tres!
—¿Pero qué le pasa?— cuestionó Lovejoy.
Eribec no sabía qué era peor: su propuesta o la seriedad con la que hablaba. A diferencia de con Jon, la mujer no percibía desconfianza en Asher. Sus ojos eran sinceros, cada expresión de su rostro le parecía intrigante y por eso, era de suponer que lo que decía con respecto a Jon, era verdad.
No iba a ser conveniente que el padre de su hijo apareciera desde donde sea que estaba.
—Está bien, acepto tu propuesta— asintió con una mueca —Vayamos... al Caribe cuando mi hijo se recupere.
—¿De verdad?
—¿Qué?— Lovejoy no se esperaba esto —Eribec, ¡¿qué?!
—¿Estás en tu turno libre, verdad?— preguntó la mujer —¿Podrías acompañarme hasta mi apartamento? Necesito cambiarme.
—Sí, está bien. Yo te acompaño— miró a Asher con ojos asesinos —No nos seguirá, ¿cierto?
—Mi lugar está con el niño.
No bien las mujeres se fueron cuando el celular de Asher comenzó a sonar; el hombre sacó el aparato del bolsillo e hizo una mueca al ver que se trataba de Jon:
—¿Qué pasa?— preguntó observando a Aidan desde la ventana. El niño dormía con un cansancio perceptible, ningún pequeño era merecedor de una infancia tan tormentosa.
—¿Y esa manera de saludar a tu amigo?
Jon se escondió en la parte trasera de la clínica para poder hablar. La situación con Álvaro lo tenía tenso; tarde o temprano tendría que devolverle su antiguo puesto, por más que le disguste.
—¿Hay otro modo? Jon, me dijiste que Eribec era testaruda, pero no me advertiste cuánto.
—Oh, ¿qué pasó?
—Me la pasé dos días enteros tratando de convencerla para que transfiramos a Aidan a la clínica. Esa mujer te detesta, más su amiga, que no para de meterle cizaña contra ti y por ende, contra mí.
—¿Hablas de la doctora?
—Sí— suspiró —Pero descuida, ya logré que aceptara.
—Sabía que eras de confianza— sonrió —Dime, ¿qué hiciste para convencerla? Eribec es sumamente difícil.
—Bueno...— no veía conveniente decirle —Eso no es lo importante— suspiró.
—¿Qué me ocultas?
—Ya te dije que no importa— cambió su tono de voz en muestra de que no quería seguir hablando de eso.
—Bueno, por lo que sea que hiciste, te felicito— él hizo un gesto nostálgico al recordar el corto tiempo que pasó con Eribec. El hombre todavía mantenía la idea de que, de no haber sido por la noticia de su padre, él se habría quedado por una temporada más con ella. —Y dime, ¿cómo viste a la mujer?
—Enojada. Ella te odia y se nota, es difícil no darse cuenta de ello.
—Sí, no me sorprende.
Jon era alguien que ocultaba muchas cosas, el hecho de que no se pudo olvidar de Eribec era una de ellas. Él creía que nunca se había enamorado de alguien, aun así, recordaba los pequeños detalles que en ese momento no le parecieron importantes.
¿Por ejemplo? El hombre evitaba el chocolate caliente porque le recordaba al elaborado en Sarah's delicate, lugar en donde trabajaba Eribec cuando se estaban conociendo. También, volvió a buscar la película que vieron en el cine, y la miró a escondidas. Aquella vez, él buscaba el mismo sentimiento que le generó cuando estuvo con ella.
—Cambiando de tema. Melody no es la única hija que tienes. Debes sacar tiempo para venir a ver a tu hijo que también necesita un padre.
—Ahora mismo no me puedo separar de Alich. Sé que Aidan me necesita y juro que le daré la misma prioridad que a Melody, pero ahora no.
—¿Y cuándo será eso?
—Asher, ¿cuál es tu punto?.
—No estás haciendo las cosas bien, ese es mi punto. Quiero que mañana estés aquí, siendo un padre para ese niño que aunque no lo hayas preguntado, no se ve nada bien.
—Detesto que me des órdenes.
—¿Y qué vas a hacer? ¿Despedirme? Porque como empleado puedes buscar a quien quieras, ¿pero un amigo que te diga las cosas como son? A nadie.
Asher colgó. Si quería que Jon tomara sus palabras en serio, debía ser duro con él.
—¿Y ahora por qué todo el mundo me trata como se les antoja?— se quejó Jon viendo la pantalla de su celular —¡Soy el sucesor de los cena, Jon Aracena! ¡¿Por qué no lo tienen claro?!
Así fue como Jon decidió que iría mañana mismo a poner a Asher en su lugar... también vería a su hijo, y no porque su amigo se lo ordenara, sino porque se le daba la gana.
Sí, por eso... digamos que sí.
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Espero que te haya gustado :D
Pobre Asher, lo único que quiere es vacacionar en el Caribe jsjs
Al menos hasta ahora, es lo único.
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