Piloto
Normalmente, cuando inicias una historia, tratas que sea un comienzo épico o tan siquiera memorable. Un inicio perfecto para un cuento increíble, que quizás con suerte sea contado por padres a sus hijos antes de dormir... o en su defecto para darles pesadillas mientras acampan durante la noche.
Entonces. ¿Es esta una historia épica sobre un elegido que debe traer balance a dos fuerzas opuestas para salvar a todos?
La verdad... no, o al menos no en un inicio, además aquello ya se ha visto en una galaxia, muy, muy lejana.
Más bien, es una historia sobre cómo un chico común (dentro de los parámetros de serlo), termina siendo arrastrado a "arreglar" y "pelear" por una causa... que él ni siquiera pidió en un inicio.
¿Cómo lo sé? Te estarás preguntando.
Pues, porque yo soy "ese" chico.
Soy Lincoln Loud, y para entender de lo que hablo, debemos retroceder en el tiempo, específicamente al momento donde fui arrastrado a toda esta mierda.
Si, dije mierda, si la etiqueta "Madura" nos da carta libre para usar todo el catálogo de malas palabras, sin que terminen borrándonos, que así sea.
Ahora si, empecemos:
-Royal Woods, Casa Loud, Hace un tiempo-
El desayuno en la Casa Loud no es algo para los débiles de corazón. Es una mezcla entre un campo de batalla y un espectáculo de circo. Cada quien compite por su espacio, su comida y, si tienes suerte, un momento de paz.
Lola y Lana discutían porque alguien había dejado barro en el baño compartido (spoiler: era Lana). Lori estaba pegada a su teléfono, enviando mensajes a Bobby, mientras Leni confundía un cuchillo de mantequilla con una espátula para voltear huevos. Lisa, por otro lado, estaba haciendo "ajustes genéticos" a la leche.
En medio de todo esto estaba yo, Lincoln Loud, tratando de comer un tazón de cereal.
—Stinkcoln, pásame la leche.—dijo Lynn mientras hacía dominadas con un balón de fútbol.
Antes de que pudiera hacerlo, la botella literalmente explotó en la mesa.
—Ah, sí, olvidé mencionar que Lisa agregó algo de 'mejoras proteicas'—comentó Lucy desde el rincón donde escribía en su diario.
Tomé aire, intentando mantener la calma y no perder los estribos. Este tipo de caos era normal. Demasiado normal.
No es que no quiera a mi familia, porque lo hago. Mucho. Pero, sinceramente, a veces todo esto se siente como un circo en el que estoy atrapado. Y lo peor de todo, soy un simple espectador muchas veces.
Soy solo un chico de 11 años con cabello blanco viviendo en una casa con sus 10 hermanas y 2 padres que hacen lo mejor que pueden. No soy el genio científico, ni la estrella deportiva, ni la fashionista. No soy nada extraordinario. A veces, me pregunto si es suficiente ser simplemente "Lincoln".
Pero, ¿sabes qué es lo peor? Que ni siquiera puedo decidir si desearía que las cosas cambiaran o no. Porque cuando no están gritándose unas a otras, destruyendo la casa o simplemente causando caos por donde se paran, mi familia puede ser bastante... bueno, increíble.
¿Ves lo que quiero decir? Ni siquiera mis pensamientos están claros.
—Lincoln, ¿puedes venir al ático conmigo?
La voz baja de mi hermana Lucy interrumpió mis pensamientos. Me giré para verla en la puerta de la cocina, con su típica expresión inexpresiva y sus ojos cubiertos por su flequillo negro.
—Hay algo que necesito para un proyecto personal y necesito tu ayuda para buscarlo, 'suspiro'— dijo Lucy con su tono apagado de siempre y su manía por exclamar sus gestos.
—¿Qué tipo de proyecto?—pregunté, aunque ya me hacía una idea de lo que diría.
—El tipo que probablemente no entenderías.—respondió simplemente.
Suspiré. No es que me emocionara subir al ático, pero Lucy rara vez pedía ayuda. Y, bueno, ser el hermano mayor implicaba estas cosas.
Aunque me sigue desagradando que ni siquiera pidan las cosas 'por favor', no es tan difícil maldición. ¿Así es como se siente que te den por sentando? Que horror.
El ático de la Casa Loud era oscuro, polvoriento y, francamente, un poco espeluznante. Lucy ya había encendido un par de velas negras y estaba revolviendo cajas mientras yo trataba de no tropezar con algo.
—¿Qué estás buscando exactamente?—pregunté, moviendo una vieja lámpara.
—Algo... especial.—dijo Lucy, como si fuera lo más obvio del mundo.
Rodé los ojos, aveces es tan molesto que quiera hacerse la misteriosa, pero seguí buscando. Fue entonces cuando mis manos rozaron algo extraño. Una caja diferente al resto.
—¿Lucy, qué es esto?— pregunté confundido mientras abría la pequeña caja cerca del baúl de la bisabuela Harriet.
Saqué un libro. Era enorme, con una cubierta negra y detalles dorados. En el centro, había un pentagrama rojo que parecía brillar débilmente bajo la luz de las velas.
Lucy se acercó rápidamente, sus ojos iluminándose... O eso parecía dada su expresión con una mueca de asombro.
—Es...es perfecto.— dijo con total asombro mientras tomaba su teléfono, tal vez para llamar a Haiku u otro de sus amigos para contarles de esto.
