Final
Seis meses habían pasado ya desde que Chimon se graduó de la universidad. Su vientre era tan grande, que apenas veía la punta de sus zapatos, pero aún seguía trabajando como el asistente de sus alfas. La señorita Namtan volvió a ser la secretaria después de tener a su pequeña bebé y Chimon cada vez se sentía más cansado.
Ocho meses de embarazo se dicen fácil, pero un embarazo doble era el doble de cansado. La mejor parte de todo ese proceso, eran las atenciones de sus alfas. Cada día, luego del trabajo se encargaban de darle muchos mimitos. Masajeaban su espalda y sus pies, le daban besos y le hacían el amor suavemente. Le hablaban dulcemente a la pancita. Los cachorros reconocían sus voces, daban pataditas cuando los oían susurrar canciones a la altura del hinchado vientre y en las madrugadas inquietas solo se calmaban con las caricias que dejaban sobre la tersa piel. Dándoles calor y sosiego.
—Creo que ahora si deberías dejar el trabajo cariño. Solo falta un mes para que nazcan estos pequeños revoltosos y tú estás cada vez más cansado.
—No quiero. La casa me aburre.
—Es necesario. El doctor Weerayut dijo que en las últimas semanas necesitarías guardar todas tus energías para el parto.
—Pero-
—Pero nada. Obedece a tus alfas, omega rebelde. —Ohm trataba de persuadirlo.
—Para que no te sientas solo, Ohmie y yo nos turnaremos para estar contigo en casa. —ayudó Nanon.
—Así es cariño. A partir de mañana te quedas en casa, la señorita Namtan puede hacerse cargo ahora que tuvo a su bebé. Yo me quedaré contigo y Nanon irá a trabajar, luego será su turno de acompañarte.
—Está bien. Si van a estar conmigo, lo haré. Me quedaré en casa.
Las siguientes dos semanas Nanon y Ohm se turnaban en el trabajo para acompañar a su omega. Estaban preparando todo en la compañía para cuando Chimon tuviera a los bebés. Dejarían a cargo a Off porque era el más indicado para el trabajo. Se darían al menos un mes de vacaciones luego del alumbramiento para atender a Chimon y los cachorros.
Una semana faltaba para el gran día. El doctor dijo en la última consulta que los bebés ya estaban en posición, muy sanos y fuertes. Solo esperando el momento para llegar al mundo.
Los alfas decidieron pasar la última semana los tres juntos. La compañía no iba a moverse de su lugar y Off podía con el trabajo.
Pasaban el día entero acurrucados o dando pequeñas caminatas por el jardín. Uno que habían mandado acondicionar para que los niños tuvieran un patio de juegos, así como la habitación en la que dormirían.
Chimon se había encargado personalmente de la decoración. Estaba pintada en color lila y se podían ver dibujadas pequeñas ballenas púrpuras en diferentes puntos de cada pared. Las dos cunas eran de color blanco y tenían cobertores amarillos. Los muebles eran todos blancos también y la ropa que habían comprado era de todos los colores.
No sabían el sexo de los bebés. En ninguna de las ecografías se dejaron ver, por eso la ropa era de colores variados. No importaba si eran niños, niñas o ambos. Un color no definiría nada.
Estantes llenos de juguetes a lo largo de las paredes, cajones llenos de pañales y una silla mecedora en una esquina. Los móviles sobre las cunas tenían pequeños animalitos de peluche, ambos a juego. Un perrito amarillo, un pequeño pony azul y una ¿galleta?
¿Por qué había una galleta entre los animalitos?
¡Ah! Ese había sido Ohm, quien insistió en colgar una galleta de juguete en cada uno de los móviles.
Estaba todo listo para la llegada de los cachorros. Los tíos Bright y Win prometieron ser los más consentidores e incluso Gunnie se había sumado a la familia. Conocía a Chimon por su primo Bright y debido a que Off era amigo de Ohm y Nanon, su trato con ellos se volvió más cercano.
