14. Cuatro manos insaciables

Después de ese extraño intercambio íntimo, Chimon se sentía aún más confundido.

Los días seguían pasando como si nada después de eso. En el trabajo todo continuaba igual. Programar y cumplir los horarios y la agenda de los jefes, recibir los recados telefónicos, acompañarlos a las juntas y tomar notas.

Los alfas no habían mencionado nada acerca del extraño beso días atrás, ni nada relacionado. Llegaban a la casa y cada quien se encerraba en su respectiva habitación, con la pequeña variante de que a veces Chimon salía en medio de la noche hacia la cocina y cuando pasaba por el pasillo de las habitaciones, podía escuchar a los alfas teniendo sexo salvaje y caliente.

La primera vez se había asustado, pero después se había vuelto su fetiche secreto, disfrutar y excitarse con los sonidos provenientes de la habitación de sus jefes. Definitivamente su mente le estaba jugando sucio por todas las cosas que se imaginaba que estarían pasando detrás de esa puerta y lo peor era que se imaginaba a él mismo ahí.

Tenía que salir de esa casa pronto o terminaría perdiendo la razón.

—Señor Korapat, ¿podría salir temprano del trabajo hoy?

—¿Tienes clases por la tarde?

—No señor. Es solo que quisiera salir a buscar un departamento para mudarme. Ya he causado demasiadas molestias, en su casa.

Nanon frunció el ceño en confusión y enojo contenido.

—Acaso ¿te sientes incómodo quedándote con nosotros?

—¡Claro que no! Pero no quiero abusar de su hospitalidad y la del señor Pawat. Ustedes necesitan recuperar su privacidad y yo ya llevo demasiado tiempo invadiendo su espacio.

—No tienes que irte. No nos molesta, de verdad... ¿O es tal vez, por el beso que te dimos aquella vez? Si es eso, te prometo que no volverá a suceder.

Chimon parecía una cereza por el sonrojo en su cara. El recuerdo de ese beso seguía fresco en su mente.

—La verdad, es que no me molestó el beso señor y precisamente por eso es que preferiría irme. No es correcto y me da mucha vergüenza.

—No tienes por qué avergonzarte. No fuiste tú quien lo inicio.

—Pero lo permití.

—Y los tres estuvimos bien con eso, ¿no? Pero si realmente te sientes así no voy a obligarte a quedarte. Solo te digo que Ohm no estará muy contento.

Después de eso Chimon salió del edificio, luego de pedir un taxi. Nanon lo dejó salir con la condición de que uno lo estuviera esperando en la entrada para evitar cualquier incidente como el de semanas atrás.

» Ohm había salido a cerrar algunos tratos con compañías publicitarias y de entretenimiento que estaban interesadas en el nuevo cantante Gun Atthaphan que recientemente había debutado, y ya era toda una sensación. Al volver se encontró solo a Nanon en la oficina.

—¿Dónde está Chimon?

—Me pidió permiso de salir antes. Quiere buscar un departamento para mudarse.

—¿Y lo dejaste salir solo? Y más aún, ¿Le permitiste que intentara alejarse de nosotros? Tú eras el más interesado en tenerlo cerca y descubrir lo que nos pasa con él. No te entiendo.

—Él está confundido y se siente mal por lo del beso que le dimos. Cree que se está interponiendo entre nosotros. No podemos obligarlo a que esté en nuestra casa si eso no lo hace sentir cómodo.

Ohm tomó el teléfono e hizo una llamada.

—¡Vuelve aquí ahora mismo!

—"Señor Pawat, el señor Korapat me ha dado permiso de salir".

—Y yo te estoy quitando ese permiso. ¡Vuelve ahora!

La llamada terminó antes de que Chimon dijera algo más.

Chimon estaba de regreso en la oficina un rato después, preguntándose qué estaba pasando. Se encontró a Ohm sentado en el gran sofá negro viéndolo fijamente y a Nanon de pie a su lado tratando de tranquilizarlo.

El aroma agrio del alfa de ojos felinos le decía que no estaba nada contento.

—¿Qué crees que estás haciendo?

—No le entiendo señor.

—¿Por qué quieres irte?

—Ya te lo dije Ohmie. —intervino Nanon— No puedes obligarlo a hacer algo que no quiere.

—Eres consciente de lo que ha dicho el doctor Thanapat sobre nuestro destino ¿Por qué haces esto?

—No es correcto señor. Yo no puedo entrometerme entre ustedes.

—Soy el primero en creer que toda esa mierda del destino son puros cuentos de niño, pero he dejado de luchar contra eso y Nanon piensa igual que yo, ¿Por qué tú no lo haces? ¿Es porque tu interés está dirigido a uno de nosotros en particular?

Chimon no estaba interesado solo en uno de ellos, sino en los dos. Pero el problema estaba en que, si se dejaba llevar por lo que el instinto le decía, en algún momento iba a tener la necesidad de crear un lazo. Y la pregunta era ¿Con cuál de ellos?

—Sólo deja que las cosas sucedan Chimon. No nos eres indiferente y nosotros a ti tampoco. Es raro, sí, pero nunca hemos seguido la norma y no vamos a empezar a hacerlo ahora solo porque no sea normal. Una relación entre alfas no es normal y míranos aquí.

Nanon trataba de convencer a Chimon, sin hacerlo sentir presionado.

—Si quieres esto, no te contengas. Ya veremos con el tiempo lo que pasa.

—Bien. Ahora ven aquí omega.

Sonaba a una orden y no pudo resistirse a obedecer. Se acercó lentamente y fue jalado hacia abajo hasta quedar sentado en el sillón. Ahora Nanon estaba sentado a un lado y Ohm al otro.

—¿Qué sientes?

—Que mi lobo pide por su alfa.

—¿Y a cuál de nosotros reconoces como tú alfa?

—A los dos. Mi lobo los llama a los dos. Sus aromas mezclados o por separado provocan exactamente lo mismo en mí.

—Y cuando nos has visto siendo cariñosos entre nosotros ¿Qué sientes?

Los alfas intercalaban las preguntas que le hacían al omega, el cual desprendía su aroma a flores, más dulce a cada segundo.

—Me gusta verlos actuar como una pareja. No me molesta, en cambio siento el deseo de formar parte del momento.

Los alfas se pegaron a él todo lo que pudieron estando sentados y empezaron a oler su cuello, a la vez que acariciaban cada una de sus piernas.

—¿Has tenido sexo antes Chimon? —se aventuró a preguntar el alfa de cabellos grises.

—Ahhh N-no... señor. Siempre pensé que debía esperar por el que fuera mi alfa.

—Y ahora tienes dos ¿Te gusta eso?

—Sí señor, me gusta. Quiero ser tomado y reclamado por ustedes... Por favor.

Chimon estaba perdido en el deseo, sintiendo su cuerpo estremecerse por las caricias. Su pene apretaba en sus pantalones y su entrada empezaba a lubricar.

Comenzó a gemir ahogado cuando recibió un beso demandante de Nanon, al mismo tiempo que Ohm colaba una mano bajo su camisa y rozaba con las yemas de los dedos su vientre, luego más arriba hasta sus pequeños pezones.

Fue apartado del beso desde atrás y antes de poder reaccionar, la boca del otro alfa lo devoraba sin piedad sin dejar de recibir caricias en su cuerpo por cuatro manos insaciables.

—Vamos a casa. Tu primera vez no será en esta oficina.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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