—Perfecto para ti, tal vez—murmuré, mientras seguía observando aquel extraño libro que probablemente fue posesión de la bisabuela.
De todos en la familia, Lucy era no solo la que era un retrato vivo de la bisabuela Harriet, también tenía esa curiosa fascinación por el ocultismo y las cosas esotéricas, como las cartas de Tarot. Nuestros padres nunca habían regulado demasiado lo que hacía, aunque quizás sería diferente con este libro.
El pentagrama rojo estaba fijo en mi mirada, por un instante me pareció verlo fluir como si tuviese líquido, pero rápidamente lo descarté al pensar que se trataba de un efecto de iluminación. Aún así, algo del libro me impedía soltarlo, como si me insistiera en hecharle un vistazo.
No resistí más y lo abrí.
Las palabras en la página parecían moverse. No entendía lo que decía, como si fuera un idioma completamente diferente, pero las letras comenzaron a cambiar frente a mis ojos, hasta que pude leerlas.
"El elegido será llamado en el momento señalado, cuando los reinos se entrelacen y el destino reclame su deuda."
Leí en voz alta.
De inmediato, sentí un frío extraño en el pecho, seguido de un calor sofocante. Una ráfaga de viento llenó el ático, apagando las velas. Lucy intentó quitarme el libro de las manos, pero el viento era tan fuerte que la mantenía alejada de mí.
— ¡Lincoln, suéltalo!— gritó con una voz desesperada, muy diferente a su usual tono de voz. Mientras luchaba con la corriente de aire que parecía tener vida propia al alejarla tan fervientemente.
Las palabras en el libro seguían repitiéndose en mi cabeza. Voces empezaron a susurrar, primero en un tono bajo, luego más fuerte, hasta que parecía que todos estaban gritando al mismo tiempo:
"¡El elegido! ¡El elegido ha sido encontrado!"
El suelo bajo mis pies se rompió, y antes de poder reaccionar, un portal negro con bordes naranjas que brillaban como el fuego se abrió, retorciéndose como si estuviera vivo y cuyo interior era un vacío infinito capaz de tragarse todo.
Sin embargo, justo antes de que perdiera el conocimiento, vi algo extraño en la oscuridad que me rodeaba.
Esos ojos, rojizos y de forma asquerosa, viéndome fijamente. Como si fuera una presa que acaba de ser atrapada exitosamente, no sé que eran... pero me dio miedo.
Y entonces me perdí en la inconsciencia.
••••
Un viento cálido me golpeó el rostro, pero no era como el de Royal Woods en primavera, este era más pesado, olía a ceniza con una mezcla de azufre. El suelo bajo mi espada se sentía sólido y árido al mismo tiempo, Parpadeé varias veces, intentando enfocar la vista. Mi cabeza zumbaba y una sensación de vértigo me hacía querer quedarme allí tirado. Me llevé una mano a la nuca y la otra al pecho, como si al presionarlo pudiera detener el latido frenético de mi corazón.
—¿Lucy? —mi voz salió débil, apenas un susurro. La garganta me quemaba. Tosí y forcé mis ojos a abrirse más mientras trataba de ubicarme.
Lo que vi me dejó helado.
Nada de lo que me rodeaba tenía sentido. Un cielo rojizo con tintes anaranjados se alzaba sobre montañas negras de las que brotaba lava incandescente, como heridas abiertas en la tierra. El aire era caliente, seco, y cada bocanada me raspaba los pulmones. Miré mis manos, cubiertas de polvo, y luego mi ropa, que ahora parecía llena de ceniza.
—¿Qué... qué es esto? ¿Dónde estoy? —pregunté al aire, con la esperanza de que alguien, cualquiera, respondiera. Pero lo único que escuché fue el viento, un murmullo bajo que parecía susurrar palabras incomprensibles.
Sentí cómo se me formaba un nudo en la garganta. El vértigo volvió, pero esta vez no era físico. Era el peso de la realidad cayendo sobre mí.
—¡Lucy! —grité, mi voz rebotando contra las rocas cercanas. Nada. Mi respiración se aceleró. Quería que esto fuera un sueño, uno muy extraño y muy malo, pero todo se sentía demasiado real.
Las lágrimas me escocieron en los ojos antes de que pudiera detenerlas. Me limpié la cara con el brazo, tratando de recomponerme, pero una pregunta seguía repitiéndose en mi cabeza:
¿Cómo diablos voy a volver a casa?
Mi pecho subía y bajaba rápidamente, pero antes de que pudiera empezar a hiperventilar, un sonido bajo y gutural me sacó de mi espiral. Me detuve en seco. Mis oídos captaron algo que no había notado antes: pasos. Y no eran míos, ni siquiera estaba seguro de que fueran humanos.
Solo, aterrado y paralizado, solo pude quedarme quieto mientras los pasos se acercaban cada vez más.
Y, por primera vez desde que tenía uso de razón... deseaba estar en el caos habitual de su propio hogar.
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Continuará.
Viejo fandom, nueva historia.
Tenía esta idea en mi cabeza desde hace tiempo y el ver fanfics en inglés con la misma temática me hizo decidirme por intentarlo, como dice el título es un pequeño piloto para ver el interés que puede generar y de eso dependerá si lo actualizo más seguido o lo dejo morir.
Espero les haya gustado (a quien lo haya leído o le guste Tlh), se agradecen los votos, las lecturas y los comentarios.
En fin, yo me despido y nos vemos en otra actualización.
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