Estaban preparados para todo, menos para el verdadero acontecimiento.
Mientras Nanon intentaba cocinar algo para los tres, Ohm terminaba de instalar las protecciones para bebés en cada toma de corriente a menos de un metro sobre el nivel de suelo.
Chimon se daba un baño en la habitación o eso creían, cuando un omega alterado salió lo más rápido posible por el pasillo hacia la sala.
—Traigan el trasero aquí, que estos cachorros van a nacer en cualquier momento.
—¿Qué? ¿Estás seguro? —preguntó Nanon con una espátula entre manos.
Había tenido las primeras contracciones mientras se bañaba y ahora, de pie en la sala no tuvo que decir nada más. Rompió fuente en el momento que una nueva contracción se abría paso.
—¿Necesitan más seguridad que esto?
La comida quedó olvidada y las herramientas esparcidas por la alfombra. Los cachorros estaban en camino y debían llegar pronto al hospital.
—¡Oh diablos! Ustedes se congelan al primer indicio de pánico. Nanny, ve por el auto. Ohm, trae la maleta que preparamos. —ordenaba Chimon— Y vámonos ya o voy a tener a estos cachorros en la entrada de nuestra casa.
» En el hospital Chimon dejaba su aliento entre contracciones. Dos bebés eran demasiado para traer al mundo, pero quería un parto natural, por muy difícil que resultara. Nanon y Ohm sostenían cada una de sus manos como muestra de apoyo. Estaban demasiado nerviosos, pero también ansiosos y emocionados. Al fin conocerían a sus cachorritos.
Después de varias horas de trabajo de parto, el primer bebé estaba fuera. El doctor se lo tendió a Ohm en ese momento. Un precioso varón de hermosos ojos que hizo un atisbo de sonrisa y para sorpresa del alfa tenía unos tiernos hoyuelos. Definitivamente era el bebé de Nanon.
—Míralo Nanon. Es un niño y es igualito a ti. —dijo, emocionado— Hola bebé. Soy tu papá alfa y este de acá es tu otro papá alfa.
No le dio tiempo de tender el bebé hacia Nanon, ya que en ese momento una nueva contracción arrancó un grito de Chimon. El segundo bebé estaba por salir.
Chimon estaba cansado, dolorido y desesperado, pero haría un nuevo esfuerzo por traer a su otro cachorro al mundo.
Cinco minutos después el segundo llanto inundó la habitación. Otro hermoso bebé, un segundo varón tan fuerte y hermoso como su hermanito. Este fue extendido hacia Nanon, que al verlo quedó aún más enamorado. Sus ojos felinos y el pequeño lunar en su mejilla eran la representación de Ohm.
Acercaron los bebés a su padre omega que yacía tendido en la camilla, sin fuerzas, para que pudiera conocerlos. A sus cachorros.
—Mira cariño. Son nuestros bebés. Tienen las manitas pequeñas y rechonchas como las tuyas.
Chimon dio un corto beso en la frente de cada uno de sus hijos. La prueba de su amor con sus alfas y de una unión que por más que fuera un tabú, uno muy mal visto ante la sociedad, era lo más puro que existía. Estaba exhausto, pero feliz. Vio a sus dos compañeros reflejados en los rostros de sus pequeños tesoros y se sintió completo. Las piezas de su alma estaban juntas en el mismo lugar.
Porque es el destino. No sé puede ir contra él, ni tratar de cambiarlo.
Es inesperado. Nunca se puede siquiera imaginar lo que sucederá.
Es inevitable. No importa qué suceda. Siempre se cumple.
Chimon era un omega cliché de cabellos rosas que deseaba algún día encontrar a su alfa destinado, sin imaginar que encontraría a dos para ser feliz.
Ohm y Nanon eran dos alfas en una relación, que no creían en el destino ni los compañeros, que nunca esperaron encontrar al omega que revolucionaría sus vidas. Uno para compartir y amar por igual.
Dos alfas y un omega que ahora tenían un lazo irrompible y una preciosa familia para cuidar.
𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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