Amistad

DESTINO FINAL 6: EL FIN DEL BIG BANG

Capítulo 13: amistad


La lluvia comenzaba a caer por los alrededores y en muy poco tiempo se desató todo un diluvio que hizo que los pocos transeúntes en los alrededores buscaran refugio en sus hogares.

Leonard veía entorpecida su huida debido al fuerte chaparrón ya que sus lentes no estaban impermeabilizados, sin embargo, la situación de Sheldon no era mejor.

―¡Maldita Penny, los limpiaparabrisas no funcionan. ¡No puedo ver nada! ―maldecía el loco mientras abría la ventanilla de la puerta del auto y estiraba su largo cuello para divisar mejor a Leonard―. ¡Oh genial, acaba de encenderse otra vez la luz roja de emergencia del tablero!

Sheldon se encontraba confiado luego de que vio que conducir un auto no era difícil, ahora sin embargo, la lluvia dificultaba en extremo la conducción del vehículo, eso y el hecho de que tenía que sacar la cabeza por la ventanilla para conducir, hacía que no pudiese embestir a Leonard quien se encontraba a sólo un par de metros por delante de él.

«¡Tengo que subir esa cuesta!», pensaba Leonard, falto de aliento, al mismo tiempo que estaba por cruzar al lado de un letrero que no pudo leer debido a lo corto de vista que era y al hecho de sus lentes golpeados por la constante lluvia.

Un fuerte golpe de viento sacudió el letrero y parte de este se dirigió a una velocidad mortal hacia el diminuto hombre.

El letrero de metal casi decapita a Leonard, pero él en un alarde de reflejos impropio de su persona, se agachó a tiempo aunque cayó torpe en el terreno fangoso debido a la lluvia.

Sheldon hubiera aprovechado la caída de Leonard para atropellarlo, pero el letrero casi lo decapita al incrustarse en el marco de la puerta del auto.

―¡Yyyaaahhh! ―gritaba de una forma ridícula el larguirucho, al mismo tiempo que decidía que lo mejor era meter de nuevo su cabeza en el auto.

Leonard se incorporó con dificultad y empezó a subir la cuesta que era corta pero muy empinada.

Sheldon vio lo que quedaba del letrero en pie pero no pudo entender nada ya que esa parte estaba escrita en español.

El lunático una vez se había empeñado en aprender finlandés, pero nunca puso empeño en aprender español, un idioma que se hablaba en un país fronterizo con Estados Unidos. Tampoco quiso aprenderlo pese al papelón que sufrió al no saber qué diablos decían o quienes eran dos de las personas que llevó a la competencia de Física en la que se enfrentó contra sus amigos años atrás.

Leonard llegó a la cima de la cuesta y algo lo hizo tropezar haciendo que cayese y fuese rodando cuesta abajo al otro lado.

Sheldon imprimió más velocidad olvidándose de cambiar la velocidad de la caja de cambios, y al llegar a la cima el auto se detuvo en seco.

―¡Pero que pasa! ―gritaba el loco mientras trataba de encender el vehículo.

―¡Oh genial! ―le decía Sheldon a su modelo de metal de un tren de carga―, ¡la luz roja del tablero se encendió de nuevo!

El sonido del viento y los truenos acallaban cualquier otro sonido en los alrededores y Sheldon con lo ocupado que estaba hablándole a su modelo de tren, no veía que un auténtico tren se acercaba a toda velocidad donde él.

―...Mima ―dijo Sheldon al ver en el último segundo como la mole de metal que era del mismo modelo que su tren en miniatura se dirigía a su cara.

TRUNKKKCCHHHHHHYY

El sonido del choque fue tan fuerte que ganó al estruendo de la tormenta.

El auto de Penny iba envuelto en llamas y luego de un par de metros este cayó como una bola de fuego a un lado de las vías del tren el cual siguió su marcha debido a la imposibilidad de frenar por las leyes físicas de la inercia.

―¡Sheldooon! ―gritó Leonard, y pese a que sabía que había matado a su madre, fue a socorrer a su amigo.

El auto de Penny no era otra cosa que fierros retorcidos que poco a poco dejaban de estar prendidos en llamas debido a la incesante lluvia. Allí atrapado en los fierros que atravesaban su cuerpo quemado, yacía Sheldon Cooper.

―...Sheldon ―gemía Leonard mientras lloraba el espantoso y violento fin de su amigo.

De pronto, una ennegrecida mano sujetó la pierna de Leonard.

Parecía imposible pero Sheldon aún seguía con vida, y es que morir por fuego es una de las más horribles formas de morir. Cerebro y corazón son protegidos por el cráneo y las costillas del torso siendo los últimos órganos en incinerarse.

―...Sheldon.

El agonizante no podía hablar pero con la otra mano le alcanzó a su amigo su pesado modelo de tren, mientras que lágrimas recorrían su chamuscado rostro.

Nuevos rayos iluminaron de forma espectral los alrededores y remarcaban la sombra de Leonard, la cual sostenía el modelo de tren para luego aplastar con este el cráneo de su amigo repetidas veces.

Darle la bendición de una muerte rápida fue lo único que pudo hacer Leonard para corresponder su amistad.

Sobre la colina, la figura de un gato bufaba por el enojo mientras arqueaba su lomo por la furia y sus colas se mostraban tiesas y erizadas.

CONTINUARÁ...



Notas finales del autor: y sigo tratando de ayudar a los protagonistas a no morir, pero estos se empeñan en no hacerme caso ¡Sheldon, la próxima vez fíjate en las pistas!, ¡a sí, ya no puedes porque quedaste hecho chicharrón!

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